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El Libro de los Espíritus > LIBRO TERCERO — LEYES MORALES > CAPÍTULO XI — LEY DE JUSTICIA, DE AMOR Y CARIDAD > JUSTICIA Y DERECHOS NATURALES > 876
876. Fuera del derecho consagrado por la ley humana, ¿cuál es la base de la justicia fundada en la ley natural?
«Cristo os lo dijo: Querer para los otros lo que quisierais para vosotros mismos. Dios ha depositado en el corazón del hombre la regla de la verdadera justicia, por el deseo que siente cada uno, de ver que se le respetan sus derechos. En la incertidumbre de lo que debe hacer respecto de su semejante, en una circunstancia dada, pregúntese el hombre cómo quisiera que se portasen con él en tal circunstancia. Dios no podía darle guía más seguro que su misma conciencia».
El verdadero criterio de la justicia es, en efecto, el de querer, para los otros lo que para si mismo se quiere, y no el de querer para sí lo que para los otros se quisiera, lo cual no es de mucho lo mismo, como no es natural desearse mal, tomando por tipo, o punto de partida. su deseo personal, se está seguro de querer siempre el bien para su prójimo. En todos los tiempos y creencias. el hombre ha procurado que prevaleciese su derecho personal. La sublimidad de la religión cristiana consiste en haber tomado el derecho personal por base del derecho del prójimo.
«Cristo os lo dijo: Querer para los otros lo que quisierais para vosotros mismos. Dios ha depositado en el corazón del hombre la regla de la verdadera justicia, por el deseo que siente cada uno, de ver que se le respetan sus derechos. En la incertidumbre de lo que debe hacer respecto de su semejante, en una circunstancia dada, pregúntese el hombre cómo quisiera que se portasen con él en tal circunstancia. Dios no podía darle guía más seguro que su misma conciencia».
El verdadero criterio de la justicia es, en efecto, el de querer, para los otros lo que para si mismo se quiere, y no el de querer para sí lo que para los otros se quisiera, lo cual no es de mucho lo mismo, como no es natural desearse mal, tomando por tipo, o punto de partida. su deseo personal, se está seguro de querer siempre el bien para su prójimo. En todos los tiempos y creencias. el hombre ha procurado que prevaleciese su derecho personal. La sublimidad de la religión cristiana consiste en haber tomado el derecho personal por base del derecho del prójimo.