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EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS > SEGUNDA PARTE - DE LAS MANIFESTACIONES ESPÍRITAS > CAPÍTULO V - MANIFESTACIONES FÍSICAS ESPONTÁNEAS > Ruidos, barahúndas, alborotos y perturbaciones > 89
89. Los hechos de esta naturaleza tienen frecuentemente el
carácter de una verdadera persecución. Conocemos seis hermanas
que habitaban juntas, y que durante muchos años encontraban por
la mañana sus ropas dispersadas, ocultas hasta en los techos,
desgarradas y cortadas en trozos, a pesar de cuantas precauciones
tomaban para encerrarlas bajo llave. Ha ocurrido muchas veces
que personas acostadas y perfectamente despiertas veían sacudir
sus cortinas, arrancar violentamente sus cobertores de la cama y
sus almohadas, siendo levantadas sobre sus colchones y aun
arrojadas fuera de la cama. Estos hechos son más frecuentes de lo
que se cree; pero la mayor parte de las veces los que son víctimas
no se atreven a hablar por temor al ridículo. Tenemos conocimiento
de ciertos individuos que se han querido curar de lo que
consideraban alucinación, sometiéndoles al tratamiento de los
enajenados, y se les ha hecho volver realmente locos. La medicina
no puede comprender estas cosas, porque no admite en la causa
sino el elemento material, de donde resultan equivocaciones a
menudo funestas. Algún día la historia contará ciertos tratamientos
del siglo diez y nueve, como se cuentan hoy ciertos procedimientos
de la Edad Media.
Admitimos perfectamente que ciertos hechos son obra de
la malicia o de la malevolencia; pero si hechas todas las averiguaciones resulta probado que no son la obra de los hombres,
es preciso convenir que son: los unos dirán la obra del diablo;
nosotros diremos de los Espíritus. ¿Pero de qué Espíritus?