Usted esta en:
El Libro de los Espíritus > LIBRO CUARTO — ESPERANZAS Y CONSUELOS > CAPÍTULO I — PENAS Y GOCES TERRENALES > UNIONES ANTIPÁTICAS > 940
940. La falta de simpatía entre los seres destinados a vivir juntos, ¿no es también origen de pesares tanto más amargos en cuanto envenenan toda la existencia?
«Muy amargos, en efecto, pero esta es una de esas desgracias cuya primitiva causa sois a menudo vosotros mismos. Además, las culpables son vuestras leyes, porque, ¿crees tú que Dios te obliga a estar con los que te desagradan? Y luego, en esos enlaces, a menudo buscáis más la satisfacción de vuestro orgullo y ambición que la dicha de un mutuo afecto. Entonces sufrís las consecuencias de vuestras preocupaciones».
-Pero en semejante caso, ¿no hay casi siempre una victima inocente?
«Si, y para ella es una dura expiación; pero la responsabilidad de su desgracia caerá sobre los que han sido su causa. Si la luz de la verdad ha penetrado en su alma, hallará consuelo en su fe en el porvenir. Por lo demás, a medida que desaparezcan las preocupaciones, las causas de esas desgracias privadas desaparecerán también».
«Muy amargos, en efecto, pero esta es una de esas desgracias cuya primitiva causa sois a menudo vosotros mismos. Además, las culpables son vuestras leyes, porque, ¿crees tú que Dios te obliga a estar con los que te desagradan? Y luego, en esos enlaces, a menudo buscáis más la satisfacción de vuestro orgullo y ambición que la dicha de un mutuo afecto. Entonces sufrís las consecuencias de vuestras preocupaciones».
-Pero en semejante caso, ¿no hay casi siempre una victima inocente?
«Si, y para ella es una dura expiación; pero la responsabilidad de su desgracia caerá sobre los que han sido su causa. Si la luz de la verdad ha penetrado en su alma, hallará consuelo en su fe en el porvenir. Por lo demás, a medida que desaparezcan las preocupaciones, las causas de esas desgracias privadas desaparecerán también».