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EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO > EL GÉNESIS > CAPÍTULO VII - Esbozo geológico de la Tierra > Período terciario > 34
34. Durante los períodos precedentes la corteza sólida del globo, debido a su escaso espesor,
oponía una débil resistencia a la acción del fuego interior. Esta envoltura, fácil de romper, permitía
a las materias en fusión expandirse con libertad sobre la superficie del suelo. No fue igual cuando
adquirió un cierto espesor: las materias incandescentes, comprimidas por todos lados, como el agua
en ebullición en un recipiente cerrado, terminaron por explotar. La masa granítica, abierta con
violencia en una multitud de puntos, se vio surcada por grietas como si fuese un jarrón
resquebrajado. A lo largo de estas grietas la corteza sólida, levantada casi verticalmente, formó los
picos, las cadenas de montañas y sus ramificaciones. Ciertas partes de la envoltura, que no se
rompieron, fueron simplemente elevadas, pero en otros sitios se produjeron hundimientos
pronunciados.
La superficie del suelo se volvió muy desigual, y las aguas, que hasta ese momento cubrían
de manera casi uniforme la mayor parte de la extensión, se retiraron a las partes más bajas, dejando
al descubierto vasto continentes o picos de montañas aisladas que formarían las islas.
Tal es el gran fenómeno que tuvo lugar durante el período terciario, el cual transformó el
aspecto del globo. No se produjo de manera instantánea ni simultánea en todos los sitios, sino en
etapas sucesivas y en épocas más o menos alejadas.