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EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo > PRIMERA PARTE > CAPÍTULO XI - De la prohibición de evocar a los muertos > 15
15. Rechazar las comunicaciones de ultratumba es rechazar el poderoso medio de instrucción que resulta de la iniciación en la vida futura, y de los ejemplos que ellas nos suministran. La experiencia nos enseña, además, el bien que se puede hacer a los espíritus imperfectos apartándoles del mal, ayudando a los que sufren a desprenderse de la materia y a mejorarse. Prohibir, pues, dichas comunicaciones es privar a las almas desgraciadas de la asistencia que podemos darles. Las siguientes palabras de un espíritu resumen admirablemente las consecuencias de la evocación practicada con un fin caritativo.
“Cada espíritu doliente y lastimero os contará la causa de su caída, los motivos que le han arrastrado a sucumbir. Os dirá sus esperanzas, sus combates, sus terrores. Os dirá sus remordimientos, sus dolores, sus desesperaciones. Os mostrará a Dios justamente irritado, castigando al culpable con toda la severidad de su justicia. Escuchándoles os conmoveréis y os atormentaréis por vosotros mismos. Siguiéndoles en sus lamentos veréis a Dios no perdiéndole de vista esperando el pecador arrepentido, tendiéndole los brazos tan pronto como traten de adelantar. Veréis los progresos del culpable, a los cuales habréis tenido la dicha y la gloria de haber contribuido, los seguiréis con afán, como el cirujano sigue los progresos de la herida que cura diariamente” (Burdeos, 1861).
“Cada espíritu doliente y lastimero os contará la causa de su caída, los motivos que le han arrastrado a sucumbir. Os dirá sus esperanzas, sus combates, sus terrores. Os dirá sus remordimientos, sus dolores, sus desesperaciones. Os mostrará a Dios justamente irritado, castigando al culpable con toda la severidad de su justicia. Escuchándoles os conmoveréis y os atormentaréis por vosotros mismos. Siguiéndoles en sus lamentos veréis a Dios no perdiéndole de vista esperando el pecador arrepentido, tendiéndole los brazos tan pronto como traten de adelantar. Veréis los progresos del culpable, a los cuales habréis tenido la dicha y la gloria de haber contribuido, los seguiréis con afán, como el cirujano sigue los progresos de la herida que cura diariamente” (Burdeos, 1861).