16. Cuando Jesús dijo: No creáis que haya venido a poner paz, sino división, su pensamiento fué este: "No creáis que mi doctrina se establezca pacíficamente; traerá luchas sangrientas, a las que mi nombre servira de pretexto, porque los hombres no me habrán comprendido o no me habrán querido comprender; los hermanos separados por su creencia sacarán la espada uno contra otro, y la división reinará entre los miembros de una misma familia que no tendrá la misma fe. Yo he venido a poner el fuego en la tierra para limpiarla de los errores y de las preocupaciones, del mismo modo que se pone fuego en un campo para destruir las malas hierbas, y por mi parte quiero que arda para que la purificación sea más pronta, porque de este conflicto saldrá triunfante la verdad; a la guerra sucederá la paz, al encono de los partidos la fraternidad universal, a las tinieblas del fanatismo la luz de la fe razonada. Entonces, cuando el campo esté preparado, "os enviaré el Consolador, el Espíritu de Verdad que vendrá a restablecer todas las cosas"; es decir, que haciendo conocer el verdadero sentido de mis palabras, que los hombres, ya más ilustrados, podrán por fin comprender, pondrán término a la lucha fratricida que divide a los hijos de un mismo Dios. Cansados, por último, de un combate sin consecuencias, que arrastra tras sí la desolación y lleva la turbación hasta el seno de las familias, los hombres reconocerán en dónde están sus verdaderos intereses para este mundo y para el otro; verán de qué lado están los amigos y enemigos de su reposo. Entonces todos se agruparán bajo una misma bandera: la de la caridad, y las cosas se restablecerán en la tierra según la verdad y los principios que os he enseñado".