LIBRO SEGUNDO — MUNDO ESPIRITISTA O DE LOS ESPIRITUS
CAPÍTULO I — DE LOS ESPÍRITUS
ORIGEN Y NATURALEZA DE LOS ESPÍRITUS
76. ¿Qué definición puede darse de los espíritus?«Puede decirse que los espíritus son los seres inteligentes de la creación. Pueblan el universo fuera del mundo material».
NOTA. Se emplea aquí la palabra espíritus para designar a las individualidades de los seres extracorporales, y no al elemento inteligente universal.
77. ¿Los espíritus son seres distintos de la Divinidad, o sólo emanaciones o porciones de la Divinidad, llamados por esta razón hijos de Dios?
«Son obra suya, lo mismo que cuando un hombre hace una máquina; ésta es la obra de aquél, pero no él mismo. Ya sabes que cuando alguien hace alguna cosa bella y útil, la llama su hija, su creación. Pues lo mismo Dios, y somos sus hijos, porque somos obra suya».
«Si no tuviesen principio, serían iguales a Dios, siendo así que son creación suya y están sometidos a su voluntad. Es incontestable que Dios es eterno; pero nada sabemos de cuándo y cómo nos creó, y puedes decir que no tenemos principio, si entiendes dar a comprender que, siendo eterno Dios, ha creado sin interrupción; pero, respecto del cuándo y cómo fuimos creados, te repito, que nadie lo sabe. pues este es un misterio».
79. Puesto que hay dos elementos generales en el universo, el inteligente y el material, ¿podría decirse que los espíritus están formados del primero, como los cuerpos inertes lo están del segundo?
«Es evidente que los espíritus son la individualización del principio inteligente, como los cuerpos son la del principio material, y lo desconocido es la época de su formación y el modo de realizarse».
80. ¿Es permanente la creación de los espíritus, o sólo tuvo lugar en el origen de los tiempos?
«Es permanente, de manera, que Dios nunca cesa de crear».
81. ¿Se forman espontáneamente los espíritus, o proceden unos de otros?
«Dios por su voluntad los crea como a todas las otras cosas; pero, te lo repetimos otra vez, su origen es un misterio».
«¿Cómo podrá definirse una cosa, siendo insuficiente el lenguaje y faltando términos de comparación? ¿Puede un ciego de nacimiento definir la luz? Inmaterial no es la palabra. y sería más exacto decir incorporal; porque debes comprender perfectamente que siendo una creación el espíritu, ha de ser algo, y es, en efecto, materia purificada; pero no tiene análoga entre vosotros, siendo, además, tan etérea, que no puede impresionar vuestros sentidos».
Decimos que los espíritus son Inmateriales, porque su esencia difiere de todo lo que conocemos balo el nombre de materia. Un pueblo de ciegos careceria de términos con qué expresar la luz y sus efectos, y el ciego de nacimiento cree recibir todas las percepciones por el oído, el olfato, el gusto y el tacto, no comprendiendo las ideas que le proporcionaria el sentido que le falta. Lo mismo nos sucede a nosotros que, respecto de la esencia de los seres sobrehumanos, somos verdaderos ciegos, y no podemos definirlos más que por comparaciones imperfectas siempre, o haciendo un esfuerzo de imaginación.
«Muchas cosas existen que vosotros no comprendéis; porque vuestra inteligencia es limitada, no siendo ésta razón para rechazarlas. El niño no comprende todo lo que su padre comprende, ni el ignorante todo lo que el sabio. Te decimos, pues, y es cuanto por ahora podemos decirte, que los espíritus no tienen fin».
MUNDO NORMAL PRIMITIVO
84. ¿Los espíritus constituyen un mundo separado y distinto del que vemos?«Si, el de los espíritus o inteligencias incorporales».
85. ¿Cuál es principal en el orden de las cosas, el mundo espiritista, o el corporal?
«El espiritista, que preexiste y sobrevive a todo».
86. ¿Podria dejar de existir o no haber existido nunca el mundo corporal, sin que se alterase la esencia del mundo espiritista?
«Sí, pues son independientes, aunque su correlación es, empero, incesante; porque el uno reacciona perennemente en el otro».
«Los espíritus se encuentran por todas partes, y de ellos hasta lo infinito están poblados los espacios ilimitados. Los hay constantemente a vuestro lado, que os observan e influyen en vosotros a pesar vuestro; porque son uno de los poderes de la naturaleza, e instrumentos de que se vale Dios para realizar sus miras providenciales; pero no todos pueden ir a todas partes, pues hay regiones prohibidas a los menos avanzados».
FORMA Y UBICUIDAD DE LOS ESPÍRITUS
«Para vuestra vista no, pero si para la nuestra; y si así lo queréis, el espiritw es una llama, un destello, o una chispa etérea».
-¿Tiene color esa llama o chispa?
«Para vosotros, y según que el espíritu es más o menos puro, varía del oscuro al brillo del rubí».
Ordinariamente se representa a los genios con una llama o estrella en la cabeza, alegoría que recuerda la naturaleza esencial de los espíritus, y se coloca en la parte superior de aquélla, porque allí reside la inteligencia.
«Si; pero rápido como el pensamiento».
-¿El pensamiento es el alma misma que se traslada de un punto aotro?
«Cuando el pensamiento está en una parte determinada, también lo está el alma, puesto que es ésta la que piensa, siendo el pensamiento un atributo».
«Lo uno y lo otro. puesto que el espíritu puede muy bien, si así lo quiere, hacerse cargo de la distancia que recorre, distancia que puede también ser eliminada, lo cual depende de su voluntad y además de la mayor o menor pureza de su naturaleza».
91. ¿La materia sirve de obstáculo a los espíritus?
«No, pues lo penetran todo, y el aire, la tierra, las aguas y hasta el mismo fuego les son igualmente accesibles».
«Un espíritu no puede dividirse; pero cada uno de ellos, es un centro que irradia en todas direcciones, pareciendo por esto que se encuentra en muchos lugares a la vez. El Sol, como ves, es uno, e irradia sin embargo, en todo su alrededor, derramando sus rayos a largas distancias, sin que por ello se divida».
-¿Tienen igual poder de irradiación todos los espíritus?
«Buena diferencia existe, puesto que depende del grado de su pureza»..
Cada espíritu es una unidad indivisible: pero cada uno de ellos puede extender a diversos puntos el pensamiento, sin dividirse, y sólo en este sentido, debe entenderse que se atribuye a los espíritus el don de ubicuidad. Tal sucede con un centro de luz qut, proyectando a lo lelos su claridad, puede ser percibida de todos los puntos del horizonte, y tal asimismo con un hombre que, sin cambiar de puesto ni dividirse, puede transmitir órdenes, sefiales e indicar los movimientos a lugares diferentes.
PERIESPÍRITU
«El espíritu está envuelto en una sustancia, aunque vaporosa para ti, muy grosera aún para nosotros; pero suficientemente ligera empero, para poderse sostener en la atmósfera y trasladarse donde quiere».
Así como el germen del fruto está rodeado del periespermo, así también el espíritu propiamente dicho está rodeado de una envoltura, que por comparación puede llamarse periespíritu.
«En el fluido universal de cada globo, y por esta razón no es igual en todos los mundos. Al pasar de uno a otro mundo, el espíritu cambia de envoltura, como vosotros de vestido».
-¿De modo que cuando los espíritus que habitan en los mundos superiores vienen al nuestro, toman un periespíritu más grosero?
«Ya lo hemos dicho, es preciso que se vistan a vuestro modo».
«Sí, la forma que plazca al espíritu, y así es como se os aparece de vez en cuando, ora en sueflos, ora estando despiertos, y como puede tomar una forma visible y hasta palpable».
DIFERENTES ÓRDENES DE ESPÍRITUS
96. ¿Son iguales los espíritus, o existe entre ellos alguna jerarquía?«Pertenecen a diferentes órdenes, según el grado de perfección a que han llegado».
«Es ilimitado el número; porque no existe entre esos órdenes una línea de demarcación trazada a modo de barrera, pudiéndose así multiplicar o restringir voluntariamente las divisiones; pero, si sé consideran no obstante, los caracteres generales, puede reducírselos a tres órdenes principales.
«Puede colocarse en el primer orden a los que han llegado a la perfección, los espíritus puros; en el segundo, a los que están a mitad de la escala, los cuales se ocupan en la consecución del bien; y en el tercero, a los espíritus imperfectos, que están aún al principio de la escala, siendo sus caracteres la ignorancia, el deseo del mal y todas las malas pasiones que retardan su progreso».
«Pueden hacerlo según su grado de perfección, pues unos poseen la ciencia y otros la prudencia y la bondad; pero todos han de sufrir pruebas aún».
«No, pues los unos no hacen ni bien ni mal, y otros se complacen. por el contrario, en el mal y están satisfechos cuando encuentran ocasión de hacerlo. Además, hay espíritus ligeros o duendes, más enredadores que perversos, que se complacen más en la chismografía que en la maldad, y cuyo placer son los embaucamientos y las pequeflas contrariedades, que les causan risa».
ESCALA ESPIRITISTA
Añadamos otra consideración que nunca debe perderse de vista, a saber: que entre los espíritus, lo mismo que entre los hombres, los hay muy ignorantes, y que nunca se estará bastante prevenido contra la tendencia de creer que todos han de ser sabios, porque son espíritus. Toda clasificación requiere método, análisis y conocimiento profundo del asunto, y en el mundo de los espíritus, los que tienen conocimientos limitados no son. como no lo son los ignorantes en la tierra, hábiles para abarcar el conjunto y formular un sistema, y no conocen o sólo comprenden imperfectamente las clasificaciones. Para ellos, todos los espíritus que les son superiores pertenecen al primer orden; sin que puedan apreciar los matices de saber, capacidad y moralidad que los distinguen, como entre nosotros se distingue el rústico del ilustrado, y hasta los mismos que son capaces de hacerlo pueden variar en los pormenores según su punto de vista. mayormente cuando nada de absoluto tienen las divisiones. Linneo, Jussieu y Tournefort han tenido un sistema peculiar, sin que haya variado la botánica; porque no inventaron ellos las plantas y sus caracteres, sino que observaron las analogías con arreglo a las cuales formaron los grupos o clases. Asi hemos procedido nosotros; no hemos inventado los espíritus ni sus cáracteres, sino que los hemos visto y observado, los hemos juzgado por sus palabras y hechos y clasificado con arreglo a sus semejantes, apoyándose en los datos que nos han proporcionado.
Los espíritus admiten generalmente tres categorías principales o tres grandes divisiones. En la última que está al principio de la escala, vienen comprendidos los espíritus imperfectos, caracterizados por el predominio de la materia sobre el espíritu y la propensi6n al mal.. Los de la segunda están caracterizados por el predominio del espíritu sobre la materia y por el deseo del bien, y comprende los espíritus buenos. La primera, en fin, comprende los espíritus puros, que han alcanzado el grado máximo de perfección.
Esta división nos parece que es perfectamente racional y que presenta caracteres bien distintos, y no nos tocaba a nosotros más que hacer visibles, por medio de un número suficiente de subdivisiones, los principales matices del conjunto, y es lo que hemos hecho con el concurso de los espíritus, cuyas benévolas instrucciones nunca nos han faltado.
Utilizando este cuadro será fácil determinar la categoría y grado de superioridad o de inferioridad de los espíritus con quienes podemos establecer relaciones, y por tanto, el grado de confianza y de estimación que merecen. De cierta manera es la clave de la ciencia espiritista; porque sólo él puede explicarnos las anomalías que presentan las comunicaciones, ilustrándonos acerca de las desigualdades intelectuales y morales de los espíritus. Advertimos empero, que los espíritus no pertenecen siempre y exclusivamente a tal o cual clase, y realizándose gradualmente su progreso, y a menudo en una dirección con preferencia a otra, pueden reunir caracteres de diversas categorías, lo que fácilmente puede comprenderse por su lenguaje y por sus hechos.
Tercer orden. Espíritus imperfectos
Tienen intuición de Dios; pero no lo comprenden.
Todos no son esencialmente malos, y en algunos abunda más la ligereza, la inconsecuencia y la malicia que la verdadera perversidad. Unos no hacen bien ni mal; pero por lo mismo que no practican el bien, demuestran su inferioridad. Otros, por el contrario, se complacen en el mal, y están satisfechos cuando hallan ocasión de hacerlo.
Pueden reunir la inteligencia a la perversidad y a la malicia; pero, cualquiera que sea su desarrollo intelectual, sus ideas son poco elevadas y sus sentimientos más o menos abyectos.
Sus conocimientos sobre las cosas del mundo espiritista son limitados, y lo poco que de ellas saben lo confunden con las ideas y preocupaciones de la vida corporal, no pudiendo darnos sobre el particular más que nociones falsas e incompletas; pero el observador atento encuentra con frecuencia en sus comunicaciones, aunque imperfectas, confirmadas las grandes verdades que nos enseñan los espíritus superiores.
Su carácter se revela en su lenguaje, y todo espíritu que deje escapar en sus comunicaciones un pensamiento malo, puede ser incluido en el tercer orden, y por lo tanto, todo pensamiento malo que se nos sugiera, procede de un espíritu de este orden.
Semejantes espíritus ven la dicha de los buenos, siendoles este espectáculo un tormento incesante, puesto que experimentan todas las angustias que pueden producir la envidia y los celos.
Conservan el recuerdo y la percepción de los sufrimientos de la vida corporal, impresión que es a menudo más penosa que la realidad. Sufren, pues, verdaderamente no sólo por los males que han experimentado, sino que tambien por los que han ocasionado a otros, y como sufren por largo tiempo, creen que sufrirán siempre, permitiendo Dios, para castigarlos, que conserven esa creencia.
Puede dividírseles en cinco clases principales.
Nas manifestações dão-se a conhecer pela linguagem. A trivialidade e a grosseria das expressões, nos Espíritos, como nos homens, é sempre indício de inferioridade moral, senão também intelectual. Suas comunicações exprimem a baixeza de seus pendores e, se tentam iludir, falando com sensatez, não conseguem sustentar por muito tempo o papel e acabam sempre por se traírem.
Alguns povos os arvoraram em divindades maléficas; outros os designam pelos nomes de demônios, maus gênios, Espíritos do mal.
Quando encarnados, os seres vivos que eles animam se mostram propensos a todos os vícios gerados pelas paixões vis e degradantes: a sensualidade, a crueldade, a felonia, a hipocrisia, a cupidez, a avareza sórdida. Fazem o mal por prazer, as mais das vezes sem motivo, e, por ódio ao bem, quase sempre escolhem suas vítimas entre as pessoas honestas. São flagelos para a humanidade, pouco importando a categoria social a que pertençam, e o verniz da civilização não os forra ao opróbrio e à ignomínia.
Em suas comunicações com os homens, a linguagem de que se servem é, por vezes, espirituosa e faceta, mas quase sempre sem profundidade. Exploram as falhas e o lado ridículo dos homens e da coisas, comentando-os em traços mordazes e satíricos. Se tomam nomes supostos, geralmente é mais por malícia do que por maldade.
Segundo orden. Espíritus buenos
Comprenden a Dios y el infinito, y gozan ya de la felicidad de los buenos; son dichosos cuando hacen el bien e impiden el mal, y el amor que los une es para ellos origen de una dicha inefable no alterada por la envidia, por los remordimientos. ni por ninguna de las malas pasiones, que atormentan a los espíritus imperfectos; pero todos han de sufrir pruebas hasta que alcancen la perfección absoluta.
Como espíritus, suscitan buenos pensamientos, alejan a los hombres del camino del mal, protegen, durantela vida, a los que se hacen merecedores de protección y neutralizan la influencia de los espíritus imperfectos en aquellos individuos que no se complacen en tolerarla.
Las personas en quienes se encarnan son buenas y benevolas para con sus semejantes no ceden al orgullo, al egoísmo y a la ambición, y no sienten odio, rencor, envidia ni celos, practicando el bien, porque es el bien.
A este orden pertenecen los espíritus conocidos en las creencias vulgares con los nombres de genios buenos, genios protectores y espíritus del bien; En tiempo de superstición y de ignorancia se les ha elevado a la categoría de divinidades bienhechoras.
Se les puede dividir en cuatro grupos principales.
Cuando, por excepción, se encarnan en la tierra, es para realizar una misión de progreso y nos ofrecen el tipo de perfección, a que puede aspirar la humanidad en este mundo.
Primer orden. Espíritus puros
Gozan de una dicha inalterable, porque no sienten las necesidades ni están expuestos a las vicisitudes de la vida material; pero aquella dicha no consiste en la ociosidad monótona de una contemplación perpetua. Son mensajeros y ministros de Dios, cuyas órdenes, acerca de la conservación de la armonía universal, ejecutan; mandan a todos los espíritus que les son inferiores, les ayudan a perfeccionarse y les señalan su misión. Para ellos, es ocupación agradable la de asistir a los hombres en sus apuros y excitarlos al bien o a la expiación de las faltas que les alejan de la felicidad suprema. Se les designa a veces con los nombres de ángeles, arcángeles o serafines.
Los hombres pueden comunicarse con ellos, pero sería muy presuntuoso el que pretendiese tenerlos constantemente a sus órdenes.
PROGRESIÓN DE LOS ESPÍRITUS
114. ¿Los espíritus son buenos o malos por su naturaleza, o bien se van mejorando?«Los mismos espíritus van mejorándose, y al conseguirlo, pasan de un orden inferior a otro superior».
«Dios creó a todos los espíritus sencillos e ignorantes, es decir, faltos de clencia, y dio a cada uno de ellos una misión con objeto de ilustrarlos y de hacerles llegar progresivamente a la perfección por medio del conocimiento de la verdad, y aproxímarse a él. La dicha eterna sin perturbación estriba para ellos en esa perfección. Los espíritus adquieren los conocimientos sufriendo las pruebas que Dios les impone, que unos aceptan con sumisión, llegando así más prontamente al objeto de su destino, y que otros sufren con des-agrado, permaneciendo por culpa suya lejos de la perfección y de la dicha prometida».
-Según esto, parece que los espíritus en su oriqen, son como los niños, ignorantes e inexpertos; pero que adquieren poco a poco los conocimientos que les faltan recorriendo las diferentes etapas de la vida.
«Si; la comparación es exacta, pues el niño rebelde continúa ignorante e imperfecto, y se aprovecha más o menos según su docilidad; pero, al paso que la vida del hombre tiene término, la del espíritu se dilata en lo infinito».
«No; todos llegarán a ser perfectos; cambiarán, pero a la larga; porque, como lo hemos dicho otra vez, un padre justo y misericordioso no puede desterrar eternamente a sus hijos. ¡Y quieres que Dios, que es tan bueno y tan justo, sea de peor condición que vosotros!»
«Indudablemente, y llegan más o menos pronto según su deseo y su sumisi6n a la voluntad de Dios. ¿El niño d6cil no se instruye más pronto que el reacio? »
«No, pues a medida que progresan comprenden lo que les alejaba de la perfecci6n, y terminada una prueba. poseen el conocimiento de ella y no lo olvidan. Pueden permanecer estacionarios; pero no retroceden».
«Si hubiesen sido creados perfectos, no tendrían méritos para gozar de los beneficios de la perfección. Sin lucha, ¿dónde estaría el mérito? Por otra parte, la desigualdad que entre ellos existe, es necesaria a su personalidad; además, la misión que desempeñan en los diferentes grados, entra en las miras de la Providencia respecto de la armonía del universo».
Puesto que en la vida social todos los hombres pueden llegar a los primeros puestos, se podria preguntar también: ¿por qué el soberano de un país no hace generales a todos sus soldados, empleados superiores a todos los subalternos y maestros a todos los discípulos? Pues entre la vida social y la espiritual existe aún la diferencia de que la primera es limitada. y no basta siempre a la consecución de todos los grados, al paso que, siendo indefinida la segunda, dela a cada cual la posibilidad de elevarse al puesto supremo.
120. ¿Todos los espíritus pasan por la serie del mal para llegar al bien?
«No por la serie del mal, sino por la de la ignorancia».
«¿No tienen libre albedrío? Dios no creó espíritus malos. sino sencillos e ignorantes, es decir, igualmente aptos para el bien que para el mal. Los que llegan a ser malos, lo son por su voluntad».
«El libre albedrío se desarrolla a medida que el espíritu adquiere conciencia de si mismo. Si la elección se debiese a una causa independiente de la voluntad del espíritu, no existiría libertad. La causa no reside en él, sino fuera, en las influencias a que cede en virtud de su voluntad libre, y esto significa la gran figura de la caída del hombre y del pecado original. Unos cedieron a la tentación; otros resistieron a ella».
-¿De dónde proceden las influencias que obran sobre el espíritu?
«De los espíritus imperfectos que procuran apoderarse de él y dominarle, y que se consideran felices cuando le hacen sucumbir. Esto es lo que se ha querido representar en la figura de Satanás».
-¿No sufre esta influencia el espíritu más que en su origen?
«Le persigue en su vida de espíritu, hasta que consigue dominarse de tal modo, que los malos renuncian a obsesionarle».
«¿Cómo os atrevéis a pedirle a Dios cuenta de sus actos? ¿Creéis que podéis penetrar en sus designios? Podéis deciros, sin embargo: La sabiduría de Dios consiste en la libertad que a cada uno concede de elegir, porque así tiene cada uno el mérito de sus obras».
«Ciertamente que sí, y la gran mayoría es la de los que no ocupan los extremos».
«Sí; pero las eternidades serán más largas para ellos».
Por estas palabras las eternidades debe entenderse la idea que tienen los espíritus inferiores de que serán perpetuos sus sufrimientos, cuyo término no les es dado ver; idea que se renueva en todas las pruebas en que sucumben.
«Dios mira a los extraviados con iguales ojos y a todos los ama con el mismo afecto. Se les llama malos, porque han sucumbido; pero antes eran espíritus sencillos».
«Lo son; pero no sabiendo de dónde provienen, es preciso que funcione el libre albedrío, y progresan con más o menos rapidez así intelectual, como moralmente».
Los espíritus que, desde el principio, siguen el camino del bien, no son por ello espíritus perfectos, puesto que, si no tienen malas tendencias, han de adquirir, sin embargo, experiencia y los conocimientos necesarios para llegar a la perfección. Podemos compararlos a los niños que, cualquiera que sea la bondad de sus naturales instintos, tienen necesidad de desarrollarse, de ilustrarse, y que no llegan sin transición de la infancia a la madurez. Así como tenemos hombres buenos y malos desde la infancia, así también hay espíritus buenos y malos desde el principio, con la diferencia capital, de que el niño tiene instintos completamente formados, al paso que el espíritu, al ser formado, no es ni bueno ni malo, sino que tiene todas las tendencias, y en virtud de su libre albedrío toma una u otra dirección.
ÁNGELES Y DEMONIOS
«No; son los espíritus puros, los que están en lo más alto de la escala y reúnen todas las perfecciones».
La palabra ángel despierta generalmente la idea de perfección moral; pero se aplica a menudo a todos los seres buenos y malos que existen fuera de la humanidad. Así se dice: el ángel bueno y el ángel malo, ángel de la luz y ángel de las tinieblas, y en este caso, es sinónimo de espíritu o genio. Aquí tomarnos la palabra en su acepción buena.
«Todos los han recorrido; pero, según tenemos dicho, unos aceptaron su misión sin murmúrar, y llegaron más pronto; otros emplearon mayor o menor tiempo para llegar a la perfección».
«Sabe que tu mundo no es eterno y que mucho antes de que existiese, espíritus había que ocupaban ya el grado supremo, por lo cual pudieron creer los hombres que siempre habían estado a la misma altura».
«Si hubiese demonios, serían obra de Dios, y ¿hubiera procedido Éste con justicia y bondad creando seres consagrados eternamente al mal y a la infelicidad? Si existen demonios, en tu mundo inferior y en otros semejantes es donde residen, y son esos hombres hipócritas que hacen de un Dios justo un Dios perverso y vengativo, esos hombres que creen complacerle con las abominaciones que en su nombre cometen».
La palabra demonio no implica la idea de espíritu malo más que en su acepción moderna; porque la palabra daimon de que se forma significa genio, inteligencia, y se aplicaba indistintamente a los seres incorporales buenos o malos.
Los demonios, en la acepción vulgar de la palabra, suponen seres esencialmente maléficos que serían, romo todas las cosas, creación de Dios, y Dios, que es soberanamente justo y bueno, no puede haber creado seres arrastrados al mal por su naturaleza y eternamente condenados. Si no fuesen obra de Dios, serían como él eternos, o bien habria muchos poderes soberanos.
La primera condición de toda doctrina es la de ser lógica, y la de los demonios, en su sentido absoluto, flaquea por esta base esencial. Se concibe que en la creencia de los pueblos atrasados que, no conociendo los atributos de Dios, dan cabida a las divinidades maléficas, se admita a los demonios; pero para todo el que acepte la bondad de Dios como el atributo por excelencia, es ilógico y contradictorio suponer que haya podido crear seres consagrados al mal y destinados a hacerlo perpetuamente, porque equivale a negar su bondad, Los partidarios del demonio se parapetan en las palabras de Cristo, y no seremos nosotros quienes neguemos la autoridad de su enseñanza que quisiéramos ver más en el corazón que en los labios de los hombres; pero, ¿se tiene certeza del sentido que daba Cristo a la palabra demonio? ¿No se sabe que la forma alegórica es uno de los caracteres distintivos de su lenguaje, y que todo lo que contiene el Evangelio no debe tomarse literalmente? Sirva de prueba este pasaje:
«Pero luego, después de las tribulaciones de aquellos días, el Sol se oscurecerá, la Luna no alumbrará, y las estrellas caerán del cielo, las potestades de los cielos temblarán. LO que os aseguro es que no se acabará esta generación, hasta que se cumpla todo esto» ¿No hemos visto la forma del texto bíblico contradicha por la ciencia en lo que se refiere a la creación y movimiento de la Tierra? ¿No puede suceder otro tanto con ciertas figuras empleadas por Cristo, que debía hablar según los tiempos y lugares? Cristo no pudo decir a sabiendas una cosa falsa, y si, pues. en sus palabras hay asertos que parece que repugnan a la razón, es porque no los comprendemos o porque los interpretamos mal.
Los hombres han hecho con los demonios lo mismo que con los ángeles y así como han creído en seres eternamente perfectos han tomado a los espíritus inferiores por seres perpetuamente malos. La palabra demonio debe, pues, entenderse con relación a los espíritus impuros que a menudo no son mejores que los seres que con aquel nombre se designan, pero con la diferencia de que semejante estado no es más que transitorio. Son espíritus imperfectos que murmuran de las pruebas que sufren, y que por la misma razón las sufren por más tiempo, pero que llegarán, a su vez, a la perfección cuando tengan voluntad de hacerlo. Pudiera, pues, admitirse la palabra demonio con esta restricción, pero como actualmente se la toma en sentido exclusivo, podría inducir en el error de hacer creer en la existencia de seres especiales creados para el mal.
Satanás es evidentemente la personificación del mal balo una forma alegórica, porque no puede admítirse un ser malo que lucha de potencia a potencia con la Divinidad, y cuya única ocupación es la de contrariar sus designios. Siendo necesarias al hombre imágenes y figuras que hieran su imaginación, ha pintado a los seres incorporales bajo forma material con atributos que recuerdan sus cualidades y defectos. Así es como, queriendo los antiguos personificar el tiempo, lo pintaron en figura de anciano con una hoz y un reloj de arena, pues la de un joven hubiese sido un contrasentido. Lo mismo debe decirse de las alegorías de la fortuna; de la verdad, etcétera. Los modernos han representado a los ángeles o espíritus puros por una figura radiante, con alas blancas, emblema de la pureza, y a Satán con cuernos, garras y demás atributos de las bestias, emblemas de las pasiones bajas. El vulgo, que tomó las cosas literalmente, ha visto en el emblema una individualidad real, como en otro tiempo a Saturno en la alegoría del tiempo.
CAPÍTULO II — LA ENCARNACIÓN DE LOS ESPÍRITUS
OBJETIVO DE LA ENCARNACIÓN
«Dios se la impone con objeto de hacerles llegar a la perfección, y para unos es una expiación, y para otros una misión. Pero para llegar a la perfección, deben su¡rir todas las ulcisitudes de la existencia corporal. En esto consiste la expiación. La encarnación tiene también otro objeto, y es el de poner el espíritu en disposición de cumplir su tarea en la obra de la creación, para cuya realización toma en cada mundo un cuerpo en armonía con la materia esencial de aquél, y ejecutar, bajo este aspecto, las órdenes de Dios; de manera, que concurriendo a la obra general. el espíritu progrese también».
La acción de los seres corporales es necesaria a la marcha del universo; pero Dios en su sabiduría ha querido que esta misma acción les sirviese de medio de progreso y de aproximación a él. Asi es, como por una ley admirable de su providencia, todo se encadena y todo es solidario en la naturaleza.
«Todos ellos son creados sencillos e ignorantes, y se instruyen en las luchas y tribulaciones corporales. Dios, que es justo, no podía hacer a unos dichosos sin pena y sin trabajo. y sin mérito por consiguiente».
-¿Y de qué sirve entonces a los espíritus haber seguido el camino del bien, si no les exime de las penas de la vida corporal?
«Llegan más pronto al fin, y además, las penas de la vida son con frecuencia resultado de la imperfección del espíritu. Mientras menos imperfecto es, menos tormentos sufre, y el que no es envidioso, celoso, avaro, ni ambicioso, no sufrirá los tormentos que de estos defectos se originan».
DEL ALMA
«Un espíritu encarnado».
-¿Qué era el alma antes de unirse al cuerpo?
«Espíritu».
-¿Las almas y los espíritus son, pues, una misma cosa?
«Sí, puesto que las almas no son más que espíritus. Antes de unirse al cuerpo, el alma es uno de los seres inteligentes que pueblan el mundo invisible, y que toman temporalmente una envoltura carnal para purificarse e ilustrarse».
-¿Cuál es la naturaleza de ese lazo?
«Semimaterial, y sirve de intermedio entre el espíritu y el cuerpo, y así debe ser, para que puedan comunicarse el uno con el otro. Por medio de este lazo el espíritu obra sobre la materia y viceversa».
Así, pues, el hombre está formado de tres partes esenciales:
1o El cuerpo o ser material, análogo a los animales y animado por el mismo principio vital;
2o El alma, espíritu encarnado cuya habitación es el cuerpo, y
3o El principio intermediario o periespíritu, sustancia semimaterial que sirve de envoltura primera al espíritu y une el alma al cuerpo. Tales son en el fruto, el germen, el periespermo y la cáscara.
«Incesantemente lo repetimos, el cuerpo no es más que la envoltura».
-¿Puede existir el cuerpo sin el alma?
«Sí, y sin embargo, desde que cesa de vivir el cuerpo, el alma lo abandona. Antes del nacimiento, no existe unión definitiva entre el alma y el cuerpo, al paso que, después de establecida la unión, la muerte del cuerpo rompe los lazos que lo unen al alma, y ésta lo abandona. La vida orgánica puede animar un cuerpo sin alma; pero ésta no puede habitar en un cuerpo privado de vida orgánica».
-Qué sería de nuestro cuerpo si careciese de alma?
«Un montón de carne sin inteligencia, todo lo que queráis, menos un hombre».
137. ¿Un mismo espíritu puede a la vez encarnarse en dos cuerpos diferentes?
«No; porque el espíritu es indivisible y no puede animar simultáneamente a dos seres diferentes». (Véase en El libro de los médiums, el capitulo «Bicorporeidad y transfiguración».
«Cuestión de palabras en la que no nos fijamos. Empezad por entenderos».
«No existe tal contradicción, y depende aquello de la acepción en que se toman las palabras. ¿Por qué no tenéis una palabra especial para cada cosa?»
La palabra alma se emplea para expresar cosas muy diferentes. Llaman asi unos al principio de la vida, y es exacto decír en esta acepción y figuradamente, que el alma es una chispa anímica emanada del gran Todo. Estas últimas palabras expresam el origen universal del principio vital del que absorbe una parte cada ser, parte que vuelve a la masa, después de la muerte. Esta idea no excluye en manera alguma la de un ser moral distinto, independiente de la materia y que conserva su indivídualidad. Este es el ser que se llama igualmente alma; y en esta acepción puede decirse, que el alma es un espíritu encarnado. Al dar diferentes definiciones del alma, los espíritus han hablado con arreglo a la aplicación que bacian de la palabra y a las ideas terrestres de que estaban aún más o menos dominados. Depende esto de la insuficiencia del lenguaje humano, que no tiene una palabra para cada idea, y de aquí el origen de una multitud de equivocaciones y discusiones. Véase por qué los espíritus superiores nos dicen que ante todo nos entendamos acerca de las palabras. *
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* Véase, en la «Introducción» la explicación de la palabra alma, párrafo II.
«También depende del sentido que se dé a la palabra alma. Si se entiende por ella el fluido vital, la teoría es exacta; pero, si se entiende el espíritu encarnado, es falsa. Lo hemos dicho ya, el espíritu es indivisible, y transmite el movimiento a los órganos por el fluido intermedio, sin dividírse a pesar de ello».
-Sin embargo, algunosespíntus han dado esa definición.
«Los espíritus ignorantes pueden tomar el efecto por la causa».
El alma obra por medio de los órganos, que están animados del fluido vital repartido entre ellos y con más abundancia en los que forman los centios o focos del movimiento. Pero esta explicación no puede convenir al alma, considerada como espirítu que habita en el cuerpo durante la vida, y que lo abandona al morir.
«El alma no está encerrada en el cuerpo, como un pájaro en la jaula, sino que irradia y se manifiesta al exterior, como la luz a través de un globo de cristal, o como el sonido alrededor de un centro sonoro, y así es como puede decirse que es exterior; pero no es empero, la envoltura del cuerpo. El alma tiene dos envolturas: la sutil y ligera que es la primera, a la cual llamas periespíritu, y la otra, que es el cuerpo, grosera, material y pesada. Ya lo hemos dicho, el alma es el Centro de todas esas envolturas, como el germen en el hueso de las frutas».
«El espíritu es uno, y se encuentra en su totalidad, lo mismo en el niño que en el ádulto. Los que se desarrollan y completan son los órganos o instrumentos de manifestación del alma. También aquí se toma el efecto por la causa».
«Todos los espíritus no están igualmente instruidos sobre estas materias, y los hay limitados aún que no comprenden las cosas abstractas, como sucede entre vosotros con los ni- ños. También hay espíritus de falsa instrucción (falsos sabios) que, para imponerse, hacen alarde de palabrería, lo mismo que entre vosotros ciertos hombres. Además, los mismos espíritus adelantados pueden expresarse en términos diferentes, que en el fondo tienen el mismo valor, sobre todo, tratándose de cosas para cuya clara expresión no basta vuestro lenguaje, pues entonces es preciso recurrir a las figuras y comparaciones que vosotros tomáis por la misma realidad».
«Es el principio universal de la vida y de la inteligencia, de donde nacen las individualidades. Pero con frecuencia los que emplean estas palabras no se entienden. Es tan elástica la palabra alma, que cada uno la interpreta con arreglo a sus teorías. A veces se atribuye también un alma a la tierra, y entonces debe entenderse por ella el conjunto de espíritus solícitos que dirigen vuestras acciones hacia el buen camino, cuando les escucháis, y que vienen a ser como los lugartenientes de Dios en vuestro globo».
«Esos hombres, que eran los precursores de la doctrina espiritista eterna, han preparado el camino. Eran hombres y pudieron engañarse, porque tomaron sus propias ideas de la verdad; pero sus mismos errores, demostrando el pro y el contra, sirven para poner en claro aquélla. Por otra parte, entre sus errores, se encuentran grandes verdades que os hace comprender el estudio comparativo».
«No; pero reside particularmente en la cabeza, en los grandes genios, en todos aquellos que piensan mucho, y en el corazón, en los que sienten mucho y cuyas acciones todas se relacionan con la humanidad».
-¿Qué debe pensarse de la opinión de los que colocan el alma en un centro vital?
MATERIALISMO
«El fisiólogo lo refiere todo a lo que ve. Orgullo de los hombres que creen saberlo todo. y que no admiten que algo sea superior a su entendimiento. Su misma ciencia los hace presuntuosos y creen que nada puede ocultarles la naturaleza.»
«No es verdad que el materialismo sea consecuencia de esos estudios, sino que el hombre deduce de ellos consecuencias falsas; porque puede abusar de todo, hasta de las cosas mejores. La nada, por otra parte, los horroriza más de lo que quieren aparentar, y los despreocupados son a veces más fanfarrones que valientes. La mayor parte son materialistas solamente; porque no saben cómo llenar aquel vacío, y si ante el abismo que a sus ojos se abre les ofrecéis un áncora de salvación, se asirán solícitos a a ella».
Por una aberración de la inteligencia, hay personas que no ven en los seres orgánicos más que la acción de la materia, y que refieren a ella todos nuestros actos. No han visto en el cuerpo humano más que una máquina eléctrica; no han estudiado el mecanismo de la vida más que en el funcionamiento de los órganos; la han visto cesar con frecuencia por la ruptura de uno de sus hilos y no han visto otra cosa más que ese mismo hilo; han indagado si quedaba aún algo, y como sólo han encontrado la materia inerte ya y no han podido distinguir el alma que se desprendía, ni han podido apoderarse de ella, han deducido que todo estribaba eñ las propiedades de la materia, y que. por lo tanto, después de la muerte. sólo la nada del pensamiento existe. Triste consecuencia, si así fuese; porque entonces no tendrían objeto el mal y el bien; el hombre obraría cuerdamente no pensando más que en si mismo y en sobreponer a todo la satisfacción de sus goces materiales; se romperían los lazos sociales y rotos quedarian para siempre los más santos afectos. Afortunadamente, semejantes ideas están muy lejos de ser generales, puede muy bien decirse que están muy circunscritas y que sólo constituyen opiniones individuales; porque en ninguna parte han sido erigidas en doctrina. Una sociedad fundada en tales bases, llevaría en sI misma el germen de so disolución, y sus miembros se despedazarían como fieras.
