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El Libro de los Espíritus > LIBRO SEGUNDO — MUNDO ESPIRITISTA O DE LOS ESPIRITUS > CAPÍTULO IV — PLURALIDAD DE EXISTENCIAS > TRANSMIGRACIÓN PROGRESIVA > 191
191. ¿Las almas de nuestros salvajes son almas en estado de infancia?
«Infancia relativa; pero son almas desarrolladas ya, pues tienen pasiones».
-¿Las pasiones son, pues, una señal de desarrollo?
«De desarrollo, sí; pero no de perfección. Son una señal de actividad y de conocimiento del yo mientras que en el alma primitiva la inteligencia y la vida están en germen».
La vida del espíritu recorre en conjunto las mismas fases de la vida corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de infancia, para llegar por una serie de períodos al de adulto, que es el de la perfección; pero con la diferencia de que no tiene decaimiento y decrepitud como en la vida corporal; que su vida, que tiene principio, no tendrá fin; que necesita un tiempo inmenso, a nuestro modo de ver, para pasar de la infancia espiritista al desarrollo completo, y que realiza su progreso no en una sola esfera, sino pasando por diversos mundos. La vida del espíritu se compone, pues, de una serie de existencias corporales, cada una de las cuales le es ocasión de progreso, como cada existencia corporal se compone de una serie de días, en cada uno de los cuales acrecienta el hombre su experiencia e instrucción. Pero del mismo modo que en la vida del hombre hay días infructuosos, en la del espíritu hay existencias corporales que no producen resultado; porque no ha sabido aprovecharlas.
«Infancia relativa; pero son almas desarrolladas ya, pues tienen pasiones».
-¿Las pasiones son, pues, una señal de desarrollo?
«De desarrollo, sí; pero no de perfección. Son una señal de actividad y de conocimiento del yo mientras que en el alma primitiva la inteligencia y la vida están en germen».
La vida del espíritu recorre en conjunto las mismas fases de la vida corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de infancia, para llegar por una serie de períodos al de adulto, que es el de la perfección; pero con la diferencia de que no tiene decaimiento y decrepitud como en la vida corporal; que su vida, que tiene principio, no tendrá fin; que necesita un tiempo inmenso, a nuestro modo de ver, para pasar de la infancia espiritista al desarrollo completo, y que realiza su progreso no en una sola esfera, sino pasando por diversos mundos. La vida del espíritu se compone, pues, de una serie de existencias corporales, cada una de las cuales le es ocasión de progreso, como cada existencia corporal se compone de una serie de días, en cada uno de los cuales acrecienta el hombre su experiencia e instrucción. Pero del mismo modo que en la vida del hombre hay días infructuosos, en la del espíritu hay existencias corporales que no producen resultado; porque no ha sabido aprovecharlas.