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EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO > EL GÉNESIS > CAPÍTULO II - Dios > Acerca de la naturaleza divina > 14
14. Dios es soberanamente justo y bueno. La sabiduría providencial de las leyes divinas se
revela de igual modo en las cosas pequeñas como en las enormes, y tan grande sabiduría no nos
deja dudar ni un solo instante de su justicia y bondad.
Cuando una cualidad es infinita, no puede existir la cualidad contraria capaz de disminuirla
o anularla. Un ser infinitamente bueno no posee la más pequeña tendencia de maldad, así como un
ser infinitamente malo es incapaz de la mínima bondad, como un objeto no es completamente negro
si presenta una ligera tonalidad blanca, ni el blanco absoluto permite una sola mancha de color
negro.
Dios no puede ser al mismo tiempo bueno y malo, ya que no podría tener ni una ni otra
cualidad en grado supremo, y, por tanto, no sería Dios, todas las cosas estarían sometidas a su
capricho y no habría ninguna estabilidad. Por consiguiente, existe una doble posibilidad: o es
infinitamente bueno o infinitamente malo. Pero como sus obras testimonian sabiduría, bondad y
previsión, llegamos a la conclusión de que, como no puede ser bueno y malo a la vez, sin dejar de
ser Dios, es infinitamente bueno.
La bondad soberana implica justicia soberana, ya que si actuase injustamente o con
parcialidad en una sola circunstancia o con una sola de sus criaturas, no sería soberanamente justo
y, por tanto, tampoco soberanamente bueno.