El hombre tiene instintivamente la creencia de que todo no concluye para él con la vida; tiene horror a la nada, y en vano se resiste a la idea del porvenir, pues cuando llega el momento supremo, pocos son los que dejan de preguntarse qué será de ellos; porque el pensamiento de cesar absolutamente en la vida es desconsolador. ¿Quién podrá, en efecto, mirar con indiferencia la eparación absoluta y eterna de todo lo que se ha amado? ¿Quién podrá, sin horrorizarse, ver cómo se abre a su vista el inmenso abismo de la nada, donde irían a sepultarse para siempre todas nuestras facultades, todas nuestras esperanzas?, y decirse: «¡Qué, después de mí. nada, nada más que el vacío; todo acaba para siempre; dentro de algunos días, mi recuerdo se borrará de la memoria de todos los que me sobreviven; pronto no quedará vestigio de mi tránsito por el mundo, basta el bien que he hecho será dado al olvido por los ingratos que he creado. y nada halíaré en recompensa, nada más que la perspectiva de mi cuerpo roído por los gusanos!»
¿No es horroroso, no es glacial semejante cuadro? La religión nos enseña que no puede suceder así, y la razón viene en su apoyo. Pero esa existencia futura, vaga e indefinida, nada tiene oue satisfaga nuestro positivismo, lo cual engendra dudas en muchos. Tenemos un alma, cierto; pero, ¿qué es nuestra alma? ¿Tiene tina forma, una apariencia cualquiera? ¿Es un ser limitado o indefinido? Unos dicen que es un soplo de Dios; otros, una chispa; éstos, una parte del gran Todo, el principio de la vida y de la inteligencia; pero ¿qué nos enseña todo eso? ¡De qué nos vale tener un alma, si al morir nosotros, se pierde en la inmensidad. como las gotas de agua en el océano! ¿La pérdida de la individualidad no es lo mismo para nosotros que la nada? Se dice también que el alma es inmaterial; pero lo inmaterial no puede tener proporciones definidas, y para nosotros es nada. La religión nos enseña también que seremos felices o desgraciados. según el bien o el mal que hayamos hecho; pero ¿qué dicha es la que nos espera en el seno de Dios? ¿Es una beatitud, una contemplación eterna, sin más ocupación que la de cantar alabanzas al Creador? ¿Las llamas del Infierno son una realidad o un simbolo? La misma Iglesia las toma en este ultimo sentido, pero ¿qué sufrimientos son estos? ¿Dónde está ese sitio de suplicio? En una palabra, ¿qué se hace y qué se ve en ese mundo que nos espera a todos? Nadie, se dice, ha vuelto de él para traernos noticias. Esto es falso, y precisamente la misión del espiritismo es la de ilustrarnos acerca de ese porvenir, haciéndonoslo, hasta cierto punto, tocar con los dedos y ver con los ojos, no por medio de raciocinios, sino por medio de hechos. Gracias a las comunicaciones espiritistas, no es ya el porvenir una presunción, una probabilidad que cada uno compone a su modo, y que los poetas embellecen con sus ficciones o siembran de imágenes alegóricas y engañadoras, sino la realidad que sale a nuestro encuentro; porque los mismos seres de ultratumba vienen a pintarnos su situación, a decir-nos lo que hacen permitiéndonos, por decirlo así, asistir a todas las peripecias de su nueva vida y patentizándonos de este modo la suerte inevitable que nos está reservada, segun nuestros méritos y faltas. ¿Hay nada de irreligioso en esto? Todo lo contrario; porque en ello encuentran fe los incrédulos, y los indiferentes una renovación de fervor y confianza. El espiritismo es por lo tanto, el auxiliar más poderoso de la religión. Puesto que los hechos existen, es porque Dios los permite, y los permite para alentar nuestras vacilantes esperanzas y conducirnos al camino del bien por medio de la perspectiva del porvenir.
CAPITULO III - REGRESO DE LA VIDA MATERIAL A LA ESPIRITUAL
EL ALMA DESPUES DE LA MUERTE; SU INDIVIDUALIDAD. VIDA ETERNA
149. ¿Qué se hace el alma en el momento de la muerte?«Vuelve a ser espíritu, es decir, entra de nuevo en el mundo de los espíritus que habla abandonado momentáneamente».
«Si, y nó la pierde nunca. ¿Qué sería si no la conservase? »
-¿Cómo manifiestá el alma su individualidad, careciendo del cuerpo material?
«Tiene un fluido que le es propio, que toma en la atmósfera de su planeta y que representa la apariencia de su última encarnación: su periespíritu».
-¿Nada se lleva el alma consigo de este mundo?
«Nada más que el recuerdo y el deseo de ir a otro mundo mejor. Aquel recuerdo es grato o desagradable, según el uso que se ha hecho de la vida, y mientras más pura es el alma, mejor comprende la futilidad de lo que deja en la tierra».
«¿No forma un todo la reunión de los espíritus? ¿No son todo un mundo? Cuando estás en una reunión, formas parte integrante de ella, y sin embargo, conservas tu individualidad».
«¿No la tenéis en las comunicaciones que obtenéis? Si no sois ciegos, veréis; y oiréis, si no sois sordos; porque a menudo habla una voz que os revela la existencia de un ser que vive fuera de vosotros".
Los que opinan que al morir, el alma entra en el todo universal están equivocados, si entienden decir que, semejante a la gota de agua que cae en el océano, pierde su individualidad, pero están en lo cierto, si por el todo universal entienden la reunión de seres incorporales de la cual forma un elemento cada alma o espíritu; Si las almas estuviesen conlundidas con el conjunto, no tendrian otras cualidades que las de éste, y nada las distinguiría entre sí. No tendrían una inteligencia, ni cualidades propias, cuando en todas las comunicaciones revelan la conciencia del yo y una voluntad distinta, siendo infinita la diversidad, que bajo todos aspectos ofrecen. consecuencia también de las individualidades. Si después de la muerte, sólo existiese lo que se llama el gran Todo que absorbe todas las individualidades, este Todo sería uniforme, y por lo tanto, todas las comunicaciones que se recibiesen del mundo invisible serían idénticas. Pero puesto que en él se encuentran seres buenos y malos. sabios e ignorantes. dichosos y desgraciados; puesto que los hay de todos los caracteres, alegres y tristes, ligeros y profundos. etc., es evidente que son seres distintos. La individualidad se hace más palmaria aún, cuando prueban su identidad por medio de signos incontestables, de pormenores personales relativos a su vida terrestre y que pueden comprobarse, y no puede ponerse en duda, cuando se presentan a la vista en las apariciones. La individualidad del alma nos era enseñada teóricamente como un artículo de fe; pero el espiritismo la patentiza, y hasta cierto punto la materializa.
«La eterna es la vida del espíritu, la del cuerpo es transitoria y pasajera. Cuando el cuerpo muere, el alma vuelve a la vida eterna».
-¿No seria más exacto llamar vida eterna a la de los espíritus puros, a la de los que, habiendo llegado a la cumbre de la perfección, no han de sufrir más pruebas?
«Esa más bien es la dicha eterna, pero ésta es cuestión de palabras. Llamad a las cosas del mundo como queráis, con tal de que os entendáis».
SEPARACIÓN DEL CUERPO Y DEL ALMA
"No, y a menudo sufre más el cuerpo durante la vida que en el momento de la muerte, pues el alma no toma parte alguna. Los sufrimientos que a veces se experimentan en el momento de la muerte, son un placer para el espíritu. que ve llegar el término de su destierro».
En la muerte natural, que proviene de la extinción de los órganos a consecuencia de la edad, el hombre abandona la vida sin notarlo. Es como una lámpara que se apaga por falta de aceite.
«Rotos los lazos que la detenían, se separa del cuerpo».
-¿La separación se opera bruscamente y en virtud de una transición brusca? ¿Existe una línea de demarcación claramente trazada entre la vida y la muerte?
Durante la vida, el espíritu está ligado al cuerpo por la envoltura semimaterial o espíritu, y la muerte no es más que la destrucción del cuerpo; pero no la de la segunda envoltura que se separa de aquél, cuando cesa en él la vida orgánica. La observación prueba que en el instante de la muerte, el desprendimiento del periespíritu no es súbitamente completo; sino que se opera gradualmente y con lentitud muy variable según los individuos. En unos es bastante rápida, y puede decirse que con pocas horas de diferencia, el momento de la muerte es también el de la emancipación; pero en otros, sobre todo en aquellos cuya vida ha sido completamente material y sensual, el desprendimiento es mucho menos rápido, y dura a veces dias, semanas y hasta meses, lo que no implica en el cuerpo la menor vitalidad, ni la posibilidad del regreso a la vida, sino una simple afinidad entre el cuerpo y el espíritu, la cual está siempre en proporción de la preponderancia que, durante la vida, ha dado el espíritu a la materia. Es, en efecto, racional el concebir que cuanto más se ha identificado el espíritu con la materia, tanto más trabajo ha de tener en separarse, al paso que la actividad intelectual y moral, y la elevación de pensamientos, operan un principio de separación hasta en la duración de la vida del cuerpo, de modo, que al llegar la muerte, es casi instantánea. Tal es el resultado de los estudios hechos en todos los individuos observados en el momento de morir. Estas observaciones prueban también que la afinidad. que en ciertos individuos persiste entre el alma y el cuerpo, es muy penosa a veces, porque el espíritu puede experimentar el horror consiguiente a la descomposición. Este caso es excepcional y peculiar de ciertas clases de vidas y de muertes, y se observa en algunos suicidas.
«A veces en la agonía el alma ha abandonado ya el cuerpo, no existiendo más que la vida orgánica. El hombre no tiene ya conciencia de si mismo, y sin embargo, le queda aún un soplo de vida. El cuerpo es una máquina que hace fun cionar el corazón. y que existe mientras éste hace que circule la sangre en las venas, no teniendo necesidad para ello del alma».
«A menudo el alma siente cómo se rompen los lazos que la unen al cuerpo, y entonces pone todos sus esfuerzos en romperlos completamente. Separada en parte de la materia, ve el porvenir descorrerse ante ella, y goza anticipadamente del estado de espíritu».
«Una pequeña idea. La figura es buená; pero no debe, sin embargo, tomarse literalmente, como soléis hacerlo con frecuencia».
«Según y cómo: si has hecho mal por deseo de hacerlo, te avergúenzas en aquel momento de haberlo hecho. Para el justo es muy diferente la cosa, pues se encuentra como aliviado de un gran peso; porque no teme ninguna mirada escudriñadora».
«Sí, según el afecto que les profesaba y el que ellos sentían respecto de él, y a menudo salen a recibirle a su entrada en el mundo de los espíritus, y le ayudan a separarse de las mantillas de la materia. Ve también a muchos a quienes había perdido de vista durante su permanencia en la tierra, a los que están en la erraticidad y a los encarnados, a quienes visita».
«Así sucede generalmente; pero en todos los casos es muy corto el instante que los separa».
«A menudo la conserva durante algunos minutos, hasta que se extingue completamente la vida orgánica. Pero a menudo también el temor a la muerte se la hace perder, antes del instante del suplicio».
Trátase aqui únicamente de la conciencia que el alusticiado puede tener de si mismo como hombre y por mediación de los órganos, no como espíritu. Si no ha perdido esa contienda antes del suplicio, puede conservarla durante algunos instantes de muy corta duración. y cesa necesariamente con la vida orgánica del cerebro. lo que no implica que el periespíritu este completamente separado del cuerpo. Por el contrarío, en todos los casos de muerte violenta, cuando no es resultado de la extinción gradual de las fuerzas vitales, los lazos que unen el cuerpo al periespíritu son más tenaces, y la separación completa es más lenta.
TURBACIÓN ESPIRITISTA
163. ¿El alma, al abandonar el cuerpo, tiene inmediata-mente conciencia de si misma?«Conciencia inmediata no es la palabra, pues por algún tiempo está turbada».
«No, puesto que depende de su elevación. El que está ya purificado se reconoce inmediatamente; porque se ha separado de la materia, durante la vida del cuerpo, al paso que el hombre carnal, cuya conciencia no es pura, conserva por mucho más tiempo la impresión de la materia».
«Muy grande; porque el espíritu comprende de antemano su situación; pero la práctica del bien y la pureza de la conciencia son las que más influyen».
En el momento de la muerte, todo es al principio confuso, y el alma necesita algún tiempo para reconocerse, pues está como aturdida y en el mismo estado del hombre que, despertándose de un sueño profundo, procuro explicarse su situación, La lucidez de las ideas y la memoria del pasado le vuelven a medida que se extingue la influencia de la materia, de que acabo de separarse. y se disipa la especie de bruma que anubla sus pensamientos.
La duración de la turbación subsiguiente a la muerte es muy variable, puede ser de algunas horas, de muchos meses y hasta de muchos años. Es menos larga en las personas que, desde esta vida, se han identificado con su estado futuro; porque entonces comprenden inmediatamente su posición.
La turbación presenta circunstancias especiales, según el carácter de los individuos, y sobre todo según la clase de muerte. En las violentas, ocasionadas por suicidio, suplicio, accidente, apoplegia, heridas, etc., el espíritu está sorprendido, admirado y no cree estar muerto; lo sostiene con terquedad; ve, sin embargo. su cuerpo, sabe que es el suyo, y no comprende que esté separado de él; se acerca a las personas a quienes aprecia, y no comprende por qué no le oyen. Semejante ilusión duro hasta la completa separación del periespíritu, y hasta entonces no se reconoce el espíritu, ni comprende que ha dejado de pertenecer a los vivos. Este fenómeno se explica fácilmente. Sorprendido de improviso por la muerte, el espíritu queda aturdido con el cambio brusco que en él se ha veriflcado; para él la muerte continúa siendo sinónimo de destrucción, de anonadamiento, y como piensa, ve y oye, no se considera muerto. Lo que aumenta su ilusión es el verse con un cuerpo semejante al anterior, en cuanto a la forma, cuya naturaleza etérea no ha tenido tiempo de estudiar aun; lo cree sólido y compacto como el primero que tenia, y cuando sobre este punto se llama su atención, se sorprende de no poderse palpar. Este fenómeno es semejante al de los sonámbulos novicios que creen que no duermen. Para ellos el sueño es sinónimo de suspensión de facultades, y como piensan libremente y ven, se figuran estar despiertos. Ciertos espíritus ofrecen esta particularidad, aunque la muerte no haya sobrevenido repentinamente; pero siempre es más general en los que, aunque estaban enfermos, no creían morírse. Vese entonces el raro espectáculo de un espíritu que asiste a su entierro como al de un extraño, y que habla de él como si no le incumbiera; hasta que comprende la realidad.
La turbación subsiguiente a la muerte no es nada penosa para el hombre honrado; sino tranquila y semejante en todo al que se despierta apaciblemente. Para el que no es puro de conciencia, la turbación abunda en congojas y angustias, que aumentan a medida que se reconoce.
En los casos de muerte colectiva, se ha observado que todos los que mueren a un mismo tiempo no se vuelven a ver inmediatamente. En la turbación subsiguiente a la muerte, cada uno toma por su lado, o no se ocupa más que de lo que le interesa.
CAPÍTULO IV — PLURALIDAD DE EXISTENCIAS
DE LA REENCARNACIÓN
«Sufriendo la prueba de una nueva existencia».
-¿Cómo realiza el alma esta nueva existencia? ¿Transformándose como espíritu?
«Es indudable que purificándose el alma, sufre una transformación; pero para conseguirlo, le es precisa la prueba de la vida corporal»
-¿El alma tiene, pues, muchas existencias corporales?
«Sí; todos tenemos muchas existencias. Los que os dicen lo contrario, quieren teneros en la ignorancia en que ellos están. Su deseo no es otro».
-Parece resultar de este principio que el alma, después de abandonar el cuerpo, toma otro, es decir, que se reencama en un nuevo cuerpo. ¿Es así como debemos entenderlo?
« Evidentemente».
167. ¿Cuál es el objeto de la reencarnación?
«La expiación y mejoramiento progresivo de la humanidad. ¿Dónde estaría sin eso la justicia?»
«En cada nueva existencia, el espíritu da un paso en el camino del progreso, y cuando se despoja de todas las impurezas no necesita ya las pruebas de la vida corporal».
169. ¿Es el mismo el número de encarnaciones para todos los espíritus?
«No; porque el que progresa rápidamente se evita pruebas. Como quiera que sea, las encarnaciones sucesivas son siempre muy numerosas; porque el progreso es casi infinito».
170. ¿Qué viene a ser el espíritu después de su última encarnación?
«Espíritu bienaventurado. Espíritu puro».
JUSTICIA DE LA REENCARNACIÓN
«En la justicia de Dios y en la revelación; porque, como lo repetimos siempre, un buen padre deja siempre a sus hijos una puerta abierta al arrepentimiento. ¿No te dice la razón que seria injusto privar irremisiblemente de la dicha eterna a todos aquellos, cuyo mejoramiento no ha estado en su mano? ¿Por ventura todos los hombres no son hijos de Dios? Sólo entre los hombres egoístas impera la iniquidad, el odio implacabley las perlas irremisibles».
Todos los espíritus tienden a la perfección, y Dios les proporciona medios de conseguirla por las pruebas de la vida corporal; pero en su justicia les permite que cumplan en nuevas existencias lo que no pudieron hacer o terminar en la prueba anterior.
No estaría conforme nl con la equidad, ni con la hondad de Dios el castigar eternamente a los que han podido encontrar obstáculos ajenos de su voluntad, y en el mismo medio en que viven, que retarden su perfeccionamiento. Si la suerte del hombre quedase irrevocablemente decidida después de la muerte, Dios no habría pesado las acciones de todos con la misma balanza, ni los habría tratado con imparcialidad.
La doctrina de la reencarnación, que admite muchas existencias sucesivas, es la única conforme con la idea que nos formamos de la justicia de Dios, respecto de los hombres que ocupaban una condición moral inferior, la única que puede explicarnos el porvenir y basar nuestras esperanzas, puesto que nos proporciona medios de enmendar nuestras faltas por nuevas pruebas. La razón así lo índica y asi nos lo enseñan los espíritus.
El hombre que tiene conciencia de su inferioridad halla en la doctrina de la reencarnación una consoladora esperanza. Si cree en la justicia de Dios, no puede esperar que será eternamente igual a los que han obrado mejor que él. La idea de que su inferioridad no le deshereda para siempre del bien supremo, y de que podrá lograrlo con nuevos esfuerzos, le sostiene, alentando su ánimo. ¿Quién es el que al terminar su vida, no se conduele de haber adquirido demasiado tarde la experiencia de que no puede aprovecharse? Pues esta experiencia tardia no se pierde, y será empleada con provecho en una nueva vida.
ENCARNACIÓN EN DIFERENTES MUNDOS
172. ¿Se realizan en la Tierra todas nuestras diferentes existencias corporales?«No, sino en los diferentes mundos. La terrestre no es la primera, ni la última; pero si, una de las más materiales y lejanas de la perfección».
«Puede revivir muchas veces en el mismo mundo, si no está bastante adelantada para pasar al inmediato».
-Según eso, ¿podemos reaparecer muchas veces en la Tierra?
«Ciertamente».
-¿Podemos volver a ella después de haber vivido en otros mundos?
«Seguramente; pues habéis podido vivir ya en otra parte y en la Tierra».
174. ¿Es una necesidad volver a vivir en la Tierra?
«No; pero si no adelantáis, podéis ir a otro mundo que no sea mejor o que puede ser peor».
175. ¿Es ventajoso volver a habitar en la Tierra?
«Ninguna ventaja particular tiene, a menos de que se desempeñe una misión, pues entonces se progresa en ella como en cualquiera otra parte».
-¿No sería mejor continuar siendo espíritu?
«¡No, no! Permaneceríamos estacionarios, y queremos caminar hacia Dios».
«Sí, como vosotros en otros. Todos los mundos son solidarios, y lo qué no se hace en uno se hace en otro».
-¿Luego hay hombres que están por primera vez en la Tierra?
«Hay muchos y en diversos grados».
-¿Existe algún signo para conocer al espíritu que aparece por primera vez en la Tierra?
«Eso no tendría ninguna utilidad».
«No, porque hay muchos mundos que ocupan el mismo grado, y en los que nada nuevo aprendería el espíritu».
-¿Cómo se explica, pues, la pluralidad de existencias en el mismo globo?
«Porque puede encontrarse cada vez en posiciones muy diferentes, que son para él otras tantas ocasiones de adquirir experiencia».
«Sí, cuando han de desempeñar una misión para favorecer el progreso, y entonces aceptan con alegría las tribulaciones de aquella existencia; porque les proporciona ocasión de adelantar».
-¿No puede suceder eso mismo por expiación, y no puede Dios enviar a los espíritus rebeldes a mundos inferiores?
«Los espíritus pueden permanecer estacionarios; pero no retroceden, y su castigo consiste entonces en no adelantar y en volver a empezar las existencias mal empleadas, en la esfera que conviene a su naturaleza».
-¿Quiénes son los que han de empezar nuevamente la misma existencia?
179. Los seres que habitan en cada uno de los mundos, ¿han llegado todos al mismo grado de perfección?
«No, y sucede lo mismo que en la Tierra, pues los hay más o menos adelantados».
180. Al pasar de éste a otro mundo, ¿conserva el espíritu la inteligencia que en aquél tenía?
«Sin duda, pues la inteligencia no se pierde; pero puede no contar con los mismos medios de manifestarla, dependiendo esto de su superioridad y del estado del cuerpo que tomen». (Véase Influencia del organismo, número 367 y siguientes.)
«Es indudable que tienen cuerpo, porque se hace necesario que el espíritu esté revestido de materia para obrar sobre la materia; pero esa envoltura es más o menos material según el grado de pureza a que han llegado los espíritus, y en esto consiste la diferencia de los mundos que hemos de recorrer; porque hay muchas habitaciones en la morada dc nuestro Padre, y muchos grados por lo tanto. Unos lo saben y tienen conciencia de ello en la Tierra; pero otros están muy lejos de semejante creencia».
«Nosotros, los espíritus, no podemos responder más que conforme al grado en que os encontráis, es decir, que estas cosas no debemos revelarías a todos; porque no todos están en estado de comprenderlas, y les perturbarían».
A medida que el espíritu se purifica, el cuerpo que reviste se apro xima igualmente a la naturaleza espiritista. La materia se hace menos densa, no se arrastra tan penosamente por el suelo, las necesidades fisicas son menos groseras y los seres vivientes no tienen necesidad de destruirse mutuamente para alimentarse. El espíritu es más libre y tiene de las cosas lejanas percepciones que nos son desconocidas, viendo con los ojos del cuerpo lo que nosotros sólo vemos con el pensamiento.
La purificación de los espíritus produce en los cuerpos en que están encarnados el perfeccionamiento moral; se debilitan en él las pasiones animales, y el egoismo cede el puesto al sentimiento de fraternidad. Por esto en los mundos superiores a la Tierra son desconocidas las guerras, no teniendo objeto el odio y la discordia; porque nadie piensa en dañar a su semejante. La intuición que tienen de su porvenir y la seguridad que les da la conciencia, libre de remordimientos, hacen que la muerte no les cause temor alguno, y la ven llegar sin miedo y como una simpie transformación.
La duración de la vida en los diferentes mundos parece que está en proporción del grado de superioridad fisica y moral de esos mismos mundos, lo cual es completamente racional. Mientras menos material es el cuerpo, menos expuesto está a las vicisitudes que lo desorganizan y mientras más puro es el espíritu, menos son las pasiones que lo debilitan. Este es otro favor de la Providencia, que abrevia asi los sufrimientos.
183. Al pasar de un mundo a otro, ¿pasa el espíritu por una nueva infancia?
«La infancia es en todas partes una transición necesaria; pero en todas partes no es tan estúpida como la vuestra».
184. ¿Elige el espíritu el nuevo mundo en que ha de habitar?
«No siempre; pero puede pedirlo, y obtenerlo, si lo merece; porque sólo conforme al grado de elevación de los espíritus les son asequibles los mundos».
-Si el espíritu no lo pide, ¿qué es lo que determina el mundo donde ha de encarnarse?
«Su grado de elevación».
«No, pues también están sujetos los mundos a la ley del progreso. Todos, como el vuestro, han empezado por encontrarse en estado inferior, y la misma Tierra experimentará semejante transformación, trocándose en paraíso terrestre, cuando los hombres sean buenos».
Así, pues, las razas que en la actualidad pueblan la tierra desapare cerán un día. siendo reemplazadas por seres más y más perfectos, y esas razas transformadas sucederán a la actual, como ésta ha sucedido a otras más groseras aún.
«Sí, y esta misma envoltura se hace tan etérea, que para vosotros es como si no existiese, y tal es el estado de los espíritus puros».
-¿Parece resultar de esto que no hay una demarcación clara entre el estado de las últimas encarnaciones y el del espíritu puro?
«Esa demarcación no existe, y desapareciendo gradualmente la diferencia, se hace insensible, como desaparece la noche a los primeros fulgores del día».
187. La sustancia del periespíritu, ¿es la misma en todos los globos?
«No, es más o menos etérea. Al pasar de un mundo a otro, el esp¡ritu reviste la materia propia a cada uno de ellos, operación que dura tan poco tiempo como un relámpago».
«Los espíritus puros habitan en ciertos mundos, pero no están confinados en ellos como los hombres en la tierra, y más fácilmente que los otros pueden estar en todas partes».*
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* Según los espíritus, entre todos los globos que componen nuestro sistema planetario, la Tierra es uno de aquellos cuyos habitantes están menos adelantados física y moralmente, Marte es inferior, y Júpiter mucho más superior en todos conceptos. El Sol no es un mundo habitado por seres corporales, sino un punto de reunión de los espíritus superiores, que desde alIi irradian por medio del pensamiento a los otros mundos que dirigen por mediación de espíritus menos elevados, con los cuales comunican merced al fluido universal. Como constitución física, el Sol es un foco de electricidad. Parece que todos los soles se encuentran en posición idéntica.
El, volumen y distancia que separa a los planetas del Sol no tienen ninguna relación necesaria con el grado de adelanto de los mundos, puesto que parece que Venus está más adelantado que la Tierra, y Saturno menos que Júpíter.
Muchos espíritus que han animado a personas conocidas en la Tierra, han dicho que estaban reencarnadas en Júpiter, uno de los mundos más próximos a la perfección, y ha podido causar admiración ver en este mundo tan adelantado a hombres que la opinión en la Tierra no conceptuaba dignos de tanto. Nada debe sorprender esto, si se considera que ciertos espíritus que habitan en este planeta, pudieron ser enviados a la Tierra para desempeñar una misión, que a nuestros ojos no les hacia dignos del primer puesto. En segundo lugar, entre su existencia terrestre y la que viven en Júpiter. pueden haber vivido otras intermediarias, durante las cuales se hayan mejorado; y en tercer lugar, en este mundo, como en el nuestro, hay diferentes grados de desenvolvimiento, entre los cuales puede haber la distancia que separa entre nosotros al salvaje del hombre civilizado. Así, pues, del hecho de habitar en Júpiter, no se sigue que ha de estarse al nivel de los seres más adelantados, del mismo modo que no por vivir en Paris se ha de estar a la altura de uno de los sabios del Instituto.
Las condiciones de longevidad tampoco son las mismas en todas partes que en la Tierra, y la edad no puede compararse. Una persona que había muerto hacia algunos afios, fue evocada, 'y dijo que estaba encarnada hacia ya seis meses, en un mundo cuyo nombre nos es desconocido. Preguntada acerca de la edad que en aquel mundo tenía contestó: «No puedo precisarla; porque no contamos como vosotros; además. el modo de vivir no es el mismo, pues aquí nos desarrollamos mucho más pronto, y sin embargo, aunque sólo hace seis de vuestros meses que me encuentro en este mundo, puedo decir, que, en punto a inteligencia, tengo treinta atios de la edad que contaba en la Tierra».
Muchas respuestas análogas han sido dadas por otros espíritus, y esto no es nada Inverosímil. ¿No vemos en la Tierra que una multitud de animales llegan en pocos meses a su desarrollo normal? ¿Por qué no ha de suceder lo mismo con el hombre en otras esferas? Obsérvese, por otra parte, que el desarrollo a que llega el hombre en la Tierra a la edad de treinta años, no pasa quizá de ser una especie de infancia, comparado con el que está llamado a alcanzar. Se necesita ser muy miope de inteligencia para tomarnos en todo por tipos de la creación, y se rebaja mucho a la Divinidad. creyendo que, fuera de nosotros, nada hay que le sea posible.
TRANSMIGRACIÓN PROGRESIVA
«No; porque el espíritu, como el hombre, tiene también su infancia. En su origen, no tienen los espíritus más que una existencia instintiva, y apenas tienen conciencia de si mismos y de sus actos. Sólo poco a poco se desarrolla la inteligencia».
190. ¿Cuál es el estado del alma en su primera encarnación?
«El estado de infancia en la vida corporal, y apenas se desarrolla su inteligencia; se ensaya en la vida».
«Infancia relativa; pero son almas desarrolladas ya, pues tienen pasiones».
-¿Las pasiones son, pues, una señal de desarrollo?
«De desarrollo, sí; pero no de perfección. Son una señal de actividad y de conocimiento del yo mientras que en el alma primitiva la inteligencia y la vida están en germen».
La vida del espíritu recorre en conjunto las mismas fases de la vida corporal. Pasa gradualmente del estado de embrión al de infancia, para llegar por una serie de períodos al de adulto, que es el de la perfección; pero con la diferencia de que no tiene decaimiento y decrepitud como en la vida corporal; que su vida, que tiene principio, no tendrá fin; que necesita un tiempo inmenso, a nuestro modo de ver, para pasar de la infancia espiritista al desarrollo completo, y que realiza su progreso no en una sola esfera, sino pasando por diversos mundos. La vida del espíritu se compone, pues, de una serie de existencias corporales, cada una de las cuales le es ocasión de progreso, como cada existencia corporal se compone de una serie de días, en cada uno de los cuales acrecienta el hombre su experiencia e instrucción. Pero del mismo modo que en la vida del hombre hay días infructuosos, en la del espíritu hay existencias corporales que no producen resultado; porque no ha sabido aprovecharlas.
«No; porque lo que el hombre cree perfecto está muy lejos de la perfección, y hay cualidades que le son desconocidas y no puede comprender. Puede ser tan perfecto como lo permita su naturaleza terrestre; pero ésta no es la perfección absoluta. Así como el niño, por mucha que sea su precocidad, ha de pasar por la juventud antes de llegar a la madurez, así también el enfermo pasa por la convalecencia antes de recobrar toda la salud. Y además, el espíritu ha de progresar en ciencia y moralidad, y si sólo en un sentido ha progresado, es preciso que progrese en el otro para lleqar a lo alto de la escala. Pero mientras más adelanta el hombre en la vida presente, menos largas y penosas son las pruebas siguientes».
-¿Puede el hombre, por lo menos asegurarse desde esta vida una existencia futura menos sobrecargada de amarguras?
«Sin duda que Sí, pues puede abreviar la extensión y dificultades del camino. Sólo el indolente se encuentra siempre en el mismo punto».
193. En sus nuevas existencias, ¿puede el hombre descender a más baja condición de la que ocupaba?
«Respecto de la posición social, sí; pero no considerado como espíritu».
«No; porque no puede degenerar».
-¿El alma de un perverso puede llegar a ser la de un hombre de bien?
«Sí, si se arrepiente, y entonces la transformación es una recompensa».
La marcha de los espíritus es progresiva y nunca retrógrada; se elevan gradualmente en la jerarquía, y no descienden de la altura a que han llegado. En sus diferentes existencias corporales pueden descender como hombres; pero no como espíritus. Así el alma de un potentado de la tierra puede más tarde animar al más humilde artesano, y viceversa; porque los rangos entre los hombres están con frecuencia en razón inversa de los sentimientos morales. Herodes era rey, y Jesús, carpintero.
«El que así piensa no cree en nada, y tampoco le contiene la idea de un castigo eterno, porque su razón la rechaza, y semejante idea conduce a la incredulidad sobre todas las cosas. Si sólo medios razonables se hubiesen empleado en la dirección de los hombres, no habria tantos escépticos. Un espíritu imperfecto puede, en efecto, pensar lo que tú dices durante su vida corporal; pero una vez desprendido de la materia, piensa de muy distinto modo, porque pronto comprende que ha calculado mal, y entonces es cuando trae un sentimiento contrario en una nueva existencia. Así es como se realiza~alizá el progreso, y he aquí por qué teneis en la tierra hombres más adelantados que Otros. Unos tienen aquella experiencia de que carecen otros; pero que adquirirán paulatinamente. De ellos depende precipitar su progreso o retardarlo indefinidamente».
El hombre que ocupa una mala posición desea cambiarla lo más pronto posible. El que está persuadido de que las tribulaciones de esta vida son consecuencia de sus imperfecciones, procurará proporcionarse una nueva existencia menos penosa, y este pensamiento, más que el del fuego eterno, en el que no cree, le alejará del camino del mal.
«Sí; exactamente, es así. Se mejoran en esas pruebas evitando el mal y practicando el bien. Pero sólo después de muchas encarnaciones o purificaciones sucesivas, alcanzan el objeto hacia el cual se dirigen en un tiempo más o menos largo, según sus esfuerzos».
-¿Es el cuerpo el que influye en el espíritu para mejorarle, o el espíritu en el cuerpo? «Tu espíritu lo es todo; el cuerpo es una vestidura que se pudre; todo se reduce a esto».
El jugo de la vid nos ofrece una comparación material de los diferentes grados de la purificación del alma. Contiene el licor llamado espíritu de vino o alcohol, pero debilitado por una multitud de materias extrañas que alteran su esencia, y no se obtiene su pureza absoluta sino después de muchas destilaciones. en cada una de las cuales se desprende de alguna impureza. El alambique es el cuerpo en que ha de entrar para purificarse, y las materias extrañas vienen a ser como el periespíritu, el cual se purifica a medida que el espíritu se aproxima a la perfección.
SUERTE DE LOS NIÑOS DESPUÉS DE LA MUERTE
197. ¿El espíritu de un niño, muerto en edad temprana, está tan adelantado como el de un adulto?«A veces mucho más, porque puede haber vivido mucho más y tener más experiencia sobre todo si ha progresado».
-¿El espíritu de un niño puede, pues, estar más adelantado que el de su padre?
«Este es un caso muy frecuente, ¿por ventura no lo veis a menudo en la tierra?»
«Si no ha hecho mal, tampoco ha hecho bien, y Dios no le libra de las pi'uebas que ha de sufrir. Si es puro, no depende de que fuera niño, sino de que estaba más adelantado».
«La duración de la vida del niño para el espíritu que en él está encarnado, puede ser complemento de una existencia interrumpida antes del término deseado, y su muerte es con frecuencia una prueba o una expiación para sus padres».
-¿Qué hace el espíritu de un niño que muere en edad temprana?
Si sólo una existencia tuviese el hombre, y si después de ella quedase decidida para siempre su suerte futura, ¿cuál sería el mérito de la mitad de la especie humana, que muere en edad tierna, para disfrutar, sin haber luchado, de la dicha eterna, y con qué derecho sería eximida de las condiciones, tan duras a veces, impuestas a la otra mitad? Semejante orden de cosas no podría estar conforme con la justicia de Dios, Dada la reencarnación, todos son iguales, a todos pertenece el porvenir sin excepción y sin favoritismo, y los últimos que llegan sólo a si mismos pueden culparse. El hombre debe tener el mérito de sus actos, como tiene la responsabilidad de ellos.
Por otra parte, no es racional considerar la infancia como un estado normal de inocencia. ¿No vemos niños dotados de los peores instintos en edad en que no ha podido la educación ejercer aún su influencia? ¿No los vemos que parecen haber traído, al nacer, la astucia, la falsedad, Ja perfidia y hasta los instintos del robo y del asesinato, no obstante los buenos ejemplos que les rodean? La ley civil absuelve sus crímenes; porque, según dice obran sin discernimiento, y tienen razón, porque, en efecto, obran más por instinto que deliberadamente. Pero, ¿de dónde pueden provenir esos tan diferentes instintos en niños de una misma edad, educados con las mismas condiciones y sometidos a las mismas influencias? ¿De dónde, si no de la inferioridad del espíritu, procede esa perversidad precoz, puesto que ninguna parte toma en ella la educación? Los que son viciosos, lo son porque sus espíritus han progresado menos, y sufren entonces las consecuencias, no de sus actos de niño, sino de los de sus existencias anteriores, y así una misma es la ley para todos y a todos alcanza la justicia de Dios.
SEXOS EN LOS ESPÍRITUS
200. ¿Tienen sexos los espíritus?«Como lo comprendéis vosotros, no; porque los sexos dependen del organismo. Existe entre ellos amor y simpatía; pero fundados en la semejanza de sentimientos».
201. El espíritu que animó el cuerpo de un hombre, ¿puede en una nueva existencia, animar el de una mujer, y viceversa?
«Sí; unos mismos espíritus animan a los hombres y a las mujeres».
«Poco le importa al espíritu; porque depende de las pruehas que ha de sufrir».
Los espíritus renacen hombres o mujeres; porque carecen de sexo. Como deben progresar en todo, cada sexo, lo mismo que cada posición social, les ofrece pruebas y deberes especiales y ocasión de adquirir experiencia. El que fuese siempre hombre, no sabria más que lo que saben los hombres.
