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EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO > EL GÉNESIS > CAPÍTULO X — Génesis orgánica > Escala de los seres orgánicos. > 25
25. Si se consideran solamente los dos puntos extremos de la
cadena, sin duda no habrá aparentemente ninguna analogía; pero
si se pasa de un eslabón al otro sin solución de continuidad, se llega
sin una transición brusca de la planta a los animales vertebrados.
Se comprende entonces que los animales de organización compleja no son más que una transformación o, si se prefiere, un desarrollo
gradual, al comienzo imperceptible, de la especie inmediatamente
inferior, y así sucesivamente, hasta el ser primitivo elemental. Entre
la bellota y el roble la diferencia es muy importante; sin embargo,
si acompañamos paso a paso el desarrollo de la bellota, llegaremos
al roble, y ya no nos sorprenderemos de que este provenga de
una semilla tan pequeña. Por consiguiente, si la bellota encierra en
estado latente los elementos apropiados para la formación de un
árbol gigantesco, ¿por qué no ocurriría lo mismo desde el ácaro al
elefante? (Véase el § 23.)
Ante lo expuesto, se comprende que no exista la generación espontánea más que para los seres orgánicos elementales. Las especies superiores serían el resultado de las transformaciones sucesivas de esos mismos seres, a medida que las condiciones atmosféricas fueron propicias para ellos. Al adquirir cada especie la facultad de reproducirse, los cruzamientos dieron por resultado incontables variedades. Más tarde, una vez que la especie se instaló en condiciones de vitalidad duradera, ¿quién podría negar que los gérmenes primitivos de donde ella surgió hayan desaparecido a partir de entonces por ser inútiles? ¿Quién podría negar que nuestro ácaro actual es idéntico al que, de transformación en transformación, produjo al elefante? De ese modo se explicaría por qué no existe la generación espontánea entre los animales de organización compleja.
Esta teoría, aunque no ha sido aceptada de manera definitiva, es la que tiende actualmente a predominar en la ciencia. Los investigadores serios la aceptan como la más racional entre todas las que existen.
Ante lo expuesto, se comprende que no exista la generación espontánea más que para los seres orgánicos elementales. Las especies superiores serían el resultado de las transformaciones sucesivas de esos mismos seres, a medida que las condiciones atmosféricas fueron propicias para ellos. Al adquirir cada especie la facultad de reproducirse, los cruzamientos dieron por resultado incontables variedades. Más tarde, una vez que la especie se instaló en condiciones de vitalidad duradera, ¿quién podría negar que los gérmenes primitivos de donde ella surgió hayan desaparecido a partir de entonces por ser inútiles? ¿Quién podría negar que nuestro ácaro actual es idéntico al que, de transformación en transformación, produjo al elefante? De ese modo se explicaría por qué no existe la generación espontánea entre los animales de organización compleja.
Esta teoría, aunque no ha sido aceptada de manera definitiva, es la que tiende actualmente a predominar en la ciencia. Los investigadores serios la aceptan como la más racional entre todas las que existen.