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CAPÍTULO X - NATURALEZA DE LAS COMUNICACIONES
NATURALEZA DE LAS COMUNICACIONES
133. Hemos dicho que todo efecto que revela en su causa
un acto de libre voluntad, por insignificante que sea este acto,
acusa por esto mismo una causa inteligente. De este modo, un
simple movimiento de una mesa que responde a nuestro
pensamiento, o presenta un carácter intencional, puede
considerarse como una manifestación inteligente. Si el resultado
se limitara a esto solo, tendría para nosotros un interés muy
secundario; sin embargo, algo sería ya el habernos dado una prueba
de que hay en estos fenómenos otra cosa más que una acción
puramente material; pero la utilidad práctica que sacaríamos de
eso sería para nosotros nula, o al menos muy restringida; otra
cosa sucede cuando esta inteligencia adquiere un desarrollo que
permite un cambio regular y seguido de pensamientos; entonces
ya no son simples manifestaciones inteligentes, sino verdaderas
comunicaciones. Los medios de que disponemos hoy día permiten
el obtenerlas tan extensas, tan explícitas y tan rápidas como las
que nos comunicamos con los hombres.
Si nos penetramos bien, según la Escala Espírita (El Libro
de los Espíritus, núm. 100), de la variedad infinita que existe entre
los Espíritus, bajo el doble aspecto de la inteligencia y de la
moralidad, se concebirá fácilmente la diferencia que debe haber
en sus comunicaciones; en las que debe reflejarse la elevación o
la bajeza de sus ideas, su saber y su ignorancia, sus vicios y sus
virtudes; en una palabra no deben parecerse las unas a las otras, ni
más ni menos que las de los hombres, desde el salvaje al europeo
más ilustrado. Todos los matices que presentan pueden agruparse
en cuatro categorías principales; según sus caracteres más
marcados, son, pues, groseras, frívolas, formales e instructivas.
Groseras
134. Las comunicaciones groseras son aquellas que se
traducen por expresiones que hieren la decencia. No pueden
emanar sino de Espíritus de baja clase, manchados todavía con
todas las impurezas de la materia, y no difieren en nada de las que
podían dar los hombres viciosos y groseros. Repugnan a toda
persona que tiene la menor delicadeza de sentimientos; porque
son, según el carácter de los Espíritus: triviales, deshonestas,
obscenas, insolentes, vanidosas, malévolas y aun impías.
Frívolas
135. Las comunicaciones frívolas emanan de los Espíritus
ligeros, burlones y traviesos, más maliciosos que malvados, y no
dan ninguna importancia a lo que dicen. Como no tienen nada de
indecentes, gustan a ciertas personas que se divierten con ellas y
encuentran placer en estos entretenimientos fútiles en que se habla
mucho para no decir nada. Estos Espíritus dicen de vez en cuando
agudezas espirituales y satíricas, y en medio de sus chistes vulgares
dicen algunas veces duras verdades que tocan casi siempre en el
blanco. Estos Espíritus ligeros pululan alrededor de nosotros y
aprovechan todas las ocasiones para mezclarse en las
comunicaciones; la verdad es el menor de sus cuidados; por eso
tienen el pernicioso placer de mixtificar a aquellos que tienen la
debilidad y algunas veces la presunción de creerlos bajo su palabra.
Las personas que se complacen con esta clase de comunicaciones
dan, naturalmente, acceso a los Espíritus ligeros y mentirosos; los
Espíritus formales se alejan de ellos como sucede entre nosotros,
que los hombres formales se alejan de las reuniones de los
atolondrados.
Formales
136. Las comunicaciones formales son graves en cuanto al
objeto y a la manera como se hacen. Toda comunicación que
excluye la frivolidad y la grosería, y que tiene un fin útil, aunque
fuese de interés privado, es por lo mismo formal; pero no por esto
está siempre exenta de errores. Los Espíritus formales no todos
tienen igual ilustración. Hay muchas cosas que ellos ignoran y
sobre las cuales pueden engañarse de buena fe; por eso los Espíritus
verdaderamente superiores nos aconsejan sin cesar, que sometamos
todas las comunicaciones al examen de la razón y de la más severa
lógica.
El preciso, pues, distinguir las comunicaciones
verdaderamente formales de las falsas formales, y esto no es
siempre fácil, porque es a favor de la misma gravedad del lenguaje,
ciertos Espíritus presuntuosos o falsos sabios procuran hacer
prevalecer las ideas más falsas y los sistemas más absurdos; y
para hacerse más verídicos y darse más importancia no tienen
escrúpulo en adornarse con los nombres más respetables y más
venerados. Ese es uno de los grandes escollos de la ciencia práctica;
volveremos a tratar de ello más adelante, con toda la extensión
que necesita un objeto tan importante, al mismo tiempo que
daremos a conocer los medios de precaverse contra el peligro de
las falsas comunicaciones.
instructivas
137. Las comunicaciones instructivas son las
comunicaciones formales que tienen por principal objeto alguna
enseñanza dada por los Espíritus sobre las ciencias, la moral, la
filosofía, etc. Son más o menos profundas, según el grado de
elevación o de desmaterialización del Espíritu. Para sacar de estas
comunicaciones un fruto real, es preciso que se regularicen y se
continúen con perseverancia. Los Espíritus formales se interesan
por aquellos que quieren instruirse y los secundan, mientras que
dejan a los Espíritus ligeros el cuidado de divertir a los que sólo
ven en estas manifestaciones una distracción pasajera. Por la
regularidad y la frecuencia de estas comunicaciones es como se
puede apreciar el valor moral e intelectual de los Espíritus con
loscuales uno se comunica, y el grado de confianza que merecen. Si
la experiencia es necesaria para juzgar a los hombres, mayor se
necesita para juzgar a los Espíritus.
Dando a estas comunicaciones la calificación de
instructivas, nosotros las suponemos verdaderas, porque lo que
no fuese verdadero no podría ser instructivo, aunque se dijera con
el lenguaje más imponente. No podríamos, pues, colocar en esta
categoría ciertas enseñanzas, que no tienen de formal sino la forma,
a menudo pomposa y enfática, con ayuda de la cual los Espíritus
más presuntuosos que sabios, que las dictan, pretenden hacer
ilusión; pero estos Espíritus, no pudiendo suplir el fondo que no
tienen, no podrían sostener mucho tiempo su papel; pronto
descubren su flanco débil, por poco que continúen sus
comunicaciones o se sepa acosarlos hasta sus últimos
atrincheramientos.
138. Los medios de comunicación son muy variados. Los
Espíritus obran sobre nuestros órganos y sobre todos nuestros
sentidos; pueden manifestarse a la vista en las apariciones, al tacto
por impresiones tangibles, ocultas o visibles, al oído por ruidos,
al olfato por olores sin causa conocida. Este último modo de
manifestarse, aunque muy real, es sin contradicción el más incierto
por las numerosas causas que pueden inducir en error, por lo que
no nos ocuparemos de ello. Lo que debemos examinar con cuidado
son los diversos medios de obtener comunicaciones, es decir, un
cambio regular y continuado de pensamientos. Estos medios son:
los golpes, la palabra y la escritura. Los desarrollaremos en
capítulos especiales.