PARENTESCO, FILIACIÓN
203. ¿Los padres transmiten a sus hijos una parte de su alma, o se limitan a darles la vida animal, a ra cual viene después una nueva alma a añadir la vida moral?«Solamente la vida animal, porque el alma es indivisible. Un padre estúpido puede tener hijos de talento y viceversa».
«No puede suceder de otro modo. La sucesión de las existencias corporales establece entre los espíritus lazos que se remontan a vuestras anteriores existencias, y de aquí proceden con frecuencia las causas de simpatía entre vosotros y ciertos espíritus que os parecen extraños».
«Los extiende; pero no los destrúye. Estando fundado el parentesco en afectos anteriores, los lazos que unen a los miembros de una misma familia son menos precarios. La re- encarnación aumenta los deberes de fraternidad; porque en vuestro vecino o criado puede vivir un espíritu que ha estado ligado a vosotros por los lazos de la sangre».
-¿Disminuye, sin embargo, la importancia que algunos dan a su filiación, puesto que puede haberse tenido por padre a un espíritu que perteneció a otra raza, o que vivió en muy distinta condición?
«Es verdad; pero esa importancia se funda en el orgullo, pues lo que la mayor parte honra en sus antepasados son los títulos, la jerarquía y la fortuna. Tal hay que se avergonzaría de descender de una zapatero honrado y que se vanagloría de derivar de un gentilhombre calavera. Pero por más que digan o hagan, no evitarán que las cosas sean lo que son; porque Dios no ha dispuesto las leyes de la naturaleza con arreglo a su vanidad».
«Ciertamente que no; porque debemos considerarnos felices de pertenecer a una familia en la que se han encarnado espíritus elevados. Aunque éstos no procedan unos de otros, no profesan, sin embargo, menos afecto a los que con ellos están unidos por lazos de familia; porque semejantes espíritus se inclinan a menudo a tal o cual familia por simpatía o por lazos anteriores. Pero estad persuadidos de que ninguna honra reciben los espíritus de vuestros antepasados del culto, que por orgullo les tributáis; su mérito sólo se refleja en vosotros, a medida que os esforzáis en seguir los buenos ejemplos que os dieron, y entonces únicamente puede vuestro recuerdo serles no sólo agradable, sino que también útil».
SEMEJANZAS FÍSICAS Y MORALES
«No; porque tienen almas o espíritus diferentes. El cuerpo procede del cuerpo, pero el espíritu no procede del espíritu. Entre los descendientes de raza no existe más que consanguinidad».
-¿De dónde proceden las semejanzas morales que existen a veces entre padres e hijos?
«Son espíritus simpáticos atraídos por la semejanza de inclinaciones».
«La tiene, y muy grande, pues, como dejamos dicho, los espíritus deben contribuir a su progreso recíproco. Pues bien: el espíritu de los padres tiene la misión de desarrollar, por medio de la educación, el de sus hijos, lo que les impone una tarea. Si falta en ella, se hace culpable».
«Un espíritu malo puede pedir buenos padres con la esperanza de que sus consejos le llevarán por mejor camino, y a menudo Dios se lo concede».
210. ¿Pueden los padres con sus pensamientos y súplicas atraer al cuerpo del hijo un espíritu bueno con preferencia a ún espíritu malo?
«No; pero pueden mejorar el espíritu del hijo que han engendrado y que les ha sido confiado, y este es su deber. Los hijos malos son una prueba para los padres».
211. ¿De dónde procede la semejanza de carácter que existe con frecuencia entre los hermanos, sobre todo si son gemelos?
«Son espíritus simpáticos que se atraen pot la semejanza de sus sentimientos y que son felices estando juntos».
212. ¿Hay dos espíritus, o dicho de otro modo, dos almas en los niños cuyos cuerpos están unidos y que tienen ciertos órganos comunes?
«Sí; pero a menudo su semejanza hace que no os parezcan más que uno».
213. Puesto que los espíritus se encarnan por simpatía en los gemelos, ¿de dónde procede la aversión que a veces se nota entre éstos?
«No es regla invariable la de que los gemelos tienen espíritus simpáticos, pues también los espíritus malos pueden querer luchar juntos en el teatro de la vida».
«¡Alegoría! Para demostrar que su odio era inveterado. se le hace datar de época anterior al nacimiento. Generalmente no distinguís bastante las figuras poéticas».
«Los espíritus forman también familias por la semejanza de sus tendencias, más o menos puras, según su elevación. Pues bien, un pueblo es una gran familia donde se reúnen espíritus simpáticos. La tendencia a unirse que tienen los miembros de esas familias es el origen de la semejanza. que existe en el carácter distintivo de cada pueblo. ¿Crees tú que los espíritus buenos y humanitarios acudirán a un pueblo duro y grosero? No, los espíritus simpatizan con las masas, como con los individuos, y aquéllas les proporcionan la esfera que desean».
«Sí, puede suceder así: pero mejorándose cambia. Puede también no ser la misma su posición social, y si de amo pasa a ser esclavo, sus gustos serán muy diferentes y trabajo tendríais en reconocerlo. Siendo el mismo el espíritu en las diversas encarnaciones, sus manifestaciones pueden tener de la una a la otra, ciertas analogías modificadas, empero, por las costumbres de su nueva posición, hasta que un perfeccionamiento notable cambia completamente su carácter: porque de orgulloso y malvado, puede, si se arrepiente, trocarse en humilde y humano».
«El cuerpo se destruye, y el nuevo ninguna relación tiene con el anterior. El espíritu se refleja, no obstante, en el cuerpo: y aunque es cierto que sólo materia es el cuerpo, éste, sin embargo, está modelado con arreglo a la capacidad del espíritu, que le imprime cierto carácter, especialmente en la cara, por lo que se dice con exactitud que los ojos son el espejo del alma. Quiere esto decir, que la cara particularmente refleja el alma: porque una persona excesivamente fea tiene empero, algo que gusta, cuando sirve de envoltura a un espíritu bueno, prudente y humano, al paso que hay caras muy bonitas que nada dicen, y que hasta inspiran repulsión. Podrías creer que sólo los cuerpos perfectos sirven de envoltura a espíritus perfectos, siendo así que cada día encuentras hombres de bien a pesar de su exterior deforme. Sin tener, pues. una semejanza pronunciada, la de gustos e inclinaciones puede dar lo que se llama aire de familia».
No teniendo ninguna relación necesaria el cuerpo que reviste el alma en una nueva encarnación con el que ha abandonado, puesto que puede derivar de muy distinto origen, seria absurdo deducir una sucesión de existencias de un parecido que no pasa de ser fortuito. Las cualidades del espíritu modifican, sin embargo, con frecuencia los órganos de sus manifestaciones, e imprimen a la caro, y hasta al conjunto de los gestos, un sello distintivo. Así bajo la más humilde envoltura puede descubrirse la expresión de grandeza y de dignidad, al paso que bajo el traje del cahallero encopetado se descubre a veces la de bajeza e ignominia. Ciertas personas procedentes de la más ínfima posición, adquieren sin dificultad las costumbres y modales de la alta sociedad, y parece que en ella vuelven a encontrar su elemento, mientras otras, a pesar de su nacimiento y educación, están siempre en ella como fuera de su centro. ¿Cómo explicar este hecho sino considerándolo como reflejo de lo que ha sido el espíritu?
IDEAS INNATAS
218. ¿El espíritu encarnado no conserva ningún vestigio de las percepciones que tuvo y de los conocimientos que adquirió en sus existencias anteriores?«Le queda un vago recuerdo, que le da lo que se llama ideas innatas».
-¿La teoría de las ideas innatas no es, pues, una quimera?
«No, puesto que los conocimientos adquiridos en cada existencia no se pierden. El espíritu, desprendido de la materia, los recuerda siempre. Durante la encarnación, puede olvidarlos parcial y momentáneamente; pero la intuición que de ellos conserva, le ayuda en su progreso, sin lo cual tendría que volver a empezar siempre. En cada nueva existencia, el espíritu toma por punto de partida aquel a que había llegado en la existencia precedente».
-¿Debe, pues, haber gran conexión entre dos existencias sucesivas?
«No siempre tan grande como podrías creer; porque a menudo las posiciones son muy diferentes, y porque en el intervalo el espíritu ha podido progresar» (216).
219. ¿Cuál es el origen de las facultades extraordinarias de los individuos que, sin estudio anterior, parecen tener intuición de ciertos conocimientos, como los idiomas, el cálculo, etcétera?
«Recuerdo del pasado y progreso anterior del alma, del cual ni ellos mismos tienen conciencia. ¿De dónde quieres que procedan? El cuerpo cambia; pero no el espíritu, aun que cambia de vestido».
220. Cambiando de cuerpo, ¿pueden perderse ciertas facultades intelectuales, por ejemplo, la afición a las artes?
«Si, si se ha manchado esa inteligencia, o se ha usado mal de ella. Por otra parte, una facultad puede dormitar durante una existencia; porque el espíritu quiera ejercitar otra con la cual no se relacione aquella. Entonces permanece en estado latente para reaparecer más tarde».
221. ¿Debe el hombre, hasta en estado de salvaje, a un recuerdo retrospectivo, el sentimiento instintivo de la existencia de Dios y el presentimiento de la vida futura?
«Es un recuerdo que conserva de lo que sabia como espíritu, antes de encarnarse; pero a menudo el orgullo ahoga ese sentimiento».
-¿Débense a ese mismo recuerdo ciertas creencias relativas a la doctrina espiritista que en todos los pueblos observamos?
«Esta doctrina es tan antigua como el mundo: hállasela por esto en todas partes, lo cual prueba que es verdadera. Conservando la intuición del estado deespíritu , el espíritu encarnado tiene conciencia instintiva del mundo invisible; pero falseado con frecuencia por las preocupaciones, a las cuales la ignorancia añade la superstición».
CAPÍTULO V — CONSIDERACIONES SOBRE LA PLURALIDAD DE EXISTENCIAS
Al predicar el dogma de la pluralidad de existencias corporales, los espíritus reproducen, pues, una doctrina que nació en las primeras edades del mundo, y que hasta nuestros días, se ha conservado en lo íntimo del pensamiento de muchas personas, sino que nos la ofrecen bajo un aspecto más racional, más conforme con las leyes progresivas de la naturaleza y más en armonía con la sabiduría del Creador, descartándola de todos los accesorios supersticiosos. Es circunstancia digna de notarse la de que no sólo en este libro la han predicado en los tiempos que alcanzamps, sino que, desde antes de su publicación, se han obtenido numerosas comunicaciones de la misma naturaleza en comarcas distintas, comunicaciones que más tarde se han multiplicado considerablemente. Acaso sería esta ocasión de examinar por qué todos los espíritus parecen no estar conformes sobre este punto; pero lo haremos más adelante.
Haciendo abstracción de la intervención de los espíritus, examinemos esta materia bajo otro aspecto; prescindamos de ellos, por un instante; supongamos que esta teoría no dimana de ellos, y también que nunca se haya hablado de espíritus. Coloquémonos, pues, momentáneamente, en terreno neutral, admitiendo como igualmente probables una y otra hipótesis, es a saber: la pluralidad y la unidad de existencias corporales, y veamos a qué lado nos conducirán la razón y nuestro propio interés.
Ciertas personas rechazan la idea de la reencarnación por el único motivo de que no les conviene, y dicen que bastante tienen con una sola existencia y que no quisieran empezar otra semejante. Sabemos que la sola idea de aparecer nuevamente en la tierra basta a exasperar la ira; pero nos contentamos con preguntar a esas personas, si creen que Dios les haya tomado parecer y consúltado su gusto para arreglar el universo. Luego, pues, una de estas dos cosas: o la reencarnación existe, o no existe. Si existe, en vano se la combatirá, les será preciso sufrirla, puesto que Dios no les pedirá su consentimiento. Paréceme oír a un enfermo que dice: «Demasiado he sufrido hoy, no quiero sufrir más mañana». Por mucho que sea su mal humor, no dejará de ser preciso sufrir al otro día y en los sucesivos, hasta que esté bueno. Por ella habrán de pasar, siéndoles en vano el rebelarse, como el chiquillo que no quiere ir al colegio, o el prisionero a la cárcel. Semejantes objeciones son demasiado pueriles, para que nos merezcan más serio examen. Les diremos, no obstante, para tranquilizarles, que la doctrina espiritista sobre la reencarnación no es tan terrible como creen, y no se horrorizarían tanto, si la hubiesen estudiado a fondo, pues sabrían que la condición de la nueva existencia depende de ellos; que será feliz o desgraciada según lo que en la tierra haga, y que pueden elevarse tanto, desde esta vida, que no abrigarán temores de caer nuevamente en el lodazal.
Suponemos que hablamos con personas que creen en un porvenir cualquiera después de la muerte, y no con aquellas cuya perspectiva es la nada, o que quieren ahogar su alma en un todo universal, sin individualidad, como las gotas de agua en el océano, lo que a corta diferencia es lo mismo. Si creéis, pues, en un porvenir cualquiera, no admitiréis, sin duda, que sea el mismo para todos, pues de lo contrario, ¿cuál seria la utilidad del bien? ¿Para qué violentarse? ¿Por qué, ya que lo mismo daría, no satisfacer todas las pasiones y todos los deseos, aunque fuese en perjuicio de otro? ¿Creéis que semejante porvenir será más o menos feliz o desgraciado según lo que hayamos hecho durante la vida, y desearéis, por consiguiente, que sea lo más feliz posible, puesto que ha de ser eterno? ¿Tendréis, acaso, la pretensión de ser uno de los hombres más perfectos que existen en la tierra y de que gozáis el derecho palmario de merecer la felicidad suprema de los elegidos? No. Luego admitís que hay hombres mejores que vosotros y que tienen derecho a mejor puesto, sin que os contéis por ello entre los réprobos. Pues bien, colocaos por un instante con el pensamiento en esa situación media, que será la vuestra, puesto que acabáis de confesarlo, y suponed que alguno os diga: Sufris, y no sois tan dichosos como podríais serlo, al paso que tenéis a la vista seres que disfrutan de completa dicha, ¿queréis cambiar vuestra posición por la suya? Sin duda responderéis: ¿y qué debo hacer para lograrlo? Poco menos que nada; volver a empezar lo que habéis hecho mal y procurar hacerlo mejor. ¿Dudaríais en aceptarlo, aunque fuese a costa de muchas existencias de pruebas? Pongamos una comparación más prosaica. Si a un hombre que, sin ser un pordiosero, sufre no obstante, privaciones a consecuencia de la medianía de sus recursos, se le dijese: He allí una fortuna inmensa de la que puedes disfrutar, bastándote para ello trabajar ruda-mente por espacio de un minuto; aunque fuese el más perezoso de la tierra, diría sin titubear: Trabajemos un minuto, dos, una hora, un día, si es preciso. ¿Qué es todo eso, si puedo concluir mi vida en la abundancia? Y, en efecto, ¿qué es la duración de la vida corporal, comparada con la eternidad? Menos que un minuto, menos que un segundo.
Hemos oído hacer este argumento: Dios, que es soberanamente bueno, no puede condenar al hombre a empezar de nuevo una serie de miserias y tribulaciones. ¿Y se le creerá por ventura más bueno, condenando al hombre a un sufrimiento perpetuo por algunos momentos de error, que ofreciéndole medios de reparar sus faltas? «Había dos fabricantes, cada uno de los cuales tenía un obrero que podía aspirar a ser socio de su principal. Sucedió que, en cierta ocasión, ambos obreros emplearon muy mal el día, mereciendo por ello ser despedidos. El uno de los dos fabricantes despidió al obrero a pesar de sus súplicas, el cual, no encontrando trabajo, murió de miseria. El otro dijo al suyo: Has perdido un día, y me debes otro en recompensa: has hecho mal tu tarea, y me debes reparación; te permito que vuelvas a empezarla; procura hacerla bien y no te despediré, y podrás continuar aspirando a la posición superior que te había prometido». ¿Hay necesidad de preguntar cuál de los dos fabricantes ha sido más humano? Y Dios, que es la misma clemencia, ¿será más inexorable que un hombre? La idea de que nuestra suerte queda eternamente decidida por algunos años de prueba, aun cuando no haya dependido siempre de nosotros la consecución de la perfección en la tierra, tiene algo de desconsolador, al paso que la idea contraria es eminentemente consoladora, pues no nos arrebata la esperanza. Así, pues, sin decidirnos ni en pro ni en contra de la pluralidad de las existencias, sin dar predilección a una u otra hipótesis, decimos que, si se nos permitiese escoger, nadie habría que prefiriese un juicio sin apelación. Ha dicho un filósofo, que si no existiese Diós, sería preciso inventarío para dicha del género humano, y otro tanto pudiera decirse de la pluralidad de existencias. Pero, según dejamos sentado, Dios no nos pide nuestro consentimiento; no consulta nuestro gusto, y la pluralidad de existencias es o no es un hecho. Veamos de qué parte están las probabilidades, y examinemos la materia bajo otro aspecto, haciendo siempre abstracción de la enseñanza de los espíritus y considerándola únicamente como estudio filosófico.
Es evidente que, si no existe la reencarnación, sólo tenemos una existencia corporal y si nuestra actual existencia corporal es la única, el alma de cada hombre debe de ser creada al nacer, a menos que no se admita su anterioridad, en cuyo caso preguntaremos lo que era el alma antes del nacimiento, y si el estado en que se encontraba no constituía una existencia, bajo una forma cualquiera. No cabe término medio: o el alma existía, ó no existia antes que el cuerpo; si existía, ¿cual era su situación? ¿Tenía o no conciencia de si misma? Si no la tenía, a corta diferencia es como si no existiese, y si tenía individualidad, era progresiva o estacionaria. En uno y otro caso, ¿en qué grado se encontraba al ingresar en el cuerpo? Admitiendo con la creencia vulgar que el alma nace con el cuerpo, o lo que da lo mismo que anteriormente a su encarnación no tiene más que facultades negativas, sentamos los siguientes problemas:
1. ¿Por qué el alma manifiesta aptitudes tan diversas independientes de las ideas proporcionadas por la educación?
2. ¿De dónde proviene la aptitud extranormal de ciertos niños de tierna edad para tal arte, o ciencia, mientras otros no pasan de ser incapaces o medianías durante toda la vida?
3. ¿De dónde proceden las ideas innatas o intuitivas de unos, de las cuales carecen otros?
4. ¿De dónde se originan en ciertos niños esos instintos precoces de vicios o virtudes, esos innatos sentimientos de dignidad o de bajeza que contrastan con la sociedad en que ha nacido?
5. ¿Por qué, haciendo abstracción de la educación, están más adelantados unos hombres que otros?
6. ¿Por qué hay salvajes y hombres civilizados? Si quitándolo del pecho, cogéis un niño hotentote, y lo educáis en uno de nuestros colegios de más fama, ¿haréis nunca de él un Laplace o un Newton?
¿Qué filosofía o teosofia preguntamos, puede resolver tales problemas? No cabe vacilación: o las almas al nacer son iguales, o desiguales. Si lo primero, ¿por qué esas aptitudes tan diversas? Se dirá que depende del organismo; pues entonces esa es la doctrina más monstruosa e inmoral. El hombre, por consiguiente, no es más que una máquina, juguete de la materia; no es responsable de sus actos, y todo puede atribuirlo a sus imperfecciones físicas. Si son desiguales, es porque desiguales las creó Dios, y entonces, ¿por qué conceder a unas esa superioridad innata? ¿ Está conforme semejante parcialidad con su justicia y con el amor que igualmente profesa a sus criaturas?
Admítase, por el contrario, una sucesión de anteriores existencias progresivas, y todo queda explicado. Los hom bres nacen con la intuición de lo que ya han aprendido, y están más o menos adelantados según el número de existen-cias que han recorrido, según estén más o menos lejanos del punto de partida, absolutamente lo mismo que en una reunión de individuos de distintas edades, tiene cada uno un desarrollo proporcionado al número de años que haya vivido, viniendo a ser para la vida del alma las existencias sucesivas, lo que los años para la vida del cuerpo. Reunid en un día mil individuos desde uno hasta ochenta años; suponed que un velo cubre todos los días anteriores, y que en vuestra ignorancia los creéis a todos nacidos en un mismo día. Naturalmente os preguntaréis por qué los unos son pequeños y los otros son grandes, viejos los unos y jóvenes los otros, e ignorantes éstos y aquéllos instruidos; pero, si se descorre el velo que os oculta el pasado, si comprendéis que todos han vivido más o menos tiempo, todo quedará explicado. Dios en su justicia no ha podido crear almas más o menos perfectas; pero, dada la pluralidad de existencias, la desigualdad que notamos nada contraria es a la más rigurosa equidad. Depende todo de que sólo vemos el presente, sin fijarnos en el pasado. ¿Se basa este raciocinio en un sistema, en una suposición gratuita? No; partimos de un hecho patente, incontestable, cual es la desigualdad de aptitudes y el desarrollo moral e intelectual, y vemos que semejante hecho es inexplicable por todas las teorías aceptadas. al paso que la explicación es sencilla, natural y lógica, acudiendo a otra teoría. ¿Es racional preferir la que no lo explica a la que lo explica?
Respecto de la sexta pregunta, se dirá que el hotentote es de raza inferior; pero entonces preguntamos si el hotentote es o no hombre. Si lo es, ¿por qué Dios lo ha desheredado a él y a toda su raza de los privilegios concedidos a la raza caucásica? Si no lo es, la qué procurar hacerlo cristiano? La doctrina espiritista es más expansiva que todo eso puesto que para ella no hay varias especies de hombres, sino que el espíritu de éstos está más o menos atrasado, siendo susceptible de progresar. ¿No está esto más conforme con la justicia de Dios?
Acabamos de estudiar el alma en su presente y en su pasado. Si la consideramos respecto de su porvenir, encontramos las mismas dificultades.
1.Si únicamente nuestra existencia actual es la que ha de decidir nuestra suerte futura, ¿cuál es en la otra vida la posición respectiva del salvaje y del hombre civilizado? ¿Están al mismo nivel, o desnivelados en la suma de felicidad eterna?
2.El hombre que ha trabajado toda la vida para mejorarse, ¿ocupa el mismo lugar que aquel que se ha quedado atrás, no por culpa suya, sino porque no ha tenido tiempo ni posibilidad para mejorarse?
3.El hombre que obra mal, porque no ha podido instruirse, ¿es responsable de un estado de cosas ajeno a su voluntad?
4. Se trabaja por instruir, moralizar y civilizar a los hombres, pero por uno que llegue a ilustrarse, mueren diariamente millares antes de que la luz haya penetrado en ellos. ¿Cuál es su suerte? ¿Son tratados como réprobos? En caso contrario, ¿qué han hecho para merecer el mismo lugar que los otros?
5. ¿Cuál es la suerte de los niños que mueren en edad temprana antes de haber hecho mal ni bien? Si moran entre los elegidos, ¿por qué esta gracia sin haber hecho nada para merecerla? ¿Por qué privilegio se les libra de las tribulaciones de la vida?
¿Qué doctrina hay que pueda resolver estas cuestiones? Admitir las existencias consecutivas, y todo se explica conforme con la justicia de Dios. Lo que no ha podido hacerse en una existencia, se hace en otra, y así es como nadie se sustrae a la ley del progreso, cómo cada cual será recompensado según su mérito real, y cómo nadie queda excluido de la felicidad suprema, a la que puede aspirar, cualesquiera que sean los obstáculos que en su camino haya encontrado.
Estas cuestiones podrían multiplicarse hasta el infinito, porque los problemas psicológicos y morales que sólo se resuelven por medio de la pluralidad de existencias son innumerables. Nosotros nos hemos limitado a los más generales. Pero como quiera que sea, se dirá quizá que la doctrina de la reencarnación no es admitida por la Iglesia, y que sería derribar la religión. No es nuestro objeto tratar esta cuestión en este momento, bastándonos haber demostrado que aquella teoría es eminente moral y racional. Lo que es moral y racional no puede ser contrario a una religión que atribuye a Dios la bondad y la razón por excelencia. ¿Qué hubiera sido de la religión, si contra la opinión universal y el testimonio de la ciencia, se hubiese resistido a la evidencia y hubiera echado de su seno a todo el que no creyera en el movimiento del Sol, o en los seis días de la creación? ¿Qué crédito hubiese merecido y qué autoridad hubiera tenido en los pueblos ilustrados una religión fundada en errores manifiestos, consagrados como artículos de fe? Cuando se ha demostrado la evidencia, la Iglesia, procediendo con cordura, se pone del lado de la evidencia. Si está probado que cosas que existen son imposibles sin la reencarnación, y si sólo pueden explicarse ciertos 'puntos del dogma por este medio, preciso será admitirlo, y reconocer que el antagonismo de la doctrina de la reencarnación con los dogmas de la Iglesia no es más que aparente. Más adelante demostraremos que acaso la religión está menos lejos de ella de lo que se cree, y que no sufriría menoscabo alguno, como no lo sufrió con el descubrimiento del movimiento de la Tierra y de los períodos geológicos. que al principio pareció que desmentían los textos sagrados. El principio de la reencarnación se deduce, por otra parte, de muchos pasajes de las Escrituras y se encuentra notoriamente formulado de un modo explícito en el Evangelio.
«Y al bajar del monte (después de la transfiguración) les puso Jesús precepto, diciendo: "No digáis a nadie lo que habéis visto, hasta tanto que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos". Sobre lo cual le preguntaron los discípulos: "¿Pues, cómo dicen los Escribas que debe venir primero Elías?" A esto Jesús les respondió: "En efecto, Elías ha de venir y entonces restablecerá todas las cosas. Pero yo os declaro que Elías ya vino, y no le conocieron sino que hicieron con él todo cuanto quisieron. Así también harán ellos padecer al Hijo del Hombre". Entonces entendieron los discípulos que les había hablado de Juan Bautista». (San Mateo, capitulo XVII, versículos 9, 10,11.)
Puesto que Juan Bautista era Elias, hubo, pues, reencarnación del espíritu o del alma de Elías en el cuerpo de Juan Bautista.
Por lo demás, cualquiera que sea la opinión que se tenga de la reencarnación, ya se la acepte o no, no se dejará de sufrirla, si existiese, a pesar de la creencia contraria. Lo esencial es que la enseñanza de los espíritus es eminentemente cristiana; está basada en la inmortalidad del alma, en las penas y recompensas futuras, en la justicia de Dios, en el libre albedrío del hombre y en la moral de Cristo, y, por lo tanto, no es antirreligiosa.
Como lo prometimos, hemos raciocinado, haciendo abstracción de la enseñanza espiritista, que no es autoridad para ciertas personas. Si nosotros, como otros muchos, hemos adoptado la opinión de la pluralidad de existencias, no es sólo porque procede de los espíritus, sino porque también nos ha parecido más lógica y porque únicamente ella resuelve cuestiones hasta ahora insolubles. Aunque nos hubiese sido sugerida por un simple mortal, la hubiéramos aceptado del mismo modo, sin vacilar mucho tiempo en renunciar a nuestras propias ideas. Demostrado un error, más pierde que gana el amor propio, obstinándose en sustentar una idea falsa. De la misma manera, y aunque procedente de los espíritus, la hubiésemos rechazado, a habernos parecido contraría a la razón, como lo hemos hecho con muchas otras; porque sabemos por experiencia que no debe aceptarse ciegamente todo lo que de ellos procede, como no debemos aceptar todo lo que de los hombres proviene. Ante todo, su primer titulo es para nosotros el de ser lógica, al cual se une el de estar confirmada por los hechos, hechos positivos y por decirlo así, materiales, que el estudio atento y razonado puede revelar a todo el que se tome el trabajo de observar con paciencia y perseverancia, y en presencia de los cuales es imposible dudar. Cuando semejantes hechos se hayan popularizado, como los de la formación y el movimiento de la Tierra, será preciso rendirse a la evidencia, y los impugnadores habrán hecho en vano el gasto de su oposición.
Reconozcamos, pues, en resumen, que la doctrina de la pluralidad de existencias es la única que explica lo que, sin ella, es inexplicable, que es eminentemente consoladora y conforme con las más rigurosa justicia, y que es el áncora salvadora que Dios en su misericordia ha dado al hombre.
Las mismas palabras de Jesús no dejan duda sobre este particular. He aquí lo que se lee en el capitulo III del Evangelio de San Juan:
3. Jesús respondiendo a Nicodemo, dice: «Pues en verdad, en verdad te digo, que quien no naciese de nueuo, no puede ver el reino de Dios».
4. Dícele Nicodemo: «¿Cómo puede nacer un hombre, siendo viejo? ¿Puede volver otra vez al seno de su madre para renacer?»
5. «En verdad, en verdad te digo, respondió Jesús, que quien no renaciera del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que ha nacido de la carne, carne es: mas lo que ha nacido del espíritu, es espíritu. Por tanto, no extraiíes que te haya dicho: os es preciso nacer otra vez». (Véase más adelante el articulo Resurrección de la carne, número 1010.»
CAPÍTULO VI — VIDA ESPIRITISTA
ESPÍRITUS ERRANTES
«A veces inmediatamente, pero con más frecuencia después de intervalos más o menos largos. En los mundos su periores la reencarnación es casi siempre inmediata. Siendo menos grosera la materia corporal, el espíritu en ella encarnado goza de casi todas sus facultades de espíritu, y su estado normal es el de vuestros sonámbulos lúcidos».
-¿Cuál puede ser la duración de esos intervalos?
«Desde algunas horas a algunos miles de siglos. Por lo demás, hablando con exactitud, no hay límite extremo señalado al estado errante, que puede prolongarse mucho tiempo; pero nunca es perpetuo, pues el espíritu puede siempre. tarde o temprano, volver a empezar una existencia que sirve para purificar sus existencias anteriores».
-¿Esa duración está subordinada a la voluntad del espíritu, o puede serle impuesta como expiación?
«Es consecuencia del libre albedrío. Los espíritus saben perfectamente lo que hacen; pero los hay también para quienes aquélla es un castigo impuesto por Dios. Otros piden la prolongación de semejante estado para proseguir ciertos estudios que sólo los espíritus errantes pueden hacer con provecho».
225. ¿La erraticidad es en si misma señal de inferioridad del espíritu?
»No; porque hay espíritus errantes de todos los grados. La encarnación es un estado transitorio, como tenemos dicho, y en estado normal el espíritu está desprendido de la materia».
«Los que se han de reencarnar, sí; pero los espíritus puros que han llegado a la perfección, no están errantes: su estado es definitivo».
Bajo el aspecto de las cualidades intimas, los espíritus son de diferentes órdenes o grados que sucesivamente recorren, a medida que se purifican. Por su estado, pueden estar: encarnados, es decir, unidos a un cuerpo; errantes, es decir, separados del cuerpo material y esperando una nueva encarnación para mejorarse, y pueden ser espirítus puros, es decir, perfectos y sin necesidad de nuevas encarnaciones.
«Estudian su pasado e inquieren los medios de elevarse. Miran y observan lo que ocurre en los lugares que recorren; oyen los discursos de los hombres ilustres y las advertencias de los espíritus más elevados, y todo esto les proporciona ideas de que carecían».
«Los espíritus elevados, al dejar su envoltura, dejan las malas pasiones y no conservan más que las buenas; pero los espíritus inferiores no se desprenden de aquéllas, pues de otro modo pertenecerían al primer orden».
«En este mundo hay personas excesivamente celosas, ¿crees que al abandonarlo se desprenden de ese defecto? Después de salir de la tierra, les queda, sobre todo a los que han tenido pasiones dominantes, una especie de atmósfera que les rodea y les coñserva todas esas cosas malas; porque el espíritu no está completamente desprendido de ellas, y sólo en ciertos momentos entrevé la verdad, como para enseñarle el buen camino».
«Puede mejorarse mucho, siempre según su voluntad y su deseo; pero en la existencia corporal es donde practica las nuevas ideas que ha adquirido».
«Más o menos, según su mérito. Sufren las consecuencias de las pasiones cuyo principio han conservado, o bien son felices según están más o menos desmaterializados. En estadó errante, el espíritu entrevé lo que le falta para ser más dichoso, y entonces busca los medios para conseguirlo; pero no siempre le es permitido reencarnarse a su gusto, lo que entonces constituye un castigo».
«Según y cómo. Separado el espíritu del cuerpo. no está por ello completamente desprendido de la materia, y pertenece aún al mundo en que ha vivido, o a otro del mismo grado, a menos que, durante la vida, se haya elevado, y este es el fin a que debe dirigirse, pues sin él no se perfeccionaría nunca. Puede, sin embargo, ir a ciertos mundos superiores; pero estará en ellos como un extraño. Por decirlo así, no hace más que entreverlos, lo que le despierta el deseo de mejorarse, para ser digno de la felicidad que en ellos se goza y poder habitarlos más tarde».
«Vienen a menudo para ayudarles a progresar, pues, a no ser así, semejantes mundos estarían abandonados a si mismos, sin guías que los dirigiese».
MUNDOS TRANSITORIOS
«Sí; hay mundos particularmente consagrados a los seres errantes, mundos en que pueden habitar temporalmente, especies de vivaques o campamentos para descansar de una prolongada erraticidad, que siempre es algo penosa. Son posiciones intermedias entre los otros mundos, graduadas según la naturaleza de los espíritus que pueden ir a ellas, los cuales gozan de mayor o menor bienestar».
-Los espíritus que habitan en esos mundos, ¿pueden dejarlos a su antojo?
«Sí, los espíritus que están en esos mundos pueden separarse de ellos para ir a donde deben dirigirse. Imaginadlos como aves de paso que se detienen en una isla, esperando recobrar fuerzas para dirigirse al término de su viaje».
«Indudablemente, pues los que de tal modo se reúnen lo hacen con objeto de instruirse y de poder obtener más fácilmente permiso para trasladarse a mejores lugares, y llegar a la posición de lbs elegidos».
-¿Están habitados al mismo tiempo. por seres corporales
-¿Esta esterilidad es permanente y procede de su naturaleza especial?
«La naturaleza se traduce en las bellezas de la inmensidad, que no son menos admirables que las que llamáis naturales».
«Ha pertenecido ya».
-¿En qué época? «Durante su formación».
Nada hay inútil en la naturaleza; todo tiene su objeto y su destino: nada está desocupado; todo está habitado, y en todas partes reina la vida. Así pues, durante la larga serie de siglos que transcurrieron, antes de que apareciese el hombre en la tierra, durante aquellos lentos períodos de transición, atestiguados por las capas geológicas. antes aun de la formación de los primeros seres orgánicos, no faltaba vida en aquella masa informe, en aquel árido caos donde estaban confundidos los elementos, pues en él encontraban refugio seres que no tenian ni nuestras necesidades, ni nuestras sensaciones físicas. Dios quiso que aun en semejante estado de imperfección, sirviese para algo. ¿Quién, pues, se atreverá a decir que, entre esos miles de mundos que circulan por la inmensidad, tiene el privilégio de estar habitado uno solo, uno de los más pequeños, confundido con la multitud? ¿Cuál sería la utilidad de los otros? ¿Habríalos creado Dios sólo para recreo de nuestros ojos? suposición absurda, incompatible con la sabiduría que en todas sus obras se revela, e inadmisible, cuando se consideran todos los que no podemos distinguir. Nadie negará que en la idea de que existen mundos impropios todavía para la vida material, pero poblados, sin embargo, de seres vivientes apropiados a semejante medio, haya algo de grande y de sublime, en lo cual encontraremos quizá solución a más de un problema.
PERCEPCIONES, SENSACIONES Y SUFRIMIENTOS DE LOS ESPÍRITUS
«Sí, y otras que no poseía; porque su cuerpo era como un velo que se las ocultaba. La inteligencia es un atributo del espíritu; pero se manifiesta más libremente, cuando no tiene trabas».
«Mientras más se aproximan a la perfección, saben más. Si son espíritus superiores, saben mucho, y los inferiores están más o menos ignorantes de todas las cosas».
239. ¿Conocen los espíritus el principio de las cosas?
«Según su elevación y su pureza. Los espíritus inferiores saben de esto como los hombres».
«No, y de aquí depende el que no nos comprendáis siempre, tratándose de fijar fechas o épocas».
Los espíritus viven ajenos al tiempo, tal como lo comprendemos nosotros, y para ellos desaparece la duración; y los siglos, que tan largos nos parecen a nosotros, no son a sus ojos más que instantes que se borran en la eternidad como las desigualdades del terreno para el que se eleva en el espacio.
«Poco más o menos como el que ve tiene más exacta idea de las cosas que el ciego. Los espíritus ven lo que vosotros no veis y juzgan, por lo tanto, de diferente modo; pero, volvemos a repetirlo, siempre según su elevación».
«Cuando de él nos ocupamos, el pasado se nos convierte en presente, como te sucede a ti que recuerdas lo que te ha llamado la atención en el curso de tu destierro terrestre. Existe la diferencia de que, como el velo material no oscurece nuestra inteligencia como a la tuya, recordamos cosas que se han borrado de tu memoria; pero los espíritus no lo conocen todo, especialmente su creación».
«También depende esto de su perfección. Con frecuencia sólo lo entrevén; pero no siempre les es permitido revelarlo. Cuando lo ven, les parece presente, y lo ven más claramente cuanto más se aproximan a Dios. Después de la muerte, el alma ve y abraza de una ojeada sus emigraciones pasadas; pero no puede ver lo que Dios le prepara, para lo cual le es preciso pertenecerle por completo, después de muchas existencias».
-Los espíritus que han llegado a la perfección absoluta, ¿tienen completo conocimiento del porvenir?
«Completo no es la palabra; porque Dios es el señor soberano, y nadie puede igualársele».
«Sólo los espíritus superiores lo ven y lo comprenden; los inferiores lo sienten y adivinan».
-Cuando un espíritu inferior dice que Dios le prohib o le permite alguna cósa, ¿cómo sabe que procede de él?
