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EL GÉNESIS LOS MILAGROS Y LAS PROFECÍAS SEGÚN EL ESPIRITISMO > EL GÉNESIS > CAPÍTULO I - Caracteres de la revelación espírita > 25
25. Toda la doctrina de Cristo se funda en el carácter que Éste atribuye a la Divinidad. Con
un Dios imparcial, soberanamente justo, bondadoso y misericordioso pudo hacer del amor a Dios y
de la caridad hacia el prójimo la condición expresa para la salvación, y decir: “Amarás al Señor tu
Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos
mandamientos depende toda la ley y los profetas.” Con esta única creencia instituyó el principio de
igualdad de los hombres ante Dios y el de fraternidad universal. Pero, ¿era posible amar al dios de
Moisés? No, sólo temerle.
La revelación de los verdaderos atributos de Dios, unida a la de la inmortalidad del alma y
de la vida futura, modificó profundamente las relaciones mutuas entre los hombres, les impuso
obligaciones nuevas y otras visión de la vida terrena. Debido a eso, ejerció influencia también sobre
las costumbres y las relaciones sociales. Evidentemente, las consecuencias son el punto más
importante de la revelación de Cristo, y es lamentable decir, sin embargo, que ése es el aspecto del
que más nos hemos apartado y el punto más descuidado en la interpretación de sus enseñanzas.