11. Por la oración el hombre llama el concurso de los buenos espíritus que
vienen a sostenerle en sus buenas resoluciones y a inspirarle buenos pensamientos,
adquiriendo de este modo la fuerza moral necesaria para vencer las dificultades y volver
a entrar en el camino derecho si se ha desviado, así como también puede desviar de sí
los males que se atrae por sus propias faltas. Un hombre, por ejemplo, vé su salud
deteriorada por los excesos que ha cometido, arrastrando hasta el fin de sus días una
vida de sufrimientos; ¿tiene acaso, derecho a quejarse si no consigue la curación? No,
porque en la oración hubiera podido encontrar la fuerza necesaria para resistir las tentaciones.