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El Libro de los Espíritus > LIBRO SEGUNDO — MUNDO ESPIRITISTA O DE LOS ESPIRITUS > CAPÍTULO VII - REGRESO A LA VIDA CORPORAL > FACULTADES MORALES E INTELECTUALES DEL HOMBRE
FACULTADES MORALES E INTELECTUALES DEL HOMBRE
361. ¿De dónde vienen al hombre las buenas o malas cualidades morales?
«Son las del espíritu que en él está encarnado. Mientras más puro es, más dado al bien es el hombre».
-¿Parece que resulta de esto que el hombre de bien es la encarnación de un espíritu bueno, y la de uno malo el hombre vicioso?
«Sí; pero di mejor un espíritu imperfecto, pues de otro modo podría creerse en espíritus que son siempre malos, a los que vosotros llamáis demonios».
«Son las del espíritu que en él está encarnado. Mientras más puro es, más dado al bien es el hombre».
-¿Parece que resulta de esto que el hombre de bien es la encarnación de un espíritu bueno, y la de uno malo el hombre vicioso?
«Sí; pero di mejor un espíritu imperfecto, pues de otro modo podría creerse en espíritus que son siempre malos, a los que vosotros llamáis demonios».
362. ¿Cuál es el carácter de los individuos en los cuales se encarnan los espíritus duendes ligeros?
«Atolondrados, traviesos y a veces malhechores».
363. ¿Los espíritus tienen otras pasiones además de las de la humanidad?
«No, pues de otro modo os las hubieran comunicado».
364. ¿Es uno mismo el espíritu que da al hombre las cualidades morales y las intelectuales?
«Ciertamente es el mismo, y las da en proporción al grado a donde ha llegado. El hombre no tiene dos espíritus».
365. ¿Por qué los hombres muy inteligentes, los que revelan tener un espíritu superior, a veces son al mismo tiempo los más radicalmente viciosos?
«Depende de que el espíritu encarnado no es bastante puro, y el hombre cede a la influencia de otros espíritus más malos aún. El espíritu progresa ascendiendo insensiblemente; pero el progreso no tiene lugar simultáneamente en todos sentidos, y en un período puede adelantar científicamente, y en otro moralmente».
«Depende de que el espíritu encarnado no es bastante puro, y el hombre cede a la influencia de otros espíritus más malos aún. El espíritu progresa ascendiendo insensiblemente; pero el progreso no tiene lugar simultáneamente en todos sentidos, y en un período puede adelantar científicamente, y en otro moralmente».
366. ¿Qué debe pensarse de la opinión, según la cual las diferentes facultades intelectuales y morales del hombre son producto de otros tantos espíritus diversos en él encarnados, cada uno de los cuales tiene una aptitud especial?
«Reflexionando, se comprende que es absurda. El espíritu debe tener todas las aptitudes, y para poder progresar, le es precisa una voluntad única. Si el hombre fuese una amalgama de espíritus, aquella voluntad no existiría, y no tendría individualidad; porque a su muerte, los espíritus componentes vendrían a ser como un vuelo de pájaros escapados de la jaula. A menudo se queja el hombre de comprender ciertas cosas, y es curioso el ver cómo multiplica las dificultades, cuando tiene a mano una explicación completamente sencilla y natural. También se toma aquí el efecto por la causa, y se hace con el hombre lo que los paganos con Dios. Creían en tantos dioses cuantos fenómenos hay en el universo: pero entre ellos las gentes sensatas no veían en tales fenómenos más que efectos, cuya causa única era un solo Dios».
El mundo fisico y el mundo moral nos ofrecen, bajo este aspecto, numerosos puntos de comparación. Mientras los hombres se han fijado en la apariencia de los fenómenos, se ha creído en la existencia múltiple de la materia; pero hoy se comprende que esos tan variados fenómenos pueden ser muy bien modificaciones únicamente de una sola materia elemental. Las diversas facultades son manifestaciones de una misma causa que es el alma, o espíritu encarnado, y no de muchas almas, como los diferentes sonidos del órgano son producto de una misma especie de aíre, y no de tantas cuantos son los sonidos. Resultaría de este sistema que, cuando el hombre pierde o adquiere ciertas aptitudes e inclinaciones, provendría de la venida o marcha de otros tantos espíritus, lo que haria del hombre un ser múltiple sin individualidad e irresponsable, por lo tanto. Lo contradicen, por otra parte, los numerosos ejemplos de manifestaciones por las cuales prueban los espíritus su personalidad e identidad.
«Reflexionando, se comprende que es absurda. El espíritu debe tener todas las aptitudes, y para poder progresar, le es precisa una voluntad única. Si el hombre fuese una amalgama de espíritus, aquella voluntad no existiría, y no tendría individualidad; porque a su muerte, los espíritus componentes vendrían a ser como un vuelo de pájaros escapados de la jaula. A menudo se queja el hombre de comprender ciertas cosas, y es curioso el ver cómo multiplica las dificultades, cuando tiene a mano una explicación completamente sencilla y natural. También se toma aquí el efecto por la causa, y se hace con el hombre lo que los paganos con Dios. Creían en tantos dioses cuantos fenómenos hay en el universo: pero entre ellos las gentes sensatas no veían en tales fenómenos más que efectos, cuya causa única era un solo Dios».
El mundo fisico y el mundo moral nos ofrecen, bajo este aspecto, numerosos puntos de comparación. Mientras los hombres se han fijado en la apariencia de los fenómenos, se ha creído en la existencia múltiple de la materia; pero hoy se comprende que esos tan variados fenómenos pueden ser muy bien modificaciones únicamente de una sola materia elemental. Las diversas facultades son manifestaciones de una misma causa que es el alma, o espíritu encarnado, y no de muchas almas, como los diferentes sonidos del órgano son producto de una misma especie de aíre, y no de tantas cuantos son los sonidos. Resultaría de este sistema que, cuando el hombre pierde o adquiere ciertas aptitudes e inclinaciones, provendría de la venida o marcha de otros tantos espíritus, lo que haria del hombre un ser múltiple sin individualidad e irresponsable, por lo tanto. Lo contradicen, por otra parte, los numerosos ejemplos de manifestaciones por las cuales prueban los espíritus su personalidad e identidad.