Usted esta en:
EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO > EL GÉNESIS > CAPÍTULO I - Caracteres de la revelación espírita > 30
30. El Espiritismo, teniendo su punto de partida en las mismas palabras de Cristo, como
Cristo partió de las de Moisés, es una consecuencia directa de la doctrina cristiana.
A la vaga idea de la vida futura agrega la revelación de la existencia del mundo invisible que
nos rodea y que puebla el espacio, con lo cual contribuye a fortalecer la fe, dándole un cuerpo, una
consistencia y una realidad en nuestros pensamientos.
Define los lazos que unen al cuerpo con el alma y levanta el velo que ocultaba a los hombres
los misterios del nacimiento y de la muerte.
Gracias al Espiritismo el hombre sabe de dónde viene, hacia dónde va, por qué está sobre la
Tierra, por qué sufre en esta vida temporalmente y comprende que la justicia de Dios todo lo
penetra.
Sabe que el alma progresa sin cesar, al pasar de una a otra existencia, hasta el instante en
que logra el grado de perfección necesario para acercarse a Dios.
Sabe que todas las almas tienen un mismo origen, que son creadas iguales y con idénticas
aptitudes para progresar, en virtud de su libre albedrío. Que todas son de la misma esencia, y que
entre ellas la única diferencia es la del progreso alcanzado. Todas tienen el mismo destino y
lograrán igual meta, en mayor o menor lapso, según el trabajo y la buena voluntad que pongan en la
tarea.
Sabe que no hay criaturas desheredadas o menos dotadas que otras, que Dios no crea seres
privilegiados exentos del trabajo que les es impuesto para progresar; que no hay seres
perpetuamente destinados al mal y al sufrimiento; que los que son designados demonios son
espíritus atrasados e imperfectos que dañan en el estado de espíritus como lo hacían cuando eran
hombres, pero que adelantarán y mejorarán; que los ángeles, o espíritus puros, no son seres
privilegiados en la Creación, sino espíritus que han alcanzado su meta, después de haber recorrido
el camino del progreso; que no hay creaciones múltiples ni categorías diferentes entre los seres
inteligentes, sino que toda creación surge de la ley de unidad que gobierna al Universo y que todos
los seres gravitan hacia una meta común: la perfección, sin que unos sean favorecidos a expensas de
los demás, pues todos son hijos de sus obras.