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EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO > EL GÉNESIS > CAPÍTULO III - El Bien y El Mal > Origen del bien y del mal > 6
6. Pero los males más numerosos son los que el hombre crea llevado por sus vicios, los
cuales se originan en su orgullo, su egoísmo, su ambición, su rapacidad, los que nacen de todos los
excesos, son causas de las guerras y de todas las calamidades que ellas acarrean: disensiones,
injurias y opresión del débil por el fuerte, así como de la mayor parte de las enfermedades.
Dios estableció leyes de sabiduría, cuya sola finalidad es el bien. El hombre encuentra
dentro de sí todo lo que necesita para seguirlas, su conciencia le traza el camino, la ley divina está
grabada en su alma y, además, Dios nos la trae a la memoria sin cesar, enviándonos mesías y
profetas, espíritus encarnados que han recibido la misión de iluminar, moralizar y mejorar al
hombre y, últimamente, una multitud de espíritus desencarnados que se manifiestan en todos los
ámbitos. Si el hombre actuase conforme a las leyes evitaría los males más agudos y viviría feliz
sobre la Tierra. Si no lo hace, es en virtud de su libre albedrío, y por eso sufre las consecuencias
que merece (El Evangelio según el Espiritismo, cap. V:4, 5, 6 y ss.).