6. La palabra adulterio no debe entenderse aquí en el sentido exclusivo de su propia acepción, sino en un sentido más general; Jesús la empleó muy a menudo por extensión para designar el mal, el pecado y cualquier mal pensamiento, como por ejemplo en este pasaje: "Y quien se afrentare de mí y de mis palabras en medio de esta generación "adúltera y pecadora"; el Hijo del hombre también se afrentará de él cuando viniere en la gloria de su Padre, acompañado de los santos ángeles". (San Lucas, cap. XI, v. de 37 a 40).
La verdadera pureza no está sólo en los actos, también está en el pensamiento, porque el que tiene el corazón puro, tampoco piensa en el mal; esto es lo que quiso decir Jesús. Condena el pecado hasta de pensamiento porque es una señal de impureza.