67. Prefacio. La caridad hacia nuestros enemigos debe seguirles hasta más allá de la tumba. Es preciso pensar que el daño que os han hecho ha sido para nosotros una prueba que ha podido ser útil a nuestro adelantamiento, si hemos sabido aprovecharnos. Puede aún sernos más provechosa que las aflicciones puramente materiales, porque el valor y a la resignación nos ha permitido unir la caridad y el olvido de las ofensas. (Cap. X, núm. 6; cap. XII, núms. 5 y 6).