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EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO > EL GÉNESIS > CAPÍTULO III - El Bien y El Mal > Instinto e inteligencia > 15
15. Siguiendo este orden de ideas, se puede llegar más lejos aún. Esta teoría, aunque lógica,
no resuelve todos los interrogantes.
Si fijamos nuestra atención en los efectos del instinto, se observará enseguida una unidad de
puntos de vista y de conjunto, una seguridad en los resultados que desaparece desde el momento en
que la inteligencia libre reemplaza al instinto. Reconocemos una profunda sabiduría en la
adecuación tan perfecta y constante de las facultades instintivas a las necesidades de cada especie.
Esta unidad de puntos de vista no existiría sin la unidad de pensamiento, y ésta, a su vez, es
incompatible con la diversidad de aptitudes individuales. Sólo ella puede producir ese conjunto tan
perfectamente armonioso que se produce desde el origen de los tiempos y en todas las latitudes, con
una regularidad y una precisión matemática que no falla jamás. La uniformidad en el resultado de
las facultades instintivas es un hecho característico que implica por fuerza la unidad de la causa. Si
esa causa fuese inherente a cada individualidad habría tantos tipos de instinto como de seres, desde
la planta hasta llegar al hombre. Un efecto general, uniforme y constante. Un efecto que denota
sabiduría y previsión debe tener una causa sabia y previsora. Y una causa sabia y previsora que es
necesariamente inteligente, no puede ser exclusivamente material.
Como no encontramos ni en las criaturas encarnadas ni en las desencarnadas las cualidades
necesarias para producir ese resultado, necesitamos subir más alto, hasta llegar al Creador . Si nos
atenemos a la explicación dada sobre la forma en que podemos concebir la acción providencial
(cap, II:24). Si nos imaginamos a todos los seres inmersos en el fluido divino, soberanamente
inteligente, se comprenderá la sabiduría previsora y la unidad de puntos de vista que preside a todos
los movimientos instintivos de cada individuo, conduciéndolo hacia el bien. Esa protección es más
activa si el individuo posee menos recursos propios, y por eso es mayor y más absoluta en los
animales y en los seres inferiores que en el hombre.
De acuerdo con esta teoría, el instinto es un guía seguro. El instinto materno, el más noble
de todos, al que el materialismo rebaja al nivel de una de las fuerzas de atracción de la materia, se
eleva y ennoblece. En razón de sus consecuencias, era preciso que no se dejase librado a las
caprichosas eventualidades de la inteligencia y del libre albedrío. Dios vela por sus criaturas recién
nacidas mediante la protección materna.