EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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1. Los hechos relatados en el Evangelio, que hasta hoy han sido considerados milagrosos, pertenecen en su mayoría al orden de los fenómenos psíquicos, es decir, a los que tienen como causa primera las facultades y los atributos del alma. Si se los compara con los descriptos y explicados en el capítulo precedente, se reconocerá sin dificultades que existe entre ellos una identidad de causa y efecto. La Historia registra otros hechos análogos, en todas las épocas y en todos los pueblos, dado que, a partir de que hay almas encarnadas y desencarnadas, forzosamente han tenido que producirse los mismos efectos. Es verdad que se puede dudar de la veracidad de la Historia, en lo que se refiere a ese punto; no obstante, en la actualidad esos hechos se producen ante nuestros ojos y, por así decirlo, a voluntad y a través de individuos que nada tienen de excepcionales. Basta con que un fenómeno se reproduzca en condiciones idénticas, para probar que es posible, que está sometido a una ley y que, por consiguiente, no es milagroso.


El principio de los fenómenos psíquicos se basa, como ya hemos visto, en las propiedades del fluido periespiritual, que constituye el agente magnético; en las manifestaciones de la vida espiritual, durante la vida corporal y después de la muerte; y finalmente en el estado constitutivo de los Espíritus, y en el rol que estos desempeñan como fuerza activa de la naturaleza. Conocidos estos elementos y comprobados sus efectos, se debe en consecuencia admitir la posibilidad de ciertos hechos, que han sido rechazados mientras se les atribuía un origen sobrenatural.