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EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS > PRIMERA PARTE - NOCIONES PRELIMINARES > CAPÍTULO IV - SISTEMAS > 43
43. Sistema del reflejo. Una vez reconocida la acción
inteligente, queda por saber cuál es el origen de ésta inteligencia.
Se ha pensado que podía ser la del médium o de los asistentes que
se reflejaba como la luz o los rayos sonoros. Esto era posible: sólo
la experiencia podía decir su última palabra. Mas desde luego,
observamos que este sistema se separa ya completamente de la
idea puramente materialista; para que la inteligencia de los
asistentes pueda reproducirse por la vía indirecta, sería preciso
admitir en el hombre un principio fuera del organismo.
Si el pensamiento expresado hubiera siempre sido el de los
asistentes, la teoría de la reflexión se hubiera confirmado; ¿pero
el fenómeno, aun reducido a esta proporción, no sería acaso del
más grande interés? ¿Reflejándose el pensamiento en un cuerpo
inerte y traduciéndose por el movimiento y el ruido, no sería una
cosa muy notable? ¿No habría motivo para excitar la curiosidad
de los sabios? ¿Por qué, pues, le han desdeñado, aquellos que
agotan sus fuerzas en la investigación de una fibra nerviosa?
Sólo la experiencia, decimos nosotros, podía dar o dejar de
dar la razón a esta teoría, y no se ha dado, porque demuestra a
cada instante, y por los hechos más positivos, que el pensamiento
expresado, puede ser no sólo extraño al de los asistentes, sino que
muchas veces le es enteramente contrario; que viene a contradecir
todas las ideas preconcebidas y desbaratar todas las previsiones;
en efecto, cuando yo pienso blanco y se me responde negro, me es
difícil creer que la respuesta venga de mí. Dicha teoría se apoya
en algunos casos de identidad entre el pensamiento expresado y
en de los asistentes; ¿pero qué prueba ésto, sino que los asistentes
pueden pensar como la inteligencia que se comunica? Nadie dice
que deben ser siempre de opinión contraria. Cuando en la
conversación, el interlocutor emite un pensamiento análogo al
vuestro ¿diréis por esto que viene de vosotros? Bastan algunos
ejemplos contrarios bien acreditados, para probar que esta teoría
no puede ser absoluta. Por otra parte, ¿cómo explicar con la
reflexión del pensamiento, la escritura producida por personas
que no saben escribir, las respuestas filosóficas de la mayor
elevación obtenidas por personas no literatas, las que se dan a
preguntas mentales o en un lenguaje desconocido del médium, y
mil otros hechos que no pueden dejar duda sobre la independencia
de la inteligencia que se manifiesta? La opinión contraria solo
puede ser el resultado de una falta de observación.
Si la presencia de una inteligencia extraña está probada
moralmente por la naturaleza de las contestaciones, lo es
materialmente por el hecho de la escritura directa; esto es, de la
escritura obtenida espontáneamente, sin pluma ni lápiz, sin
contacto, y a pesar de todas las precauciones tomadas para
garantizarse de todo subterfugio. El carácter inteligente del
fenómeno, no puede ponerse en duda; luego hay otra cosa más
que una acción fluídica. Además, la espontaneidad del pensamiento
expresado fuera de toda espera, de toda cuestión propuesta, no
permite ver en ello un reflejo del de los asistentes.
El sistema del reflejo es bastante desatento en ciertos casos;
cuando en una reunión de personas decentes, sobreviene
inopinadamente una de estas comunicaciones irritantes por su
grosería, sería hacer poco favor a los asistentes el pretender que
proviene de alguno de ellos; y es probable que todos se apresurarán
a rechazarla. (Véase El libro de los Espíritus, Introducción XVI).