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EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS > PRIMERA PARTE - NOCIONES PRELIMINARES > CAPÍTULO IV - SISTEMAS > 50
50. Sistema del alma material. Consiste únicamente en una
opinión particular sobre la naturaleza íntima del alma. Según esta
opinión, el alma y el periespíritu no serían dos cosas distintas o,
por mejor decir, el periespíritu no sería otro que la misma alma,
depurándose gradualmente por las diversas transmigraciones,
como el alcohol se depura por las diversas destilaciones, mientras
que la Doctrina Espírita considera al periespíritu como la envoltura
fluídica del alma o del Espíritu. Siendo el periespíritu una materia,
aunque muy etérea, el alma sería de este modo de una naturaleza
material más o menos esencial según el grado de su depuración.
Este sistema no invalida ninguno de los princípios
fundamentales de la Doctrina Espírita, porque nada cambia el
destino del alma; las condiciones de su felicidad futura son siempre
las mismas; el alma y el periespíritu forman un todo, bajo el nombre
de Espíritu, como el germen y el perispermo los forman bajo el nombre de
fruto; toda la cuestión se reduce a considerar el todo
como homogéneo en lugar de formarse de dos partes distintas.
Como se ve, de eso no se deduce ninguna consecuencia, y
no hubiéramos hablado de ello si no hubiésemos encontrado
personas inclinadas a ver una nueva escuela en lo que en definitiva
sólo es una simple interpretación de palabras. Esta opinión, muy
restringida por cierto, aunque fuese más general, no constituiría
una escisión entre los espiritistas, así como las dos teorías de la
emisión o de las ondulaciones no la constituyen entre los físicos.
Los que quisieran formar partido separado por una cuestión tan
pueril, probarían, por lo mismo, que dan más importancia a lo
accesorio que a lo principal, y que están conducidos a la desunión
por Espíritus que no pueden ser buenos, porque los buenos jamás
aconsejan la acritud y la cizaña; por esto invitamos a todos los
verdaderos espiritistas a ponerse en guardia contra semejantes
sugestiones, y a no dar a ciertos detalles más importancia que la
que merecen, lo esencial está en el fondo.
Sin embargo, creemos un deber decir en pocas palabras, en
qué se apoya la opinión de aquellos que consideran el alma y el
periespíritu como dos cosas distintas. Se funda en la enseñanza
de los Espíritus, que jamás han variado sobre el particular;
hablamos de los Espíritus ilustrados, porque entre ellos los hay
que no saben ni más ni menos que los hombres, mientras que la
teoría contraria es una concepción humana. Nosotros no hemos
inventado ni supuesto el periespíritu para explicar los fenómenos;
su existencia se nos ha revelado por los Espíritus, y la observación
nos la ha confirmado (El libro de los Espíritus, número 93). Se
apoya además sobre el estudio de las sensaciones entre los Espíritus
(El libro de los Espíritus, número 257) y sobre todo en el fenómeno
de las apariciones tangibles, que implicaría, según la otra opinión,
la solidificación y desagregación de las partes que constituyen el
alma, y a consecuencia su desorganización. Sería menester también
admitir que esta materia que puede hacerse sensible a los sentidos,
es, por sí misma, el principio inteligente, lo que no es más racional
que confundir el cuerpo con el alma, o el vestido con el cuerpo. En
cuanto a la naturaleza íntima del alma, no es desconocida. Cuando
se dice que es inmaterial es preciso entenderlo en el sentido relativo
y no absoluto, porque la inmaterialidad absoluta sería la nada; luego
el alma o el Espíritu es alguna cosa; se quiere decir que su esencia
es de tal modo superior que no tiene ninguna analogía con lo que
nosotros llamamos materia y que así para nosotros es inmaterial..
(El libro de los Espíritus, números 23 y 82).