CAPÍTULO IV - TEORÍA DE LAS MANIFESTACIONES FÍSICAS
Movimientos y suspensiones. – Ruidos. –
Aumento y disminución del peso de los cuerpos
72. Estando demostrada por el razonamiento y por los hechos
la existencia de los Espíritus, así como la posibilidad para ellos
de obrar sobre la materia, se trata ahora de conocer cómo se opera
esta acción y cómo se arreglan para hacer mover las mesas y los
otros cuerpos inertes.
Una idea se presenta naturalmente y es la que hemos tenido
ya: como fue combatida por los Espíritus, que han dado otra
explicación de la que esperábamos, es una prueba evidente que su
teoría no era nuestra opinión. Pero este primer pensamiento cada
uno podrá tenerlo como nosotros; cuando a la teoría de los Espíritus
no creemos que haya venido jamás a la idea de alguien. Se
reconocerá sin trabajo cuán superior es a la nuestra, aunque menos
sencilla, porque da la solución a una porción de hechos que no
encontraban en aquélla una explicación satisfactoria.
73. Desde el momento que se conoce la naturaleza de los
Espíritus, su forma humana, las propiedades semimateriales del
periespíritu, la acción mecánica que puede tener sobre la materia,
que en los hechos de aparición, se han visto manos fluídicas y aun
tangibles asir objetos y transportarlos, era natural el creer que el Espíritu se servía simplemente de sus manos para hacer girar la
mesa y que la levantaba en el espacio a fuerza de brazos. Pero en
este caso, ¿qué necesidad hay de tener un médium? ¿El Espíritu
no puede obrar solo? Porque el médium, que coloca las más de
las veces sus manos en sentido contrario del movimiento, o casi
no las coloca del todo, evidentemente no puede secundar al Espíritu
con ninguna acción muscular. Dejemos, desde luego, hablar a los
Espíritus que hemos interrogado con este objeto.
74. Las respuestas siguientes se nos dieron por el Espíritu
de San Luis; después se han confirmado por muchos otros.
1. ¿El fluido universal es una emanación de la divinidad?
No.
2. ¿Es una creación de la divinidad?
Todo es creado excepto Dios.
3. ¿El fluido universal es al mismo tiempo el elemento
universal?
Sí, es el principio elemental da todas las cosas.
4. ¿Tiene alguna relación con el fluido eléctrico del cual
conocemos los efectos?
Es su elemento.
5. ¿Cuál es el estado en que el fluido universal se presenta
a nosotros en su más grande simplicidad?
Para encontrarlo en su simplicidad absoluta sería preciso
remontarse hasta los Espíritus puros; en vuestro mundo está
siempre más o menos modificado para formar la materia compacta
que os rodea; sin embargo podéis decir que el estado que se acerca
más a esta simplicidad, es el del fluido que vosotros llamáis fluido
magnético animal.
6. Se ha dicho que el fluido universal es la fuente de la vida;
¿es al mismo tiempo la fuente de la inteligencia?
No; este fluido sólo anima la materia.
7. Puesto que es este fluido el que compone el periespíritu,
¿tal parece que está en una especie de estado de condensación
que le acerca, hasta cierto punto, a la materia propiamente dicha?
Hasta cierto punto, como vosotros lo decís, porque no tiene
todas su propiedades; es más o menos condensado según los
mundos.
8. ¿Cómo un Espíritu puede operar el movimiento de un
cuerpo sólido?
Combina una parte de fluido universal con el fluido que
despide el médium apropiado a este efecto.
9. ¿Los Espíritus levantan la mesa con ayuda de sus
miembros solidificados de cierto modo?
Esta respuesta no conducirá todavía a lo que deseáis.
Cuando una mesa se mueve bajo vuestras manos, el Espíritu
evocado va a tomar en el fluido universal de qué animarla de una
vida ficticia, La mesa preparada de este modo el Espíritu la atrae
y la mueve bajo la influencia de propio fluido desprendido por su
voluntad. Cuando la mesa que quiere poner en movimiento es
demasiado pesada para el, llama en su ayuda a los Espíritus que
se encuentran en las mismas condiciones que él. En razón de su
naturaleza etérea, el Espíritu propiamente dicho no puede obrar
sobre la materia grosera sin intermediario, esto es, sin el lazo
que une a la materia; este lazo, que constituye lo que vosotros
llamáis el periespíritu, os da la llave de todos los fenómenos
espiritistas materiales. Creo haberme explicado bastante claro
para hacerme comprender.
