EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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72. Oración. Sabemos, Dios mío, la suerte reservada a los que violan vuestras leyes acortando voluntariamente sus días; pero también sabemos que vuestra misericordia es infinita; dignáos derramaría sobre el alma de N... ¡Que nuestras oraciones y nuestra con-miseración endulcen la amargura de los padecimientos que sufre por no haber querido tener el valor de esperar el fin de sus pruebas!


Espíritus buenos cuya misión es asistir a los desgraciados, tomadle bajo vuestra protección, inspiradie el arrepentimiento de su falta, y que vuestra asistencia le dé fuerza para sobrellevar con más resignación las nuevas pruebas que tendrá que sufrir para repararla. Separad de él a los malos espíritús que podrían de núevo conducirle al mal y que se prolongaran sus sufrimientos, haciéndole perder el fruto de sus pruebas futuras.


Tú, cuya desgracia es objeto de nuestras oraciones, ¡que nuestra conmiseración endulce tus amarguras y haga nacer en tí la esperanza de un porvenir mejor! Este porvenir está en tus manos; confía en la bondad de Dios, cuyo seno está abierto a todo arrepentimiento, pues sólo se cierra a los corazones endurecidos.