«No ve a Dios; pero siente su soberanía, y cuando no debe hacerse una cosa o decirse algo, percibe como una intuición, como una advertencia invisible que le impide hacerla. ¿No tenéis vosotros mismos presehtimientos que son como advertencias secretas de que hagáis o dejéis de hacer tal o cual cosa? Lo mismo nos sucede a nosotros, pero en mayor grado; porque comprenderás que, siendo más sutil que la vuestra la esencia de los espíritus, pueden percibir mejor las advertencias divinas».
-¿El mandato le es directamente transmitido por Dios, o por mediación de otros espíritus?
«No lo recibe directamente de Dios, pues es preciso ser digno de ello para comunicar con él. Dios le transmite sus mandatos por espíritus más elevados en perfección e instrucción».
245. ¿Está circunscrita la vista de los espíritus como la de los seres corporales?
«No; reside en ellos».
«Ven por si mismos y no necesitan la claridad exterior. Las tinieblas no existen para ellos, fuera de aquéllas en que por expiación pueden estar sumidos».
«Como el espíritu se traslada con la rapidez del pensamiento, puede decirse que ve a la vez lo que sucede en todas partes. Su pensamiento puede irradiar y fijarse al mismo tiempo en muchos puntos diferentes; pero esta facultad depende de su pureza, de modo que, mientras menos puro es, más limitada tiene la vista, y sólo los espíritus superiores pueden abarcar el conjunto».
248. ¿El espíritu ve las cosas tan claras como nosotros?
«Más claras aún; porque su vista penetra lo que no la vuestra. Nada la empaña».
«Sí, y percibe otros que no pueden percibir vuestros sentidos obtusos».
-¿La facultad de oír reside en todo su ser como la de ver?
«Todas las percepciones son atributos del espíritu y forman parte de su ser. Cuando se encuentra revestido del cuerpo material, sólo por conducto de los órganos las recibe; pero en estado de espíritu no las tiene localizadas».
«El espíritu ve y oye lo que únicamente quiere. Esto debe entenderse en general y sobre todo de los espíritus elevados; porque los imperfectos ven y oyen a menudo y a pesar suyo, lo que puede ser útil a su mejoramiento».
251. ¿Son sensibles los espíritus a la música?
«Las bellezas naturales de los globos son tan diferentes, que no se está lejos de Conocerlos. Si, son sensibles a ellas según su aptitud para apreciarlas y comprenderlas. Para los espíritus elevados existen bellezas de conjunto, ante las cuales se desvanecen, por decir así, las bellezas de detalle».
253. ¿Experimentan los espíritus nuestras necesidades y sufrimientos físicos?
«Los conocen, porque los han experimentado: pero no los sienten materialmente como nosotros, pues son espíritus».
«No pueden sentir cansancio tal como lo entendéis vos-otros, y por lo tanto, no han de menester de vuestro descanso corporal, puesto que no tienen órganos cuyas fuerzas hayan de ser recuperadas; pero el espíritu descansa en cuanto no está en constante actividad. No procede de un modo material: su acción es completamente intelectual y totalmente moral su reposo, es decir, que en ciertos momentos su pensamiento cesa de ser tan activo y no se fija en un objeto determinado, lo cual constituye un verdadero reposo, aunque incomparable con el del cuerpo. La especie de cansancio, que pueden sentir los espíritus está en proporción de su inferioridad; porque mientras más elevados son, menos necesario les es el descanso».
255. Cuando un espíritu dice que sufre, ¿qué clase de sufrimiento experimenta?
«Angustias morales que le atormentan más dolorosamente que los sufrimientos físicos».
«Recuerdo de lo que habían sufrido durante la vida, tan penoso a veces como la realidad. A menudo es una comparación por medio de la cual, a falta de otra más exacta, expresan su situación. Cuando se acuerdan de su cuerpo, experimentan cierta impresión, como cuando nos quitamos la capa y creemos que la tenemos aún».
ENSAYO TEÓRICO SOBRE LA SENSACIÓN EN LOS ESPÍRITUS
El periespíritu es el lazo que une el espíritu a la materia del cuerpo; lo tomamos del medio ambiente, del fluido universal, y participa a la vez de la electricidad, del fluido magnético y hasta cierto punto de la materia inerte. Pudiera decirse que es la quinta esencia de la materia. Es el principio de la vida orgánica; pero no el de la intelectual, ya que ésta reside en el espíritu. Es, por otra parte, el agente de las sensaciones externas. Semejantes sensaciones están localizadas, en el cuerpo, en los órganos que les sirven de conductos. Destruido el cuerpo, las sensaciones se hacen generales, y he aquí por qué no dice el espíritu que la cabeza le duela más que los pies. Es preciso, además, no confundir las sensaciones del periespíritu independiente ya, con las del cuerpo, que sólo podemos tomar como término de comparación y no como analogía. Desprendido el cuerpo, el espíritu puede sufrir, pero este sufrimiento no es el del cuerpo, y sin embargo, no es un sufrimiento exclusivamente moral como el remordimiento, puesto que se queja de frío y de calor. La temperatura no les impresiona, puesto que no sufren más en invierno que en verano y puesto que hemos visto a algunos atravesar las llamas, sin experimentar sufrí-miento alguno. El dolor que sienten no es, pues, físico propiamente dicho, sino un vago sentimiento íntimo del que no siempre se da perfecta explicación el mismo espíritu, precisamente porque el dolor no está localizado, ni es producido por agentes externos, Es más bien un recuerdo de la realidad; pero recuerdo tan penoso como ésta. A veces, sin embargo, es más que un recuerdo, según vamos a ver.
La experiencia nos enseña que, en el acto de la muerte, el periespíritu se desprende más o menos lentamente del cuerpo. Durante los primeros momentos, el espíritu no se explica su situación; no se cree muerto; se siente vivo; ve su cuerpo a un lado, sabe que le pertenece y no comprende que esté separado de él. Semejante estado dura mientras existe un lazo entre el cuerpo y el periespíritu. Un suicida nos decía: «No, no estoy muerto», y añadía: «Y, sin embargo, siento cómo me roen los gusanos». Ciertamente que los gusanos no roían el periespíritu y menos aún el espíritu, sino el cuerpo. Pero como no era aún completa la separación del cuerpo y del periespíritu, resultaba una especie de repercusión moral que le transmitía la sensación de lo que en el cuerpo se realizaba. Quizá repercusión no sea la palabra, porque podría dar la idea de un efecto demasiado material, y más bien la vista de lo que ocurría en su cuerpo, al que le ligaba el periespíritu, le producía una ilusión que tomaba por la misma realidad. Así, pues, no era un recuerdo, porque, durante la vida, no había sido roído de gusanos, sino el sentimiento de su estado actual. De este modo se comprenderán las deducciones que pueden hacerse de, los hechos, cuando atentamente se les observa. Durante la vida, el cuerpo recibe las impresiones externas y las transmite al espíritu por mediación del periespíritu, que probablemente constituye lo que se llama fluido nervioso. Muerto el cuerpo, nada siente, porque carece de espíritu y de periespíritu. Éste, separado del cuerpo, experimenta la sensación; pero, como no la recibe por conducto limitado, se hace general la sensación. Luego, como en realidad no es más que un agente de transmisión, pues que el espíritu es el que siente, resulta que, si pudiese existir un periespíritu sin espíritu, no seria más sensible que el cuerpo después de muerto, del mismo modo que, si el espíritu careciese de periespírítu, seria inaccesible a las sensaciones penosas, lo cual tiene luaar en los espíritus totalmente purificados. Sabemos que, mientras más se purifican, más etérea se hace la esencia del periespíritu, de donde se sigue que la influencia material disminuye a medida que el espíritu progresa, es decir, a medida que el mismo periespíritu se hace menos grosero.
Pero, se dirá, las sensaciones gratas, como las desagradables, son transmitidas al espíritu por el periespíritu, y si el espíritu puro es inaccesible a las unas, debe serlo igualmente a las otras. Indudablemente que sí, respecto de las que provienen únicamente de la materia que conocemos. El sonido de nuestros instrumentos y el perfume de nuestras flores no le causan impresión alguna, y, sin embargo, existen en él sensaciones íntimas y de un indefinible encanto del cual ninguna idea podemos formarnos; porque en este punto somos como los ciegos de nacimiento respecto de la luz. Sabemos que existe; pero, ¿de qué modo? Hasta aquí llega nuestra ciencia. Sabemos que existen en ellos percepciones, sensaciones, audición y visión; que estas facultades son atributos de todo el ser, y no de una parte de éste, como sucede en el hombre; pero volvemos a preguntarlo: ¿por qué medio? No lo sabemos. Los mismos espíritus no pueden explicarlo, porque nuestro idioma no está creado de modo que con él se expresen ideas de que carecemos, como en el de los salvajes no se encuentran términos para expresar las de nuestras artes, ciencias y doctrinas filosóficas.
Al decir que los espíritus son inaccesibles a las impresiones de nuestra materia, queremos hablar de espíritus muy elevados cuya envoltura etérea no tiene análoga en la tierrá. No sucede lo mismo en los espíritus que tienen más denso el periespíritu, los cuales perciben los sonidos y olores terrestres, pero no por una parte limitada de su individuo, como cuando vivían. Podría decirse que las vibraciones moleculares se hacen sentir en todo el ser, llegando así al sensorio común, que es el mismo espíritu, aunque de un modo diferente y quizá con diferente impresión, lo que produce una modificación en la percepción. Oyen el sonido de nuestra voz y nos entienden sin embargo, sin el auxilio de la palabra, por la sola transmisión del pensamiento. Y viene en apoyo de lo que decimos. el hecho de oue la penetración es tanto más fácil cuanto más desmaterializado está el espíritu. En cuanto a la vista. es independiente de nuestra luz. La facultad de ver es atributo esencial del alma, para la cual no existe oscuridad; pero es más vasta y penetrante en 'los que están más purificados. El alma o espíritu tiene, pues, en si mismo la facultad de todas las percepciones. Durante la vida corporal están entorpecidas por la imperfección de nuestros órganos, y en la extracorporal disminuye semejante entorpecimiento, a medida que se hace más transpa rente la envoltura semimaterial.
Esta envoltura que tomamos en el medio ambiente, varía según la naturaleza de los mundos. Al pasar de uno a otro, los espíritus cambian de envoltura como nosotros de vestido, al pasar del invierno al verano, o del polo al ecuador. Cuando los espíritus más elevados vienen a visitarnos, revisten, pues, el periesplritu terrestre, realizándose entonces sus percepciones como las de los espíritus vulgares; pero todos ellos, así los inferiores, como los superiores, no oyen y sienten más que lo que quieren. Sin tener órganos sensitivos, pueden a su gusto hacer que sus percepciones sean nativas o nulas, y sólo se ven obligados a oír una cosa: los consejos de los espíritus buenos. La vista es siempre activa en ellos; pero mutuamente pueden hacerse invisibles los unos a los otros. Según el lugar que ocupan, pueden ocultarse a los que les son inferiores; pero no a los superiores. En los momentos subsiguientes a la muerte, la vista del espíritu está siempre turbada y confusa, aclarándose a medida que se desprende y puede adquirir la misma lucidez que durante la vida, independientemente de su penetración a través de los cuérpos que son opacos para nosotros. En cuanto a su extensión a través del espacio indefinido, así para el porvenir como para el pasado, depende del grado de pureza y elevación del espíritu.
Toda esta teoría, se dirá, no es muy tranquilizadora. Nosotros creíamos que una vez desprovistos de nuestra grosera envoltura, instrumento de nuestros dolores, no sufririamos más, y ahora nos venís Con que aún habremos de sufrir, puesto que poco importa que sea de este o de aquel modo, si al fin y al cabo sufrimos. ¡Ah! Sí, aún podemos sufrir, y mucho y por mucho tiempo; pero también podemos dejar de sufrir, hasta desde el momento de terminar esta vida corporal.
Las sufrimientos de la tierra son a veces independientes de nosotros; pero en muchas ocasiones son consecuencia de nuestra voluntad. Remontémonos a su origen, y se verá que el mayor número es consecuencia de causas que hubiésemos podido evitar. ¿Cuántos males, cuántas dolencias no debe el hombre a sus excesos, a su ambición, a sus pasiones, en una palabra? El hombre que siempre viviese sobriamente, que hubiese sido siempre sencillo en sus gustos modesto en sus deseos, se evitaría no pocas tribulaciones. Lo mismo sucede al espíritu, cuyos sufrimientos son siempre producto del modo cómo ha vivido en la tierra. Ciertamente no padecerá de gota y reumatismo; pero tendrá otros sufrimientos que no le van en zaga. Hemos visto que éstos son resultados de los lazos que aún existen entre él y la materia; que mientras más se desprende de ella, o de otro modo, que míentras más desmaterializado está, menos sensaciones penosas expenmenta, dependiendo de él, por lo tanto, librarse de semejante influencia desde esta vida. Tiene su libre albedrío, y, por consiguiente, la elección de hacer o dejar de hacer. Que domine sus pasiones animales; que no tenga odio, ni envidia, ni celos, ni orgullo; que no se deje dominar por el egoísmo; que purifique su alma con buenos sentimientos; que prac tique el bien y que no dé a las cosas de este mundo más importancia de la que merecen, y entonces, hasta bajo la envoltura corporal, estará purificado y desprendido de la materia, y al separarse de ella no sufrirá su influencia. Los padecimientos físicos que haya experimentado no le dejarán recuerdo alguno penoso, no le quedará de ellos impresión alguna desagradable; porque sólo al cuerpo, y no al espíritu, habrán afectado. Se considerará feliz al verse libre de aquelía envoltura, y la tranquilidad de la conciencia le emancipará de todo sufrimiento moral. Hemos interrogado sobre el particular a mil y mil, que han pertenecido a todos los órdenes sociales, a todas las posiciones de la sociedad; los hemos estudiado en todos los períodos de su vida espiritista, desde el acto de la muerte; paso a paso los hemos seguido en la vida de ultratumba para observar los cambios que en ellos se operan, así en sus ideas como en sus sensaciones, y sobre semejante asunto, no son los hombres vulgares los que nos han proporcionado los puntos de estudio menos preciosos. Y siempre hemos observado que los sufrimientos están en relación de la conducta, cuyas consecuencias experimentan, y qué aquella nueva existenciá es origen de inefable dicha para los que han seguido el buen camino, de don-de se deduce que los que padecen, es porque así lo han querido y que sólo a ellos debe culpárse, así en éste como en el otro mundo.
ELECCIÓN DE LAS PRUEBAS
«Elige por si mismo el género de pruebas que quiere sufrir, y en esto consiste su libre albedrío».
-¿No es, pues, Dios quien le impone como castigo las tribulaciones de la vida?
«Nada sucede sin el permiso de Dios; porque él estableció todas las leyes que rigen el universo. ¡Preguntad, pues, por qué ha hecho tal ley y no tal otra! Dejando al espíritu la libertad de elegir, le abandona toda la responsabilidad de sus actos y consecuencias; nada estorba su porvenir, y le pertenece así el camino del bien, como el del mal. Pero le queda, si sucumbe, el consuelo de que no todo ha concluido para él y de que Dios, en su bondad, le deja en libertad de volver a empezar lo que ha hecho mal. Es preciso, por otra parte. distinguir lo que es obra de la voluntad de Dios y lo que procede de la del hombre. Si os amenaza un peligro, no sois vosotros, sino Dios, quien lo ha creado; pero vosotros sois libres de exponeros a él; porque lo consideráis un medio de progreso, y Dios lo ha permitido».
«Todas no es la palabra; porque no puede decirse que hayáis previsto hasta las cosas más insignificantes de todo lo que os pasa en el mundo. Habéis elegido el género de prueba, y los hechos secundarios son consecuencia de la posición y a menudo de vuestras propias acciones. Si el espíritu ha querido nacer entre malhechores, por ejemplo, sabía a qué peligros se exponía; pero no cada uno de los actos que realizaría, pues éstos son efecto de la voluntad y del libre albedrío. El espíritu sabe que eligiendo tal camino, habrá de arrostrar tal género de lucha, conoce, pues. la naturaleza de las vicisitudes que encontrará, pero no sabe si antes tendrá lugar este acontecimiento que aquel otro.
Los sucesos de detalle nacen de las circunstancias y de la fuerza de las cosas. Sólo están previstos los grandes acontecimientos, los que influyen en el destino. Si eliges un ca-mino lleno de atolladeros, sabes que has de tomar grandes precauciones, porque corres peli gro de caer; pero no sabes en qué lugar caerás, y acaso lo evites, si eres prudente. Si pasando por la calle te cae una teja en la cabeza, no creas que estaba escrito como vulgarmente se dice».
«Preciso es que sea enviado a un centro en que pueda sufrir la prueba que haya pedido. Pues bien, es necesaria la analogía, y para luchar con el instinto del bandolerismo, es preciso que encuentre personas de esa calaña».
-Si no hubiese, pues, gentes de mal vivir en la tierra, ¿el espíritu no podría encontrar la esfera necesaria a ciertas pruebas?
«¿Y os quejaríais de ello? Lo que tú dices sucede en los mundos superiores donde no tiene acceso el mal, y por esto sólo los habitan espíritus buenos. Procurad que pase pronto lo mismo en vuestra tierra».
«Ciertamente que no, puesto que sabéis que los hay que, desde el principio, toman un camino que los libra de no pocas pruebas; pero el que se deja arrastrar hacia el mal camino, corre todos los peligros de éste. Un espíritu, por ejemplo, puede pedir riquezas que le son concedidas, y siguiendo entonces su camino, puede ser avaro o pródigo, egoísta o generoso, o bien entregarse a todos los goces del sensualismo, sin que quiera esto decir que deba pasar forzosamente por toda la serie de esas inclinaciones».
«Dios suple su inexperiencia trazándole el camino que debe seguir, como lo hacéis vosotros con el niño desde que nace; pero, poco a poco, le hace dueño de elegir a medida que se desarrolla su libre albedrío, y entonces es cuan do a menudo se extravía, tomando el mal camino, si no escucha los consejos de los espíritus buenos. A esto es a lo que puede llamarse la caída del hombre».
-Cuando el espíritu disfruta de su libre albedrío, ¿la elección de la existencia corporal depende siempre exclusivamente de su voluntad, o esa existencia puede serle impuesta como expiación por la voluntad de Dios?
«Dios sabe esperar y no apresura la expiación. Pero puede, sin embargo, imponer una existencia al espíritu, cuando éste, por su inferioridad o mala voluntad, no es apto para comprender lo que le sería más saludable, y cuando se ve que aquella existencia, sobre servirle de expiación, contribuye a su purificación y adelanto».
263. ¿Hace el espíritu su elección inmediatamente después de la muerte?
«No; muchos creen en las penas eternas, lo cual, según se os ha dicho, es un castigo».
«Las que son para él una expiación, dada la naturaleza de sus faltas, y que pueden hacerles progresar más pronto. Los unos pueden, pues, imponerse una vida de miseria y de privaciones para probar de soportarlas con valor; otros pueden querer probarse con las tentaciones de la fortuna y el poderío, mucho más peligrosos por el abuso y mal uso que puede hacerse y por las malas pasiones que engendran. y otros, en fin, quieren probarse con las luchas que han de sostener con el contacto del vicio».
«Cierto que los hay; pero sólo entre aquellos cuyo sentido moral está poco desarrollado aún, y entonces viene por si misma la prueba y la sufren por más largo tiempo. Tarde o temprano comprenden que la saciedad de las pasiones brutales, les reporta deplorables consecuencias, que sufrirán durante un tiempo que les parecerá eterno, y que Dios puede dejarles en este estado hasta que comprendan su falta y soliciten por si mismos redimirla con pruebas provechosas».
«A vosotros, si; pero no alespíritu . Cuando está desprendido de la materia, cesa la ilusión y piensa de distinto modo».
El hombre en la tierra y bajo la influencia de las ideas materiales, sólo ve el aspecto penoso de las pruebas, y por esto parécele natural elegir aquellas que, a !u modo de ver, pueden aliarse con los goces materiales; pero en la vida espiritual compara estos goces fugitivos y groseros con la Inalterable felicidad que entrevé, y entonces ¿qué le son algunos sufrimientos pasajeros? El espíritu puede, pues, elegir la más ruda prueba, y, por lo tanto, la existencia más penosa con la esperanza de llegar más pronto a mejor estado, como el enfermo escoge con frecuencia el remedio más desagradable para curarse más pronto. El que desea unir su nombre al descubrimiento de un país desconocido, no escoge un camino sembrado de flores; sabe los peligros que corre; pero también la gloria que le espera, si tiene buen éxito.
La doctrina de la libertad en la elección de nuestras existencias y de las pruebas que hemos de sufrir deja de parecer extraordinaria, si se considera que los espíritus, desprendidos de la materia, aprecian las cosas de muy distinto modo que nosotros. Vislumbran el fin, fin mucho más grave para ellos que los goces fugitivos del mundo; después de cada existencia, ven el paso que han dado y comprenden lo que les falta purificarse aún para conseguirlo, y he aquí por qué se someten voluntariamente a todas las vicisitudes de la vida corporal, pidiendo por si mismos las que pueden hacerlos llegar más pronto. Sin razón, pues, se admiran algunos de que elespíritu no dé la preferencia a la existencia más placentera. En su estado de imperfección no puede gozar de la vida exenta de amarguras; la entrevé, y para conseguirla, procura mejorarse.
¿Acaso no se ofrecen todos los dias a nuestros ojos ejemplos de lecciones semejantes? El hombre que trabaja una parte del día sin tregua ni descanso para procurarse el bienestar, ¿no se impone una tarea con la mira de buscar mejor porvenir? El militar que se ofrece para una misión peligrosa, y el viajero que desafía peligros no menores, en interés de la ciencia o de su fortuna, ¿qué hacen sino aceptar pruebas voluntarias que han de redundarles en honra y provecho, sI de ellas salen salvos? ¿A qué no se somete y expone el hombre por interés o gloria? Todos los certámenes ¿no son acaso pruebas voluntarias a que nos sometemos con la mira de elevarnos en la profesión que hemos elegido? No se llega a una posición social trascendental cualquiera en las ciencias, en las artes y en la industria, sino pasando por la serie de posiciones inferiores que son otras tantas pruebas. La vida humana está calcada sobre la espiritual, pues encontramos en aquélla, aunque en pequelio, las mismas vicisitudes de ésta. Luego, si en la vida elegimos con frecuencia las más rudas pruebas con la mira de lograr un fin más elevado, ¿por qué el espíritu, que ve más que el cuerpo y para quien la vida corporal no es más que un incidente fugitivo, no ha de elegir una existencia penosa y laboriosa, si le conduce a una felicidad eterna? Los que dicen que sI los hombres eligen la existencia pedirán ser principes o millonarios, son como los miopes que sólo ven lo que tocan, o como aquellos niños glotones que, al ser preguntados acerca de la profesión que más les gusta, responden: pastelero o confitero.
Un viajero que se encuentra en medio de un valle oscurecido por la bruma, no ve ni la anchura, ni los extremos del camino, pero llega a la cumbre del monte, descubre el que ha recorrido y el que aún le falta recorrer, distingue el fin y los obstáculos que todavía le restan por vencer, y puede combinar con más seguridad entonces los medios de llegar al final. El espíritu encarnado está como el viajero que se encuentra al pie del monte; pero desprendido de los lazos terrestres, domina las cosas como el que ha llegado a la cima. El fin del viajero es el descanso después del cansancio; el del espíritu, la dicha suprema después de las tribulaciones y pruebas.
Todos los espíritus dicen que en estado errante inquieren, estudian y observan para elegir. ¿No tenemos ejemplo de este hecho en la vida material? ¿No buscamos a menudo durante muchos anos la carrera que libremente elegimos, porque la creemos más propicia a nuestro propósito? Si salimos mal a una, buscamos otra, y cada carrera que abrazamos es una fase, un período de la vida. ¿No empleamos el día en buscar lo que haremos mañana? ¿Y qué son las diferentes existencías corporales par el espíritu, sino etapas, períodos, días de su vida espiritista, que, como ya sabemos, es la normal, no siendo la corporal más que transitoria y pasajera?
«Puede influir en ella el deseo, lo que depende de la intención; pero en estado de espíritu ve con frecuencia las cosas de muy diferente modo. Sólo el espíritu hace la elección; pero, lo repetimos, puede hacerla en esta vida material; porque el espíritu tiene siempre momentos en que es independiente de la materia que habita»,
-Muchas personas desean la grandeza y la riqueza, y ciertamente no lo hacen ni como expiación, ni como prueba.
«Sin duda la materia es la que desea la grandeza para disfrutarla, y el espíritu para conocer sus vicisitudes».
«Sí, pero no son como las comprendéis vosotros, que llamáis pruebas a las tribulaciones materiales. El espíritu, cuando llega a cierto grado, sin ser perfecto aún, deja de sufrir; pero siempre tiene deberes que le ayudan a perfeccionarse y que no le son nada penosos, pues a falta de otros, tendría el de ayudar a sus semejantes a perfeccionarse».
«Puede escoger una superior a sus fuerzas, y entonces sucumbe, y puede también elegir una que no le aproveche, como, por ejemplo, un género de vida ocioso e inútil; pero vuelto al mundo de los espíritus, conoce que nada ha ganado, y solicita reparar el tiempo perdido».
«Me parece que vosotros mismos podéis contestaros la pregunta. ¿Acaso no es consecuencia eso que preguntáis de todo lo que hemos dicho sobre la elección de las pruebas, y del progreso realizado en una existencia anterior?»
«Los espíritus adelantados no nacen entre caníbales, sino los de la misma naturaleza que éstos, o que les son inferiores».
Sabemos que nuestros antropófagos no están en el grado más bajo de la escala, y que hay mundos donde el embrutecimiento y la ferocidad no tienen análogos en la Tierra. Semejantes espíritus son, pues, inferiores a los más inferiores de nuestro mundo, y el nacer entre nuestros salvajes es un progreso para ellos, como lo seria para nuestros antropófagos el desempeíiar aquellos oficios que consisten en derramar sangre. Si no tienen más altas miras, es por su Inferioridad moral, que no les permite comprender más completo progreso. Sólo gradualmente puede avanzar el espíritu, y no puede salvar de un salto la distancia que va de la barbarie a la civilización, lo cual nos manifiesta una necesidad de la reencarnación, que está verdaderamente conforme con la justicia de Dios, pues a no ser así, ¿qué sería de esos miles de seres que cada día mueren en el último estado de degradación, si no tuviesen medios de lograr el extremo superior? ¿Por qué habría de desheredárseles de los beneficios concedidos a los otros hombres?
«Sí, los hay que se extravían queriendo subir muy alto; pero entonces se encuentran fuera de su centro; porque tienen costumbres e instintos contrapuestos a los vuestros».
Esos seres nos ofrecen el triste ejemplo de la ferocidad en med¡o de la civilización, y volviendo a renacer entre caníbales no retrocederán, sino que volverán a ocupar su verdadero puesto, y acaso ganen haciéndolo.
«Sí, pero esto depende de la clase de expiación. Un amo que ha sido duro con sus esclavos, podrá a su vez ser esclavo, y sufrir los malos tratamientos que ha usado con los demás; el que mandaba en cierta época puede, en una nueva existencia, obedecer a los que antes se humillaban ante su voluntad. Será una expiación, si ha abusado de su poder, y Dios puede imponérsela. Un espíritu bueno puede también, a fin de hacerlos progresar, escoger una existencia influyente entre esos pueblos. y entonces desempeña una misión».
RELACIONES DE ULTRATUMBA
«Sí, y muy grande. Unos espíritus ejercen sobre otros autoridad relativa a su superioridad por un ascendiente moral irresistible».
-Los espíritus inferiores, ¿pueden sustraerse a la autoridad de los que son superiores?
«Irresistible, hemos dicho».
«No; porque los pequeños serán ensalzados y los grandes humillados. Lee los salmos».
-¿Cómo hemos de entender esa elevación y humillación?
«¿No sabes que los espíritus son de diferentes órdenes según sus virtudes? Pues bien. Los más grandes de la tierra pueden ocupar el último puesto entre los espíritus, al paso que sus servidores pueden ser los primeros. ¿No lo comprendes? ¿No dijo Jesús: "Todo el que se humille será elevado, y todo el que se eleve será humillado"?»
276. El que era grande en la Tierra y se encuentra ser inferior en el mundo de los espíritus, ¿siente alguna humillación?
«A menudo muy grande, sobre todo, si era orgulloso y celoso».
277. El soldado que, después del combate, encuentra a su general en el mundo de los espíritus, ¿le tiene aún por superior?
«El título nada significa; la superioridad real lo es todo».
«Si y no, es decir, se ven; pero se distinguen los unos de los otros. Se separan o se aproximan, según la analogía o antipatía de sus sentimientos, como súcede entre vosotros. Forman un mundo cuyo reflejo oscurecido es el vuestro. Los del mismo grado se reúnen por una especie de afinidad, forman grupos o familias de espíritus unidos por la simpatía y por el fin que se proponen: los buenos, por el deseo de hacer el bien, y los malos, por el de hacer el mal, por la vergúenza de su falta y por la necesidad de encontrarse entre seres semejantes a ellos».
Lo mismo sucede en una gran ciudad, donde los hombres de todos los grados y de todas las condiciones se ven y se encuentran, sin confundirse; donde las sociedades se forman por analogia de gustos; donde el vicio y la virtud se codean sin relacionarse.
«Los buenos van a todas partes, y preciso es que así sea, para que puedan influir en los malos; pero las regiones habitadás por los buenos están vedadas a los imperfectos, con el fin de que no puedan llevar a ellas la perturbación de sus malas pasiones».
280. ¿Cuál es la naturaleza de las relaciones de los buenos y malos espíritus?
«Los buenos procuran combatir las malas inclinaciones de los otros con el fin de ayudarles a ascender. Esta es una misión».
«Por celos de no haber merecido estar entre los buenos. Su deseo no es otro que impedir tanto como pueden, a los espíritus inexpertos el llegar al bien supremo. Quieren hacer sufrir a los otros lo que ellos sufren. ¿No observáis lo mismo entre vosotros?»
«Se ven y se comprenden. La palabra. reflejo del espíritu, es material. El fluido universal establece entre ellos una comunicación constante, pues aquél es el vehículo de la transmisión del pensamiento, como lo es del sonido el aire entre vosotros; es una especie de telégrafo universal que enlaza a todos los mundos, y permite a los espíritus la mutua correspondencia».
«No, para ellos todo está de manifiesto, especialmente cuando son perfectos; pero siempre se ven. Esta no es, empero, una regla absoluta; porque ciertos espíritus pueden perfectamente hacerse invisibles a otros, si consideran útil hacerlo así».
284. ¿Cómo los espíritus, no teniendo cuerpo, pueden evidenciar su individualidad y distinguirse de los otros seres espirituales que los rodean?
«Por medio del periespírítu, que los constituye en seres distintos unos de otros, como el cuerpo entre los hombres».
«Sí; y así, de generación en generación».
-¿De qué modo se reconocen en el mundo de los espíritus los hombres que en la tierra se han conocido?
«Vemos nuestra vida pasada y leemos en ella como en un libro, y viendo el pasado de nuestros amigos y enemigos, vemos un tránsito de la vida a la muerte».
«Inmediatamente no es siempre la verdadera palabra; porque, como tenemos dicho, necesita cierto tiempo para reconocerse y sacudir el velo material».
«La del justo, como un hermano querido, a quien de mucho tiempo se esperaba; la del réprobo, como un ser a quien se desprecia».
«Los malos se complacen en ver seres semejantes y como ellos privados de la dicha infinita; como se complace en la tierra uno de vuestros bribones de estar entre sus iguales».
«Sí, salen al encuentro del alma a quien aman, y la fe-licitan por su vuelta del viaje, si se ha salvado de los peligros del camino, y la ayudan a desprenderse de los lazos corporales. Es un favor hecho a los buenos el que salga a su encuentro los que les han amado, al paso que es un cas-tigo para el impuro el que permanezca en el aislamiento, o rodeado únicamente de espíritus que le son semejantes».
«Esto depende de su elevación y del camino que adoptan para su progreso. Si uno está más adelantado y camina más aprisa que el otro, no pueden estar juntos; podrán verse a veces, pero sólo podrán estar reunidos siempre. cuando puedan caminar juntos o cuando hayan logrado la igualdad de perfección. Y además, la priyación de la vista de los parientes y amigos es a veces un castigo».
RELACIONES SIMPÁTICAS Y ANTIPÁTICAS DE LOS ESPÍRITUS. MITADES ETERNAS
«Sí, lo mismo que los hombres; pero el lazo que une a los espíritus es más estrecho, cuando falta el cuerpo, porque no está expuesto a las vicisitudes de las pasiones».
«Sólo entre los espíritus impuros germina el odio, y ellos son los que suscitan vuestras enemistades y disensiones».
«No, pues comprenden que el odio era estúpido y la causa pueril. Sólo los espíritus imperfectos conservan una especie de animosidad, hasta que se han purificado. Si únicamente los ha enemistado el interés material, no piensan en él por poco desmaterializados que estén. Si no existe antipatía entre ellos, concluido el motivo de separación, pueden volverse a ver hasta con placer».
Lo mismo que dos condiscípulos que, llegados a la edad de la razón, reconocen la puerilidad de las disidencias de la infancia, y cesan de tenerse mala voluntad.
294. El recuerdo de las malas acciones que dos hombres se hayan hecho, ¿es obstáculo a su simpatía?
«Sí, y los induce a alejarse».
«Si son buenos, perdonan según vuestro arrepentimiento, y si son malos, pueden guardar resentimiento y a veces hasta perseguiros en otra existencia. Dios puede permitirlo por via de castigo».
«No, porque no pueden engañarse; no conservan la máscara con que se ocultan los hipócritas, y por esto sus afectos, cuando son puros, son inalterables. El amor que les une es para ellos origen de suprema dicha».
«Sin duda que sí, estando fundado en una verdadera simpatía; pero si las causas físicas tienen mayor parte que la simpatía, cesa aquél con la causa. Los afectos entre los espíritus son más sólidos y duraderos que en la tierra; porque no están subordinados al capricho de los intereses materiales y del amor propio».
«No; no existe unión particular y fatal entre dos almas. Existe unión entre todos los espíritus; pero en grados diferentes según el lugar que ocupan, es decir, según la perfección que han adquirido. Mientras más perfectos son, más unidos están. De la discordia nacen los humanos males; de la concordia la dicha completa».
«La expresión es inexacta, pues si un espíritu fuese mitad de otro, separado de éste, sería incompleto».
«Todos los espíritus están unidos entre si: hablo de los que han llegado a la perfección. En las esferas inferiores, cuando un espíritu se eleva, no tieñe la misma simpatía hacia los que ha dejado».
«La simpatía que atrae un espíritu a otro es resultado de la perfecta concordancia de sus inclinaciones, de sus instintos. Si el uno completase al otro perdería su individualidad».
302. La identidad necesaria a la simpatía perfecta, ¿consiste sólo en la semejanza de pensamientos y sentimientos, o también en la uniformidad de conocimientos adquiridos?
«En la igualdad de grados de elevación».
«Sí, todos lo serán. Así el espíritu qúe se encuentra hoy en tal esfera inferior, perfeccionándose, llegará a la esfera donde reside tal otro. Su encuentro se verificará más pronto, si el espíritu más elevado, soportando mal las pruebas a que se ha sometido, permanece en el mismo estado».
-¿Dos espíritus simpáticos pueden dejar de serlo? «Sin duda, si es perezoso el uno».
La teoria de las mitades eternas es una figura que representa la unión de dos espíritus simpáticos; es una expresión que hasta en lenguaje vulgar se usa y que no debe tomarse literalmente. Los espíritus que la han empleado ciertamente no pertenecen al orden más elevado; la esfera de sus ideas es necesariamente limitada, y acaso han expuesto su pensamiento en los mismos términos de que se hubieran valido durante la vida corporal. Es preciso, pues, rechazar la idea de que dosespíritu s creados el uno para el otro, deben reunirse fatalmente algún día en la eternidad, después de haber estado separados durante un espacio de tiempo más o menos largo.
RECUERDO DE LA EXISTENCIA CORPORAL
«Sí; es decir, que habiendo vivido muchas veces Como hombre, recuerda lo que ha sido, y a fe que a veces se ríe con lástima de si mismo».
Como el hombre que, llegado a la edad de la razón, se rie de las locuras de su juventud, o de las puerilidades de su infancia.
305. El recuerdo de la existencia corporal, ¿se presenta al espíritu, después de la muerte, de un modo completo e inesperado?
«No, le aparece poco a poco, como algo que sale de entre brumas, y a medida que fija la atención».
«Recuerda las cosas en proporción a las consecuencias que producen a su estado de espíritu; pero comprenderás que hay circunstancias de su vida a las que no da importancia alguna, y de las cuales ni siquiera procura acordarse».
-¿Podría acordarse, si quisiese?
«Puede recordar los pormenores más minuciosos, ya de los acontecimientos, ya de sus pensamientos; pero cuando no traen utilidad, no lo hace».
-¿Entrevé el objeto de la vida terrestre con relación a la futura?
«Ciertamente que lo ve y lo comprende mucho mejor que durante la vida del cuerpo; comprende la necesidad de purificarse para llegar al infinito, y sabe que en cada existencia se libra de algunas impurezas».
«Lo uno y lo otro sucede, pues todos los actos, cuyo recuerdo le interesa, los tiene como delante, y los otros permanecen más o menos en la vaguedad del pensamiento, o completamente olvidados. Mientras más desmaterializado está el espíritu, menos importancia atribuye a las cosas materiales. A menudo evoca espíritus errantes, que acaban de dejar la tierra y que no recuerdan los nombres de las personas que amaban, ni muchos pormenores que a ti te parecen importantes. Poco se cuidan ellos de eso y lo olvidan. De lo que se acuerdan perfectamente es de los hechos principales que les ayudan a mejorarse».