Observación. – Llamamos la atención sobre esta primera frase: “Esta
respuesta no conducirá todavía a lo que deseáis”. El Espíritu había
comprendido perfectamente que todas las preguntas precedentes solo se
hacían para llegar a ésta; e hizo alusión a nuestro pensamiento que esperaba
en efecto, otra respuesta, esa es la confirmación de nuestra idea sobre la
manera con que el Espíritu hace mover las mesas.
10. Los Espíritus que él llama en su ayuda, ¿le son inferiores?
¿Están bajo sus órdenes?
Iguales casi siempre; muchas veces vienen por sí mismos.
11. ¿Todos los Espíritus son aptos para producir los
fenómenos de este género?
Los Espíritus que producen esta clase de efectos son siempre
Espíritus inferiores que no están aún enteramente desprendidos
de toda influencia material.
12. Nosotros comprendemos que los Espíritus superiores
no se ocupen de cosas inferiores a su esfera; pero preguntamos si
en razón de estar más desmaterializados, tendrían la potencia de
hacerlo, si lo quisieran hacer.
Tienen la fuerza moral, como los otros tienen la fuerza física;
cuando tienen necesidad de esta fuerza, se sirven de los que la
poseen. ¿No se os ha dicho que se sirven de Espíritus inferiores,
como lo hacéis vosotros con los cargadores?
Observación. – Se ha dicho que la densidad del periespíritu si puede
expresarse así, varía según el estado de los mundos, parece que varía también,
del mismo modo según los individuos. En los Espíritus avanzados moralmente, es más sutil y se acerca al de los Espíritus elevados: en los Espíritus inferiores
al contrario, se aproxima a la materia, y es la que hace que estos Espíritus
de baja clase, conserven tan largo tiempo las ilusiones de la vida terrestre;
piensan y obran como sí aún estuvieran vivos; tienen los mismos deseos, y
casi se podría casi decir, la misma sensualidad. Esta grosería del periespíritu
dándole más “afinidad” con la materia hace a los Espíritus inferiores más
propios para las manifestaciones físicas. Por la misma razón un hombre de
mundo acostumbrado a los trabajos de inteligencia, cuyo cuerpo es débil y
delicado, no puede levantar un bulto pesado como un mozo de cordel. La
materia en él es de cierto modo menos compacta, los órganos menos
resistentes; tiene menos fluido nervioso. El periespíritu siendo al Espíritu
lo que el cuerpo es al hombre, y su densidad estando en razón de la
inferioridad de lo Espíritu, reemplaza en él la fuerza muscular, esto es, le
da sobre los fluidos necesarios para las manifestaciones, una potencia mayor
que la que podrían tener aquellos cuya naturaleza es más etérea. Si un Espíritu
elevado quiere producir tales efectos, hace lo que hacen entre nosotros las
gentes delicadas: lo manda a hacer por un “Espíritu del oficio”.
13. Si nosotros hemos comprendido bien lo que habéis dicho,
el principio vital reside en el fluido universal; el Espíritu toma en
ese fluido la envoltura semimaterial que constituye su periespíritu
y por medio de este fluido obra sobre la materia inerte.
Sí; esto es, que él anima la materia de una especie de vida
ficticia: la materia se anima de la vida animal. La mesa que se
mueve bajo vuestras manos vive, como el animal; obedece por sí
misma al ser inteligente. No es éste el que la empuja como el
hombre hace con un fardo; cuando la mesa se levanta, no es que
el Espíritu la levante a fuerza de brazos es la mesa animada que
obedece a la impulsión dada por el Espíritu.
14. ¿Cuál es el papel del médium en este fenómeno?
Lo he dicho: el fluido propio del médium se combina con el
fluido universal acumulado por el Espíritu; es menester la unión
de estos dos fluidos, esto es, del fluido animalizado con el fluido
universal, para dar vida a la mesa. Pero observad bien que esta
vida es sólo momentánea; se extingue con la acción, y muchas
veces antes del fin de la acción, tan pronto como la cantidad del
fluido no es suficiente para animarla.
15. ¿El Espíritu puede obrar sin el concurso de un médium?
