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EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS > SEGUNDA PARTE - DE LAS MANIFESTACIONES ESPÍRITAS > CAPÍTULO IV - TEORÍA DE LAS MANIFESTACIONES FÍSICAS > Movimientos y suspensiones. – Ruidos. – Aumento y disminución del peso de los cuerpos > 76
76. Pongamos una comparación. Cuando se tiene la voluntad
de obrar materialmente sobre un punto cualquiera colocado a
distancia, el pensamiento es el que quiere, pero el pensamiento
solo no va a tocar este punto; le es preciso un intermediario que el
mismo dirige: un bastón, un proyectil, una corriente de aire, etc.
Observad, también, que el pensamiento no obra directamente sobre
el bastón, porque si no se le toca no obrará por sí solo. El
pensamiento, que no es otro que el Espíritu encarnado en nosotros,
está unido al cuerpo por el periespíritu; así, pues, no puede obrar
sobre el cuerpo sin el periespíritu, como no puede obrar sobre el
bastón sin el cuerpo; obra sobre el periespíritu porque es la
sustancia con la cual tiene más afinidad; el periespíritu obra sobre
los músculos, los músculos cogen el bastón y el bastón toca el
objeto. Cuando el Espíritu no está encarnado, le es preciso un
auxiliar extraño; este auxiliar es el fluido con cuya ayuda hace
que el objeto sea propio para seguir la impulsión de su voluntad.