EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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14. Los Espíritus actúan sobre los fluidos espirituales, pero no como los hombres manipulan los gases, sino con la ayuda del pensamiento y la voluntad. Para los Espíritus, el pensamiento y la voluntad son lo que la mano para el hombre. Mediante el pensamiento, ellos imprimen a esos fluidos tal o cual dirección, los aglomeran, los combinan o dispersan, y organizan con ellos conjuntos que presentan una apariencia, una forma, un color determinados; modifican sus propiedades igual que un químico transforma las de los gases o las de otros cuerpos, al combinarlos según ciertas leyes. Constituyen el inmenso taller o laboratorio de la vida espiritual.


En algunos casos, esas transformaciones son el resultado de una intención; la mayoría de las veces, son el producto de un pensamiento inconsciente. Basta con que un Espíritu piense en una cosa para que esta se produzca, como basta modular un aria para que esta repercuta en la atmósfera.


De ese modo, por ejemplo, un Espíritu se hace visible a un encarnado dotado de vista psíquica, con la apariencia que tenía cuando estaba vivo en la época en que este último lo conoció, aun cuando haya tenido, con posterioridad a esa época, muchas encarnaciones. Se presenta con la vestimenta, los rasgos externos – enfermedades, cicatrices, miembros amputados, etc.– que lo caracterizaban entonces. Un decapitado se presentará sin cabeza, lo que no significa de ningún modo que haya conservado esa apariencia. Por cierto, como Espíritu no es cojo, ni manco, ni tuerto, ni está decapitado; lo que ocurre es que al retroceder con su pensamiento a la época en que tenía ese aspecto, su periespíritu adopta instantáneamente esa apariencia, que desaparecerá tan pronto como ese mismo pensamiento cese de actuar en aquel sentido. Entonces, si una vez fue negro y otra blanco, se presentará como blanco o negro, de conformidad con la encarnación que se corresponda con la evocación, y a la cual se transporte su pensamiento.


Por un efecto análogo, el pensamiento del Espíritu crea fluí- dicamente los objetos que él estaba habituado a utilizar. Un avaro manipulará el oro, un militar mostrará sus armas y su uniforme, un fumador su pipa, un labriego su arado y sus bueyes, una anciana su rueca. Para el Espíritu, que también es fluídico, esos objetos fluídicos son tan reales como lo eran en el estado material para el hombre vivo; no obstante, dado que son creaciones del pensamiento, su existencia es tan efímera como el pensamiento que los generó. *




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* Véase la Revista Espírita, julio de 1859; y El Libro de los Médiums, Segunda Parte, Capítulo. VIII. (N. de Allan Kardec.)