Puede obrar sin saberlo el médium; es decir, que muchas
personas sirven de auxiliares a los Espíritus para ciertos
fenómenos, sin pensar en ello. El Espíritu toma de ellas, como de
una fuente, el fluido animalizado que necesita; así es que el
concurso de un médium tal como lo entendéis, no es siempre
necesario, lo que tiene lugar, sobre todo, en los fenómenos
espontáneos.
16. La mesa animada, ¿obra con inteligencia?, ¿piensa?
Piensa tanto como el bastón con el cual hacéis un signo
inteligente; pero la vitalidad de que está animada le permite
obedecer a la impulsión de una inteligencia. Sabed, pues, bien, que la mesa que se mueve no viene a ser Espíritu, y que no tiene
por sí misma ni pensamiento ni voluntad.
Observación. – Muchas veces se sirve de una expresión análoga en
el lenguaje usual se dice de una rueda que gira con velocidad que está
animada de un movimiento rápido.
17. ¿Cuál es la causa preponderante en la producción de
este fenómeno: el Espíritu o el fluido?
El Espíritu es la causa; el fluido es el instrumento; las dos
cosas son necesarias.
18. ¿Qué papel hace la voluntad del médium en este caso?
Llamar a los Espíritus y secundarles en la impulsión dada
al fluido.
– ¿La acción de la voluntad es siempre indispensable?
Ayuda a la potencia pero no es siempre necesaria, puesto
que el movimiento puede tener lugar contra y a pesar de esta
voluntad, y eso es una prueba de que hay una causa independiente
del médium.
Observación. – El contacto da las manos no es siempre necesario
para hacer mover un objeto. Las más de las veces lo es para dar el primer
impulso, pero una vez que el objeto está animado, puede obedecer a la
voluntad sin el contacto material; esto depende, ya de la potencia del
médium, ya de la naturaleza de los Espíritus. El primer contacto ni siquiera
es siempre indispensable; tenemos la prueba en los movimientos y mudanzas
espontáneas que nadie piensa en provocar.
19. ¿Por qué todo el mundo no puede producir el mismo
efecto, y por qué todos los médiums no tienen la misma potencia?
Esto depende del organismo y de la mayor o menor facilidad
con la cual la combinación de los fluidos puede operarse, después,
porque el Espíritu del médium simpatiza más o menos con los
Espíritus extraños que encuentran en él la potencia fluídica
necesaria. Sucede con esta potencia como con la de los magnetizadores, que es más o menos grande. Bajo este aspecto
hay personas que son del todo refractarias; otras en las que la
combinación no se opera por un esfuerzo de su voluntad; otras,
en fin, entre las cuales tiene lugar tan natural y fácilmente que ni
aun se lo conocen, y sirven de instrumento sin saberlo, como ya
hemos dicho. (Véase más adelante el capítulo de las
“Manifestaciones espontáneas”).
Observación. – El magnetismo es sin ninguna duda el principio de
estos fenómenos, pero no tal como se entiende generalmente; la prueba es
que hay magnetizadores muy poderosos, que no harían mover un velador, y
personas que no pueden magnetizar, y también niños, a quienes basta colocar
los dedos sobre una pesada mesa para hacerla mover; luego, sí la potencia
mediúmnica no está en razón de la potencia magnética, es que hay otra
causa.
20. Las personas llamadas eléctricas, ¿pueden ser
consideradas como médiums?
Estas personas toman en sí mismas el fluido necesario para
producir el fenómeno, y pueden obrar sin el socorro de Espíritus
extraños. No son entonces médiums en el sentido que se da a esta
palabra; pero puede ser también que un Espíritu les asista y
aproveche sus disposiciones naturales.
Observación. – Será respecto de estas personas como de las de los
sonámbulos que pueden obrar con o sin el concurso de un Espíritu extraño,
(véase en el cap. de los médiums, artículo relativo a los médiums sonámbulos).
21. El Espíritu que obra sobre los cuerpos sólidos para
moverlos, ¿está en la sustancia misma de los cuerpos, o bien fuera
de esta sustancia?
Lo uno y lo otro; hemos dicho que la materia no es un
obstáculo para los Espíritus; penetran por todo; una porción del
periespíritu se identifica, por decirlo así, con el objeto que penetra.
22. ¿Cómo se arregla el Espíritu para golpear? ¿se sirve de
un objeto material?
No, así como no se sirve de sus brazos para levantar la
mesa. Bien sabéis que no tiene martillo a su disposición. Su
martillo es el fluido combinado puesto en acción por su voluntad
para mover o para golpear. Cuando mueve, la luz os trae la vista
de sus movimientos; cuando golpea, el aire os trae el sonido.
