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Revista espírita — Periódico de estudios psicológicos — 1858 > Febrero > Escala espírita > SEGUNDO ORDEN – ESPÍRITUS BUENOS
SEGUNDO ORDEN – ESPÍRITUS BUENOS
Caracteres generales – Predominio del Espíritu sobre la materia;
deseo del bien. Sus cualidades y su poder para hacer el bien están en
razón del grado a que han llegado: unos tienen el conocimiento,
otros la sabiduría y otros la bondad; los más adelantados reúnen el
saber a las cualidades morales. Al no estar aún completamente
desmaterializados, conservan más o menos –según su rango– los
trazos de la existencia corporal, ya sea en la forma del lenguaje o en
sus hábitos, en los que incluso vuelven a encontrarse algunas de sus
manías; de otro modo, serían Espíritus perfectos.
Comprenden a Dios y al infinito, y gozan ya de la felicidad de los
buenos; son dichosos por el bien que hacen y por el mal que
impiden. El amor
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que los une es para ellos la fuente de una dicha inefable no alterada
por la envidia, ni por los remordimientos, ni por ninguna de las
malas pasiones que atormentan a los Espíritus imperfectos; pero,
aún, todos ellos han de pasar pruebas hasta que alcancen la
perfección absoluta.
Como Espíritus, inspiran buenos pensamientos, apartan a los
hombres de la senda del mal, protegen durante la vida a los que se
hacen dignos de su protección y neutralizan la influencia de los
Espíritus imperfectos sobre los que no se complacen en tolerarla.
Como encarnados son buenos y benévolos para con sus
semejantes; no están movidos por el orgullo, ni por el egoísmo, ni
por la ambición; no sienten odio, rencor, envidia ni celos y hacen el
bien por el bien mismo.
A este orden pertenecen los Espíritus designados en las creencias
vulgares con los nombres de genios buenos, genios protectores y
Espíritus del bien. En tiempos de superstición e ignorancia se ha
hecho de ellos divinidades benéficas.
Se los puede igualmente dividir en cuatro grupos principales.
Quinta clase. ESPÍRITUS BENÉVOLOS – Su cualidad
dominante es la bondad; se complacen en prestar servicios a los
hombres y protegerlos, pero sus conocimientos son limitados: su
progreso se ha realizado más en el sentido moral que en el sentido
intelectual.
Cuarta clase. ESPÍRITUS ERUDITOS – Lo que especialmente
los distingue es la amplitud de sus conocimientos. Se preocupan
menos con las cuestiones morales que con las científicas, para las
cuales tienen más aptitud; pero sólo encaran la ciencia desde el
punto de vista de la utilidad, y en ello no mezclan a ninguna de las
pasiones que son propias de los Espíritus imperfectos.
Tercera clase. ESPÍRITUS DE SABIDURÍA – Las cualidades
morales del orden más elevado forman su carácter distintivo. Sin
tener conocimientos ilimitados, están dotados de una capacidad
intelectual que les proporciona un juicio recto acerca de los hombres
y de las cosas.
Segunda clase. ESPÍRITUS SUPERIORES – Reúnen el
conocimiento, la sabiduría y la bondad. Su lenguaje sólo refleja
benevolencia y es constantemente digno, elevado y frecuentemente
sublime. Su superioridad los hace más aptos que a los otros para
darnos las nociones más justas sobre las cosas del mundo
incorpóreo, dentro de los límites de aquello que es permitido al
hombre conocer. Se comunican de buen grado con aquellos que de
buena fe buscan la verdad y cuyas almas están lo suficientemente
desprendidas de los lazos terrestres como para comprenderla; pero
se alejan de los que solamente están animados por
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la curiosidad o a quienes la influencia de la materia desvía de la
práctica del bien.
Cuando, por excepción, encarnan en la Tierra, es para cumplir una
misión de progreso y, entonces, nos ofrecen el tipo de perfección a
la que puede aspirar la Humanidad en este mundo.