Usted esta en:
EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS > SEGUNDA PARTE - DE LAS MANIFESTACIONES ESPÍRITAS > CAPÍTULO XV - MÉDIUMS ESCRIBIENTES O PSYCÓGRAFOS > Médiums mecánicos > 179
179. Si se examinan ciertos efectos que se producen en los
movimientos de la mesa, de la cestita o de la tablita que escribe,
no se puede dudar de una acción ejercida directamente por el
Espíritu sobre estos objetos. La cestita se agita a veces con tanta violencia que escapa de las manos del médium; algunas veces
también se dirige hacia ciertas personas del círculo para
golpearles; otras veces sus movimientos atestiguan un
sentimiento afectuoso. La misma cosa tiene lugar cuando el lápiz
está colocado en la mano; a menudo es lanzado a lo lejos con
fuerza, o bien la mano como la cestita se agita convulsivamente
y golpea la mesa con cólera, aun cuando el médium esté en la
mayor calma y se admire de no ser dueño de sí. Digamos, de
paso, que estos efectos denotan siempre la presencia de Espíritus
imperfectos; los Espíritus realmente superiores están
constantemente tranquilos, son dignos y benévolos; si no se les
escucha convenientemente se retiran y otros toman su puesto.
El Espíritu puede, pues, expresar directamente su pensamiento,
ya sea por el movimiento de un objeto, del cual la mano del
médium no es más que el punto de apoyo, ya sea por su acción
sobre la misma mano.
Cuando el Espíritu obra directamente sobre la mano, da a
ésta un impulso completamente independiente de la voluntad.
Marcha sin interrupción y a pesar del médium, mientras el
Espíritu tiene alguna cosa que decir, deteniéndose cuando ha
concluido.
Lo que caracteriza el fenómeno en esta circunstancia es que
el médium no tiene la menor conciencia de lo que escribe; la falta
de conciencia absoluta en este caso constituye lo que se llaman
médiums pasivos o mecánicos. Esta facultad es preciosa, porque
no puede dejar ninguna duda sobre la independencia del
pensamiento del que escribe.