23. Nosotros concebimos esto cuando golpea sobre un
cuerpo duro; pero, ¿cómo puede hacer oír ruido o sonidos
articulados en el espacio?
Puesto que obra la materia, puede obrar sobre el aire lo
mismo que sobre la mesa. En cuanto a los sonidos articulados
puede imitarlos como los demás ruidos.
24. Decís que el Espíritu no se sirve de sus manos para
remover la mesa; sin embargo se ha visto en ciertas
manifestaciones visuales aparecer manos cuyos dedos se paseaban
sobre un teclado, agitaban las teclas y hacían oír sonidos. ¿No
parecería que el movimiento de las teclas se producía por la presión
de los dedos? ¿Esta presión no es también directa y real, cuando
se hace sentir sobre nosotros mismos y cuando estas manos dejan
señales sobre la piel?
Vosotros no podéis comprender la naturaleza de los
Espíritus y su manera de obrar sino por comparaciones que sólo
os dan una idea incompleta, y es un mal el querer asimilar siempre
sus procedimientos a los vuestros. Sus procedimientos deben estar
en relación con su organismo. ¿No os he dicho que el fluido del
periespíritu penetra la materia y se identifica con ella, a la que
anima con una vida ficticia? ¡Pues bien! Cuando el Espíritu pone
los dedos sobre las teclas, los pone realmente y también las mueve;
pero no es por la fuerza muscular que comprime la tecla; lo que
hace es animarla lo mismo que anima la mesa, y la tecla,
obedeciendo a su voluntad, se mueve y toca la cuerda. En esto
sucede también una cosa que os será difícil comprender, y es que
ciertos Espíritus están tan poco adelantados y de tal modo
materializados comparativamente con los Espíritus elevados, que
tienen todavía las ilusiones de la vida terrestre y creen obrar como cuando tenían su cuerpo; no se dan cuenta de la verdadera causa
de los efectos que producen, lo mismo que un hombre del campo
tampoco comprende la teoría de los sonidos que articula;
preguntadles cómo tocan el piano: os dirán que golpean encima
con sus dedos, porque creen golpear; el efecto se produce
instintivamente en ellos sin que sepan cómo, pero es por su
voluntad. Lo mismo sucede cuando se hacen oír por palabras.
Observación. – Resulta de estas explicaciones, que los Espíritus
pueden producir todos los efectos que producimos nosotros mismos, pero
por medios apropiados a su organismo; ciertas fuerzas que les son propias
reemplazan los músculos que nos son necesarios para obrar; de la misma
manera que el gesto reemplaza en el mudo, la palabra que le falta.
25. Entre los fenómenos que se citan como prueba de la
acción de una potencia oculta, los hay que son evidentemente
contrarios a todas las leyes conocidas de la Naturaleza; entonces
¿no parece que debe permitirse la duda?
Es que el hombre está lejos de conocer todas las leyes de la
Naturaleza; si las conociese todas sería Espíritu superior. Todos
los días, por tanto, da en desmentido a aquellos que, creyendo
saberlo todo, pretenden poner límites a la Naturaleza, y por eso
no son menos orgullosos. Descorriendo el velo sin cesar de los
nuevos misterios, Dios advierte al hombre para que desconfíe de
sus propias luces, porque vendrá un día en que “la ciencia del
más sabio será confundida” ¿No tenéis todos los días ejemplos
de cuerpos animados de un movimiento capaz de vencer la fuerza
de gravitación? La bala lanzada en el aire ¿no vence
momentáneamente esta fuerza? Pobres hombres que creéis ser
muy sabios, y cuya tonta vanidad es a cada instante derrotada,
sabed, pues, que aún sois muy pequeños.
75. Estas explicaciones son claras, categóricas y sin
ambigüedad; resalta de ellas este punto capital que el fluido
universal, en el cual reside el principio de la vida, es el agente
principal de las manifestaciones y recibe su impulsión del Espíritu,
ya sea encarnado o errante. Este fluido condensado constituye el periespíritu o envoltura semimaterial del Espíritu. En estado de
encarnado, el periespíritu está unido a la materia del cuerpo; en
estado errante, es libre; cuando el Espíritu está encarnado, la
sustancia del periespíritu esta más o menos adherente, si se puede
expresar así. Entre ciertas personas hay alguna especie de
emanación de este fluido como consecuencia de su organismo, y
esto es lo que, propiamente hablando, constituye los médiums de
influencias físicas. La emisión del fluido animalizado puede ser
más o menos abundante, su combinación más o menos fácil; de
ahí los médiums más o menos potentes; tampoco es permanente,
y así se explica la intermitencia de esta potencia.
