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EL LIBRO DE LOS MÉDIUMS > SEGUNDA PARTE - DE LAS MANIFESTACIONES ESPÍRITAS > CAPÍTULO I - ACCIÓN DE LOS ESPÍRITUS SOBRE LA MATERIA > 52
52. Separada la opinión materialista, como condenada a
la vez por la razón y por los hechos, todo se reduce a saber si el
alma después de la muerte puede manifestarse a los vivos. La
cuestión, reducida de este modo a la más simple expresión, se
encuentra singularmente despejada. Se podría preguntar, desde
luego, por qué seres inteligentes que en cierto modo viven en
nuestro centro, aunque invisibles por su naturaleza, no podrían
atestiguar su presencia de una manera cualquiera. La simple
razón dice que para esto no hay nada absolutamente imposible y
esto es ya alguna cosa. Esta creencia tiene, por otra parte, el
asentimiento de todos los pueblos, porque se la encuentra por
todas partes y en todas las épocas; luego una intuición no podría
ser tan general, ni sobreviver a los tiempos sin apoyarse en alguna
cosa. Está, además, sancionada por el testimonio de los libros
sagrados y de los Padres de la Iglesia, y ha sido menester el
escepticismo y el materialismo de nuestro siglo para relegarla
entre las ideas supersticiosas; si estamos en error, estas
autoridades lo están igualmente.
Pero esto sólo son consideraciones morales; una causa, sobre
todo, ha contribuido a fortificar la duda en una época tan positiva
como la nuestra, en que se procura darse cuenta de todo, en que se
quiere saber el por qué y el cómo de cada cosa, y consiste en la
ignorancia de la naturaleza de los Espíritus y de los medios por
los cuales pueden manifestarse. Adquirido este conocimiento, el
hecho de las manifestaciones nada tiene de sorprendente y entra
en el orden de los hechos naturales.