EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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51. Los elementos del la Revelación Espírita fueron sembrados al unísono en una gran cantidad de sitios, revelados a infinidad de hombres de condiciones sociales diversas y con diferentes grados de instrucción. Por ello es que las observaciones, las conclusiones a extraer y las deducciones de las leyes que gobiernan esas clases de fenómenos no podían hacerse por doquier con el mismo resultado. En una palabra, la conclusión que debía asentar las ideas no podía surgir sino del conjunto y de la correlación de los hechos. Los centros, aislados y circunscritos a un determinado círculo de personas, eran testigos generalmente de una sola categoría de fenómenos, a veces hasta de apariencia contraria. No tenían contacto, tampoco, con todas las clases de espíritus y, además, estaban obstaculizados por influencias locales, encontrándose en la imposibilidad material de abarcar el conjunto, siendo, por tanto, impotentes para extraer de observaciones aisladas un principio general común. Cada uno apreciaba los hechos según sus propios conocimientos y creencias anteriores o según las opiniones particulares de los espíritus que se manifestaban, lo cual motivó que muy pronto se hubieran creado tantas teorías y sistemas como centros y a todas les hubiera faltado algo al carecer de elementos de comparación y control. En una palabra, cada cual hubiera permanecido atado a una revelación parcial, creyendo poseer toda la verdad e ignorando que en otros cien lugares se sabía más.