15. Si es así, se dirá, el mal es necesario y durará siempre, porque si
desapareciese, Dios quedaría privado de un poderoso medio para castigar a los
culpables; luego es inútil tratar de mejorar a los hombres. No; si no hubiese ya culpables,
no habría necesidad de castigos. Supongamos a la humanidad transformada en hombres
de bien; nadie procurará hacer daño a su projimo, y todos serán felices porque serán
buenos. Tal es el estado de los mundos adelantados, de los que el mal está excluído; tal
será el de la tierra cuando haya progresado bastante. Pero mientras ciertos mundos
adelantan, se forman otros poblados por espíritus primitivos, y que sirven, además de
habitación, de destierro o lugar de expiación para los imperfectos rebeldes, obstinados
en el mal y que son arrojados de los mundos que han llegado a ser felices.