«Todo su pasado se descorre ante él como las etapas que ha transcurrido el viajero; pero, lo hemos dicho ya, no recuerda de un modo absoluto todos los actos, sino en proporción de la influencia que tienen en su situación presente. Respecto a las primeras existencias, las que pueden considerarse como la infancia del espíritu, se pierden en la vaguedad y desaparecen en la oscuridad del olvido».
309. ¿Cómo considera el espíritu el cuerpo que acaba de dejar?
«Como un vestido malo que le molestaba, y de cuyo desprendimiento se considera feliz».
-¿Qué sentimiento le despierta él espectáculo de su cuerpo descomponiéndose?
«Casi siempre indiferencia como una cosa en que no se fija».
310. Al cabo de cierto tiempo, ¿reconoce el espíritu los huesos u otros objetos que le han pertenecido?
«A veces, lo que depende del punto de vista más o menos elevado desde donde considera las cosas terrestres».
311. El respeto que tiene a las cosas materiales que quedan del espíritu, ¿llama su atención acerca de ellas, y ve con gusto semejante respeto?
«Siempre se considera feliz el espíritu de que se acuerden de él. Las cosas que de él se conservan le recuerdan a vuestra memoria: pero el pensamiento es quien le atrae a vosotros, y no aquellos objetos».
312. ¿Conservan los espíritus el recuerdo de los sufrimientos que han experimentado durante su última existencia corporal?
«A menudo se conserva, y ese recuerdo les hace apreciar mejor la felicidad dé que pueden disfrutar como espíritus».
«Sólo los espíritus inferiores pueden echar de menos alegriás que simpatizan con la impureza de su naturaleza, y que expían con sus sufrimientos. Para los espíritus elevados es mil veces preferible la dicha eterna a los efímeros placeres de la tierra».
Como el hombre adulto que desprecia lo que encontraba delicioso en su infancia.
314. El que con un fin útil ha empezado grandes trabajos que ha visto interrumpidos por la muerte, ¿siente en el otro mundo no haberlos concluido?
«No, porque ve que otros están destinados a terminarlos, y procura, por el contrario, influir en otros espíritus humanos para que los continúe. Su objeto en la tierra era el bien de la humanidad y el mismo es en el inundo de los espíritus».
315. El que ha dejado obras de arte o de literatura, ¿les profesa el mismo amor que durante la vida?
«Según su elevación, las juzga bajo otro punto de vista, y censura muy a menudo lo que antes más admiraba».
«Depende de su elevación o de la misión de que pueda estar encargado. Lo que os parece magnifico es con frecuencia insignificante para ciertos espíritus, y lo admiran como el sabio la obra del estudiante. Examina aquello que prueba la elevación de los espíritus encarnados y su progreso».
«Siempre repetiremos el mismo principio: para los espíritus elevados la patria es el universo; en la tierra lo es el lugar donde hay más personas que les son simpáticas».
La situación de los espíritus y su modo de apreciar las cosas varia hasta lo Infinito, en proporción al grado de su desarrollo moral e intelectual. Los espíritus de orden elevado se detienen por poco tiempo en la tierra. Todo lo que en ella se hace es tan mezquino, en compara clón de la magnificencia de lo infinito, y son tan pueriles a sus ojos las cosas a que los hombres dan la mayor importancia, que pocos atractivos encuentran, a menos que no sean llamádos con la mira de que cooperen al progreso de la humanidad. Los espíritus de orden intermedio vienen a la tierra con más frecuencia, aunque consideran las cosas desde más elevado punto de vista que durante la vida. Los espíritus vulgares son en cierto modo sedentarios en ella y constituyen la masa de la población ambiente del mundo invisible. Conservan a corta diferencia las mismas ideas, los mismos gustos y las mismas inclinaciones que tenían balo su envoltura corporal; toman parte en nuestras reuniones, en nuestros asuntos y en nuestras diversiones las cuales intervienen más o menos activamente, según su carácter. No pudiendo satisfacer sus pasiones, gozan con aquellós que a ellas se entregan, y las excitan. Entre estos tales, los hay más graves que miran y observan para instruirse y perfeccionarse.
«Mucho, pues experimenta grandes modificaciones, a medida que elespíritu se desmaterializa. Puede a veces conservar por largo tiempo las mismas ideas; pero la influencia de la materia disminuye poco a poco, y ve las cosas más claramente. Entonces es cuando busca el medio de mejorarse».
«No pasa de ser efecto del primer momento y de la turbación subsiguiente al despertamiento. Mas luego se reconoce perfectamente, a medida que se le presenta el recuerdo del pasado y se borra la impresión de la vida terrestre». (163 y siguientes.)
CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS. FUNERALES
320. ¿Son sensibles los espíritus al recuerdo de aquellos a quienes amarón en la tierra?«Mucho más de lo que vosotros podéis creer. Ese recuerdo aumenta su felicidad, si son felices, y les sirve de alivio, si son desgraciados».
«Los espíritus acuden al llamamiento del pensamiento lo mismo aquel día que los otros».
-Semejante día, ¿es para ellos una cita en sus sepulcros?
«Son más numerosos aquel día, porque son más las personas que los llaman; pero cada uno de ellos acude por sus amigos únicamente, y no por la multitud de indiferentes».
-¿Bajo qué forma acuden y cómo se les vería, si pudiesen hacerse visibles?
«Bajo aquélla con que se les conoció durante toda la vida».
«¿Qué les importa la tierra? Sólo por el Corazón se relacionan con ella. Si no existe amor, nada hay en aquélla que traiga a los espíritus. Todo el universo les pertenece».
323. La visita a la tumba, ¿causa más satisfacción al espíritu que la oración hecha en casa?
«La visita a la tumba es un modo de manifestar que se piensa en el espíritu ausente; es una imagen. Ya os he dicho que lo que santifica el recuerdo es la oración, y si ésta se hace de corazón, poco importa el lugar».
«Muchos, cuando pueden, acuden; pero son menos sensibles al honor que al recuerdo que se les tributa».
«Afecto del espíritu por ciertos lugares; inferioridad moral. ¿Qué importa este o aquel rincón de tierra al espíritu elevado? ¿No sabe que su alma se unirá a los que ama, aun-que fuesen desparramados sus huesos?»
-La reunión de los restos mortales de todos los miembros de una misma familia, ¿debe considerarse como cosa fútil?
«No; es un uso piadoso y un testimonio de simpatía hacia aquellos a quienes se ha amado, y si semejante reunión importa poco a los espíntus, es útil a los hombres, pues los recuerdos están más acumulados».
«Cuando el espíritu ha llegado ya a cierto grado de perfección no tiene vanidad terrestre, y comprende la futileza de todas esas cosas; pero ten entendido que con frecuencia hay espíritus que, en el primer momento de su muerte material, experimentan sumo placer con los honores que se les tributan, o enojo por el descuido de su envoltura; porque conservan aún algunas de las preocupaciones de la tierra».
327. ¿Asiste el espíritu a su entierro?
«Con mucha frecuencia; pero a veces no se da cuenta de lo que ocurre, si se encuentra aún en la turbación».
-¿Se envanece de los asistentes a su entierro?
«Más o menos según el sentimiento con que concurren aquéllos».
«Casi siempre. Dios lo quiere por su propia instrucción y castigo de los culpables, pues entonces juzga lo que valen sus protestas. Para él todos los sentimientos están patentes, y el desengaño que experimentan, viendo la rapacidad de los que se reparten sus ahorros, le ilustra sobre los sentimientos de éstos; pero ya les llegará su hora».
«Es su consecuencia natural, pues a no ser así, ese respeto carecerá de objeto».
CAPÍTULO VII - REGRESO A LA VIDA CORPORAL
PRELUDIOS DEL REGRESO
330. ¿Los espíritus conocen la época en que se reencarnarán?«La presienten, como el ciego siente el fuego a que se aproxima. Saben que han de volver a tomar cuerpo, como sabéis vosotros que habéis de morir un dia, sin saber cuándo sucederá». (166)
-¿Es, pues, la reencarnación una necesidad de la vida espiritista, como la muerte lo es de la vidá corporal?
«Justamente es así».
331. ¿Todos los espíritus se ocupan de su reencarnación?
«Los hay que ni siquiera piensan en ella, ni la comprenden, lo que depende de su naturaleza más o menos adelantada. Para algunos es un castigo la incertidumbre en que están de su porvenir».
«Puede apresurarlo, solicitándolo con sus oraciones y puede también retardarlo, si retrocede ante la prueba; porque entre los espíritus los hay cobardes e indiferentes; pero no lo hace impunemente, pues sufre en consecuencia, como el que retrocede ante un remedio saludable que puede curarle».
333. Si un espíritu se considerase bastante feliz en una condición mediana entre los espíritus errantes, y si no ambicionase elevarse más, ¿podría prolongar indefinidamente semejante estado?
«Indefinidamente no, pues el progreso es una necesidad que tarde o temprano experimenta el espíritu. Todos deben ascender; este es su destino».
334. La unión del alma a tal o cual cuerpo, ¿está predestinada, o sólo en el último instante se hace la elección?
«El espíritu está destinado con antelación. Escogiendo la prueba que quiere sufrir, el espíritu solicita encarnarse, y Dios, que lo sabe y ve todo, ha sabido anticipadamente que tal alma se unirá a tal cuerpo».
«Puede elegir también el cuerpo; porque las imperfecciones de éste son pruebas que favorecen su progreso, si vence los obstáculos que en él encuentra; pero no siempre depende de él la elección. Puede pedirla».
-¿Podría desistir el espíritu, en el último momento de entrar en el cuerpo elegido por él?
«Si desistiese sufriría por ello mucho más que aquel que ninguna prueba hubiese intentado».
«D¡os proveería entonces. Cuando el niño ha de nacer viable. está siempre predestinado a tener un alma, pues nada ha sido creado sin propósito».
«Puede ser impuesta lo mismo que las otras pruebas, so bre todo, cuando el espíritu no es apto aún para elegir con conocimiento de causa. Por vía de expiación, el espíritu puede ser obligado a unirse al cuerpo de un niño que, por su nacimiento y la posición que ocupará en el mundo, podrá ser objeto de castigo».
338. Si aconteciese que muchos espíritus se presentasen para el mismo cuerpo que ha de nacer, ¿qué decidirían entre ellos?
«Muchos pueden pedirlo, y Dios juzga en semejante caso el que es más capaz de cumplir la misión a que está destinado el niño; pero, te digo, que el espíritu está designado antes del momento de unirse al cuerpo».
339. ¿Acompaña al momento de la encarnación una turbación semejante a la que tiene lugar a la salida del cuerpo?
«Mucho mayor y sobre todo más prolongada. Al morir el espíritu sale de la esclavitud, al nacer entra en ella».
«Viene a ser como un viajero que se embarca para una travesía peligrosa, y que ignora si hallará la muerte en medio de las olas que desafía».
El viajero que se embarca sabe a qué peligros se expone; pero ignora si naufragará. Así sucede al espíritu, conoce la clase de pruebas a que se somete; pero ignora si sucumbirá.
Del mismo modo que la muerte del cuerpo es una especie de renacimiento para el espíritu, la reencarnación es para éste una especie de muerte, o mejor de destierro o clausura. Abandona el mundo de los espíritus por el corporal, como el hombre abandona el mundo corporal por el de los espíritus. El espíritu sabe que se reencarnará, como el hombre que morirá; pero como este último, aquél no tiene conciencia de ello hasta el postrer instante, cuando llega el tiempo deseado. Entonces, en aquel momento supremo, se apodera de él la turbación como del hombre que agoníza, turbación que dura hasta que la nueva existencia está completamente formada. Los preludios de la reencarnación son una especie de agonía para el espíritu.
341. La incertidumbre del espíritu sobre la eventualidad del éxito de las pruebas que va a sufrir en la vida, ¿es causa de ansiedad antes de la encarnación?
«Ansiedad muy grande, puesto que las pruebas de la existencia no adelantarán o retardarán, según las soporte bien o mal».
342. En el momento de la reencarnación, ¿está acompañado el espíritu de otros espíritus amigos que asisten a su partida del mundo espiritista, como salen a su encuentro cuando regresa?
«Depende de la esfera en que habita el espíritu. Si se encuentra en la esfera donde reina el afecto, los espíritus que le aman le acompañan hasta el último momento, le animan y a veces hasta le siguen en la vida».
«A menudo son ellos que vienen a visitarnos como vosotros, vais a ver al prisionero».
UNIÓN DEL ALMA Y DEL CUERPO. ABORTO
«La unión empieza en la concepción; pero no es completa hasta el momento del nacimiento. Desde el instante de la concepción, el espíritu designado para habitar en un cuerpo determinado se une a él por un lazo fluídico, que se va estrechando poco a poco, hasta que el niño sale a luz. El grito que lanza entonces anuncia que pertenece al número de los vivientes y servidores de Dios».
«La unión es definitiva en el sentido de que otro espíricu no podría reemplazar al designado para aquel cuerpo; pero, como los lazos que a él le unen son muy débiles, fácilmente se rompen y pueden serlo por la voluntad del espíritu que retrocede ante la prueba que ha elegido; pero entonces no vive el niño».
346. ¿Qué sucede al espíritu, si el cuerpo que ha escogido muere antes de nacer?
«Escoge otro».
-¿Qué utilidad pueden tener esas muertes prematuras?
«Las imperfecciones de la materia son las más frecuentes causas de semejantes muertes».
«El ser no tiene conciencia bastante desarrollada de su existencia; la importancia de la muerte es casi nula, y como hemos dicho, es con frecuencia una prueba. para los padres».
348. ¿Sabe anticipadamente el espíritu que el cuerpo elegido no tiene probabilidades de vida?
«Lo sabe a veces; pero si por este motivo lo escoge, retrocede ante la prueba».
«No siempre inmediatamente, pues el espíritu necesita tiempo para escoger de nuevo, a menos que la reencarnación instantánea no provenga de una determinación anterior».
«¿Quieres decir si se queja como hombre de su vida? ¿Si la cambiaría por otra? Si ¿Quieres decir si siente la elección que ha hecho? No, puesto que ignora que la haya elegido. Encarnado el espíritu, no puede sentir una elección de la que no tiene conciencia; pero puede encontrar muy pesada la carga, y si la cree superior a sus fuerzas, entonces acude al suicidio».
«Más o menos según la época; porque no está aún encarnado, sino ligado. Desde el momento de la concepción, la turbación empieza a apoderarse del espíritu, advirtiéndo sele de este modo que ha llegado el momento de tomar una nueva existencia. La turbación va aumentando hasta el nacimiento, y en este intervalo su estado es poco más o menos el de un espíritu encarnado, durante el sueño del cuerpo. A medida que se aproxima el acto del nacimiento, bórranse sus ideas y el recuerdo del pasado, del cual cesa, como hombre, de tener conciencia así que entra en la vida; pero este re-cuerdo lo recobra poco a poco en su estado de espíritu».
«No, se desarrolla gradualmente con los órganos. Se trata de una nueva existencia y es preciso que aprenda a servirse de sus instrumentos. Las ideas le acuden poco a poco, como sucede al hombre que se despierta y que se encuentra en distinta posición de la que tenía antes de dormirse».
«El espíritu que debe animarlo existe en cierto modo fuera de él y propiamente hablando, no tiene, pues, un alma, puesto que la encarnación está sólo en vías de operarse; pero está ligado a la que ha de escoger».
«Es la vida de la planta que vegeta. El niño vive la vida animal. El hombre reúne en si la vida animal y la vegetal que completa, al nacer, con la espiritual».
355. ¿Existen, según indica la ciencia, ninos que, desde el seno de la madre, no han nacido viables? ¿Con qué objeto sucede así?
«Sucede a menudo, y Dios lo permite como prueba, ya para los padres, ya para el espíritu destinado a aquel cuerpo».
356. ¿Hay niños que nacen muertos y que no han sido destinados a la encarnación de ningún espíritu?
«Sí, los hay que nunca han tenido un espíritu destinado para su cuerpo, pues nada debía realizarse respecto de ellos. Semejante niño viene únicamente para expiación de sus padres».
-Un ser de esta naturaleza, ¿puede llegar al tiempo normal?
«A veces si pero entonces no vive».
-Todo niño que sobrevive, pues, al nacimiento, ¿tiene necesidad de un espíritu encarnado?
«¿Qué sería si no lo tuviese? No sería un ser humano».
357. ¿Qué consecuencias tiene el aborto para el espíritu?
«Es una existencia nula que debe volverse a empezar».
«Desde el momento que violáis la ley de Dios, existe crimen. La madre u otro cualquiera que sea, comete siempre un crimen, quitando la vida al niño antes del nacimiento; porque impide al alma soportar las pruebas, cuyo instrumento había de ser el cuerpo».
359. En el caso de que corriese peligro la vida de la madre a consecuencia del nacimiento del niño, ¿es un crimen sacrificar a éste para salvar a aquélla?
«Es preferible sacrificar al ser que no existe que no al que existe».
«En todo ved la voluntad de Dios y su obra, y no tratéis, pues, con ligereza cosas que debéis respetar. ¿Por qué no se han de respetar las obras de la creación, incompletas a veces por voluntad del Creador? Esto entra en sus designios, y a juzgar de ellos no está llamado nadie».
FACULTADES MORALES E INTELECTUALES DEL HOMBRE
«Son las del espíritu que en él está encarnado. Mientras más puro es, más dado al bien es el hombre».
-¿Parece que resulta de esto que el hombre de bien es la encarnación de un espíritu bueno, y la de uno malo el hombre vicioso?
«Sí; pero di mejor un espíritu imperfecto, pues de otro modo podría creerse en espíritus que son siempre malos, a los que vosotros llamáis demonios».
362. ¿Cuál es el carácter de los individuos en los cuales se encarnan los espíritus duendes ligeros?
«Atolondrados, traviesos y a veces malhechores».
363. ¿Los espíritus tienen otras pasiones además de las de la humanidad?
«No, pues de otro modo os las hubieran comunicado».
364. ¿Es uno mismo el espíritu que da al hombre las cualidades morales y las intelectuales?
«Ciertamente es el mismo, y las da en proporción al grado a donde ha llegado. El hombre no tiene dos espíritus».
«Depende de que el espíritu encarnado no es bastante puro, y el hombre cede a la influencia de otros espíritus más malos aún. El espíritu progresa ascendiendo insensiblemente; pero el progreso no tiene lugar simultáneamente en todos sentidos, y en un período puede adelantar científicamente, y en otro moralmente».
«Reflexionando, se comprende que es absurda. El espíritu debe tener todas las aptitudes, y para poder progresar, le es precisa una voluntad única. Si el hombre fuese una amalgama de espíritus, aquella voluntad no existiría, y no tendría individualidad; porque a su muerte, los espíritus componentes vendrían a ser como un vuelo de pájaros escapados de la jaula. A menudo se queja el hombre de comprender ciertas cosas, y es curioso el ver cómo multiplica las dificultades, cuando tiene a mano una explicación completamente sencilla y natural. También se toma aquí el efecto por la causa, y se hace con el hombre lo que los paganos con Dios. Creían en tantos dioses cuantos fenómenos hay en el universo: pero entre ellos las gentes sensatas no veían en tales fenómenos más que efectos, cuya causa única era un solo Dios».
El mundo fisico y el mundo moral nos ofrecen, bajo este aspecto, numerosos puntos de comparación. Mientras los hombres se han fijado en la apariencia de los fenómenos, se ha creído en la existencia múltiple de la materia; pero hoy se comprende que esos tan variados fenómenos pueden ser muy bien modificaciones únicamente de una sola materia elemental. Las diversas facultades son manifestaciones de una misma causa que es el alma, o espíritu encarnado, y no de muchas almas, como los diferentes sonidos del órgano son producto de una misma especie de aíre, y no de tantas cuantos son los sonidos. Resultaría de este sistema que, cuando el hombre pierde o adquiere ciertas aptitudes e inclinaciones, provendría de la venida o marcha de otros tantos espíritus, lo que haria del hombre un ser múltiple sin individualidad e irresponsable, por lo tanto. Lo contradicen, por otra parte, los numerosos ejemplos de manifestaciones por las cuales prueban los espíritus su personalidad e identidad.
INFLUENCIA DEL ORGANISMO
«La materia no es más que la envoltura del espíritu, como el vestido lo es del cuerpo. El espíritu, uniéndose al cuerpo, conserva los atributos de la naturaleza espiritual».
«La existencia de las facultades depende de los órganos que le sirven de instrumento, y están debilitadas por la rudeza de la materia».
-Según esto, la envoltura material, ¿es un obstáculo a la libre manifestación de las facultades del espíritu, como un vidrio opaco se opone a la libre emisión de la luz?
«Sí, muy opaco».
Puede compararse también la acción de la materia grosera del cuerpo sobre el espíritu, a la de un agua cenagosa que priva de libertad en los movimientos al cuerpo, que en ella está sumergido.
«Los órganos son los instrumentos de manifestación de las facultades del alma, y la manifestación está subordinada al desarrollo y al grado de perfección de los mismos órganos, como la excelencia de un trabajo, a la de la herramienta».
«No confundáis el efecto con la causa. El espíritu tiene siempre las facultades que le son propias, y no son los órganos los que producen las facultades, sino que éstas determinan el desarrollo de los órganos».
-Según esto, ¿la diversidad de aptitudes en el hombre depende únicamente del estado del espíritu?
«Únicamente no es del todo exacto. Las cualidades del espíritu que puede ser más o menos adelantado, constituyen el principio; pero es preciso tener en cuenta la influencia de la materia, que dificulta el ejercicio de las facultades».
IDIOTISMO, LOCURA
«No, tienen un alma humana, con frecuencia más inteligente de lo que creéis, y que sufre por la insuficiencia de los medios que tiene para comunicarse, como sufre el mudo: porque no puede hablar».
«Los espíritus que viven en los cuerpos de los idiotas sufren un castigo. Estos espíritus padecen a consecuencia de la contrariedad que experimentan, y por su impotencia en manifestarse por medio de órganos no desarrollados e imperfectos».
-¿No es, pues, exacto decir que los órganos no influyen en las facultades?
«Jamás hemos dicho que los órganos no influyen; influyen, y mucho, en la manifestación de las facultades: pero no las originan. He aquí la diferencia. Un buen músico con un instrumento malo no ejecutará bien, lo cual, sin embargo, no le privará de ser un buen músico».
«Es una expiación impuesta al abuso que hayan podido hacer de ciertas facultades; es un tiempo de espera».
-Así, pues, el cuerpo de un idiota, ¿puede contener un espíritu que haya animado a un hombre de genio, en una existencia precedente?
«Sí, el genio se convierte a veces en calamidad. cuando de él se abusa».
La superioridad moral no siempre está en proporción de la intelectual, y los más grandes genios pueden tener mucho que expiar. De aquí procede a menudo que tengan que sobrellevar una existencia Inferior a la que ya han vivido, y también la causa de sus sufrimientos. Las trabas que encuentra el espíritu para sus manifestaciones son como cadenas, que dificultan los movimientos al hombre vigoroso. Puede decirse que el cretino y el idiota están lisiados del cerebro, como el cojo de las piernas y el ciego de los ojos.
374. ¿El idiota tiene en estado de espíritu conciencia de su estado mental?
«Sí, muy a menudo. Comprende que las cadenas que dificultan su vuelo son una prueba y una expiación».
«El espíritu en estado de libertad, recibe directamente sus impresiones y directamente ejerce su acción en la materia; pero encarnado se encuentra en condiciones muy diferentes, y en la necesidad de hacerlo siempre con la ayuda de los órganos especiales. Si una parte o el conjunto de esos órganos está alterado, su acción o sus impresiones, respecto de aquellos órganos, están interrumpidas. Si pierde los ojos, se queda ciego, si el oído, sordo, etcétera. Imagina ahora que el órgano que preside los efectos de la inteligencia y de la voluittad está parcial o completamente atacado o modificado, y te será fácil el comprender que, no teniendo a su disposición el espíritu más órganos incompletos o desnaturalizados, debe resultar una perturbación de la que el espíritu por si mismo, y en su fuero interno, tiene conciencia perfecta; pero cuyo curso no puede por si mismo detener».
-Entonces el que está desorganizado, ¿es siempre el cuerpo y no el espíritu?
«Sí; pero es preciso no perder de vista que, del mismo modo que el espíritu obra en la materia, ésta reacciona sobre aquél hasta cierto punto, y que el espíritu puede encontrarse impresionado momentáneamente por la alteración de los órganos por cuyo medio se manifiesta y recibe sus impresiones. Puede suceder que a la larga, cuando ha durado mucho la locura, la repetición de 198 mismos actos concluya por tener en el espíritu una influencia, de la que no se libra hasta su completa separación de toda impresión material».
«El espíritu sufre por la violencia que experimenta y por su impotencia para manifestarse libremente, y por esta razón busca en la muerte un medio de romper sus ligaduras».
«Puede resentirse algún tiempo después de la muerte, hasta que esté completamente desprendido de la materia, como el hombre que se despierta se resiente algún tiempo de la turbación en que le tenía el sueño».
«Es un recuerdo. Un peso gravita sobre el espíritu, y como no ha tenido inteligencia de todo lo ocurrido durante su locura, le es preciso siempre cierto tiempo para ponerse al corriente. Por esto, mientras más ha durado la locura, durante la vida, más dura la molestia, la violencia después de la muerte. El espíritu desprendido del cuerpo, se resiente algún tiempo de la impresión de sus ataduras».
DE LA INFANCIA
«Puede estarlo más, si más ha progresado, y sólo la imperfección de los órganos le impide manifestarse. Obra en proporción al instrumento con cuya ayuda puede producirse».
«Cuando es niño; natural es que, no estando desarrollados los órganos de la inteligencia, no puedan darle toda la intuición de un adulto, y tiene, en efecto, la inteligencia muy limitada, ínterin la razón es madurada por la edad. La turbación que acompaña a la encarnación, no cesa súbitamente en el acto del nacimiento y sólo gradualmente se disipa el desarrollo de los órganos».
Una observación viene en apoyo de esta respuesta, y es la de que los sueños de un niño no tienen el carácter de los de un adulto. Su objeto es casi siempre pueril, indicio de la naturaleza de las preocupaciones del espíritu.
«Debe ser así, puesto que está desprendido de su envoltura corporal. No recobra sin embargo, su lucidez primitiva, hasta que la separación es completa, es decir cuando ya no existe lazo alguno entre el espíritu y el cuerpo».
«No; este estado es una necesidad, es natural y conforme con las miras de la Providencia. Es un tiempo de descanso para el espíritu».
«Encarnándose el espíritu con la mira de perfeccionarse, es más accesible, durante aquel tiempo, a las impresiones que recibe y que pueden favorecer su progreso, al que deben contribuir los que están encargados de su educación».
«Para excitar el interés de la madre y provocar los cuidados que le son necesarios. ¿No comprendes que, si sólo gritase de alegría, nadie se inqúietaría por lo que necesita, cuando no sabe hablar aún? Admirad, pues, en todo la sabiduría de la Providencia».
«Es el espíritu que recupera su naturaleza y se muestra como era.
»Vosotros no sabéis el secreto que en su inocencia ocultan los niños; no sabéis lo que son, lo que han sido, lo que serán, y los amáis sin embargo, los queréis como si fuesen parte de vosotros mismos, de modo que el amor de una madre hacia sus hijos se reputa como el mayor que puede un ser sentir por otro ser. ¿De dónde procede tan dulce afecto, esa tierna benevolencia que hasta los mismos extraños experimentan respecto del niño? ¿Lo sabéis? No. Yo voy a explicároslo.
»Los niños son seres que Dios envía a nuevas existencias, y para que no puedan acusarle de severidad demasiado grande, les concede todas las apariencias de la inocencia. Hasta en un niño de mala índole, se cubren sus maldades con la inocencia de sus actos. Semejante inocencia no es una superioridad real sobre lo que era antes, no; es la imagen de lo que debiera ser, y si no lo son, sobre ellos únicamente recae la culpa.
»Pero no solamente por ellos les da Dios este aspecto, dáselo también, y sobre todo, por sus padres, cuyo amor es necesario a la debilidad de aquéllos, amor que se amenguaría notablemente a la vista de un carácter áspero y acerbo, al paso que, creyendo a sus hijos buenos y afables, les profesan todo su afecto y les rodean de los más exquisitos cuidados.
»Pero cuando los hijos no han menester ya de esta protección, de esta asistencia que se les ha otorgado, durante quince o veinte años, aparece su carácter real e individual en toda su desnudez, y continúa siendo bueno, si esencialmente era bueno; pero se matiza siempre de los colores que estaban ocultos por la primera infancia.
»Ya veis que las miras de Dios son siempre las mejores. y que cuando se tiene un corazón puro, la explicación es fácil de concebir.
»Figuraos, en efecto, que el espíritu de los niños que nacen entre vosotros, puede venir de un mundo donde ha tomado hábitos diferentes, ¿cómo queréis que existiese en medio de vosotros ese nuevo ser, que viene con pasiones esencialmente distintas de las que tenéis vosotros, con inclinaciones y gustos enteramente opuestos a los vuestros, cómo queréis que se uniese a vuestras filas de otro modo que como Dios lo ha querido, es decir, por el tamiz de la infancia? En ella se confunden todos los pensamientos, todos los caracteres y las variedades de seres engendrados por esa multitud de mundos en los que crecen las criaturas. Y vosotros mismos, al morir, os encontráis en una especie de infancia en medio de nuevos hermanos, y en vuestra nueva existencia no terrestre, ignoráis los hábitos, las costumbres y las reladones de ese mundo nuevo para vosotros, y hablaríais con dificultad una lengua que no estáis acostumbrados a hablar, lengua más viva aún que vuestro pensamiento actual. (319).
»La infancia tiene otra utilidad. Sólo entran los espíritus en la vida corporal para perfeccionarse, para mejorarse, y la debilidad de la edad primera les hace flexibles, accesibles a los consejos la experiencia y de los que deben hacerles progresar. Entonces es cuando puede reformarse su carácter y reprimir sus malas inclinaciones, y esta es la misión que Dios ha confiado a los padres, misión sagrada de la que habrán de rendir cuentas.
»Así es como la infancia es no sólo útil, necesaria e indispensable, sino que también consecuencia natural de las leyes que Dios ha establecido y que rigen el universo».
SIMPATÍAS Y ANTIPATÍAS TERRESTRES
«Reconocerse, no, pero sentirse at?aídos el uno al otro, si y a menudo las relaciones íntimas, fundadas en un afecto sincero, no reconocen otra causa. Dos seres son aproximados por circunstancias fortuitas en apariencia; pero que se deben a la atracción de dos espíritus que se buscan por entre la multitud».
-¿No les sería más agradable reconocerse?
«No siempre. El recuerdo de las existencias pasadas tendría inconvenientes más grandes de lo que creéis. Después de la muerte se reconocerán y sabrán el tiempo que han pasado juntos». (392.)
«No. Dos espíritus que se comprenden se buscan naturalmente, sin que como hombres se hayan conocido».
«Existen entre los seres pensadores lazos que vosotros no conocéis aún. El magnetismo es la brújula de esta ciencia que comprenderéis mejor más tarde».
389. ¿De dónde procede la repulsión instintiva que sen-timos por ciertas personas a primera vista?
«Espíritus antipáticos que se comprenden y reconocen sin hablarse».
«Dos espíritus no son necesariamente malos; porque no sean simpáticos. La antipatía puede resultar de falta de semejanza en el pensamiento; pero a medida que los espíritus se elevan, se borran las diferencias y desaparece la antipatía».
«En la una y en la otra; pero las causas y los efectos son diferentes. Un espíritu malo siente antipatía hacia cualquiera que puede juzgarle y descubrirle. Al ver por vez primera una persona, sabe que va a ser contrariado por ella, su desapego se trueca en odio, en celos y le inspira deseos de hacerle mal. El espíritu bueno siente repulsión hacia el malo; porque sabe que no será comprendido y que no participa de los mismos sentimientos. Por fuerte que sea su superioridad, no siente por el otro ni odio ni celos. Se contenta con esquivarlo y compadecerlo».
OLVIDO DEL PASADO
«El hombre no puede ni debe saberlo todo, y así lo quiere Dios en su sabiduría. A no ser por el velo que le oculta ciertas cosas, el hombre sería deslumbrado, como el que pasa sin transición de la oscuridad a la luz. Gracias al olvido del pasado, es más el mismo».
«En cada nueva existencia, el hombre tiene más inteligencia y puede distinguir mejor el bien del mal. ¿Dónde estaría el mérito, si recordase el pasado? Cuando el espíritu regresa a su vida primitiva (la espiritista», toda su vida pasada se descorre ante él; ve las faltas que ha cometido y que son causa de su sufrimiento, y lo que hubiera impe dido cometerlas; comprende que la posición que se le ha señalado es justa, e inquiere entonces la existencia que podría reparar la que acaba de transcurrir. Busca pruebas análogas a aquellas porque ya ha pasado o aquellas luchas que cree propicias a su progreso, y suplica a los espíritus superiores a él que le ayuden en la nueva tarea que emprende; porque sabe que el espíritu que le será dado como guía en la nueva existencia, procurará hacerle reparar sus faltas, proporcionándole una especie de intuición de las que ha cometido. Esta intuición es el pensamiento, el deseo criminal que con frecuencia os asalta y al cual os oponéis instintivamente, atribuyendo la mayor parte de las veces vuestra oposición a los principios que de vuestros padres habéis recibido, siendo así que es la voz de la conciencia que os habla, voz que es el recuerdo del pasado, y que os previene para que no volváis a caer en las faltas que ya habéis cometido. Ya en su nueva existencia el espíritu sufre, si sufre con resignación las pruebas y resiste a ellas, se eleva y asciende en la jerarquía de los espíritus, cuando vuelve a encontrarse entre ellos».
Si no tenemos, durante la vida corporal, un recuerdo exacto de lo que hemos sido y de¡ bien o mal que hemos hecho, en nuestras anteriores existencias, tenemos sí, la intuición, y nuestras tendencias instintivas son una reminiscencia de nuestro pasado, a las cuales nuestra conciencia, que es el deseo que hemos concebido de no cometer las mismas faltas, nos previene que resistamos.
«De dos modos diferentes debe responderse a esta pregunta. Hay mundos, entre esos de que tú hablas, cuyos habitantes tienen un recuerdo muy claro y exacto de sus existencias pasadas y como comprenderás, pueden y saben apreciar la dicha que Dios les permite saborear. Pero otros hay, cuyos habitantes, aunque colocados, como tú dices, en mejores condiciones que vosotros, no dejan de tener tan grandes incomodidades y hasta desgracias, y no aprecian su dicha por lo mismo que no recuerdan un estado más infeliz aún. Pero, si como hombres no la aprecian, la aprecian como espíritus».
¿No se ve en el olvido de las existencias pasadas, sobre todo cuando han sido penosas, algo de providencial donde se revela la divina sabiduría? En los mundos superiores, cuando el recuerdo de las existencias desgraciadas no pasa de ser un mal sueño, es donde se presentan a la memoria. ¿Acaso, en los mundos inferiores el recuerdo de las desgracias sufridas no aumentaría las actuales? Concluyamos, pues, de esto, que bien hecho está todo lo que Dios ha hecho, y que no nos incumbe el criticar sus obras y decir el modo cómo debiera haber arreglado el universo.
El recuerdo de nuestras anteriores individualidades traería graves inconvenientes, pues podria, en ciertos casos, humillarnos extraordinariamente, y en otros, exaltar nuestro orgullo y esclavizar por lo mismo nuestro libre albedrío. Para mejorarnos, nos ha dado Dios precisamente lo que nos es necesario y bastante: la voz de la conciencia y las tendencias instintivas, y nos priva de lo que podría perjudicarnos. Añada mos ademá que si conservásemos el recuerdo de nuestros actos personales anteriores, conservaríamos igualmente el de los actos de los otros, conocimiento que podría originar las más desagradables consecuencias en las relaciones sociales. No pudiendo gloriamos siempre de nuestro pasado, es una dicha muy a menudo el que sobre él se haya corrido un velo. Esto concuerda perfectamente con la doctrina de los espíritus sobre los mundos superiores al nuestro. En ellos donde el bien impera, nada penoso es el recuerdo del pasado, y por eso allí se recuerda la existencia precedente, como recordamos nosotros lo que hemos hecho el día anterior. En cuanto a la permanencia en los mundos inferiores, no pasa de ser el recordarla más que un mal sueño, según hemos dicho.
«No siempre. Muchos saben, sin embargo, lo que eran y lo que hacían, y si les fuera permitido decirlo públicamente, harían extrañas revelaciones acerca del pasado».
«A veces es real; pero a menudo es una ilusión contra la cual es preciso prevenirse; porque puede ser efecto de una imaginación sobreexcitada».
«Sí; pues a medida que el cuerpo es menos material se recuerda mejor. El recuerdo del pasado es más claro para los que habitan en mundos de orden superior».
«Indudablemente hasta cierto punto; pero es preciso tener en cuenta el mejoramiento que ha podido operarse en el espíritu, y las resoluciones que ha tomado en estado errante, pues la existencia actual puede ser mucho mejor que la precedente».
-¿Puede ser más mala, es decir, puede cometer el hombre en una existencia faltas que no ha cometido en la precedente?
«Depende de su adelanto. Si no sabe resistir las pruebas, puede ser arrastrado a nuevas faltas que son consecuencia de la posición que ha elegido; pero en general semejantes faltas acusan un estado antes estacionario que retrógrado; porque el espíritu puede adelantar o detenerse, pero no retroceder».
399. Siendo las vicisitudes de la vida corporal una expiación de las faltas pasadas y a la vez pruebas para el porvenir, ¿se deduce que de la naturaleza de las vicisitudes puede inducirse el género de la existencia anterior?
