Bibliografía
¿Existe una vida futura?
Diversas opiniones sobre este tema, recopiladas y ordenadas por un Fantasma [1].
Para la mayoría, al no ser la vida futura una cuestión, una demostración se vuelve de algún modo superflua, porque es casi como si se quisiera demostrar que el sol sale cada mañana. Sin embargo, dado que hay personas ciegas que no ven salir el sol, es bueno saber cómo se lo podemos demostrar; sin embargo, esta es la tarea emprendida por un Fantasma, autor de este libro. Este Fantasma es un ingeniero erudito a quien conocemos por su reputación, por otras obras filosóficas que llevan su nombre; pero como no consideró oportuno ponérselo a éste, no creemos que tengamos derecho a cometer una indiscreción, aunque sabemos muy bien que no oculta sus creencias.
Este libro demuestra una vez más que la ciencia no conduce inevitablemente al materialismo, y que un matemático puede ser un firme creyente en Dios, en el alma, en la vida futura y en todas sus consecuencias.
No es una simple profesión de fe, sino una demostración digna de un matemático por su lógica estricta e irresistible. Tampoco es una disertación árida y dogmática, sino una polémica orientada en forma de conversación familiar, donde los pros y los contras se disputan imparcialmente.
El autor relata que mientras asistía al funeral de uno de sus amigos, comenzó a conversar, en el camino, con varios invitados. Las circunstancias y las vicisitudes de la ceremonia conducen a la conversación sobre el destino del hombre después de la muerte. Primero se relaciona con un nihilista a quien él se compromete a demostrar la realidad de la vida futura mediante argumentos encadenados con admirable habilidad y, sin chocarlo o lastimarlo, naturalmente lo conduce a sus ideas.
Sobre la tumba se pronuncian dos discursos en direcciones diametralmente opuestas sobre la cuestión del futuro y producen impresiones diferentes. A su regreso, nuevos interlocutores se unen a los dos primeros; acuerdan reunirse en la casa de uno de ellos, y allí comienza una seria controversia, en la que las distintas opiniones exponen las razones en las que se basan.
Este libro, cuya lectura es entrañable, tiene todo el atractivo de una historia y toda la profundidad de una tesis filosófica. Añadiremos que, entre los principios que defiende, no hemos encontrado ni uno solo en contradicción con la Doctrina Espírita de la que debió inspirarse el autor.
La necesidad de la reencarnación para el progreso, su obviedad, su concordancia con la justicia de Dios, la expiación y reparación al encontrarse con aquellos que se han hecho daño a sí mismos en una existencia anterior, se muestran allí con asombrosa claridad. Varios ejemplos citados prueban que el olvido del pasado, en la vida de una relación, es un beneficio de la Providencia, y que ese olvido momentáneo no nos impide hacer uso de la experiencia del pasado, ya que el alma recuerda en los momentos de liberación. .
He aquí, en pocas palabras, uno de los hechos relatados por uno de los interlocutores y que, dice, es personal para él.
Fue aprendiz en una gran fábrica; por su conducta, su inteligencia y su carácter conciliaba la estima y la amistad del patrón que, posteriormente, lo asocia con su empresa. Varios hechos de los que entonces no era consciente prueban en él la percepción y la intuición de las cosas durante el sueño; esta facultad le sirvió incluso para prevenir un accidente que podría tener consecuencias desastrosas para la fábrica.
La hija del jefe, una encantadora niña de ocho años, le muestra cariño y le agrada; pero cada vez que ella se acerca, él experimenta un frío helado y una repulsión instintiva; su toque le duele. Sin embargo, este sentimiento se debilita gradualmente y luego se desvanece. Más tarde se casó con ella; es buena, cariñosa, considerada y la unión es muy feliz.
Una noche, tiene un sueño terrible. Se vio a sí mismo en su encarnación anterior; su esposa se había comportado de manera indigna, y había sido la causa de su muerte, ¡y, cosa extraña! no pudo separar la idea de esta mujer de la de su actual esposa; le parecía que era la misma persona. Abrumado por esta visión cuando se despierta, está triste; instado por su esposa a que le cuente la causa, decide contarle su pesadilla. “Es extraño”, dijo, “tuve un sueño similar y fui yo la culpable”. Las circunstancias les hacen reconocer a ambos que no están unidos por primera vez; el marido puede explicarse a sí mismo la repulsión que sintió por su esposa cuando era niña; la mujer redobla su cuidado para borrar su pasado; pero ya ha sido perdonada, porque la reparación se ha realizado y la casa sigue prosperando.
De ahí esta conclusión: que estos dos seres se encontraron nuevamente unidos, uno para reparar, el otro para perdonar; que si hubieran recordado el pasado habrían huido, y que habrían perdido el beneficio, uno de reparación, otro de perdón.
