EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo

Allan Kardec

Usted esta en: EL CIELO Y EL INFIERNO o La Justicia Divina según el Espiritismo > PRIMERA PARTE > CAPÍTULO IX - Los demonios > Los demonios según la iglesia > 17
17. El castigo, se dice, les sigue por todas partes. No tienen paz ni reposo. Esto no destruye la observación hecha sobre la tregua ni reposo. Tregua tanto menos justificada cuanto que, estando libres, hacen más mal. Sin ninguna duda no son dichosos como los ángeles buenos. ¿Pero se toma en cuenta la libertad de que disfrutan? Si no tienen la dicha moral que procura la virtud, son incontestablemente menos desgraciados que sus cómplices, que están en las llamas. Además, para el malvado, hay una especie de goce en hacer el mal con toda libertad. Preguntad a un criminal si les es igual preso o en campo libre y cometiendo fechorías a su gusto. La situación es exactamente la misma.


Se asegura que los remordimientos les persiguen sin tregua ni gracia, olvidando que el remordimiento es el precursor inmediato del arrepentimiento, si no es el mismo arrepentimiento.


También se comenta que, habiendo llegado a la perversidad, no quieren dejar de ser perversos, y lo son siempre. Si no quieren cesar de ser perversos, no pueden tener remordimientos. Si los tuvieran, cesarían de hacer el mal y pedirían perdón. Luego los remordimientos no son para ellos un castigo.