76. Pongamos una comparación. Cuando se tiene la voluntad
de obrar materialmente sobre un punto cualquiera colocado a
distancia, el pensamiento es el que quiere, pero el pensamiento
solo no va a tocar este punto; le es preciso un intermediario que el
mismo dirige: un bastón, un proyectil, una corriente de aire, etc.
Observad, también, que el pensamiento no obra directamente sobre
el bastón, porque si no se le toca no obrará por sí solo. El
pensamiento, que no es otro que el Espíritu encarnado en nosotros,
está unido al cuerpo por el periespíritu; así, pues, no puede obrar
sobre el cuerpo sin el periespíritu, como no puede obrar sobre el
bastón sin el cuerpo; obra sobre el periespíritu porque es la
sustancia con la cual tiene más afinidad; el periespíritu obra sobre
los músculos, los músculos cogen el bastón y el bastón toca el
objeto. Cuando el Espíritu no está encarnado, le es preciso un
auxiliar extraño; este auxiliar es el fluido con cuya ayuda hace
que el objeto sea propio para seguir la impulsión de su voluntad.
77. De este modo, cuando se da movimiento a un objeto
levantándolo o lanzándolo al aire, no es el Espíritu quien lo coge,
lo empuja o levanta, como nosotros lo haríamos con la mano; él
lo satura, por decirlo así, con su fluido combinado con el del
médium, y el objeto, vivificado así momentáneamente, obra como
lo haría un ser viviente con la diferencia de que no teniendo
voluntad propia, sigue el impulso de la voluntad del Espíritu.
Puesto que el fluido vital tomado en cierto modo por el
Espíritu, de una vida ficticia y momentánea a los cuerpos inertes,
pues el periespíritu no es otra cosa sino este mismo fluido vital, se
sigue que cuando el Espíritu está encarnado, él es quien da la vida
a su cuerpo por medio de su periespíritu, al que permanece unido
tanto como el organismo lo permite; cuando se retira, el cuerpo
muere. Ahora, si en lugar de una mesa se hace una estatua de madera,
y se obra sobre esta estatua como sobre una mesa, se tendrá una
estatua que se moverá, que golpeará, que responderá por sus
movimientos y por sus golpes; se tendrá, en una palabra, una estatua
momentáneamente animada por una vida artificial; se han llamado
mesas parlantes, se podrían llamar estatuas parlantes. ¡Qué luz no
arroja esta teoría sobre una porción de fenómenos hasta ahora sin
solución! ¡Qué alegorías y efectos misteriosos no explica!
78. Los incrédulos objetan también que el hecho de la
suspensión de las mesas sin punto de apoyo, es imposible porque
es contrario a la ley de gravitación. Nosotros les responderemos,
desde luego, que su negación no es una prueba; en segundo lugar,
que si el hecho existe, por más que fuese contrario a todas las
leyes conocidas, probaría una cosa, y es que se apoya sobre una
ley desconocida y que los que niegan no pueden tener la pretensión
de conocer todas las leyes de la Naturaleza. Acabamos de explicar
esta ley, pero esto no es una razón para que sea aceptada por ellos,
precisamente, porque se ha dado por Espíritus que han dejado su
vestido terrestre, en lugar de serlo por Espíritus que lo tienen
todavía y que se sientan en la Academia. De tal suerte que si el
Espíritu de Arago vivo hubiese presentado esta ley, la hubiesen
aceptado a ojos cerrados; pero presentaba por el Espíritu de Arago
muerto, es una utopia; ¿y por qué?, porque creen que Arago, siendo
muerto, todo ha muerto en él. No tenemos la pretensión de
disuadirles: sin embargo, como esta objeción podría embarazar a
ciertas personas, vamos a ensayar en contestarla poniéndonos
desde su punto de vista, esto es, haciendo abstracción por un
instante de la teoría de la animación ficticia.
