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EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS > SEGUNDA PARTE - DE LAS MANIFESTACIONES ESPÍRITAS > CAPÍTULO IV - TEORÍA DE LAS MANIFESTACIONES FÍSICAS > Movimientos y suspensiones. – Ruidos. – Aumento y disminución del peso de los cuerpos > 77
77. De este modo, cuando se da movimiento a un objeto
levantándolo o lanzándolo al aire, no es el Espíritu quien lo coge,
lo empuja o levanta, como nosotros lo haríamos con la mano; él
lo satura, por decirlo así, con su fluido combinado con el del
médium, y el objeto, vivificado así momentáneamente, obra como
lo haría un ser viviente con la diferencia de que no teniendo
voluntad propia, sigue el impulso de la voluntad del Espíritu.
Puesto que el fluido vital tomado en cierto modo por el
Espíritu, de una vida ficticia y momentánea a los cuerpos inertes,
pues el periespíritu no es otra cosa sino este mismo fluido vital, se
sigue que cuando el Espíritu está encarnado, él es quien da la vida
a su cuerpo por medio de su periespíritu, al que permanece unido
tanto como el organismo lo permite; cuando se retira, el cuerpo
muere. Ahora, si en lugar de una mesa se hace una estatua de madera,
y se obra sobre esta estatua como sobre una mesa, se tendrá una
estatua que se moverá, que golpeará, que responderá por sus
movimientos y por sus golpes; se tendrá, en una palabra, una estatua
momentáneamente animada por una vida artificial; se han llamado
mesas parlantes, se podrían llamar estatuas parlantes. ¡Qué luz no
arroja esta teoría sobre una porción de fenómenos hasta ahora sin
solución! ¡Qué alegorías y efectos misteriosos no explica!