Usted esta en:
Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861 > Mayo > Enseñanzas y disertaciones espíritas > Fiestas de los Espíritus buenos - La llegada de un hermano
Fiestas de los Espíritus buenos - La llegada de un hermano
(Comunicación enviada por la Sra. de Cazemajoux, médium de Burdeos)
Nosotros también tenemos nuestras fiestas, y esto sucede con frecuencia, porque los Espíritus buenos de la Tierra –nuestros hermanos bienamados–, al despojarse de su envoltura material, nos tienden los brazos y nosotros vamos, en grupo innumerable, a recibirlos a la entrada de la morada que ellos van a habitar con nosotros de ahí en adelante. En esas fiestas no se agitan, como en las vuestras, las pasiones humanas que, bajo rostros graciosos y frentes coronadas de flores, esconden la envidia, el orgullo, los celos, la vanidad, el deseo de agradar y de sobrepujar a sus rivales en esos placeres ficticios. Aquí reinan la alegría, la paz, la concordia; cada uno está contento con la posición que le ha sido asignada y es feliz con la felicidad de sus hermanos. ¡Pues bien, amigos míos! Con esa armonía perfecta que reina entre nosotros, nuestras fiestas tienen un encanto indescriptible: millones de músicos cantan con liras armoniosas las maravillas de Dios y de la creación, en tonos más deslumbrantes que vuestras más dulces melodías; largas procesiones aéreas de Espíritus volitan como céfiros, arrojando sobre los recién llegados nubes de flores, cuyos perfumes y matices variados no podéis comprender. Después tiene lugar el banquete fraterno al que son invitados los que concluyeron sus pruebas con felicidad, y vienen a recibir la recompensa de sus trabajos. ¡Oh!, amigo mío, desearíais saber más, pero vuestro lenguaje es incapaz de describir esas magnificencias. Os he dicho bastante, a vosotros que sois mis bienamados, a fin de daros el deseo de alcanzarlas. Y entonces, querido Émile, libre de la misión que he cumplido junto a ti en la Tierra, yo la continuaré para conducirte a través del espacio, y hacerte disfrutar todas esas felicidades.
FELICIA,
Esposa del evocador Émile,y desde hace un año su guía protectora.
(Comunicación enviada por la Sra. de Cazemajoux, médium de Burdeos)
Nosotros también tenemos nuestras fiestas, y esto sucede con frecuencia, porque los Espíritus buenos de la Tierra –nuestros hermanos bienamados–, al despojarse de su envoltura material, nos tienden los brazos y nosotros vamos, en grupo innumerable, a recibirlos a la entrada de la morada que ellos van a habitar con nosotros de ahí en adelante. En esas fiestas no se agitan, como en las vuestras, las pasiones humanas que, bajo rostros graciosos y frentes coronadas de flores, esconden la envidia, el orgullo, los celos, la vanidad, el deseo de agradar y de sobrepujar a sus rivales en esos placeres ficticios. Aquí reinan la alegría, la paz, la concordia; cada uno está contento con la posición que le ha sido asignada y es feliz con la felicidad de sus hermanos. ¡Pues bien, amigos míos! Con esa armonía perfecta que reina entre nosotros, nuestras fiestas tienen un encanto indescriptible: millones de músicos cantan con liras armoniosas las maravillas de Dios y de la creación, en tonos más deslumbrantes que vuestras más dulces melodías; largas procesiones aéreas de Espíritus volitan como céfiros, arrojando sobre los recién llegados nubes de flores, cuyos perfumes y matices variados no podéis comprender. Después tiene lugar el banquete fraterno al que son invitados los que concluyeron sus pruebas con felicidad, y vienen a recibir la recompensa de sus trabajos. ¡Oh!, amigo mío, desearíais saber más, pero vuestro lenguaje es incapaz de describir esas magnificencias. Os he dicho bastante, a vosotros que sois mis bienamados, a fin de daros el deseo de alcanzarlas. Y entonces, querido Émile, libre de la misión que he cumplido junto a ti en la Tierra, yo la continuaré para conducirte a través del espacio, y hacerte disfrutar todas esas felicidades.