84. Oración. (Para el espíritu obsesor). - Dios infinitamente bueno, imploro vuestra misericordia para el espíritu que obsesa a N ...; hacedle entrever la claridad divina, a fin de que vea el falso camino en que está. Espíritus buenos, ayudadme para hacerle comprender que haciendo el mal lo pierde todo, y todo lo gana haciendo el bien.
Espíritu que os complacéis en atormentar a N... escuchad, porque os hablo en nombre de Dios.
Si queréis reflexionar, comprenderéis que el mal no puede sobrepujar al bien, y que no podéis ser más fuerte que Dios y los buenos espíritus.
Ellos podrían haber preservado a N... de toda persecución por vuestra parte; si no lo han hecho es porque él (o ella) debía sufrir esta prueba. Pero cuando esta prueba se concluya, os quitarán toda acción sobre él; el mal que le habéis hecho, en vez de hacerle daño, servirá para su adelantamiento, por lo mismo será más feliz; de este modo vuestra maldad habrá sido una pura pérdida para vos y se volverá contra vós mismo.
Dios, que todo lo puede, y los espíritus superiores sus delegados, que son más poderosos que vos, podrán, pues, poner término a esta obsesión cuando lo quieran, y vuestra tenacidad se estrellará contra esa suprema autoridad. Pero lo mismo que Dios es bueno, quiere dejaros el mérito de que ceséis por vuestra propia voluntad. Este es un plazo que seos concede; si no os aprovecháis de él sufriréis sus deplorables consecuencias; grandes castigos y crueles sufrimientos os esperan; os veréis fórzado a implorar su piedad y las oraciones de vuestra víctima, que ya os perdona y ruega por vos, lo que es un gran mérito a los ojos dé Dios, activará su liberacion.
Reflexionad, pues, mientras hay tiempo aun, porque la Justicia de Dios caerá sobre yos, como sobre todos los espíritus rebeldes. Pensad que el mal que hacéis en este momento tendrá un término, mientras que si os obstináis en vuestro endurecimiento, vuestros sufrimientos aumentarán sin cesar.
Cuando estabais en la tierra, ¿no os hubiera parecido estúpido el sacrificar un gran bien por una pequeña satisfacción del momento? Lo mismo sucede ahora que sois espíritu. ¿Qué ganais con lo que hacéis? El triste placer de atormentar a alguno, lo que no os impide ser desgraciado, por más que digáis, y os hará más desgraciado aun.
Por otra parte, ved lo que perdéis, mirad a los buenos espíritus que os rodean, y ved si su suerte no es, acaso, preferible a la vuestra. Participaréis de la felicidad que ellos gozan cuando lo queráis. ¿Qué es menester para conseguirlo? Implorarlo a Dios, y hacer el bien en vez de hacer el mal. Ya sé que no podéis transformaros de repente pero Dios no pide nada imposible; lo que quiere es la buena voluntad. Probadlo, pues, y os ayudaremos. Haced que bien pronto podamos decir por vos la oración de los espíritus arrepentidos (número 73), y no tengamos que colocaros más entre los espíritus malos, hasta que más adelante podáis contaros entre los buenos. (Véase el número 75, oración para los espíritus endurecidos).
Observación. - La curación de las obsesiones graves requiere mucha paciencia, perseverancia y abnegación; exige también tacto y habilidad para conducir al bien a los espíritus, a menudo muy perversos, endurecidos y astutos, porque los hay rebeldes al último grado; en la mayor parte de los casos es menester acomodarse a las circunstancias; pero cualquiera que sea el carácter del espíritu, es un hecho cierto que no se obtiene nada por la fuerza o la amenaza; toda la influencia está en el ascendiente moral. Otra verdad igualmente justificada por la experiencia, lo mismo que por la lógica, es "la completa ineficacia de los exorcismos, fórmulas, palabras sacramentales, amuletos, talismanes, prácticas exteriores o cualquiera otra señal material".
La obsesión prolongada por largo tiempo puede ocasinonar desórdenes patológicos, y requiere algunas veces un tratamiento simultáneo o consecutivo, sea magnético, sea medicinal, para restablecer el organismo. Destruída al causa, falta combatir los efectos. (Véase el Libro de los Médiums, segunda parte, cap. XXIII: "De la obsesión"