El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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476. ¿No puede acontecer que la fascinación que ejerce el espíritu malo sea tal, que la persona subyugada no la aperciba? ¿Puede entonces un tercero poner término a la sujeción, y en este caso, qué condiciones debe reunir?

«Si es un hombre de bien, su voluntad puede cooperar impetrando el concurso de los espíritus buenos; porque mientras más hombre de bien es uno, mayor imperio se tiene sobre los espíritus imperfectos para alejarlos y sobre los buenos para atraerlos. Seria, no obstante, impotente, si el que está subyugado no se presta a ello, y personas hay que se gozan en la dependencia que halaga a sus gustos y deseos. En todo caso aquel que no es puro de corazón ninguna influencia puede tener. Los espíritus buenos la desprecian y no le temen los malos».