Para dar una idea exacta del interés de este libro, sería necesario citarlo casi en su totalidad. Nos limitaremos al siguiente pasaje:
"Me preguntas si creo en la vida futura, me dijo un viejo general; si lo creemos, ¡nosotros soldados! ¿Y cómo esperas que sea de otra manera, a menos que seas un bruto? ¿En qué entonces quieres que pensemos en vísperas de una pelea, de un asalto, que todo anuncia que debe ser violento?... Después de habernos despedido, en el pensamiento, de los seres queridos que estamos amenazados de dejar, regresamos irresistiblemente a las enseñanzas maternas que nos han mostrado una vida futura donde se encuentran seres compasivos. Extraemos de estos recuerdos una reduplicación de coraje que nos hace enfrentar los mayores peligros, según nuestro temperamento, calma o con una cierta pasión, y más a menudo todavía con un espíritu, una alegría, que son los rasgos característicos del ejército francés.”
“Después de todo, somos descendientes de aquellos valientes galos, cuya fe en la vida futura era tan grande, que prestaron sumas de dinero para devolverlas en otra existencia. Voy más allá, estoy convencido de que seguimos siendo estos hijos de la vieja Galia, que, entre la época de César y la nuestra, pasaron por un gran número de existencias, en cada una de las cuales tomaron un rango superior en las falanges terrenales".
Este libro será leído con provecho por los creyentes más firmes, porque sacarán de él nuevos argumentos para refutar a sus adversarios.
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[1] 1 vol. en-12; 3 fr.
El alma
Su existencia y sus manifestaciones, por Dyonis [1]
Este libro persigue el mismo objetivo que el anterior: la demostración del alma, de la vida futura, de la pluralidad de existencias, pero de una forma más didáctica, más científica, aunque siempre clara e inteligible para todos. La refutación del materialismo, y en particular de las doctrinas de Büchner y Maleschott, ocupa un lugar importante allí, y no es la parte menos interesante ni instructiva, por la lógica irresistible de los argumentos. La doctrina de estos dos escritores de indiscutible talento, y que pretenden explicar todos los fenómenos morales por las únicas fuerzas de la materia, tuvo gran repercusión en Alemania y, por consiguiente, en Francia; naturalmente, fue aclamada con entusiasmo por los materialistas, felices de encontrar allí la sanción de sus ideas; sobre todo ha reclutado seguidores entre los jóvenes de las Escuelas, que se permiten liberarse, en nombre de la aparente legalidad de una filosofía, de la contención que imponen la fe en Dios y en la inmortalidad.
El autor se esfuerza por reducir a su valor razonable las falacias en las que se basa esta filosofía; demuestra las desastrosas consecuencias que tendría para la sociedad, si alguna vez prevaleciera, y su incompatibilidad con cualquier doctrina moral. Aunque apenas conocida, excepto en cierto mundo, una refutación algo popular es muy útil para proteger a aquellos que puedan ser seducidos por los argumentos engañosos que invoca. Estamos convencidos de que, entre quienes la defienden, hay quienes retrocederían si hubieran comprendido todo su alcance.
Si solo desde este punto de vista, el cual también es del Espiritismo, la obra de M. Dyonis merece un serio estímulo, porque es un enérgico defensor de esta causa, a la que vemos que el autor no es ajeno. Pero esto no termina con la tarea que se ha impuesto; considera la cuestión del alma de una manera amplia y comprensiva; es uno de los que admite su progreso indefinido, a través de la animalidad, la humanidad y más allá de la humanidad. Quizás, en ciertos aspectos, su libro contenga algunas proposiciones un tanto fortuitas, pero que conviene sacar a la luz para que puedan madurar mediante la discusión.
Lamentamos que la falta de espacio no nos permita justificar nuestra valoración con algunas citaciones; nos limitaremos al siguiente pasaje y a decir que quienes lean este libro no perderán su tiempo.
"Si examinamos los seres que se han sucedido en períodos geológicos, notamos que hay un progreso en los individuos sucesivamente dotados de vida, y que el último que llega, el hombre, es una prueba indiscutible de este desarrollo moral, por el don de la inteligencia transmisible que recibió por primera vez, y el único de todos los animales”.
“Esta perfectibilidad del alma, frente a la imperfectibilidad de la materia, nos lleva a pensar que el alma humana no es la primera expresión del alma, sino que es sólo la última expresión hasta ahora. En otras palabras, que el alma ha progresado desde la primera manifestación de la vida, pasando alternativamente por plantas, animálculos, animales y hombre, para ascender aún más, mediante creaciones de orden superior, que nuestros sentidos imperfectos no nos permiten comprender, pero que la lógica de los hechos nos lleva a admitir. La ley del progreso, que seguimos en el desarrollo físico de los sucesivos animales, existiría, por tanto, también, y principalmente, en su desarrollo moral”.
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[1] 1 vol. en-12, 3 fr. 50.