EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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30. El Espiritismo, teniendo su punto de partida en las mismas palabras de Cristo, como Cristo partió de las de Moisés, es una consecuencia directa de la doctrina cristiana. A la vaga idea de la vida futura agrega la revelación de la existencia del mundo invisible que nos rodea y que puebla el espacio, con lo cual contribuye a fortalecer la fe, dándole un cuerpo, una consistencia y una realidad en nuestros pensamientos. Define los lazos que unen al cuerpo con el alma y levanta el velo que ocultaba a los hombres los misterios del nacimiento y de la muerte. Gracias al Espiritismo el hombre sabe de dónde viene, hacia dónde va, por qué está sobre la Tierra, por qué sufre en esta vida temporalmente y comprende que la justicia de Dios todo lo penetra. Sabe que el alma progresa sin cesar, al pasar de una a otra existencia, hasta el instante en que logra el grado de perfección necesario para acercarse a Dios. Sabe que todas las almas tienen un mismo origen, que son creadas iguales y con idénticas aptitudes para progresar, en virtud de su libre albedrío. Que todas son de la misma esencia, y que entre ellas la única diferencia es la del progreso alcanzado. Todas tienen el mismo destino y lograrán igual meta, en mayor o menor lapso, según el trabajo y la buena voluntad que pongan en la tarea. Sabe que no hay criaturas desheredadas o menos dotadas que otras, que Dios no crea seres privilegiados exentos del trabajo que les es impuesto para progresar; que no hay seres perpetuamente destinados al mal y al sufrimiento; que los que son designados demonios son espíritus atrasados e imperfectos que dañan en el estado de espíritus como lo hacían cuando eran hombres, pero que adelantarán y mejorarán; que los ángeles, o espíritus puros, no son seres privilegiados en la Creación, sino espíritus que han alcanzado su meta, después de haber recorrido el camino del progreso; que no hay creaciones múltiples ni categorías diferentes entre los seres inteligentes, sino que toda creación surge de la ley de unidad que gobierna al Universo y que todos los seres gravitan hacia una meta común: la perfección, sin que unos sean favorecidos a expensas de los demás, pues todos son hijos de sus obras.