«Con mucha frecuencia, puesto que cada uno es castigado por donde ha pecado. Sin embargo, no debe admitirse el principio como regla absoluta. Las tendencias instintivas son un indicio más cierto; porque las pruebas que sufre el espíritu son tanto para el porvenir, como para el pasado».
Llegado el término que señaló la Providencia a la vida errante, el espíritu elige por si mismo las pruebas a que quiere someterse para apresurar su adelanto, es decir, el género de vida que cree que mejor le proporcionará los medios conducentes, pruebas que siempre guardan proporción con las faltas que debe expiar. Si triunfa de ellas, se eleva, si sucumbe, le toca volver a empezar.
El espíritu goza siempre de su libre albedrío, y en virtud de esta libertad elige en estado de espíritu las pruebas de la vida corporal, y en el de encarnación, delibera si hará o dejará de hacer, y escoge entre el bien y el mal. Negar al hombre el libre albedrío, equivaldría a reducirle a una máquina.
Vuelto a la vida corporal, el espíritu pierde momentáneamente el recuerdo de sus existencias anteriores, como si se las ocultase un velo. A veces tiene empero. una conciencia vaga, y hasta pueden serle reveladas en ciertas circunstancias; pero sólo por voluntad de los espíritus superiores que lo hacen espontáneamente, con un fin útil, y nunca para satisfacer vanas curiosidades.
En ningún caso pueden ser reveladas las existencias futuras; porque dependen del modo cómo se viva la éxistencía presente, y de la elección ulterior del espíritu.
El olvido de las faltas cometidas no es un obstáculo al mejoramiento del espíritu; porque, si no tiene un recuerdo exacto, el conocimiento que de ellas tenía en estado errante y el deseo que ha concebido de repararlas, le guían por medio de la intuición y le sugieren el pensamiento de resistir al mal. Este pensamiento es la voz de la conciencia, secundada por los espíritus que le asisten, sI escucha las buenas inspiraciones que le sugieren.
Si el hombre no conoce los mismos actos que realizó en sus anteriores existencias, puede saber siempre la clase de faltas de que se hizo culpable y cuál era su carácter dominante. Bástale estudiarse a si mismo, y puede juzgar de quien ha sido no por ser quien es, sino por sus tendencias.
Las vicisitudes de la vida corporal son a la vez una expiación de las faltas pasadas y pruebas para el porvenir. Nos purifican y nos elevan, si las sufrimos con resignación y sin quejarnos.
La naturaleza de las vicisitudes y de las pruebas que sufrimos puede ilustrarnos también acerca de lo que hemos sido y de lo que hemos hecho, como en la tierra juzgamos los actos del culpable por el castigo que le impone la ley. Asi, pues, tal será castigado en su orgullo por la humillación de una existencia subalterna; el mal rico y el avaro por la miseria, el que ha sido duro para con los otros por las durezas que sufrirá; el tirano, por la excíavitud; el hilo malo por la ingratitud de sus hijos; el perezoso, por el trabajo obligatorio, etcétera.
CAPÍTULO VIII — EMANCIPACIÓN DEL ALMA
EL DORMIR Y LOS SUEÑOS
400. ¿El espíritu encarnado vive gustoso en su envoltura corporal?
«Pregúntale al prisionero si goza entre cadenas. El espíritu encarnado aspira sin cesar a la libertad, y mientras más grosera es la envoltura, más desea líbrarse de ella».
«No, el espíritu nunca está inactivo. Durante el sueño, los lazos que le unen al cuerpo se aflojan, y no necesitándolo el cuerpo, recorre el espíritu el espacio y entra en relación más directa con los otros espíritus».
«Por medio de los sueños. Bien puedes creer que cuando reposa el cuerpo, el espíritu posee más facultades que en estado de vela. Tiene el recuerdo del pasado y a veces previsión del'porvenir; adquiere mayor poder y puede ponerse en comunicación con los otros espíritus, ya en este momento, ya en otros. Tú dices con frecuencia: He tenido un sueño estrambótico, horrible; pero inverosímil. Te equivocas, pues a menudo es recuerdo de lugares y cosas que has visto o presentimiento de lo que verás en otra existencia o en otra época. Entorpecido el cuerpo, el espíritu procura romper sus cadenas, inquiriendo el pasado o el porvenir.
»¡Pobres hombres, cuán poco conocéis hasta los más vilígares fenómenos de la vida! Creéis ser muy sabios, y las cosas más insignificantes os ponen en aprietos. A esta pregunta que os dirigen los niños: ¿Qué hacemos cuando dormimos? ¿Qué son los sueños? Os quedáis mudos.
»El sueño libra parcialmente al alma del cuerpo. Cuando uno duerme se encuentra por un momento en el mismo estado en que fijamente se halla después de la muerte. Los espíritus que con prontitud se separan de la materia en el acto de la muerte, han tenido sueños inteligentes. Cuando duermen se unen de nuevo a la sociedad de otros seres superiores a ellos; viajan, hablan y se instruyen con ellos, y hasta trabajan en obras que encuentran completamente hechas al morir. Esto debe enseñaros una vez más a no temer a la muerte, puesto que, según las palabras del santo, morís todos los días.
»Esto respecto de los espíritus elevados. Pero cuando a la mayoría de los hombres que, al morir, han de permanecer durante mucho tiempo en esa turbación, en esa incertidumbre de que os han hablado, van a mundos inferiores a la tierra, a dondc les llaman antiguos afectos, o buscan quizá placeres más bajos que los que tienen, y doctrinas más viles aún, más innobles, más nocivas que las que entre vosotros profesan. Y lo que engendra la simpatía en la tierra no es otra cosa que el hecho de sentirse uno al despertar, aproximado por el corazón a aquellos con quienes se acaban de pasar ocho o nueve horas de dicha o de placer. Explica también esas antipatías invencibles el conocer en el fondo del corazón que tales gentes tienen distinta conciencia de la nuestra; porque las reconocemos sin haberlas visto nunca con los ojos. Explica asimismo la indiferencia; porque no nos inclinamos a buscar nuevos amigos, sabiendo que tenemos otros que nos aman y nos quieren. En una palabra, el sueño influye en vuestra vida más de lo que pensáis.
»Por medio del sueño, los espíritus encarnados están siempre en relación con el mundo de los espíritus, y por esto los superiores consienten sin mucha repugnancia en encarnarse entre vosotros. Dios ha querido que, durante su contacto con el vicio, puedan ir en busca de fuerzas al origen del bien, para que ellos, que vienen a instruir a los otros, no falten también. El sueño es la puerta que Dios les ha abierto para con sus amigos del cielo; es el recreo después del trabajo, ínterin llega la libertad final que ha de restituirlos a su verdadero centro.
»El sueño es el recuerdo de lo que ha visto vuestro espíritu mientras dormíais; pero observad que no siempre soñáis; porque no recordáis siempre todo lo que habéis visto. No está vuestra alma en todo su desarrollo, y a menudo el sueño no es más que el recuerdo de la turbación que se une a vuestra partida o a vuestro regreso, al cual se junta el de lo que habéis hecho O que os preocupa en estado de vela. Y de no ser así, ¿cómo explicaríais esos sueños absurdos que tiene así el más sabio, como el más ignorante? Los espíritus malos se aprovechan también de los sueños para otormentar a las almas débiles y pusilánimes.
»Por lo demás, dentro de poco veréis desarrollarse otra especie de sueños, que aunque tan antigua como la que conocéis, la ignoráis ahora. El sueño de Juana de Arco, de Jacob, de profetas judaicos y de adivinos indios, sueño que es el recuerdo que el alma completamente separada del cuerpo, conserva de la segunda vida de que os hablaba hace un momento.
»Procurad distinguir bien estas dos especies de sueños en aquellos que recordéis, pues sin ello caeríais en contradicciones y errores que serían funestos a vuestra fe».
Los sueños son producto de la emancipación del alma, que se hace más independiente por la suspensión de la vida activa y de relación. De aquí una especie de clarividencia indefinida que se extiende a los más lejanos lugares o nunca vistos, y a veces hasta a otros mundos. De aquí también el recuerdo que representa a la memoria los sucesos realizados en la existencia presente o en las anteriores. La rareza de las imágenes de lo que ocurre o ha ocurrido en mundos desconocidos, entremezcladas con las cosas del mundo actual, forman esos conjuntos estrambóticos y confusos que parece que no tienen sentido ni trabazón.
La incoherencia de los sueños se explica también por los claros que produce el recuerdo incompleto de lo que se nos ha aparecido mientras dormimos. Tal sucedería con un relato del cual se hubiesen quitado al acaso frases o miembros de éstas, pues reunidos los fragmentos restantes carecerían de significación razonable.
«Lo que tú llamas dormir no es más que descanso del cuerpo; porque el espíritu está siempre en movimiento. Así recobra algo de su libertad, y se comunica con los que aprecia ya en éste, ya en otros mundos; pero como el cuerpo es materia pesada y grosera, con dificultad conserva las impresiones que ha recibido el espíritu; porque no las ha percibido por medio de los órganos del cuerpo».
«Los sueños no son verdaderos en el sentido que entienden los que dicen la buenaventura; porque es absurdo creer que soñar tal cosa anuncia tal otra. Pero son verdaderos en el sentido de que presentan imágenes reales al espíritu, pero que con frecuencia no tienen relación con lo que ocurre en la vida corporal. A menudo también, según tenemos dicho, son un recuerdo y pueden ser también y por fin un presentimiento del porvenir, si Dios lo permite, o el espectáculo de lo que ocurre en aquel momento en otro lugar al que transporta el alma. ¿No tenéis numerosos ejemplos de personas que se aparecen en sueños y advierten a sus parientes o amigos lo que les pasa? ¿Qué son esas apariciones sino el alma o espíritu de esas personas que comunica con la vuestra? Cuando tenéis certeza de que realmente ha sucedido lo que habéis visto, ¿no es una prueba de que ninguna parte ha tomado la imaginación, sobre todo si lo ocurrido está muy lejos de vuestro pensamiento, durante la vigilia?»
«Pueden realizarse para el espíritu ya que no para el cuerpo, es decir, que el espíritu ve lo que desea, porque camina a su encuentro. Es preciso no olvidarse que, durante el sueño, el alma está más o menos bajo la influencia de la materia, y que por lo tanto nunca se emancipa completamente de las ideas terrestres. Resulta de aquí que las preocupaciones de durante el día pueden dar a lo que se ve, la apariencia de lo que se desea, o teme, lo que puede verdaderamente llamarse efecto de la imaginación. Cuando nos preocupa notablemente una idea, referimos a ella todo lo que vemos».
«En que ni siquiera piensan, ¿qué sabes tú? Su espíritu puede muy bien venir a visitar el tuyo, como el tuyo puede ir a visitar el suyo, y no siempre sabes lo que piensa. Además de que vosotros aplicáis a personas que no conocéis, y siguiendo vuestros deseos, lo que ha ocurrido u ocurre en otras existencias».
«No; el espíritu recobra su libertad cuando los sentidos se entorpecen, y aprovecha para emanciparse todos los momentos que le proporciona el cuerpo. Desde el instante que existe postración de fuerzas vitales, el espíritu se desprende, gozando de mayor libertad a medida que el cuerpo es más débil».
Por esto el dormitar o un simple entorpecimiento de los sentidos, ofrece a veces las mismas imágenes que el sueño.
«Sí, hasta frases enteras, sobre todo cuando los sentidos empiezan a entorpecerse. A veces es el débil eco de un espíritu que quiere comunicarse contigo».
«Entorpecido el cuerpo, el espíritu procura romper sus cadenas. Se transporta y ve; de modo, que si estuviese completamente dormido, soñaría».
«Son resultado de la libertad del espíritu que se emancipa y goza de mayores facultades en aquel momento. A menudo son también consejos que dan otros espíritus».
-¿Para qué sirven esas ideas o consejos, puesto que no los recordamos ni podemos aprovecharlos?
«A veces esas ideas pertenecen más al mundo de los espíritus que al corporal; pero lo más común es que si el cuerpo olvida, el espíritu las recuerda, y la idea acude en el momento oportuno como una inspiración instantánea».
«A menudo la presiente, y a veces la conoce claramente, lo cual en estado de vela le da intuición de ella. De aquí proviene que ciertas personas prevén a veces su muerte con grande exactitud».
412. La actividad del espíritu durante el descanso o sueño del cuerpo, ¿puede hacer que éste experimente cansancio?
«Sí; porque el espíritu está sujeto al cuerpo, como el globo aerostático al poste de donde está atado, y así como las sacudidas del primero conmueven al segundo, la actividad del espíritu reacciona sobre el cuerpo, y puede hacerle experimentar cansancio».
VISITAS ESPIRITISTAS ENTRE PERSONAS VIVAS
«En el estado de emancipación, la vida del cuerpo cede a la del alma; pero propiamente hablando no son dos existencias. Mejor son dos fases de la misma existencia; porque el hombre no vive doblemente».
«Sí, y muchos otros que no creen conocerse se reúnen y se hablan. Sin sospecharlo, tú puedes tener amigos en otros países. El hecho de visitar, durante el sueño, a personas que pueden seros útiles, amigos, parientes y conocidos es tan frecuente, que casi todas las noches lo verificáis».
«Generalmente al despertar se conserva la intuición, y con frecuencia originan ciertas ideas espontáneas que no se explican, y son las mismas que se han adquirido durante aquellas conversaciones».
«He aquí lo que ocurre. El hombre se duerme, su espíritu se desprende, y con frecuencia lejos está este último de seguir lo que el hombre había resuelto; porque la vida del hombre interesa poco al espíritu cuando está desprendido de la materia. Esto ocurre respecto de los hombres algún tanto elevados, pues los otros pasan de muy distinto modo su existencia espiritual, se entregan a sus pasiones o permanecen inactivos. Puede suceder, pues, que, según el motivo que se proponga, el espíritu vayaa visitar a las personas que desea visitar; pero aunque tenga esta yoluntad estando despierto, no es una razón para que así suceda».
«Sin duda alguna. Los lazos de amistad antiguos o recientes, reúnen con frecuencia de este modo a diversos espíritus que son felices estando juntos».
Por la palabra antiguos deben entenderse los lazos de amistad contraída en anteriores existencias. Al despertarnos, tenemos intuición de las ideas que hemos adquirido en esas conversaciones ocultas; pero cuyo origen ignoramos.
«Como espíritu puede, ciertamente, verlo y conocer su suerte; si la creencia de que está muerto su amigo, no la tiene impuesta como una prueba, tendrá un presentimiento de su existencia, como puede tener el de su muerte».
TRANSMISIÓN OCULTA DEL PENSAMIENTO
«Ya hemos dicho que, durante el sueño, los espíritus se comunican entre si Pues bien, cuando el cuerpo se despierta, el espíritu recuerda lo que ha aprendido, y el hombre cree haberlo inventado. Así es como muchos pueden encontrar a la vez una misma cosa. Cuando decís que una idea está en el aire, cometéis una figura más exacta de lo que creéis, y cada uno contribuye a propagarla sin sospecharlo».
De este modo nuestro espíritu revela a menudo por si mismo y sin saberlo, a otros lo que le ocupaba mientras estaba despierto el cuerpo.
«El espíritu no está encerrado en el cuerpo como en una caja; irradia a su alrededor, y por esto puede comunicarse con otros, aun en estado de vela, aunque lo haga con mayor dificultad entonces».
«Son espíritus simpáticos que se comunican y ven recíprocamente su pensamiento, aun cuando no duerma el cuerpo».
Hay entre los espíritus que se encuentran una comunicación de pensamientos que hace que dos personas se vean y se comprendan sin acudir a los signos externos del lenguaje. Podría decirse que se hablan en el lenguaje de los espíritus.
LETARGO, CATALEPSIA, MUERTES APARENTES
«No; con el espíritu, que se reconoce; pero no puede comunicarse».
-¿Por qué no puede comunicarse?
«Se opone a ello el estado del cuerpo. Este estado particular de los órganos os sirve de prueba de que hay en eJ hombre algo más que el cuerpo, pues que, a pesar de no funcionar el cuerpo, obra el espíritú».
«En el letargo no está muerto el cuerpo, puesto que desempeña funciones. La vitalidad está en estado latente, como en la crisálida; pero no está anonadada, y el espíritu permanece unido al cuerpo, mientras éste vive. Una vez rotos los lazos por la muerte real y la disgregación de los órganos, la separación es perfecta y no vuelve más el espíritu. Cuando un hombre aparentemente muerto vuelve en sí, señal es de que la muerte no era completa».
«Sin duda que sí, y cada día tenéis la prueba de ello. Con frecuencia el magnetismo es en este caso un poderoso medio; porque restituye al cuerpo el fluido vital que le falta, y que no era bastante a mantener el juego de los órganos».
El letargo y la catalepsia tienen el mismo principio, que es la pérdida momentánea de la sensibilidad y del movimiento por una causa fisiológica inexplicada aún. Se diferencian en que en el letargo la suspensión de las fuerzas vitales es general y da al cuerpo tódas las apariencias de la muerte. En la catalepsia está localizada y puede afectar una parte más o menos extensa del cuerpo, de modo que deje a la inteligencia en libertad de manifestarse, lo que impide que se la confunda con la muerte. El letargo siempre es natural; la catalepsia a veces es espontánea, pero puede ser provocada y destruida artificialmente por la acción magnética.
SONAMBULISMO
«Es una independencia del alma más completa que la del sueño, y entonces están más desarrolladas las facultades; tiene el alma percepciones que no tenía en el sueño, estado imperfecto de sonambulismo».
En el sonambulismo el espíritu se pertenece a si mismo completamente, y estando hasta cierto punto en estado cataléptico los órganos, no reciben las impresiones externas. Este estado se manifiesta especialmente durante el sueño, momento en que puede el espíritu abandonar provisionalmente el cuerpo, entregado como está éste al descanso indispensable a la materia. Cuando se producen los hechos sonambúlicos, débense a que el espíritu, ocupado de este o aquel asunto, se entrega a alguna acción que requiere el emplec del cuerpo, del cual se sirve de un modo análogo nl uso que se hace de una mesa o cualquiera otro objeto material en el fenómeno de las manifestaciones físicas, o de la mano en el de las comunicaciones escritas. En los sueños de que se tiene conciencia, los órganos, incluso los de la memoria, comienzan a despertarse; reciben imperfectamente las impresiones producidas por los objetos o causas externas, y las comunican al espíritu que, reposando también entonces, no recibe más que sensaciones confusas e incoberentes con frecuencia y sin ninguna razón aparente de ser, mezcladas como están de vagos recuerdos, ya de esta existencia, ya de las anteriores. Fácil es entonces comprender por qué los sonámbulos no tienen ningún recuerdo y por qué los sueños cuyo recuerdo conservamos, no tienen sentido alguno las más de las veces. Digo las más de las veces, porque sucede que son consecuencia de un recuerdo exacto de acontecimientos de una vida anterior, y alguna vez hasta una especie de intuición del porvenir.
426. El sonambulismo llamado magnético, ¿tiene relación con el natural?
«Es uno mismo, sino que el primero es provocado».
427. ¿Cuál es la naturaleza del agente llamado fluido magnético?
«Fluido vital; electricidad animalizada, que son modificaciones del fluido universal».
428. ¿Cuál es la causa de la clarividencia sonambúlica?
«Ya lo hemos dicho: es el alma que ve».
«Sólo para vuestros órganos groseros existen cuerpos opacos. ¿Acaso no hemos dicho que para el espíritu no es un obstáculo la materia, puesto que libremente la penetra? A menudo os dice que ve con la frente, con la rodilla, etcétera; porque sujetos vosotros completamente a la materia, no comprendéis que pueda ver sin auxilio de los órganos, y hasta el mismo, en virtud de vuestro deseo, cree tener necesidad de esos órganos. Pero si le dejaseis en libertad, comprendería que ve por todas las partes de su cuerpo, o por mejor decir, ve fuera de su cuerpo».
«Ante todo no es dado a los espíritus imperfectos verlo y conocerlo todo. Bien sabes que participan aún de vuestros errores y preocupaciones. y además, cuando están ligados a la materia no gozan de todas las facultades del espíritu. Dios ha dado al hombre esta facultad con un fin útil y grave, y no para enseñarle lo que no debe saber. He aqui por qué los sonámbulos no pueden decirlo todo».
«Sucede que el sonámbulo posee más conocimientos de los que tú sabes, sólo que dormita; porque su envoltura es demasiado imperfecta para que pueda recordarlos. Pero, ¿qué es en definitiva? Como nosotros, un espíritu encarnado en la materia para cumplir su misión, y el estado en que entra le despierta de su letargo. Te hemos dicho con frecuencia que revivimos muchas veces, y este cambio es el que le hace perder materialmente lo que ha podido aprender en una existencia precedente. Cuando se encuentra en el estado que tú llamas crisis, lo recuerda; pero no siempre de un modo completo. Sabe, pero no podría decir dónde ha aprendido, ni cómo posee los conocimientos. Pasada la crisis, desaparece todo recuerdo, y el sonámbulo vuelve a la oscuridad».
La experiencia demuestra que los sonámbulos reciben también comunicaciones de otros espíritus que le transmiten lo que debe decir, y suplen su insuficiencia. Obsérvase sobre todo esto en las prescripciones medicinales el espíritu del sonámbulo ve la enfermedad, y otro le indica el remedio. Esta doble acción es patente a veces, y se revela además por estas expresiones bastante frecuentes se me dice que diga, o se me prohibe que diga tal cosa. En este último caso siempre es peligroso insistir en obtener una revelación que se niega; porque entonces se da pie a los espíritus ligeros que de todo charlan sin escrúpulo y sin cuidarse de la exactitud.
432. ¿Cómo se explica la vista a distancia dé ciertos sonámbulos?
«¿No se transporta el alma durante el sueño? Pues lo mismo sucede con el sonámbulo».
«De la una y de la otra, puesto que hay disposiciones físicas que permiten al espíritu desprenderse más o menos fácilmente de la materia».
434. Las facultades de que goza el sonámbulo, ¿son las mismas que las del espíritu después de la muerte?
«Hasta cierto punto; porque es preciso tener en cuenta la influencia de la materia a que está aún sujeto».
«La mayor parte los ven perfectamente. Esto depende del grado y naturaleza de su lucidez, pero a veces no saben explicárselo al principio, y los toman por seres corporales, lo que sucede especialmente a los que ningún conocimiento tienen del espiritismo. No comprenden aún la esencia de los espíritus, les maravilla su presencia y por esto creen ver personas vivas».
El mismo efecto se produce en el acto de la muerte, en los que aún se creen vivos. Nada de lo de su alrededor encuentran cambiado, paré-celes que los espíritus tienen cuerpos semelantes a los nuestros, y toman la apariencia del suyo por un cuerpo real.
436. El sonámbulo que ve a distancia, ¿ve desde el punto en que está su cuerpo, o desde aquél donde está su alma?
«¿A qué esta pregunta, siendo el alma la que ve y no el cuerpo?»
«El alma no ha abandonado completamente al cuerpo, del cual depende siempre por el lazo que a él le liga. Este lazo es el conductor de las sensaciones. Cuando dos personas se comunican de una a otra ciudad por medio de la electricidad, ésta es el lazo de los pensamientos de aquéllas. Por esta razón se comunican como si estuviesen una al lado de la otra».
438. El uso que hace un sonámbulo de su facultad ¿influye en el estado de su espíritu después de la muerte?
«Mucho, como el bueno y el mal uso de todas las facultades que Dios ha dado al hombre».
ÉXTASIS
439. ¿Qué diferencia hay entre el éxtasis y el sonambulismo?«El éxtasis es un sonambulismo más depurado; el alma del extático es más independiente aún».
«Sí, los ve y comprende la dicha de los que en ellos se encuentran, y por esto quisiera permanecer allí; pero hay mundos inaccesibles a los espíritus que no están bastante purificados».
«Depende del grado de purificación del espíritu. Si ve que su posición futura es mejor que la vida presente, se esfuerza en romper los lazos que le sujetan a la tierra».
«Sí, puede morir, y por esto es preciso atraerle con todo aquello que puede ligarle a la tierra, y haciéndole comprender sobre todo que, si rompiese la cadena que le sujeta, seria este medio bastante a que no permaneciese en el lugar donde comprende que sería feliz».
«Lo que ve es real para él; pero como su espíritu está siempre bajo la influencia de las ideas terrestres, puede verlo a su modo o, por mejor decirlo, expresarlo en un lenguaje apropiado a sus preocupaciones y a las ideas en que se ha educado, o a las vuestras a fin de darse a comprender mejor. En este sentido especialmente puede equivocarse».
«El extático puede equivocarse con mucha frecuencia, sobre todo cuando quiere penetrar lo que debe ser un misterio para el hombre; porque entonces se entrega a sus propias ideas, o bien es ludibrio de espíritus mentirosos que aprovechan su entusiasmo para fascinarle».
«Mejor dicho, el hombre entrevé la vida pasada y la futura. Que estudie esos fenómenos, y en ellos encontrará solución a más de un misterio que en vano procura penetrar su razón».
446. ¿Los fenómenos del éxtasis y del sonambulismo pueden armonizarse con el materialismo?
«El que los estudia de buena fe y sin prevención, no puede ser ni materialista ni ateo».
DOBLE VISTA
«Todo es lo mismo. Lo que llamas doble vista es también el espíritu gozando de mayor libertad, aunque no esté dormido el cuerpo. La doble vista es la vista del alma».
«La facultad, si el ejercicio, no. En mundos menos materiales que el vuestro, los espíritus se desprenden más fácilmente y se comunican sólo por el pensamiento sin excluir, empero, el lenguaje articulado, siendo para la mayor parte de ellos una facultad permanente la doble vista. Puede compararse su estado al de vuestros sonámbulos lúcidos, y esta es también la razón de que se os manifiesten más fácilmente que los que están encarnados en cuerpos groseros».
«Lo más frecuente es que sea espontánea; pero a menudo también la voluntad toma mucha parte. Toma por ejemplo a ciertas gentes a quienes se llama pronosticadores de la buenaventura y algunos de los cuales tiene la facultad que nos ocupa, y verás que es la voluntad quien les ayuda a desarrollar la doble vista, y lo que tú llamas visión».
450. ¿La doble vista es susceptible de desarrollo por medio del ejercicio?
«Sí; el trabajo conduce siempre al progreso, y el velo que cubre las cosas se hace transparente».
-¿Depende esta facultad de la organización física?
«Cierto que la Organización toma parte, pues las hay que son refractarias».
«Semejanza de organización que se transmite como las otras cualidades físicas, y desarrollo de la facultad por una especie de educación que también se transmite».
«Una enfermedad, la proximidad de un peligro y de una gran conmoción pueden desarrollarla. El cuerpo se halla a veces en un estado particular que permite al espíritu ver lo que no podéis ver vosotros con los ojos del cuerpo».
Los tiempos de crisis y calamidades, las grandes emociones y todas las causas en fin que sobreexcitan la parte moral provocan a veces el desarrollo de la doble vista. Parece que la Providencia, en vista del peligro, nos da el modo de conjurarlo. Todas las sectas y partidos perseguidos ofrecen numerosos ejemplos.
453. ¿Las personas dotadas de doble vista tienen conciencia de ello?
«No siempre. Para ellas es una cosa natural, y muchos creen que si todos se observasen, serían lo mismo».
«Siempre es el alma que irradia más libremente y que juzga mejor que bajo el velo de la materia».
-¿Puede esta facultad dar en ciertos casos la presciencia de las cosas?
«Sí, y da también los presentimientos; porque hay muchos grados en esta facultad, y el mismo sujeto puede tenerlos todos o algunos solamente».
RESUMEN TEÓRICO DEL SONAMBULISMO, DEL ÉXTASIS Y DE LA DOBLE VISTA
Para el espiritismo, el sonambulismo es algo más que un fenómeno fisiológico, es una luz que refleja en la psicología. En él se puede estudiar el alma; porque se presenta a las claras, y uno de los fenómenos que la caracterizan es la clarividencia independiente de los órganos ordinarios de la vista. Los que impugnan el fenómeno, se fundan en que el sonámbulo no ve siempre y a voluntad del experimentador, como con los ojos. Pero, ¿hemos de admirarnos de que, siendo diferentes los medios, no sean los mismos los efectos? ¿Es racional el pedir efectos idénticos, no existiendo el instrumento? El alma tiene sus propiedades como el ojo las suyas, y debe juzgárselas en si mismas y no por analogía.
La causa de la clarividencia del sonámbulo magnético y del sonámbulo natural es idénticamente la misma: es un atributo del alma, una facultad inherente a todas las partes del ser incorporal que reside en nosotros y que no tiene más limites que los señalados a la misma alma. Ve todos los puntos a donde puede transportarse su alma, cualquiera que sea la distancia.
En la vista a distancia el sonámbulo no ve las cosas desde el punto donde está su cuerpo, y como por un efecto telescópico. Las ve presentes, y como si estuviese en el lu gar donde se encuentran; porque allí está en realidad su alma, y por esto su cuerpo está como anonadado y parece hallarse privado de sentimiento hasta que el alma vuelve a posesionarse de él. Esta separación parcial del alma y del cuerpo es un estado anormal que puede durar más o menos, pero no indefinidamente; motivo por el cual el cuerpo experimenta fatiga después de cierto tiempo, sobre todo cuando el alma se consagra a un trabajo activo.
No estando circunscrita la vista del alma o del espíritu y no teniendo lugar determinado, queda explicado el por qué los sonámbulos no pueden señalarle órgano especial. Ven, porque ven, sin saber cómo ni por qué, no teniendo para ello como espíritus lugar determinado la vista. Si se refiere a su cuerpo, paréceles que ese lugar está en los centros en que es mayor la actividad vital, principalmente en el cerebro, en la región epigástrica, o en el órgano que, según ellos, es el punto de unión más tenaz entre el espíritu y el cuerpo.
La potencia de la lucidez sonambúlica no es indefinida. Hasta el espíritu completamente libre está limitado en sus facultades y en sus conocimientos según el grado de perfección a que ha llegado, y lo está más, cuando está ligado a la materia cuya influencia siente. Esta es la causa de que la clarividencia sonambúlica no es universal, ni infalible. Menos puede aún fiarse en su infalibilidad, cuando se la aparta del fin que se ha propuesto la naturaleza, y se la constituye en objeto de curiosidad y de experimentación.
En el estado de desprendimiento en que se encuentra el espíritu del sonámbulo entra más fácilmente en comunicación con los otros espíritus desencarnados o encarnados. Establécese esta comunicación por medio del contacto de los fluidos que componen los periespíritus y sirven de conductores al pensamiento como el hilo eléctrico. El sonámbulo no necesita, pues, de que el pensamiento sea articulado por la palabra: lo siente y lo adivina, lo cual le hace eminentemente impresionable y accesible a las influencias de la atmósfera moral en que se halla colocado. Por esto también un concurso numeroso de espectadores, y especialmente de curiosos más o menos malévolos, perjudica esencialmente el desarrollo de sus facultades, que se repliegan, por decirio así, en si mismas, y no se despliegan con completa libertad más que en la intimidad y en un centro simpático. La presencia de personas malévolas o antipáticas produce en él, el mismo efecto del contacto de la mano en la sensitiva.
El sonámbulo ve a la vez su espíritu y su cuerpo. Son, por decirlo así, dos seres que le representan la doble existencia espiritual y corporal que se confunden, por lo tanto, por los lazos que los unen. No siempre se da el sonámbulo cuenta de esta situación, y semejante dualismo hace que hable a menudo de él como de un extraño, y es que tan pronto el ser corporal habla al espiritual, como el espiritual al corporal.
El espíritu adquiere un aumento de conocimientos y de experiencia en cada una de sus existencias corporales. Los olvida parcialmente durante su encarnación en una materia demasiado grosera; pero los recuerda como espíritu. Por esto ciertos sonámbulos revelan conocimientos superiores a su grado de instrucción y hasta su aparente capacidad intelectual. La inferioridad intelectual y científica del sonámbulo estando despierto, nada prejuzga, pues, sobre los conocimientos que pueda revelar en estado lúcido. Según las circunstancias y el fin que nos propongamos, puede tomarlos de su propia experiencia. de la clarividencia de las cosas presentes o de los consejos que de otros espíritus recibe; pero como el suyo puede estar más o menos adelantado, puede decir cosas más o menos exactas.
Por los fenómenos del sonambulismo ya natural, ya magnético. la Providencia nos da la prueba irrecusable de la existencia e independencia del alma, y nos hace asistir al sublime espectáculo de su emancipación, abriéndonos de este modo el libro de nuestro destino. Cuando el sonámbulo describe lo que ocurre a distancia, es evidente que lo ve, y no con los ojos del cuerpo; se ve a si mismo, se siente transportado, hay, pues, allí algo suyo, y no siendo este algo su cuerpo, no puede ser otra cosa que su alma o su espíritu. Mientras el hombre se extravía entre las sutilezas de una metafísica abstracta e ininteligible, corriendo en busca de las causas de nuestra existencia moral, Dios pone diariamente en sus manos y ante sus ojos, los más sencillos y patentes medios para el estudio de la psicología experimental.
El éxtasis es el estado en que la independencia del alma y del cuerpo se manifiesta del modo más sensible y se hace hasta cierto punto palpable.
En el sueño y en el sonambulismo el alma vaga por los mundos terrestres; en el éxtasis penetra en un mundo desconocido, en el de los espíritus etéreos con los cuales se comunica, sin poder, empero, salvar ciertos límites que no podría franquear sin romper completamente los lazos que le unen al cuerpo. Un brillo resplandeciente, nuevo del todo la rodea, armonias desconocidas en la tierra la arrebatan, y la penetra un bienestar indefinible: goza anticipadamente de la beatitud celeste y puede decir&e que pone un pie en el umbral de la eternidad.
En el estado de éxtasis es casi completo el anonadamiento del cuerpo, no goza, por decirlo así que de la vida orgánica, y se conoce que no está unida a él el alma más que por un hilo que bastaría a romper definitivamente un esfuerzo más.
En semejante estado desaparecen todos los pensamientos terrestres para ceder su puesto al sentimiento puro que es la misma esencia de nuestro ser inmaterial. Entregado totalmente a esta sublime contemplación, el extático considera la vida como una parada momentánea. Los bienes y los males, las alegrías groseras y las miserias de este mundo no son más que incidentes fútiles de un viaje, de cuya terminación se consideraría feliz.
Sucede con los extáticos lo mismo que con los sonámbulos: su lucidez puede ser más o menos perfecta y su mismo espíritu es más o menos apto para conocer y comprender las cosas, según que sea más o menos elevado. A veces es en ellos mayor la exaltación que la lucidez verdadera, o por mejor decir, su exaltación perjudica a la lucidez, y por esto sus revelaciones son con frecuencia una mezcla de verdades y errores, de cosas sublimes y de cosas absurdas y hasta ridículas. Los espíritus inferiores se aprovechan a menudo de esa exaltación, que siempre es causa de debilidad, cuando no se sabe dominarla para gobernar al extático, y a este fin toman a sus ojos apariencias que mantienen sus ideas y preocupaciones vulgares. Este es un escollo; pero todos los extáticos no son iguales, y tócanos a nosotros juzgar fría-mente y pesar sus revelaciones en la balanza de la razón.
La emancipación del alma se manifiesta a veces en estado de vela, y produce el fenómeno designado con el nombre de doble vista, que da a los que de ella están dotados la facultad de ver, de oír o sentir más allá del limite de nuestros sentidos. Perciben las cosas de todos los puntos a que el alma extiende su acción, y las ven, por decirlo así, a través de la vista ordinaria y como por una especie de espejismo.
En el momento en que se produce el fenómeno de la. doble vista, el estado físico esta sensiblemente modifícado, hay algo de vaguedad en los ojos, miran sin ver, y toda la fisonomía refleja una especie de exaltación. Se prueba que los órganos de la vista son extraños al fenómeno; porque la visión persiste, a pesar de cerrar los ojos.
Esta facultad parece a los que de ella gozan, natural como la de ver, y es para ellos un atributo de un ser que no les parece excepcional. Sucede lo más comúnmente el olvido a esta lucidez pasajera, cuyo recuerdo más y más vago, concluye por borrarse como el de un sueño.
La potencia de la doble vista varía desde la sensación confusa, hasta la percepción clara y neta de las cosas presentes o ausentes. En estado rudimentario da a ciertas personas el tacto, la perspicacia y una especie de seguridad en sus actos, que puede llamarse la exactitud del golpe de vista moral. Más desarrollada, despierta el presentimiento, y más aún, ofrece los acontecimientos realizados o a punto de realizarse.
El sonambulismo natural y artificial, el éxtasis y la doble vista son variedades o modificaciones de una misma causa. Estos fenómenos, lo mismo que los sueños, son naturales, y por esto han existido en todas las épocas. La historia nos dice que fueron conocidos, y hasta explotados, desde la más remota antiguedad, y en ellos se encuentra la explicación de una multitud de hechos que las preocupaciones han hecho considerar como sobrenaturales.
CAPÍTULO IX — INTERVENCIÓN DE LOS ESPÍRITUS EN EL MUNDO CORPORAL
PENETRACIÓN DE NUESTRO PENSAMIENTO POR LOS ESPÍRITUS
«Pueden verlo, porque os rodean sin cesar; pero cada uno no ve más que las cosas en que fija su atención; porque no se ocupan de las cosas que les son indiferentes».
«Conocen a menudo hasta aquellos que quisierais ocultaros a vosotros mismos. No podéis ocultarles ni vuestros actos ni vuestros pensamientos».
-Según esto, ¿parece que sería más fácil ocultar una cosa de una persona que aún vive, que no después que ha muerto?
«Indudablemente, y cuando más a solas os creéis, tenéis a vuestro alrededor una multitud de espíritus que os ven».
