2. Nada hay inmutable sino lo que viene de Dios; todo lo que es obra de los hombres está sujeto a cambios. Las leyes de la naturaleza son las mismas en todos los tiempos y en todos los países; las leyes humanas cambian según los tiempos, los lugares y el progreso de la inteligencia. En el matrimonio, lo que es de orden divino es la unión de los sexos para realizar la renovación de los seres que mueren; pero las condiciones que arreglan esta unión son de un orden de tal modo humano, que no hay en todo el mundo, ni aun en la misma cristiandad, dos países en los que sean absolutamente las mismas, y que ni siquiera hay uno en que no hayan sufrido cambio con el tiempo; resulta de esto que para la ley civil lo que es legítimo en una parte y en una época, es adulterio en otra parte y en otro tiempo; y esto porque la ley civil tiene por objeto el arreglar los intereses de la familia, y porque estos intereses varían según las costumbres y las necesidades locales; así es, por ejemplo, que en ciertos países el matrimonio religioso es el sólo legítimo; en otros es menester, además, el matrimonio civil, y en otros, en fin el matrimonio civil basta.