60. Habituados como estamos a juzgar a las cosas en comparación con nuestra y pequeña
residencia, nos imaginamos que la Naturaleza no ha podido o no ha debido actuar en otros mundos
sino por medio de las reglas conocidas aquí. Ahora bien, es precisamente este juicio el que debemos
reformar.
Detened vuestros ojos en una región cualquiera de vuestro mundo y en una de las tantas
creaciones de vuestra Naturaleza, ¿no veis vosotros el sello de una diversidad infinita y la prueba de
una actividad sin igual? ¿No reconocéis, acaso, en el ala de un pequeño pájaro de las Canarias o en
el pétalo de un botón de rosa entreabierto la fecundidad prestigiosa de esta bellísima Naturaleza?
Vuestros estudios pueden elevarse a los seres que planean en los aires, descender a la
violencia de los prados y llegar a las profundidades del océano, y por doquier leeréis esta verdad
universal: La Naturaleza omnipotente actúa según los lugares, los tiempos y las circunstancias. Es
una en su armonía general, pero múltiple en sus efectos. Interviene tanto en el Sol como en la gota
de agua. Puebla de seres vivos un mundo inmenso con la misma facilidad con que abre al huevo que
deposita la mariposa en el otoño.