79. Cuando se hace el vacío bajo la campana de la máquina neumática, esta campana se adhiere con tal fuerza que es imposible
levantarla por causa del peso de la columna de aire que pesa sobre
ella. Que se haga entrar aire y la campana se levanta con la mayor
facilitad, porque el aire de debajo hace contrapeso con el aire de
encima; sin embargo, abandonada a sí misma, permanecerá sobre
el platillo en virtud de la ley de gravitación. Ahora, que el aire de
abajo esté comprimido, que tenga una densidad más grande que el
de encima, la campana se levantará a pesar de la gravitación; si la
corriente de aire es rápida y violenta, podrá sostenerse en el espacio
sin ningún apoyo visible, lo mismo que se hace con ciertos muñecos
que, puestos en un surtidor de agua, dan volteretas. ¿Por qué, pues,
el fluido universal, que es el elemento de toda materia, estando
acumulado alrededor de la mesa, no tendría la propiedad de
disminuir o aumentar el peso específico relativo, como el aire lo
hace con la campana de la máquina neumática, como el gas
hidrógeno lo hace con los globos, sin que por esto se deroguen las
leyes de la gravitación? ¿Conocéis todas las propiedades y todo el
poder de este fluido? No; ¡pues bien!, no neguéis un hecho porque
no podáis explicarlo.
80. Volvamos a la teoría del movimiento de las mesas. Si
por el medio indicado el Espíritu puede levantar una mesa, puede
levantar cualquier otra cosa: un sillón por ejemplo. Si puede
levantar un sillón, puede también, con una fuerza suficiente,
levantar al mismo tiempo una persona sentada en él. He aquí,
pues, la explicación de este fenómeno, que ha producido cien veces
el Sr. Home, en sí mismo y sobre otras personas; lo ha repetido
durante un viaje a Londres, y a fin de probar que los espectadores
no eran juguete de una ilusión óptica, hizo en el techo una señal
con un lápiz, pasándole por debajo. Se sabe que el Sr. Home es un
poderoso médium para los efectos físicos; él era, en este caso, la
causa eficiente y el objeto.
81. Acabamos de hablar del aumento posible del peso; en
efecto, es un fenómeno que se produce algunas veces y sólo tiene
de anómalo la misma resistencia prodigiosa de la campana, bajo
la presión de la columna atmosférica. Se ha visto bajo la influencia de ciertos médiums que, objetos bastante ligeros, ofrecían la misma
resistencia, y después ceder de repente al menor esfuerzo. En la
referida experiencia, la campana no pesa en realidad ni más ni
menos por sí misma, pero parece más pesada por efecto de la
causa exterior que obra sobre ella; probablemente en esto sucede
lo mismo. La mesa tiene siempre el mismo peso intrínseco, porque
su masa no ha aumentado, pero una fuerza extraña se opone a su
movimiento, y esta causa puede estar en los fluidos ambientes
que la penetran, como la que aumenta o disminuye el peso aparente
de la campana, está en el aire. Haced la experiencia de la campana
neumática delante de un campesino ignorante, y no comprendiendo
que es el aire que no ve él que obra, no será difícil persuadirle de
que es el diablo.
Puede que se diga que, siendo este fluido imponderable, su
acumulación no puede aumentar el peso de un objeto: conforme,
pero observad que si nos hemos servido de la palabra acumulación
es por comparación y no por asimilación absoluta con el aire; este
es imponderable, convenido; pero nada lo prueba; su naturaleza
íntima no es desconocida, y estamos lejos de conocer todas sus
propiedades. Antes que se hubiera experimentado el peso del aire,
no se sospechaban los efectos de este mismo peso. La electricidad
está también colocada entre los fluidos imponderables; sin
embargo, un cuerpo puede ser detenido por una corriente eléctrica
y ofrecer una resistencia grande al que quiera levantarlo; es, pues,
que se ha vuelto más pesado en apariencia. Porque no se vea lo
que le sostiene, sería ilógico decir que no existe. El Espíritu puede,
pues, tener palancas que nos son desconocidas; la Naturaleza nos
prueba todos los días que su potencia no se detiene en el testimonio
de los sentidos.
No puede explicarse sino por una causa semejante el
fenómeno singular, del que se han visto muchos ejemplos, de una
joven débil y delicada, levantando con dos dedos, sin refuerzo y
como una pluma, a un hombre fuerte y robusto, con el asiento en
que estaba. Lo que prueba una causa extraña a la persona, son las
intermitencias de la facultad.