«Según y cómo. Los duendes se ríen de las travesuras que os hacen y se burlan de vuestra impaciencia. Los espíritus graves compadecen vuestros infortunios y procuran ayudaros».
INFLUENCIA OCULTA DE LOS ESPÍRITUS EN NUESTROS PENSAMIENTOS Y ACCIONES
459. ¿Influyen los espíritus en nuestros pensamientos y acciones?«Bajo este aspecto su influencia es mayor de lo que creéis; porque a menudo son ellos quienes os dirigen».
«Vuestra alma es un espíritu que piensa, y ya sabeis que con frecuencia tenéis a la vez varios pensamientos sobre un mismo punto, y a menudo muy contradictorios entre sí. Pues bien, siempre los tenéis propios y nuestros, y esto es lo que os hace andar inciertos; porque tenéis dos ideas que se contradicen».
«Cuando un pensamiento os es sugerido, viene a ser como una voz que os habla. Los pensamientos propios son en general los del primer instante. Por lo demás, no os es muy interesante esta distinción, y a menudo es útil no conocerla, pues el hombre obra más libremente. Si se decide por el bien, lo hace de mejor grado, y si toma el camino del mal, aumenta su responsabilidad».
«A veces las ideas proceden de su propio espíritu, pero a menudo le son sugeridas por otros espíritus que los juzgan capaces de comprenderlas y dignos de transmitirlas. Cuando no las encuentran en sí mismos, acuden a la inspiración, y hacen una evocación sin saberlo».
Si hubiese sido útil que pudiéramos distinguir claramente nuestras proprias ideas de las que nos son sugeridas, Dios nos hubiera proporcionado medios para conseguirlo, como nos los da para distinguir la noche del dia. Cuando una cosa se nos ofrece vagamente, es porque así debe ser para nuestro bien.
«Puede ser bueno o malo según la naturaleza del espíritu encarnado. Siempre es bueno en aquel que escucha las buenas inspiraciones».
464. ¿Cómo podemos distinguir si un pensamiento que nos es sugerido, procede de un espírÍtu bueno o malo?
«Examinadlo; los espíritus buenos sólo el bien aconsejan. A vosotros os toca distinguir».
465. ¿Con qué objeto nos impelen al mal los espíritus imperfectos?
«Para haceros sufrir con ellos».
-¿Disminuyen así sus sufrimientos?
«No, pero lo hacen celosos de ver seres más dichosos que ellos».
-¿Qué clase de sufrimiento quieren ocasionar?
«Los que resultan de pertenecer a un orden inferior y de estar alejado de Dios».
«Los espíritus imperfectos son instrumentos destinados a probar la fe y constancia de los hombres en el bien. Tú, como espíritu, debes progresar en la ciencia de lo infinito, y por esto pasas por las pruebas del mal para llegar al bien. Nuestra misión es la de ponerte en el buen camino, y cuando malas influencias obran en ti, es porque te las atraes con el deseo del mal; porque los espíritus inferiores vienen a cooperar al mal, cuando deseas hacerlo. Sólo queriéndolo tú, pueden ayudarte en el mal. Si tienes propensión al homicidio, estarás rodeado de una nube de espíritus que fomentarán en ti esa idea; pero otros te rodearán también que influirán en sentido del bien, lo que equilibra la balanza, abandonándote a tu libre albedrío».
Asi Dios deja a nuestra conciencia la elección del camino que hemos de seguir, y libertad de ceder a una u otra de las contrarias influencías que en nosotros obran.
467. ¿Podemos librarnos de la influencia de los espíritus que solicitan al mal?
«Sí; porque no se adhieren más que a los que los solicitan por sus deseos o los atraen con sus pensamientos».
«¿Qué quieres que hagan? Cuando nada pueden hacer, ceden su puesto; pero atisban, sin embargo, el momento favorable, como el gato atisba al ratón».
«Haciendo bien y poniendo toda vuestra confianza en Dios, rechazáis la influencia de los espíritus inferiores y destruís el imperio que quieren tomar sobre vosotros. Guardaos de escuchar las sugestiones de los espíritus que os suscitan malos pensamientos, que promueven discordias entre vos-otros y que os excitan a todas las malas pasiones. Desconfiad sobre todo de los que exaltan vuestro orgullo; porque os atacan por el lado débil. He aquí por qué os hace decir Jesús en la oración dominical: ¡Señor! no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal».
«Ningún espíritu recibe la misión de hacer mal; cuando lo hace, es por su propia voluntad, y sufre por lo tanto, las consecuencias. Dios puede dejarle hacer para probaros; pero no se lo manda, y a vosotros toca rechazarlo».
«Casi siempre es un efecto de las comunicaciones que a pesar vuestro tenéis con los espíritus, o que habéis tenido con ellos durante el sueño».
«Se aprovechan de las circunstancias; pero a menudo las provocan impulsándoos sin saberlo vosotros hacia el objeto que codiciáis. Así, por ejemplo, un hombre encuentra en su camino una suma de dinero: no creas que son los espírítus los que allí la han colocado; pero pueden sugerir al hombre la idea de pasar por aquel lugar, despertándole entonces la intención de apoderarse del dinero, al paso que otros le sugieren el pensamiento de entregarlo a quien pértenece. Lo mismo sucede con todas las otras tentaciones».
DE LOS POSEÍDOS
«El espíritu no penetra en un cuerpo como tú en una casa, sino que se asimila con el espíritu encarriado que tiene los mismos defectos y las mismas cualidades para obrar de consuno; pero siempre es el encarnado quien obra como quiere sobre la materia de que está revestido. Un espíritu no puede sustituirse al que está encarnado; porque el espíritu y el cuerpo están ligados hasta el tiempo señalado para término de la existencia material».
«Sí, y esos son los verdaderos poseídos; pero entiende que semejante dominación nunca tiene lugar sin participación del que la sufre, ya por su debilidad, ya por su deseo, A menudo se han tomado por poseídos a epilépticos o a locos que más necesitaban remedios que exorcismos».
La palabra poseído, en su acepción vulgar, supone la existencia de demonios, es decir, de una categoria de seres de mala naturaleza, y la cohabitación de uno de ellos con el alma en el cuerpo del individuo. Puesto que. en aquel sentido, no hay tales demonios y puesto que dos espíritus no pueden habitar simultáneamente en el mismo cuerpo, no existen poseidos en el sentido vulgar de la palabra. La voz poseído debe sólo entenderse en el sentido de la dependencia absoluta en que puede encontrarse el alma respecto de espíritus imperfectos que la subyugan.
475. ¿Puede uno por si mismo alejar a los malos espíritus y emanciparse de su dominación?
«Teniendo la necesaria firmeza de voluntad, siempre se puede sacudir el yugo».
«Si es un hombre de bien, su voluntad puede cooperar impetrando el concurso de los espíritus buenos; porque mientras más hombre de bien es uno, mayor imperio se tiene sobre los espíritus imperfectos para alejarlos y sobre los buenos para atraerlos. Seria, no obstante, impotente, si el que está subyugado no se presta a ello, y personas hay que se gozan en la dependencia que halaga a sus gustos y deseos. En todo caso aquel que no es puro de corazón ninguna influencia puede tener. Los espíritus buenos la desprecian y no le temen los malos».
477. Las fórmulas de exorcismo, ¿tienen alguna eficacia sobre los espíritus malos?
«No, y cuando estos espíritus ven que alguien toma la cosa por lo serio, se ríen y se obstinan».
478. Hay personas de buenas intenciones que son, empero, obsesadas, ¿cuál es el mejor medio de librarse de los espíritus obsesores?
«Acabarles la paciencia, no hacer caso alguno de sus sugestiones y hacerles comprender que pierden el tiempo. Entonces, conociendo que nada pueden hacer se van».
«Para todo es un poderoso auxiliar la oración; pero sabed que no basta murmurar algunas palabras para lograr lo que se desea. Dios asiste a los que practican, y no a los que se limitan a pedir. Preciso es, pues, que el obsesado haga por su parte lo necesario para destruir la causa que en si mismo atrae a los espíritus malos».
«Eso depende de la interpretación. Si llamáis demonio a un espíritu malo que subyuga a un individuo, destruida su influencia, habrá sido realmente expulsado. Si atribuís una enfermedad al demonio, curada ésta, diréis también que lo habéis expulsado. Una cosa puede ser verdadera o falsa, según el sentido que se dé a las palabras. Las mayores verdades pueden parecer absurdas, si no se mira más que la forma y si se toma lo alegórico por lo real. Comprended y recordad esto; porque es de aplicación general».
CONVULSIONARIOS
«Sí, y muy grande; lo mismo que el magnetismo que es su origen primitivo, pero a menudo el charlatanismo ha explotado y exagerado esos efectos, lo que ha puesto en ridículo».
-¿De qué naturaleza son por lo general los espíritus que cooperan a esa especie de fenómenos?
«Poco elevados. ¿Creéis que los espíritus superiores se divierten en tales cosas?»
«Efecto simpático. Las disposiciones morales se comunican muy fácilmente en ciertos casos. No eres tan extraño a los efectos magnéticos para no comprender esto, y la parte que ciertos espíritus deben tomar en ello por simpatía hacia los que los provocan».
Entre las raras facultades que se observan en los convulsionarios, se reconocen sin trabalo algunas de que ofrecen numerosos ejemplos el sonambulismo y el magnetismo: tales son, entre otras, la insensibilidad física, el conocimiento del pensamiento, la transmisión simpática de los dolores, etc. No puede, pues, dudarse de que esos crisíacos estén en una especie de estado de sonambulismo despierto, provocado por la influencia que ejercen los unos en los otros. Son a la vez magnetizadores y magnetizados a pesar suyo.
«En algunos es un efecto exclusivamente magnético que obra sobre el sistema nervioso del mismo modo que ciertas sustancias. En otros la exaltación del pensamiento embota la sensibilidad; porque parece que la vida se ha retirado del cuerpo para reconcentrarse en el espíritu. ¿No sabéis que cuando el espíritu se ocupa atentamente de algo, el cuerpo no ve, ni siente, ni oye nada?»
La exaltación fanática y el entusiasmo ofrecen a menudo en los suplicios, el ejemplo de una calma y sangre fría que no podrían sobreponerse a un dolor agudo, si no se admitiese que la sensibilidad se encuentra neutralizada por una especie de afecto anestésico. Sabido es que en el ardor del combate no se apercibe uno con frecuencia de una herida grave, al paso que, en circunstancias ordinarias, un rasguiío haría temblar.
Puesto que estos fenómenos dependen de una causa física y de la acción de ciertos espíritus, puede preguntarse de que ha dependido que la autoridad los haya hecho cesar en ciertos casos. La razón es obvia. La acción de los espíritus en este caso no es más que secundaría, y se reduce a aprovecharse de tina disposición natural. La autoridad no ha suprimido esta última, sino la causa que la sostenía y exaltaba; de activa que era, la ha hecho latente, y razón ha tenido para proceder así; porque originaba abuso y escándalo. Por lo demás. se sabe que semelante intervención es impotente cuando la acción de los espíritus es directa y espontánea.
AFECTO DE LOS ESPÍRITUS HACIA CIERTAS PERSONAS
«Los espíritus buenos simpatizan con los hombres de bien o susceptibles de mejorarse; los espíritus inferiores con los hombres viciosos o que pueden llegar a serlo, y de aquí su adhesión resultado de la semejanza de sensaciones».
«El afecto verdadero no es nada carnal; pero cuando un espíritu se aficiona a una persona. no siempre es por afecto, y alguna parte puede tomar en ello un recuerdo de las pasiones humanas».
«Los espíritus buenos hacen todo el bien posible y gozan de todas yuestras alegrías. Se afligen por vuestros males, cuando no los soportáis con resignación; porque entonces no os producen resultado, pues venís a ser como el enfermo que rehusa por amarga la poción que ha de salvarle».
«Vuestro egoísmo y vuestra dureza de corazón, pues de ahí se origina todo. Se ríen de todos esos males imaginarios que nacen del orgullo y de la ambición, y se regocijan por los que han de abreviar vuestro periodo de prueba».
Sabiendo los espíritus que no es más que transitoria la vida corporal, y que las tribulaciones que la acompañan son medios para llegar a mejor estado, deploran más las causas morales que de éste nos alejan, que los males fisicos que sólo son pasajeros.
Los espíritus se cuidan poco de las desgracias que afectan únicamente a nuestras ideas mundanas, como nosotros de los pesares pueriles de la infancia.
El espíritu que ve en las aflicciones de la vida un medio para nuestro progreso, las considera como la crisis momentánea que ha de salvar al enfermo. Compadece nuestros sufrimientos como nosotros los de un amigo; pero mirando las cosas desde más exacto punto de vista, las aprecia de distinto modo que nosotros, y mientrds los buenos nos reaniman en sentido propicio a nuestro porvenir, los otros. para comprometerlo, nos excitan a la desesperación.
«Sin duda, y con frecuencia Os protegen como espíritus, con arreglo a su poder».
«Muy sensibles; pero olvidan a los que los olvidan».
ÁNGELES GUARDIANES, ESPÍRITUS PROTECTORES, FAMILIARES O SIMPÁTICOS
489. ¿Hay espíritus que se unen particularmente a un individuo para protegerle?«Sí; el hermano espiritual, al que vosotros llamáis el espíritu bueno, o el buen genio».
490. ¿Qué debe entenderse por ángel guardián?
«El espíritu protector de un orden elevado».
«La de un padre respecto a sus hijos; llevar a su protegido al buen camino, ayudarle con sus consejos, consolarle en sus aflicciones y sostenerle en las pruebas de la vida».
«Desde el nacimiento hasta la muerte, y a menudo aun después de ésta, le sigue en la vida espiritista y hasta en muchas existencias corporales; porque éstas no son más que fases muy breves, comparadas con la vida del espíritu».
«El espíritu está obligado a cuidar de vosotros; porque ha aceptado esta tarea; pero elige los seres que le son simpáticos. Para unos es un placer, para otros una misión o un deber».
-Uniéndose a una persona, ¿el espíritu renuncia a proteger a otros individuos?
«No; pero lo hace menos exclusivamente».
«Sucede a menudo que ciertos espíritus abandonan su posición para cumplir diversas misiones; pero entonces se verífica un cambio».
«Se aleja cuando ve que son inútiles sus consejos, y que es más imperante el deseo de sufrir la influencia de los espíritus inferiores; pero jamás le abandona del todo y siempre le deja oir su voz. El hombre es quien entonces cierra el oído; pero el espíritu protector vuelve apenas se le llama.
»Hay una doctrina que por su encanto y su dulzura, dehiera convertir hasta a los más incrédulos. Esta doctrina es la de los ángeles guardianes. ¿No es acaso una idea muy consoladora la de pensar que siempre tenéis a vuestro lado seres que os son superiores, que allí están siempre para aconsejaros, fortaleceros y ayudaros a gravitar la áspera montaña del bien, seres que son amigos más firmes que los más íntimos que podéis tener en la tierra? Allí están por orden de Dios que los ha puesto a vuestro lado, y lo están por amor suyo, cumpliendo respecto de vosotros una bella, pero penosa misión. Sí dondequiera que estéis está vuestro ángel guardián: las cárceles. los hospitales, los lugares de depravación, la soledad, nada os separa de ese amigo a quien no podéis ver, pero cuyos más dulces impulsos siente vuestra alma y cuyos sabios consejos oye.
»¡Lástima que no conozcáis mejor esta verdad! Cuántas veces os ayudaría en vuestros momentos de crisis y cuántas os libraría de los espíritus malos. Pero en el día supremo este ángel de bien os habrá de decir con frecuencia: "¿No te dije tal cosa, y no la hiciste? ¿No te enseñé el abismo y te hundiste en él? ¿No dejé oír en tu conciencia la voz de la verdad, y tú seguiste los consejos de la mentira?" ¡Ah!, in terrogad a vuestros ángeles guardianes y estableced entre ellos y vosotros la tierna intimidad que entre los mejores amigos existe. No intentéis ocultarles nada; porque tienen la mirada de Dios, y no podéis engañarlos. Pensad en el porveríir; procurad adelantar en esta vida y vuestras pruebas serán más cortas y más felices vuestras existencias. Adelante, ¡oh!, hombres; desechad de una vez pata siempre preocupaciones y segundas intenciones; penetrad en el nuevo camino que se os abre. ¡Adelante! ¡Adelante! Tenéis guías, seguidlos; el objeto final no se os escapará, porque ese objeto es el mismo Dios.
»A los que creen que es imposible que espíritus verdaderamente elevados se entreguen a tan laboriosa y tan incesante tarea, les diremos que influimos en vuestras almas, a pesar de que nos separen de vosotros millones de leguas; nada es para nosotros el espacio, y aunque vivan en otros mundos, nuestros espíritus mantienen sus relaciones con los vuestros. Gozamos de cualidades que no podéis compren der; pero sabed que Dios no os ha abandonado solos en la tierra sin amigos y sostén. Cada ángel guardián tiene su protegido a quien vigila como un padre a su hijo. Es feliz, cuando le ve seguir el buen camino, y gime. cuando ve despreciados sus consejos.
»No temáis cansarnos con preguntas, sino que debéis estar, por el contrario, en continua relación con nosotros y así seréis más fuertes y felices. Estas comunicaciones del hombre con su espíritu familiar son las que hacen a todos los hombres médiums, médiums desconocidos hoy; pero que manifestándose más tarde, se extenderán como el océano sin límites para anonadar la incredulidad y la ignorancia. Instruid, hombres instruidos; educad a vuestros hermanos, hombres de talento. No sabéis la obra que realizáis haciéndolo; realizáis la obra de Cristo, la que Dios os impone. ¿Para qué os dio la inteligencia y la ciencia, sino para que hagáis participes de ella a vuestros hermanos, a fin de que progresen en el camino de la dicha y de la felicidad eterna?
SAN LUIS, SAN AGUSTÍN».
La doctrina de los ángeles guardianes que vigilan a sus protegidos, a pesar de la distancia que separa los mundos, nada tiene que deba sorprendernos y es, por el contrario, grande y sublime. ¿Acaso no vemos en la tierra a un padre vigilar a su hijo, aunque esté de él alejado, y ayudarle con sus consejos por medio de la correspondencia? ¿Qué habria, pues, de admirable en que los espíritus pudiesen guiar a los que toman bajo su protección. desde uno a otro mundo, dado que la distancia que separa a los mundos es menor para ellos que la que separa a los continentes de la Tierra? ¿Y no tienen además el fluido universal que enlaza a todos los mundos y los hace solidarios; inmenso vehículo de la transmisión del pensamiento, como, lo es para nosotros el, aire de la transmisión del sonido?
«Los espíritus buenos nunca hacen mal, dejan que lo hagan los que ocupan su puesto, y entonces acusáis de vuestras desgracias a la suerte, siendo así que vosotros tenéis la culpa».
«Los espíritus malos se unen para neutralizar la acción de los buenos; pero si el protegido lo quiere, devolverá toda su fuerza a su espíritu bueno. El espíritu bueno quizá ve en otra parte una buena voluntad a quien ayudar, y aprovecha la ocasión esperando el momento de regresar al lado de su protegido».
«No es porque no puede, sino porque no quiere; su protegido sale entonces de las pruebas más perfecto e instruido, y el espíritu protector le asiste con sus consejos y con los huenos pensamientos que le sugiere, los cuales por desgracia no siempre son oídos. Sólo la debilidad, la incuria o el orgullo del hombre dan fuerza a los espíritus malos, y sólo procede su poder sobre vosotros de que no les oponéis resistencia».
«Las hay en que la presencia del espíritu protector no es necesaria a su protegido».
«Si; cuando llega al grado de poder conducirse por si mismo, cuando llega un momento en que el discípulo no ha menester de maestro; pero no acontece esto en vuestro planeta».
«Si contaseis con su apoyo, no obraríais por vosotros mismos y vuestro espíritu no progresaría. Para que pueda adelantar necesita experiencia, y preciso es que a menudo la adquiera a su costa. Es necesario que ejercite sus fuerzas, sin lo cual vendría a ser como el niño a quien no se deja andár solo. La acción de los espíritus que os quieren bien, está dispuesta de modo que deje siempre a salvo vuestro libre albedrío; porque, si no fueseis responsables, no adelantaríais en el camino que ha de, conduciros a Dios. No viendo el hombre a su sostenedor, se entrega a sus propias fuerzas; pero su guía le vigila empero, y de vez en cuando le avisa que desconfíe del peligro».
«Es un mérito que se le tiene en cuenta, ya para su propio adelanto, ya para su felicidad. Es feliz cuando el éxito corona sus esfuerzos, y triunfa como un profesor con los progresos de su discípulo».
-¿Es responsable si no triunfa?
«No; porque ha hecho todo lo que de él dependía».
«Deplora sus errores y le compadece; pero semejante aflicción no tiene las angustias de la paternidad terrestre, porque sabe que el mal tiene remedio y que lo que no hace hoy lo hará mañana».
«¿Cómo queréis saber nombres que no existen para vosotros? ¿Creéis que no existen entre los espíritus más que los que vosotros conocéis?»
-¿Cómo, pues, lo invocaremos, si no lo conocemos?
«Dadle el nombre que queráis, el de un espíritu superior a quien tengáis simpatía y veneración. El espíritu protector acudirá al llamamiento; porque todos los espíritus buenos son hermanos y se auxilian».
«No; pero espíritus que les son simpáticos y que vienen a menudo por orden suya. Necesitáis nombres, y entonces toman uno que os inspire confianza. Cuando vosotros no podéis cumplir personalmente una misión, enviáis un comisionado que haga vuestras veces».
506. Cuando estemos en la vida espiritista, ¿reconoceremos a nuestro espíritu protector?
«Sí; porque a menudo le conocíais antes de encarnaros».
«Puede serlo; pero la protección supone cierto grado de elevación y además un poder y una virtud concedida por Dios. Un padre que protege a su hijo puede a su vez estar asistido por un espíritu más elevado».
«Su poder es más o menos restringido, y la posición en que se encuentran no siempre los deja en completa libertad de obrar».
«Todo hombre tiene un espíritu que vela por él; pero las misiones son relativas a su objeto. Vosotros no confiáis un niño que aprende a leer a un profesor de filosofía. El progreso del espíritu familiar corresponde al del espíritu protegido. Teniendo un espíritu protector que os vigila, podéis a vuestra vez llegar a ser el protector de un espíritu que os es inferior, y los progresos que le ayudéis a realizar contribuirán a vuestro adelanto. Dios no pide al espíritu más de lo que le permiten sus fuerzas y el grado a que ha llegado».
«Es más difícil; pero suplica, en un momento de emancipación, a un espíritu simpático que le asÍsta en semejante misión. Por otra parte, los espíritus no admiten más misiones que las que pueden cumplir hasta el fin.
»El espíritu encarnado, sobre todo en los mundos en que es material la existencia, está demasiado ligado a su cuerpo para poderse consagrar del todo, es decir, asistirle personalmente. Por esto los que no son bastante elevados están asistidos a su vez por espíritus que les son superiores, de modo, que si uno falta por una causa cualquiera, es suplido por otro».
«Unido no es la palabra. Es cierto que los espíritus malos procuran separar del buen camino, cuando se les presenta ocasión, pero cuando uno de ellos se aficiona a un individuo, lo hace por si mismo; porque espera que se le escuchará. Entonces se traba lucha entre el bueno y el malo, y vence aquél a quien e1 hombre deja que le domine».
«Todo hombre tiene siempre espíritus simpáticos más o menos elevados que le aprecian y se interesan por él, como también los hay que le asisten en el mal».
«A veces pueden tener una Inisión temporal; pero lo más frecuente es que son solicitados únicamente por la semejanza de pensamientos y de sentimientos, así en el bien como en el mal».
-¿Parece resultar de esto que los espíritus simpáticos pueden ser buenos o malos?
«Sí; el hombre encuentra siempre espíritus que simpati zan con él, cualquiera que sea su carácter».
«Hay muchos matices en la protección y en la simpatía. Dadíes el nombre que queráis. El espíritu familiar corresponde más bien al amigo del hogar».
De las anteriores explicaciones y de las observaciones hechas sobre la naturaleza de los espirítus que se unen al hombre, puede deducirse lo siguiente:
El espíritu protector, ángel guardián o genio bueno es el que tiene la misión de seguir al hombre durante la vida y ayudarle a progresar. Siempre es de naturaleza relativamente superior a la del protegido.
Los espíritus familiares se unen a ciertas personas por lazos más o menos duraderos con objeto de serles útiles dentro de los limites de su poder, con frecuencia bastante limitado. Son buenos; pero a veces poco adelantados y hasta un poco ligeros. Se ocupan gustosos de los pormenores de la vida íntima, y sólo obran con permiso de los espíritus protectores o por orden suya.
Los espíritus simpáticos son aquellos que nos atraen afectos particulares y cierta semejanza de gustos y sentimientos, así en el bien como en el mal. La duración de sus relaciones está siempre subordinada a las circunstancias.
El mal genio es un espíritu imperfecto o perverso que se une al hombre con la mira de alejarle del bien; pero obra por voluntad propia y no en virtud de una misión. Su tenacidad está en relación del acceso más o menos fácil que halla. El hombre es libre siempre de escuchar su voz o de rechazarla.
«Ciertas personas ejercen, en efecto, en otras una especie de fascinación que parece irresistible. Cuando esto se verifica para el mal, es que los espíritus malos se sirven de otros malos para subyugar mejor. Dios puede permitirlo para probaros».
516. Nuestros espíritus, bueno y malo, ¿podrían encarnarse para acompañarnos durante la vida de una manera más directa?
«Así sucede a veces; pero a menudo también encargan esta misión a otros espíritus encarnados que les son simpáticos ».
«Ciertos espíritus se unen a los miembros de una misma familia que viven juntos y unidos por el afecto; pero no creáis en espíritus protectores del orgullo de razas».
«Los espíritus acuden con preferencia a donde están sus semejantes, pues allí están más a sus anchas y más seguros de ser escuchados. El hombre atrae a los espíritus en razón de sus tendencias, ya esté solo, ya forme un todo colectivo, como una sociedad, una ciudad o un pueblo. Hay, pues, sociedades, ciudades y pueblos que están asistidos por espíritus más o menos elevados, según el carácter y las pasiones que en ellos dominan. Los espíritus imperfectos se alejan de los que los rechazan y resulta que el perfeccionamiento moral de los todos colectivos, como el de los individuos, tiende a descartar a los espíritus malos y a atraer a los buenos, que excitan y mantienen el sentimiento del bien de las masas, como pueden otros atizar las malas pasiones».
«Sí; porque esas reuniones son individualidades colectivas que caminan hacia un fin común y que han menester de una dirección superior».
«Todo es relativo al grado de adelanto de las masas como al de los individuos».
«Hay espíritus protectores especiales, y que asisten a los que los invocan, cuando los consideran dignos; pero, ¿qué queréis que hagan por los que se creen ser lo que no son? No hacen que los ciegos vean, ni que oigan los sordos».
Los antiguos habían hecho de los espíritus protectores divinidades especiales; las musas no eran más que la personificación alegórica de aquéllos respecto de las ciencias y de las artes, como designaban balo el nombre de lares y penates a los espíritus protectores de la familia. Entre los modernos, las artes, las diferentes industrias, las ciudades y comarcas tienen también sus patronos protectores, que no son más que espíritus superiores; pero bajo otros nombres.
Teniendo cada hombre sus espíritus simpáticos, resulta que en los todos colectivos la generalidad de los espíritus simpáticos está en relación con la generalidad de los individuos; que los espíritus extraños son atraídos por la identidad de gustos y de pensamientos, en una palabra, que esas reuniones, lo mismo que los Individuos, están melor o peor rodeadas, asistidas e influidas según la naturaleza de los sentimientos de la multitud.
En los pueblos las causas de atracción de los espíritus son las costumbres, los hábitos, el carácter dominante y sobre todo las leyes; porque el carácter de la nación se refleja en sus leyes. Los hombres que hacen imperar entre ellos la justicia, combaten la influencia de los malos espíritus. Donde quiera que las leyes consagran cosas injustas, contrarias a la humanidad, están en minoría los espíritus buenos, y la masa de los malos que afluyen mantiene a las naciones en semejantes ideas, y paraliza las buenas influencias parciales que se pierden entre la multitud, como la espiga aislada entre las ortigas. Estudiando las costumbres de los pueblos o de toda reunión de bombres, es, pues, fácil formarse una idea de la población oculta que se inmiscuye en sus pensamientos y acciones.
PRESENTIMIENTOS
«El presentimiento es el consejo íntimo y oculto de un espíritu que os quiere bien. Se halla también en la intuición de la elección que se ha hecho; es la voz del instinto. El espíritu antes de encarnarse, tiene conocimiento de las principales fases de su existencia, es decir, de la clase de pruebas a que se compromete. Cuando tiene un carácter predominante, el espíritu conserva una especie de impresión en su fuero interno, y esta impresión, que es la voz del instinto, acentuándose cuando se aproxima el momento, se convierte en presentimiento».
«Cuando estés incierto, invoca a tu espíritu bueno, o suplica al Señor de todo, a Dios, que te envíe a uno de sus mensajeros, a uno de nosotros».
Los espíritus protectores nos ayudan con sus consejos por medio de la voz de la conciencia, que hacen hablar dentro de nosotros; pero como no siempre le damos la necesaria importancia, nos los dan más directos, valiéndose de las personas que nos rodean. Examine cada cual las diversas circunstancias felices o desgraciadas de su vida, y verá cómo en muchas ocasiones ha recibido consejos que no siempre ha puesto en práctica y que, de haberlos escuchado, le hubieran evitado muchas desazones.
INFLUENCIA DE LOS ESPÍRITUS EN LOS ACONTECIMIENTOS DE LA VIDA
«Ciertamente, puesto que te aconsejan».
¿Ejercen esta influencia de otro modo que por los pensamientos que sugieren, es decir, tienen una acción directa en la realización de las cosas?
«Sí; pero nunca se apartan de las leyes de la naturaleza».
Nosotros nos figuramos equivocadamente que la acción de los espíritus no debe manifestarse más que por fenómenos extraordinarios; quisiéramos que nos ayudasen por medio de milagros, y siempre nos los representamos provistos de una varita mágica. No hay tal cosa. y he aquí por qué su intervención nos aparece oculta y lo que con su con-curso se verifica nos parece muy natural. Asi, por ejemplo, provocarán el encuentro de dos personas que creerán encontrarse por casualidad; inspirarán a alguien la idea de pasar por un lugar determinado; llamarán su atención sobre tal cosa, si ha de conducir al resultado que quieren obtener, de modo, que creyendo el hombre seguir su propio impulso, conserva siempre su libre albedrío.
«Es muy cierto que los espíritus tienen una acción en la materia, pero para el cumplimiento de las leyes de la naturaleza y no para derogarías, haciendo surgir a un punto un acontecimiento inesperado y contrario a aquellas leyes. En el ejemplo propuesto se ha roto la escalera; porque estaba corroída o no era bastante fuerte para resistir el peso del hombre. Si el destino de éste era el de perecer de semejante modo, los espíritus le inspiraron la idea de subir la escalera que había. de romperse con su peso, y su muerte será un efecto natural sin que haya sido preciso un milagro para lograrlo».
«Es lo mismo que en el caso anterior. Cayó el rayo eñ aquel árbol y en aquel momento; porque asi entraba en las leyes de la naturaleza. No ha sido dirigido al árbol, porque el hombre estaba debajo de él; pero inspirósele a aquél la idea de refugiarse debajo de un árbol que recibiría un rayo. Mas éste no hubiese dejado de caer, aunque allí no se hubiese encontrado el hombre».
«Si el individuo no debe ser herido, el espíritu bienhechor le inspirará la idea de separarse, o bien podrá ofuscar a su enemigo de modo que no apunte bien; porque el proyectil, una vez lanzado, sigue la línea que debe recorrer».
«Pura imaginación. El hombre es aficionado a lo maravilloso, y no se contenta con las maravillas de la naturaleza».
-Los espíritus que dirigen los acontecimientos de la vida, ¿pueden ser contrariados por otros espíritus que deseen lo contrario?
«Lo que Dios quiere debe ser, y si existen detenciones o impedimentos, es por su voluntad».
«Se complacen en esos enredos que son pruebas para ejercitar vuestra paciencia, pero se cansan cuando ven que no obtienen resultado. No sería, sin embargo, justo ni exacto achacarles todos vuestros tropiezos, de los que vosotros sois los principales autores gracias a vuestra precipitación; porque si se te rompe la vajilla, se debe más a tu poco tino que a la acción de los espíritus».
-Los espíritus que suscitan enredos, ¿obran a consecuencia de animosidad personal, o bien se fijan en el que se les antoja sin algún motivo determinado y sólo por malicia?
«Lo uno y lo otro. A veces son enemigos que os habéis creado en esta u otras vidas y que os persiguen, y en otras ocasiones no existe motivo».
«A menudo reconocen su injusticia y el mal que han hecho; pero a menudo también su animosidad os persigue, si Dios lo permite, pára continuar probándoos».
-¿Puede ponérsele término, y de qué modo?
«Sí; se puede orar por ellos, y devolviéndoles bien por mal, acaban por comprender sus faltas. Por lo demás, sabiendo uno hacerse superior a sus maquinaciones, conclúyenlas viendo que nada consiguen».
La experiencia prueba que ciertos espíritus continúan su venganza de una a otra existencia, y que tarde o temprano expiamos las faltas que hemos cometido respecto de alguien.
«No del todo, porque hay males comprendidos en los decretos de la Providencia; pero aminoran vuestros dolores, dándoos paciencia y resignación.
»Sabed también que a menudo depende de vosotros el alejar esos males, o por lo menos atenuarlos. Dios os ha dado la inteligencia para que os sirváis de ella, y en este punto especialmente vienen en vuestra ayuda los espíritus, sugiriéndoos pensamientos propicios; pero no asisten más que a los que a si mismo saben asistirse, y tal es el sentido de estas palabras: Buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá.
»Sabed más aún; sabed que lo que os parece un mal no lo es siempre, pues a menudo ha de resultar de él un bien que será más grande que el mal, y esto es lo que no comprendéis; porque sólo pensáis en el presente y en vuestra persona».
«A veces como prueba; pero lo rehusan con frecuencia, como se rechaza la petición inconsiderada de un niño».
-¿Los que conceden estos beneficios son espíritus buenos o malos?
«Unos y otros. Depende de la intención; pero general-mente son espíritus que quieren arrastraros al mal, y que encuentran un medio fácil de conseguirlo en los goces que proporciona la fortuna».
«A veces se debe a los espíritus, otras, y son las más, a que os equivocáis. La posición y el carácter influyen mucho. Si os obstináis en una tarea que no os corresponde, ninguna influencia tienen los espíritus, y sois vosotros vuestros genios malos».
«Dad las gracias a Dios sobre todo, sin cuyo permiso nada se realiza, y después a los espíritus buenos que han sido sus agentes».
-¿Qué sucedería si dejásemos de hacerlo?
«Lo que sucede a los ingratos».
-¿Personas hay, sin embargo, que ni oran, ni dan gracias y todo les va bien?
«Si; pero es preciso esperar el fin. Pagarán muy cara esa dicha pasajera que no merecen; porque mientras más hayan recibido más les será exigido».
ACCIÓN DE LOS ESPÍRITUS EN LOS FENÓMENOS DE LA NATURALEZA
«Todo tiene su razón de ser, y nada acontece sin permiso de Dios».
-¿Estos fenómenos tienen siempre al hombre por objeto?
«A veces tienen una razón directa de ser para el hombre, pero a menudo no tienen otro objeto que el restablecimiento del equilibrio y de la armonía de las fuerzas físicas de la naturaleza».
-Concebimos perfectamente que la voluntad de Dios sea la causa primera en esto como en todas las cosas; pero, ¿cómo sabemos que los espíritus tienen acción en la materia y que son agentes de la voluntad de Dios, preguntamos si algunos de ellos ejercen una influencia determinada en los elementos para agitarlos, calmarlos o dirigirlos?
«Claro es que no puede ser de otro modo. Dios no se entrega a una acción directá en la materia y tiene sus agentes en todos los grados de la escala de los mundos».
«Está tan poco destituida de fundamento como lejana aún de la verdad».
-¿Por la misma razón podría, pues, haber espíritus que habitan en el interior de la tierra y presiden a los fenómenos geológicos?
«Esos espíritus no habitan realmente en la tierra, sino que presiden y dirigen según sus atribuciones. Algún día tendréis la explicación de todos esos fenómenos y los comprenderéis mejor».
«Que lo están o lo han estado».
-¿Esos espíritus pertenecen a los órdenes superiores o inferiores de la jerarquía espiritista?
«Depende de que sus funciones sean mas o menos materiales o inteligentes. Los unos mandan; los otros ejecutan y los que ejecutan las cosas materiales son siempre de orden inferior así entre los espíritus, como entre los hombres».
«En innumerables masas».
«Los unos, si y los otros, no. Pongamos una comparación: Figúrate esas minadas de animales que paulatinamente hacen surgir de los mares islas y archipiélagos, ¿crees que no hay en ello un fin providencial y que semejante transformación de la superficie del globo no es necesaria a la armonía general? Aquéllos, empero, no son más que animales del ínfimo grado que realizan tales cosas, proveyendo a sus necesidades y sin sospechar' que son instrumentos de Dios. Pues bien; de la misma manera son útiles al conjunto los espíritus más atrasados. Mientras se ensayan para la vida y antes de tener plena conciencia de sus actos y de su libre albedrío, obran en ciertos fenómenos cuyos agentes son a pesar suyo. Lo hacen así al principio, y más tarde, cuando esté más desarrollada su inteligencia, ordenarán y dirigirán las cosas del mundo material, y más tarde aún, podrán dirigir las del moral. Así todo sirve, todo se encadena en la naturaleza desde el átomo primitiyo hasta el arcángel, que a su vez ha empezado por el átomo. Admirable ley de armonía cuyo conjunto no puede apreciar vuestro espíritu limitado».
