El Libro de los Espíritus

Allan Kardec

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888. ¿Qué debe pensarse de la limosna?

«El hombre precisado a pedir limosna se degrada moral y físicamente, se embrutece. En una sociedad basada en la ley de Dios y en la justicia, debe proveerse a la subsistencia del débil sin humillarle. Debe asegurarse la existencia a los que no pueden trabajar, sin dejar su vida a merced de la casualidad y de la buena voluntad».

-¿Censuráis la limosna?

«No, lo censurable no es la limosna, sino el modo como se hace a menudo. El hombre de bien que comprende la caridad según Jesús. sale al encuentro de la desgracia, sin esperar que le tienda la mano.

»La verdadera caridad es siempre buena y benévola, y consiste tanto en la forma como en el acto. Un favor hecho con delicadeza tiene doble precio; pero si se hace con altanería. puede hacerlo aceptable la necesidad, mas el corazón no se conmueve.

»Recordad también que la ostentación quita ante Dios todo el mérito al beneficio. Jesús dijo: "Que vuestra mano izquierda ignore lo que dé vuestra derecha", enseñándoos de este modo a no manchar con el orgullo la caridad.

»Es preciso distinguir la limosna propiamente dicha de la beneficencia. No siempre el que pide es el más necesitado. El temor a la humillación retiene al verdadero indigente, y a menudo sufre sin quejarse. A éste es a quien el hombre verdaderamente humanitario sabe ir a buscar sin ostentación.

»Amaos unos a otros. Esta es toda ley, ley divina por medio de la cual Dios gobierna a los mundos. El amor es la ley de atracción para los seres vivientes y organizados: la atracción es la ley de amor para la materia inorgánica.

»No olvidéis nunca que el espíritu, cualesquiera que sean su grado de talento y su situación en la reencarnación o en la erraticidad, está siempre entre un superior que le guía y perfecciona, y un inferior respecto del cual ha de cumplir idénticos deberes. Sed, pues, caritativos, no sólo con esa caridad que os induce a sacar de vuestro bolsillo el óbolo que dais con frialdad al que se atreve a pedíroslo, sino que debéis salir al encuentro de las miserias ocultas. Sed indulgentes con las extravagancias de vuestros semejantes; en vez de despreciar la ignorancia y el vicio, instruid y moralizad; sed afables y benévolos con todos los que os son inferiores, practicad lo mismo respecto de los seres más ínfimos de la creación, y habréis obedecido a la ley de Dios.

SAN VICENTE DE PAÚL».