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EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo > PRIMERA PARTE > CAPÍTULO IV - El Infierno > El infierno cristiano imitado del infierno pagano > 5
5. Las mismas consideraciones que movieron a los antiguos a localizar la mansión de la felicidad, hicieron circunscribir también el lugar de los suplicios. Habiendo los hombres colocado la primera en las regiones superiores, era natural colocar la segunda en las regiones inferiores, es decir, en el centro de la Tierra, cuya entrada creían eran algunas cuevas sombrías y de aspecto terrible. También allí los cristianos colocaron, durante largo tiempo, el lugar de los réprobos. Notemos todavía sobre este asunto otra analogía.
El infierno de los paganos contenía, en un lado, los Campos Elíseos, y en el otro, el Tártaro. El Olimpo, mansión de los dioses y de los hombres divinizados, estaba en las regiones superiores. Según el Evangelio, Jesús descendió a los infiernos, es decir, a los lugares bajos, para sacar de allí a las almas justas que esperaban su venida.
Los infiernos no eran, pues, únicamente un lugar de suplicios, lo mismo que los de los paganos estaban en los lugares bajos. Así como el Olimpo, la mansión de los ángeles y de los santos, estaba en las regiones elevadas, la habían colocado más allá del cielo de las estrellas, que se creía era limitado.
El infierno de los paganos contenía, en un lado, los Campos Elíseos, y en el otro, el Tártaro. El Olimpo, mansión de los dioses y de los hombres divinizados, estaba en las regiones superiores. Según el Evangelio, Jesús descendió a los infiernos, es decir, a los lugares bajos, para sacar de allí a las almas justas que esperaban su venida.
Los infiernos no eran, pues, únicamente un lugar de suplicios, lo mismo que los de los paganos estaban en los lugares bajos. Así como el Olimpo, la mansión de los ángeles y de los santos, estaba en las regiones elevadas, la habían colocado más allá del cielo de las estrellas, que se creía era limitado.