LOS ESPÍRITUS DURANTE LAS BATALLAS
Así en otros tiempos nos representaban los antiguos a los dioses tomando parte a favor de tal o cual pueblo. Estos dioses no eran más que espíritus representados bajo figuras alegóricas.
«Y a sabes perfectamente que hay espíritus que sólo procuran la discordia y la destrucción. Para ellos la guerra es la guerra, y poco se curan de la justicia de la causa».
«Sin duda alguna pueden los espíritus influir para este objeto como para todas las concepciones».
«Sí; ¿pero no tiene su libre albedrío? Si su juicio no le permite distinguir la idea exacta de la falsa, sufre las consecuencias, y mejor le sentaría obedecer que mandar».
«Así sucede generalmente en el hombre de genio, a lo que llama su inspiración y hace que obre con cierta exactitud. Esa inspiración procede de los espíritus que le dirigen y aprovechan las facultades de que está dotado».
«Algunos se interesan, otros se alejan».
En los combates sucede lo que en todos los casos de muerte violenta; en el primer momento el espirltu está sorprendido y como aturdido, y no se cree muerto. Parécele que aún toma parte en la acción, y sólo poco a poco encuentra la realidad.
«En semejantes momentos nunca está apacible el espíritu y en el primer instante puede aún acometer a su enemigo y hasta perseguirle; pero cuando recobra las ideas, ve que su animosidad carece de objeto. Puede, no obstante conservar vestigios mas o menos pronunciados según su carácter».
-¿Percibe aún el ruido de las armas?
«Si, perfectamente».
«Hay pocas muertes completamente repentinas. La mayor parte de las veces el espíritu cuyo cuerpo acaba de ser mortalmente herido no tiene de pronto conciencia de ello; cuando empieza a reconocerse, es cuando puede distinguirse al espíritu agitándose alrededor del cuerpo, lo que le parece tan natural que la presencia del cadáver no le ocasiona efecto alguno desagradable. Reconcentrada toda la vida en el espíritu. sólo él llama la atención, con él se habla o a él es a quien se manda».
DE LOS PACTOS
«No; no existen tales pactos, sino una naturaleza mala que simpatiza con los espíritus malos. Por ejemplo quieres' martirizar a tu vecino y no sabes cómo hacerlo; entonces te atraes espíritus inferiores que, como tú, sólo quieren el mal, y para ayudarte quieren que secundes sus malos designios; pero no se sigue de aquí que tu vecino no pueda librarse de ellos por medio de una conjuración contraria y de su voluntad. El que quiere cometer una mala acción, por este mero hecho atrae espíritus malos que le ayudan, y vese obligado entonces a servirlos como ellos lo hacen respecto de él: porque tambien lo necesitan para el mal que desean hacer. En esto únicamente consiste el pacto».
La dependencia en que a veces está el hombre de los espíritus inferiores proviene de que se entrega a los malos pensamientos que le sugieren, y no de estipulaciones entre ellos y él. El pacto, en el sentido vulgar de la palabra es la alegoría de una naturaleza mala que simpatiza con espíritus malhechores.
«Todas las fábulas contienen una enseñanza y un sentido moral, y vuestro error consiste en tomarlas literalmente. La que nos ocupa es una alegoría que puede explicarse así: El que llama en su ayuda a los espíritus para lograr de ellos bienes de fortuna u otro cualquier favor, murmura de la Providencia; renuncia a la misión que ha recibido y a las pruebas que debe sufrir en la tierra, y experimentará las consecuencias en la vida futura. No quiere esto decir que su alma esté para siempre consagrada a la desgracia. sino que, puesto que en vez de desprenderse de la materia, se ha engolfado más en ella, las alegrías que habrá tenido en la tierra no las tendrá en el mundo de los espíritus, hasta que no se haya rehabilitado por medio de nuevas pruebas, quizá mayores y más penosas. Por su amor a los goces materiales se pone bajo la dependencia de los espíritus impuros, lo que constituye entre ambos un pacto oculto que le conduce a su pérdida, pero que siempre puede romper fácilmente, si lo quiere firmemente, con el auxilio de los espíritus buenos».
PODER OCULTO. TALISMANES. HECHICEROS
«No; Dios no lo permitiría».
«Ciertas personas tienen un poder magnético muy grande, del que pueden hacer mal uso, si es malo su propio espíritu, en cuyo caso pueden estar secundadas por otros espíritus malos; pero no creáis en ese supuesto poder magnético que sólo existe en la imaginación de las gentes supersticiosas, ignorantes de las verdaderas leyes de la naturaleza. Los hechos que se citan son naturales, mal observados y sobre todo mal comprendidos».
«El efecto de ponerlas en ridículo, si lo hacen de buena fe, y en el caso contrario, son embaucadores dignos de cas-tigo. Todas las fórmulas son charlatanismo; no hay ninguna palabra sacramental, ningún signo cabalístico, ningún talismán que tenga acción en los espíritus; porque éstos sólo por el pensamiento, y no por cosas materiales, son atraídos».
-¿Ciertos espíritus no han dictado por si mismos fórmulas cabalísticas?
«Sí; tenéis espíritus que os indican signos, palabras extrañas, o que os prescriben ciertos actos a cuyo favor hacéis lo que llamáis conjuros; pero estad muy seguros de que los tales son espíritus que se burlan de vosotros y abusan de vuestra credulidad».
«Es cierto; pero la naturaleza del espíritu atraído depende de la pureza de la intención y de la elevación de sentímientos, y es extraño que el que es bastante sencillo para creer en la virtud de un talismán, no tenga por objeto un fin más material que moral. En todo caso, eso acusa una pequeñez y una debilidad de ideas, que dan acceso a los espíritus imperfectos y burlones».
«Los que llamáis hechiceros son personas, cuando proceden de buena fe, que están dotadas de ciertas facultades, tales como el poder magnético y la doble vista, y como hacen cosas que no comprendéis, las creéis dotadas de un poderio sobrenatural. ¿Vuestros sabios no han pasado con frecuencia por hechiceros a los ojos de los ignorantes?»
El espiritismo y el magnetismo nos dan la clave de una multitud de fenómenos sobre los cuales ha forjado la ignorancia una infinidad de fábulas, en las que la imaginación ha exagerado los hechos. El conocimiento esclarecido de esas dos ciencias que, por decirlo asi, no son más que una, mostrando la realidad de las cosas y su verdadera causa, es el mejor preservativo contra las ideas supersticiosas; porque demuestra lo posible y lo imposible. lo que entra en las leyes de la naturaleza y lo que no pasa de ser una creencia ridícula.
«Hasta a eso puede llegar la potencia magnética, cuando está secundada por la pureza de sentimientos y un deseo ardiente de hacer bien; pero entonces los espíritus buenos vienen en su auxilio. Pero es preciso prevenirse contra el modo como son contadas las cosas por personas demasiado crédulas o entusiastas, dispuestas siempre a ver maravillas en las cosas más naturales y sencillas. Y también es preciso desconfiar de los relatos interesados de las personas que explotan en provecho suyo la credulidad».
BENDICIÓN Y MALD1CIÓN
«Dios no oye una maldición injusta, y el que la pronuncia es culpable ante él. Como tenemos dos genios opuestos, el bien y el mal, puede existir una influencia momentánea, hasta en la materia; pero sólo se verifica siempre por la voluntad de Dios, y como añadidura de prueba para aquel que es objeto de ella. Por lo demás, a quien se maldice con frecuencia es a los malvados y a quien se bendice es a los buenos. La bendición y la maldición no pueden nunca desviar a la Providencia del camino de la justicia; ni hiere al maldecido sino cuando es malvado y su protección sólo cubre al que la merece».
CAPÍTULO X — OCUPACIONES Y MISIONES DE LOS ESPÍRITUS
«Concurren a la armonía del universo ejecutando los mandamientos de Dios, cuyos ministros son. La vida espiritista es una operación continua, pero nada penosa como las de la tierra; porque no existe cansancio corporal, ni angustias de la necesidad».
«Todos tienen deberes que cumplir. ¿Por ventura el último de los peones no contribuye como el arquitecto a levantar el edificio?». (540)
«Es decir que debemos habitar todas las partes y adquirir conocimiento de todas las cosas, presidiendo sucesivamente todas las partes del universo. Pero, como se dice en el Eclesiastés, todo tiene su tiempo, y así, éste cumple hoy su destino en ese mundo, aquél lo cumplirá o lo ha cumplido en otro tiempo en la tierra, en el agua, en el aire, etcétera».
«Todos deben recorrer los diferentes grados de la escala para perfeccionarse. Dios que es justo no ha podido querer dar a unos la ciencia sin trabajo, al paso que sólo con fatiga la adquieren otros».
De la misma manera entre los hombres, nadie llega al supremo grado de destreza en un arte cualquiera, sin haber adquirido los necesarios conocimientos en la práctica de las más ínfimas ocupaciones del arte en cuestión.
562. No teniendo nada que adquirir los espíritus del orden más elevado, ¿están en reposo absoluto, o tienen ocupaciones?
«¿Qué quieres que hicieran durante la eternidad? La eterna ociosidad sería un suplicio eterno».
-¿Cuál es la naturaleza de sus ocupaciones?
«Recibir directamente las órdenes de Dios, transmitirlas a todo el universo y velar por su ejecución».
«Incesantes, si se entiende que su pensamiento está siempre activo, porque con el pensamiento viven. Pero no se han de asimilar las ocupaciones de los espíritus a las materiales de los hombres. La misma actividad de que hablamos es un placer, porque tienen así conciencia de que son útiles».
-Concíbese esto de los espíritus buenos; pero, ¿sucede lo mismo con los inferiores?
«Los espíritus inferiores tienen ocupaciones apropiadas a su naturaleza. ¿Confiáis al peón y al ignorante los trabajos del hombre de inteligencia?»
«Sí: pero este estado es temporal y está subordinado al desarrollo de su inteligencia. Ciertamente que los hay, como entre los hombres, que sólo viven para si mismos; pero esta ociosidad les pesá y tarde o temprano el deseo de progresar les hace sentir la necesidad de la actividad, y son felices pudiendo ser útiles. Hablamos de los espíritus que han líegado al punto de tener conciencia de si mismos y libre albedrío; porque en su origen son como los niños que acaban de nacer, y que obran más por instinto que por voluntad deliberada».
565. ¿Los espíritus examinan nuestros trabajos artísticos y se interesan en ellos?
«Examinan lo que puede probar la elevación de los espíritus y su progreso».
«Todo se confunde en el fin general. Si es bueno, se interesa tanto como se lo permite la ocupación de ayudar a las almas a elevarse hacia Dios. Olvidáis, además, que un espíritu que ha practicado un arte en la existencia que le conocéis, puede haber practicado otro en otra existencia; porque preciso es que lo sepa todo para ser perfecto, y así, según su grado de adelanto, puede no haber especialidades para él, y esto entiendo decir cuando digo que todo se confunde en el fin general. Notad también lo siguiente: lo que es sublime para vosotros en vuestro mundo atrasado, son puerilidades en mundos más adelantados. ¿Cómo queréis que los espíritus que habitan mundos donde existen artes desconocidas de vosotros, admiren lo que para ellos es una obra de aprendiz? Yá lo he dicho, examinad lo que puede probar el progreso».
-Concebimos que así suceda en espíritus muy adelantados; pero hablamos de espíritus más vulgares y que no se han hecho superiores aún a las ideas terrestres.
«En cuanto a éstos, es diferente. Su punto de vista es más limitado, y pueden admirar lo que vosotros admiráis».
«Los espíritus vulgares, como tú dices, sí, los cuales están sin cesar a vuestro alrededor y en lo que hacéis toman a veces una parte muy activa, según su naturaleza. Y esto es muy necesario para impeler a los hombres en lbs diferentes senderos de la vida, excitar o moderar sus pasiones».
Los espíritus se ocupan de las cosas de este mundo en proporción de su superioridad o inferioridad. Las espíritus superiores tienen sin duda la facultad de considerarlas en sus más pequeños detalles; pero no lo hacen sino en cuanto es útil al progreso. Sólo los espíritus infe- riores le consagran una importancia relativa a los recuerdos presentes aún en su memoria, y a las ideas materiales no olvidadas aún.
568. ¿Los espíritus que tienen misiones que cumplir, las cumplen en estado de erraticidad o de encarnación?
«Pueden tenerlas en ambos estados, y para ciertos espíritus errantes las misiones son una gran ocupación».
«Son tan variadas, que sería imposible describirlas, y además las hay que no podéis comprender. Los espíritus ejecutan la voluntad de Dios, y no podéis penetrar todos sus designios».
Las misiones de los espíritus siempre tienen el bien por objeto. Ya como espíritus, ya como hombres están encargados de favorecer el progreso de la humanidad, de los pueblos o de los individuos en un circulo de ideas más o menos extenso, mas o menos especial, de preparar el camino a ciertos acontecimientos y velar por la realización de ciertas cosas. Algunos tienen misiones más restringidas y en cierto modo personales o del todo locales, como asistir a los enfermos, a los agonizantes, a los afligidos, velar por aquellos cuyos guias y protectores son, y dirigirlos por medio de sus consejos o sugiriéndoles bueuos pensamientos. Puede decirse que hay tantas especies de misiones como clases de intereses que vigilar, ya en el mundo físico, ya en el moral. El espíritu adelanta según el modo como cumple su tarea.
570. ¿Los espíritus penetran siempre los desiqnios que están encargados de ejecuitar?
«No; los hay que son instrumentos ciegos; pero otros saben muy bien el fin con que obran».
«La importancia de las misiones está en proporción de la capacidad y elevación del espíritu. El correo que lleva un despacho cumple también una misión; pero muy distinta de la del general».
572. ¿La misión es impuesta al espíritu, o depende de su voluntad?
«La pide, y es feliz obteniéndola».
- ¿Una misma misón puede ser solicitada por muchos espíritus?
«Sí, y a menudo hay muchos candidatos; pero no todos son admitidos».
«Instruir a los hombres; favorecer su progreso; mejorar sus instituciones por medios directos y materiales. Pero las misiones son más o menos generales e importantes, pues el que cultiva la tierra cumple una misión, lo mismo que el que gobierna o instruye. Todo se encadena en la naturaleza, y al mismo tiempo que el espíritu se purifica en la encarnación, concurre, bajo esta forma, al cumplimiento de las miras de la Providencia. Cada cual tiene su misión en la tierra; porque cada cual puede ser útil en algo».
«Hay efectivamente personas que sólo para si viven y no saben hacerse útiles para nada. Son pobres seres a quienes se ha de compadecer; porque expiarán cruelmente su voluntaria inutilidad, y a menudo empieza su castigo en la tierra por medio del disgusto y cansancio de la vida».
-Puesto que podían elegir, ¿por qué prefirieron una vida que de nada les sirve?
«Entre los espíritus los hay también perezosos que retroceden ante una vida laboriosa. Dios les deja en libertad, pues comprenderán más tarde y a expensas suyas, los inconvenientes de su inutilidad, y serán los primeros en pedir que se les permita reparar el tiempo perdido. Acaso también escogieron una vida más útil; pero una vez en ella, retroceden, y se dejan llevar de las sugestiones de los espíritus que les solicitan a la ociosidad».
«Por las grandes cosas que realiza y por los progresos que hace que hagan sus semejantes».
«A veces, Sí; pero la mayor parte de las veces lo ignoran. Al venir a la tierra, sólo tienen un fin vago, y su misión se deja entrever después de su nacimiento, y según las circunstancias. Dios los impele hacia el camino por donde han de cumplir sus designios».
«Todo lo que el hombre hace no es resultado de una misión predestinada, y a menudo es instrumento de que se sirve un espíritu para hacer ejecutar una cosa que cree útil. Un espíritu, por ejemplo, juzga que sería oportuno escribir un libro que él mismo escribiría si estuviese encarnado, busca el escritor más apto para comprender y ejecutar su pensamiento, sugiérele la idea de hacerlo, y le dirige en la ejecución. Aquí este hombre no ha venido a la tierra con la misión de escribir esa obra. Lo mismo puede decirse de ciertos trabajos artísticos o descubrimientos. Preciso es decir también que durante el sueño de su cuerpo, el espíritu encarnado comunica directamente con el espíritu errante, y que se conviene para la ejecución».
578. ¿El espíritu puede por culpa suya faltar a su misión?
«Sí; cuando no es un espíritu superior».
-¿Qué consecuencias le resultan de ello?
«Le es preciso renovar la tarea, tal es su castigo, y además sufrirá las consecuencias del mal que haya causado».
«¿No sabe Dios si un general alcanzará la victoria o será vencido? Estad seguros que lo sabe, y sus planes, cuando son importantes, no son confiados a aquellos que han de abandonar la obra a medio hacer. Toda la cuestión se reduce para vosotros al conocimiento del porvenir que Dios posee; pero que no os es dado distinguir a vosotros».
580. El espíritu que se encarna para cumplir una misión, ¿tiene el mismo temor que aquel que lo hace para prueba?
«No; porque tiene experiencia».
«Como falseada por ellos mismos. Son inferiores a la tarea que han emprendido. Preciso es, sin embargo, tener en cuenta las circunstancias. Los hombres de genio han tenido que hablar según los tiempos, y tal enseñanza que parece errónea o pueril en una época adelantada, podía bastar a su siglo».
«Sin duda es una misión y al mismo tiempo un deber muy grande que compromete para el porvenir la responsabilidad mía de lo que el hombre se imagina. Dios ha puesto al niño balo la tutela de sus padres para que estos le guien en la senda del bien, y les ha facilitado la tarea dando a aquél una organización endeble y delicada, que le hace accesible a todas las impresiones. Pero padres hay que se ocupan mía de enderezar los árboles de su jardín y en hacerlos dar mucho fruto, que en enderezar el carácter de su hijo. Si este sucumbe por falta de aquéllos, sufrirán la pena y los padecimiento del hijo en la vida futura recaerán sobre ellos; porque no hicieron lo que estaba en sus manos por su adelanto en el camino del bien».
«No; pero mientras mía malas sean las disposiciones del hilo, mía pesada es la tarea, y mayor será el mérito si consiguen separarle del mal camino».
-Si un niño se hace bueno, a pesar de la negligencia o malos ejemplos de sus padres, ¿obtienen éstos algún provecho?
«Dios es Justo».
«Lo más a menudo es que sea un instrumento de que se sirve Dios para el cumplimiento de sus designios, y esas calamidades son a veces el medio de hacer que un pueblo progrese mía aprisa».
-El que es instrumento de, semejantes calamidades pasajeras es extraño al bien que de ellas puede resultar, puesto que sólo un objeto personal se había propuesto; ¿le aprovechará, sin embargo, el tal bien?
«Cada uno es recompensado según sus obras, el bien que ha querido y la rectitud de sus intenciones».
Los espíritus encarnados tienen ocupaciones inherentes a su existencia corporal. En estado errante, o de desmaterialización, esas ocupaciones son proporcionadas a su grado de adelanto.
Las unos recorren los mundos, se instruyen y se preparan para una nueva encarnación.
CAPÍTULO XI — LOS TRES REINOS
LOS MINERALES Y LAS PLANTAS
«Todas son buenas, pues dependen del aspecto en que se las tome. En el material, sólo hay seres orgánicos e inorgánicos: pero bajo el punto de vista moral, evidentemente hay cuatro grados».
Estos cuatro grados tienen en efecto caracteres marcados, aunque parezca que se confunden sus límites. La materia inerte, que constituye el reino mineral, sólo tiene una fuerza mecánica; las plantas, compuestas de materia inerte, están dotadas de vitalidad; los animales, compuestos de materia inerte, dotados de vitalidad, tienen además una especie de inteligencia instintiva limitada con conciencia de su existencia y de su individualidad. El hombre, teniendo todo lo que hay en las plantas y en los animales, domina todas las otras clases por una inteligencia especial, indefinida, que le da conciencia de su porvenir, percepción de las cosas extramateriales y conocimiento de Dios.
586. ¿Las plantas tienen conocimiento de su existencia?
«No; no piensan y sólo tienen vida orgánica».
«Las plantas reciben impresiones físicas que obran en la materia; pero no tienen percepciones, y por consiguiente no tienen sentimiento de dolor».
«Sí, puesto que no piensan. Es una fuerza mecánica de la materia que obra en la materia, y no podrían oponerse a ella».
«Todo es transición en la naturaleza, por el hecho de que nada es semejante y todo se enlaza. Las plantas no piensan, y por consiguiente no tienen voluntad; La ostra que se abre y todos los otros zoófitos no piensan, sólo tienen instinto ciego y natural».
La organización humana nos ofrece ejemplos de movimientos análogos sin intervención de la voluntad, como en las funciones digestivas y circulatorias. El piloro se cierra al contacto de ciertos cuerpos para negarles el paso. Lo mismo debe suceder en la sensitiva, en la cual los movimientos no implican en manera alguna la necesidad de una percepción y menos aún de la voluntad.
«Si se quiere es una especie de instinto, lo cual depende de la acepción que se dé a la palabra; pero es puramente mecánico. Cuando en las operaciones químicas veis cómo se reúnen dos cuerpos, es porque se conviene, es decir, porque existe afinidad entre ellos; mas no lo llamáis instinto».
591. ¿En los mundos superiores, las plantas son, comc los otros seres, de naturaleza más perfecta?
«Todo es más perfecto; pero las plantas siempre son plantas, como los animales animales y siempre hombres los hombres».
LOS ANIMALES Y EL HOMBRE
«Acerca de este punto no están muy acordes vuestros filósofos, queriendo los unos, que el hombre sea un animal y otros que el animal sea un hombre. Todos se equivocan; el hombre es un ser especial que se rebaja mucho a veces o que puede elevarse también mucho. En lo físico, el hombre es como los animales, y está mucho menos provisto que muchos de ellos, pues la naturaleza ha dado a éstos todo lo que aquél se ve obligado a inventar con su inteligencia para su conservación y satisfacción de sus necesidades. Su cuerpo se destruye como el de los animales, es cierto; pero su espíritu tiene un destino, que sólo él puede comprender; porque sólo él es completamente libre. ¡Pobres hombres que os rebajáis hasta el bruto! ¿No sabéis distinguiros de él? Reconoced al hombre en el pensamiento de Dios».
«He ahí otro de vuestros sistemas. Cierto es que el instinto domina en la mayor parte de los animales; ¿pero no ves que los hay que obran con voluntad determinada? Tienen, pues, inteligencia; pero limitada».
Además del instinto, no podria negarse a ciertos animales actos combinados, que denotan una voluntad de obrar en un sentido determinado y según las circunstancias. Hay, pues, en ellos una especie de inteligencia; pero cuyo ejercicio está más exclusivamente concentrado ea los medios de satisfacer sus necesidades físicas y de atender a su conservación. En ellos nada de creación se ve, nada de mejoramiento. Cualquiera que sea el arte que en sus trabajos admiremos, lo que antes hacían, lo hacen actualmente, ni mejor, ni peor siguiendo formas y proporciones constantes e invariables. El pequeñuelo, alejado de los de su especie, no deja de construir su nido conforme al mismo modelo, sin haber recibido instrucción alguna. Si algunos son susceptibles de cierta educación, su desarrollo intelectual, siempre encerrado en estrechos límites, débese a la acción del hombre sobre una naturaleza flexible; porque no tienen ningún progreso propio, y aun aquél es efimero y puramente individual, pues el animal abandonado a si mismo, no tarda en regresar a los límites marcados por la naturaleza.
«Si quieres decir un lenguaje formado de palabras y de sílabas, no; pero un medio de comunicarse, si y se dicen muchas más cosas de jas que vosotros creéis. Su lenguaje, empero, está limitado, como sus ideas, a sus necesidades».
-Hay animales que carecen de voz. ¿Parece que éstos no tienen lenguaje?
«Se comprenden por otros medios. ¿No tenéis vosotros más que la palabra para comunicaros? ¿Qué dices de los mudos? Dotados los animales de la vida de relación, tienen medios de advertirse y de manifestar las sensaciones que experimentan. ¿Crees que los peces no se entienden entre sí? El hombre no tiene, pues, el privilegio exclusivo del lenguaje; pero el de los animales es muy distinto y está limitado por el círculo de sus necesidades e ideas, al paso que el hombre es perfectible y se presta a todas las concepciones de su inteligencia».
En efecto, los peces que emigran en masa, como las golondrinas que obedecen al jefe que las guía, deben tener medios de avisarse, entenderse y concretarse. Acaso lo hagan a merced de una vista más penetrante que les permite distinguir las señales que se hacen; acaso la misma agua sea un vehículo que les transmite ciertas vibraciones. Cualquiera que sea, es incontestable que tienen un medio de entenderse, lo mismo que todos los otros animales privados de la voz y que trabajan en comunidad. Y después de esto, ¿hemos de admirarnos de que los espíritus puedan comunicarse entre si, sin el empleo de la palabra articulada? (282)
«No son simples máquinas, como creéis vosotros, pero su libertad de acción está limitada a sus necesidades, y no puede compararse con la del hombre. Siendo en mucho inferiores a él, no tienen los mismos deberes. Su libertad está restringida a los actos de la vida material».
«Conformación particular de los órganos de la voz, secundada por el instinto de imitación. El mono imita los gestos, y ciertas aves la voz».
«Sí, y sobrevive al cuerpo».
-¿Este principio es un alma semejante a la del hombre?
«Si así lo queréis, también es un alma, esto depende del sentido que se dé a esta palabra; pero es inferior a la del hombre. Del alma de los animales a la del hombre, va tanta diferencia como del alma humana a Dios».
«Su individualidad, sí; pero no la conciencia de su yo. La vida inteligente permanece en est'ado latente».
«No, pues no tiene libre albedrío».
«Es una especie de erraticidad; porque no está unida a un cuerpo, pero no es un espíritu errante. El espíritu errante es un ser que piensa y obra por su libre voluntad; el de los animales no tiene la misma facultad. La conciencia de si mismo es el atributo Drincipal del espíritu. El espíritu del animal es clasificado después de la muerte por los espíritus, que de ello están encargados, y casi en seguida utilizado. No tiene tiempo de ponerse en relación con otras criaturas».
«Sí, y por esto en los mundos superiores, donde están más adelantados los hombres, lo están también los animales que tienen medios más desarrollados de comunicación; pero son siempre inferiores y están sometidos al hombre. Son sus servidores inteligentes».
Nada hay en esto de extraordinario. Supongamos a nuestros más inteligentes animales, al caballo, al perro, al elefante, dotados de una conformación apropiada a los trabajos manuales, ¿qué de cosas no harían bajo la dirección del hombre?
«Por la fuerza de las cosas, y por esto no existe expiación para ellos».
603. ¿En los mundos superiores conocen a Dios los animales?
«No, el hombre es para ellos un dios, como en otro tiempo los espíritus fueron dioses para el hombre».
«Todo se encadena en la naturaleza por lazos que no podéis ver aún, y las cosas en apariencia más disparatadas tienen puntos de contacto que nunca llegará a comprender el hombre en su actual estado. Puede entreverías por un esfuerzo de su inteligencia, pero sólo cuando ésta haya adquirido todo su desarrollo y se haya emancipado de las preocupaciones del orgullo y de la ignorancia, podrá ver claramente la obra de Dios. Hasta entonces sus ideas limitadas le harán ver las cosas bajo un aspecto mezquino y restringido. Entended bien que Dios no puede contradecirse, y que en la naturaleza todo se armoniza por medio de leyes generales, que nunca se separan de la sublime sabiduría del Creador»
-¿La inteligencia es, pues, una propiedad común, un pun to de contacto entre el alma de las bestias y la del hombre?
«Sí; pero los animales sólo tienen la inteligencia de la vida material. En el hombre la inteligencia da la vida moral».
«No; el hombre no tiene dos almas, sino que el cuerpo tiene sus instintos que son resultado de la sensación de los órganos. Sólo existe en él una naturaleza doble: la animal y la espiritual. Por el cuerpo participa de la naturaleza de los animales y de sus instintos; por su alma, de la de los espíritus».
-Así, pues. además de sus propias impresiones de que ha de despojarse el espíritu. ¿debe luchar también con la influencia de la materia?
«Sí; y mientras más inferior es, más estrechos son los lazos entre el espíritu y la materia. ¿Acaso no io estáis viendo? No, el hombre no tiene dos almas, pues ésta es siempre única en un solo ser. El alma del animal y la del hombre son distintas entre sí, de modo, que el alma del uno no puede animar el cuerpo creado para el otro. Pero si el hombre no tiene alma animal que le ponga por sus pasiones al nivel de los animales, tiene el cuerpo que con frecuencia le rebaja hasta ellos; porque el cuerpo es un ser dotado de vitalidad que tiene instintos, pero ininteligentes y limitados al cuidado de su conservación».
Encarnándose el espíritu en el cuerpo del hombre, le trae el principío intelectual y moral que le hace superior a los animales. Las dos naturalezas que en el hombre existen dan a sus pasiones dos origenes diferentes: provienen las unas de los instintos de la naturaleza animal, y las otras de las impurezas del espíritu, que simpatizan más o menos con los groseros apetitos animales. Purificándose el espíritu, se emancipa poco a poco de la influencia de la materia. Bajo semejante influencia, se aproxima al bruto; y libre de ella, se eleva a su verdadero destino.
«Del elemento inteligente universal».
-La inteligencia del hombre y la de los animales, ¿dimanan, pues, de un principio único?
«Sin duda alguna; pero en el hombre ha experimentado una elaboración que la hace superior a la que anima al bruto»
«En una serie de existencias que precede al período que llamáis humanidad».
-¿Parece, pues, que el alma ha sido el principio inteligente de los seres inferiores de la creación?
«¿No hemos dicho. que todo se encadena y tiende a la unidad de la naturaleza? En esos seres que estáis muy lejos de conocerlos en su totalidad, se elabora el principio inteligente, se individualiza poco a poco y se ensaya en la vida, como hemos dicho. Este es, hasta cierto punto, un trabajo preparatorio como el de la germinación, después del cual el principio inteligente experímenta una transformación y se convierte en esplfltu. Entonces empieza para él el período de la humanidad, y con él la conciencia de su porvenir, la distinción del bien y del mal y la responsabilidad de sus actos, como después del período de la infancia viene el de la adolescencia, luego la juventud, y en fin la edad madura. Por lo demás, nada de humillante tiene este origen para el hombre. ¿Se creen humillados los grandes genios por haber sido fetos informes en el seno de su madre? Si algo debe humillarle, es su inferioridad ante Dios, y su impotencia para sondear la profundidad de sus designios y la sabiduría de las leyes que arreglan la armonía del universo. En esa admirable armonía que hace que todo sea solidario en la naturaleza, reconoced la grandeza de Dios. Creer que él haya podido hacer algo sin objeto y crear seres inteligentes sin porvenir. sería blasfemar de su bondad, que se extiende a todas sus criaturas».
-¿Ese período de la humanidad empieza en nuestra Tierra?
«La Tierra no es el punto de partida de la primera encarnación humana. El periodo de la human¡dad empieza generalmente en mundos más inferiores aún, lo cual, sin embargo, no es una regla absoluta, y podría ser que un espíritu, desde su principio humano, fuese apto para vivir en la Tierra. Este caso no es frecuente y constituye más bien una excepción».
«No; porque sólo desde este período empieza para él su vida de espíritu, y apenas se acuerda de sus primeras existencias como hombre, absolutamente lo mismo como el hombre no se acuerda de los primeros tiempos de su infancia y menos aún del tiempo que ha pasado en el seno de su madre. He aquí por qué os dicen los espíritus que no saben cómo han principiado». (78)
«Según la distancia que separa los dos períodos y el progreso realizado. Durante algunas generaciones, puede haber un reflejo más o menos pronunciado del estado primitivo; porque nada se verifica en la naturaleza por transición brusca. Siempre existen eslabones que ligan las extremidades de la serie de seres y acontecimientos: pero semejantes vestigios se borran con el desarrollo del libre albedrío. Los primeros progresos se realizan lentamente; porque no están aún secundados por la voluntad, y siguen una progresión más rápida a medida que el espíritu adquiere más perfecta conciencia de si mismo».
«No; pero la cuestión no había sido desenvuelta, y hay, por otra parte, cosas que sólo a su tiempo deben llegar. El hombre es, en efecto, un ser excepcional; porque tiene facultades que le distinquen de todos los otros y tiene otro destino. La especie humana es la que Dios ha elegido para la encarnación de los seres que pueden comprenderle».
METEMPSICOSIS
«Dos cosas pueden tener el mismo origen y más adelante pueden no parecerse en nada. ¿Quién reconocería el árbol con sus hojas, flores y frutos en el germen informe, contenido en la simiente de donde ha salido? Desde el momento en que el principio inteligente logra el grado necesario para ser espíritu y entrar en el período de la humanidad, cesa de tener relación con su estado primitivo y deja de ser el alma de la bestia, como el árbol la simiente. No le resta al hombre del animal más que el cuerpo, y las pasiones que nacen de la influencia de éste y del instinto de conservación inherente a la materia. No puede, pues, decirse que tal hombre es la encarnación del espíritu de tal animal, y por consiguiente, la metempsicosis, tal como se entiende, no es exacta».
«Eso equivaldría a retrogradar, y el espíritu no retrograda. El río no remonta hacia su curso». (118)
«Este sentimiento intuitivo se descubre en esa como en otras muchas creencias, pero el hombre la ha desnaturalizado, como ha hecho con la mayor parte de sus ideas intuitivas».
La metempsicosis seria verdadera, si se entendiese por ella el progreso del alma de un estado inferior a otro superior, en el que hallaria desarrollos que transformarían su naturaleza; pero es falsa en el sentido de transmigración directa del animal en el hombre y uiceuersa, lo que implicaria idea de retroceso o fusión, y no pudiendo verificarse semejante fusión entre los seres corporales de las dos especies, es indicio de que están en grados inasímilables, y que lo mismo debe suceder con los espíritus que los aníman. Si el mismo espíritu pudiese animarlos alternativamente, se seguiria de ello una identidad de naturaleza que se traduciría en la posibilidad de la reproducción material. La reencarnación enseñada por los espíritus está fundada, por el contrario, en la marcha ascendente de la naturaleza y en el progreso del hombre en su propia especie, lo que en nada amengua su dignidad. Lo que le rehala, es el mal uso que hace de las facultades que Dios le ha dado para su adelanto. Como quiera que sea, la antigíiedad y universalidad de la doctrína de la metempsicosis, y los hombres eminentes que la han profesado, prueban que el principio de la reencarnación tiene sus raíces en la misma naturaleza, y son por lo tanto argumentos en su favor y no en contra.
El punto de partida del espíritu es una de esas cuestiones que se refieren al principio de las cosas, y pertenece a los secretos de Dios.
No es dado al hombre conocerlo de una manera absoluta, y en este punto, ha de limitarse a suposiciones y a sistemas más o menos probables. Los mismos espíritus están muy lejos de conocerlo todo, y sobre lo que no saben pueden también tener opiniones personales más o menos sensatas.
Así, por ejemplo, no todos piensan lo mismo respecto de las relaciones que existen entre el hombre y los animales. Según algunos, el espíritu no llega al período humano sino después de haberse elaborado e individualizado en los diferentes grados de los seres inferiores de la creación. Según otros, el espíritu del hombre ha pertenecido siempre a la raza humana, sin haber pasado por la serie animal. El primero de estos sistemas tiene la ventaja de dar un objeto al porvenir de los animales, que formarían de este modo los primeros eslabones de la cadena de los seres pensantes; el segundo está más conforme con la dignidad humana, y puede resumirse de la manera siguiente:
Las diferentes especies de animales no proceden intelectualmente las unas de las otras por via de progresión, y así el espirita de la ostra no pasa a ser sucesivamente el del pez, del ave, del cuadrúpedo y del cuadrumano. Cada especie es un tipo absoluto física y moralmente, cada uno de cuyos individuos toma en la fuente universal la suma de principio inteligente que le es necesario, según la perfécción de sus órganos, y el trabajo que ha de realizar en los fenómenos de la naturaleza, suma de principio vital que a la muerte, vuelve a la masa. Las de los mundos más adelantados que el nuestro (véase el 188) son igualmente razas distintas, apropiadas a las necesidades de aquellos mundos y al grado de adelanto de los hombres cuyos auxiliares son; pero que, espíritualmente hablando, no proceden en modo alguno de los de la tierra. No sucede lo mismo en el hombre. Bajo el punto de vista fijo, forma evidentemente un eslabón de la cadena de los seres vivientes; pero balo el punto de vista moral, entre el animal y el hombre, existe solución de continuidad. El hombre posee en propiedad e! alma o espíritu, destello divino que le da el sentido moral y un alcance intelectual que falta a los animales; es para él un ser principal preexistente, que sobrevive al cuerpo y que conserva su individualidad. ¿Cuál es el origen del espíritu? ¿Dónde está su punto de partida? ¿Se forma del principio inteligente individualizado? Este es un misterio que en vano trataríamos de penetrar, y acerca del cual, según tenemos dicho, sólo podemos emitir sistemas. Lo que es constante y resulta del raciocinio y de la experiencia, es la supervivencia del espíritu, la conservación de su individualidad después de la muerte. su facultad progresiva, su estado feliz o desgraciado proporcional a su adelanto en el camino del bien, y todas las verdades morales, que son consecuencías de este principio. En cuanto a las relaciones misteriosas que existen entre el hombre y los animales, volvemos a repetir que son un secreto de Dios, como muchas otras cosas cuyo conocimiento actual no importa a nuestro progreso, y sobre las cuales seria inútil insistir.