5. Si, pues, en su sabia previsión, la Providencia sólo revela las
verdades
gradualmente, las descubre siempre que la humanidad está en disposición
de recibirlas; las tiene reservadas, pero no debajo del celemím. En
cambio, los hombres que
están en posesión de estas verdades, la mayor parte de las veces sólo
las ocultan con la
idea de dominar; verdaderamente ellos son los que ponen la luz debajo
del celemín. Así
es que todas las religiones han tenido sus misterios, cuyo examen
prohiben; pero
mientras esas religiones van quedando rezagadas, la ciencia y la
inteligencia han
marchado y han roto el velo del misterio; el vulgo se ha vuelto adulto y
ha querido
penetrar en el fondo de las cosas, y ha sido cuando ha expulsado de su
fe lo que era
contrario a la observación.
No puede haber misterios absolutos, y Jesús está en lo verdadero cuando
dijo
que no hay nada secreto que no deba ser conocido. Todo lo que está
oculto será
descubierto algún día; y lo que el hombre no puede aún descubrir en la
tierra, le será
sucesivamente descubierto en los mundos más avanzados y cuando esté
purificado; en la
tierra está aún en las tinieblas.