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EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO > EL GÉNESIS > CAPÍTULO I - Caracteres de la revelación espírita > 56
56. ¿Cuál es la utilidad moral de la Doctrina de los espíritus, si no difiere de la enseñada por
Cristo? ¿Necesita el hombre de una revelación o puede encontrar dentro suyo lo que precisa para
producirse?
Desde el punto de vista moral, Dios otorgó al hombre una guía: su conciencia, que le dice:
“No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a ti.”
Indudablemente, hay una moral natural inscrita en el corazón de los hombres, pero, ¿todos
saben leer en su alma? ¿No han desobedecido nunca esos sabios preceptos? ¿Qué han hecho de la
doctrina de Cristo? Aquellos que la enseñan, ¿la practican en realidad? ¿No se ha convertido, acaso,
en letra muerta, en una bella teoría buena para los demás pero no para nosotros? ¿Reprocharían
ustedes a un padre que repitiese diez veces, tal vez ciento, las mismas instrucciones a sus hijos si
éstos no lo escucharan? ¿Por qué considerar a Dios diferente a ese padre de familia? ¿Por qué no ha
de enviar a los hombres, de tiempo en tiempo, mensajeros especiales encargados de recordarles sus
deberes y encaminarlos por el sendero del bien cuando se desvían o abrirles los ojos de la
inteligencia cuando los mantienen cerrados, al igual que los hombres más adelantados envían
misioneros a los pueblos salvajes?
Los espíritus no enseñan otra moral que la de Cristo, por la simple razón que no existe
doctrina mejor. Entonces, ¿de qué sirve su enseñanza, si repite lo que ya sabemos? Otro tanto se
podría decir de la doctrina de Cristo, que fue difundida quinientos años antes de su llegada por
Sócrates y Platón y en términos casi idénticos, o la divulgada por todos los moralistas que repiten lo
mismo en diferentes tonos. ¡Pues bien! Los espíritus vienen simplemente para aumentar el número
de moralistas, mas con la diferencia de que al manifestarse por doquier su voz se escucha tanto en
la choza como en el palacio, su enseñanza penetra tanto en el ignorante como en la persona
instruida.
Lo que la enseñanza de los espíritus agrega a la moral de Cristo es el conocimiento de los
principios que unen a los vivos con los muertos y, asimismo, completa los rasgos vagos que Aquél
había dado acerca del alma, de su pasado y su porvenir y prueba, además, que su doctrina se basa en
las leyes de la Naturaleza. Con la ayuda del Espiritismo y los espíritus, el hombre comprende la
solidaridad que entrelaza a los seres. La caridad y la fraternidad se convierten en necesidades
sociales. Se hace por convicción lo que antes se hacía sólo por deber y, así, todo resulta mejor.
Recién el día que los hombres practiquen la moral de Cristo podrán proclamar que ya no
tienen necesidad de moralistas, encarnados o desencarnados. Pero, entonces, tampoco Dios se los
enviará.